TRIDUO EN HONOR DE LA MILAGROSA IMAGEN DE
JESUCRISTO CRUCIFICADO
QUE SE VENERA EN EL HOSPITAL DE SALAMANCA.
COMPUESTO
POR ANTONIO G. Y SÁNCHEZ
GUANAJUATO.
1882
ACTO DE CONTRICCIÓN
Verbo
divino que existías antes de que el tiempo fuera, existes y existirás siempre
aun después de la consumación de los siglos, aquí tienes ante tu augusta
presencia a la más vil y pecadora de tus criaturas, que como el publicano no se
atreve a penetrar hasta el refulgente trono donde estás sentado a la diestra de
tu Eterno Padre, sino que postrado humildemente implora tu misericordia con lágrima
y suspiros de una verdadera contrición. Bien conozco, Dios y Padre mío, la
gravedad de mis innumerables culpas; pero también recuerdo que eres bueno y santo
por excelencia. Tú dijiste: Tocad a la puerta y se os abrirá, pedid y recibiréis.
Pues bien, confiado en tus divinas palabras, hoy vengo a implorar el que me
salves, dándome lo que me
convenga para el bien de mi alma. Por tan inmensa gracia mi voz unida a la de
loe ángeles y santos, así como a la de todas tus criaturas cantará tu misericordia
por los siglos de los siglos. Amen.
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Imagen
soberana del Dios hombre encarnado en las entrañas purísimas de María Santísima
¿Cómo recuerdo tu misericordia para con la Magdalena á quien
le perdonaste, diciéndole aquellas consoladoras palabras: "amaste mucho,
por eso has merecido mucho." Que oiga de tus divinos labios el "anda en
paz y no peques más." Para ello, amable Redentor mío, interpongo los dolores
que sufrió María Santísima al pie del sacrosanto madero de la Cruz, en
aquella hora suprema en que entregaste tu espíritu en manos de tu Eterno Padre;
esperando que con los auxilios de tu divina gracia permanezca en mis propósitos
hasta ir a cantar tu misericordia allá en la divina Sion. Amen,
Se
rezan tres credos con la siguiente:
Falte a mi vida el aliento,
Falte a mis ojos la luz
Mucho antes que separarme
De mi divino Jesús.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Pastor
divino, que dejaste las noventa y nueve ovejas por una sola que, descarriada de
tu místico redil, errante seguía por el sendero de la culpa: aquí, vengo yo, a
que como á Lázaro, me saques del asqueroso sepulcro donde hace algún tiempo
duermo el sueño de la muerte eterna, He conocido lo malo de
mis obras, y dado una mirada al oscuro pasado de mi vida, ya no quiero más
pecar, sino venir a unirme a ti como el único y verdadero centro de toda salvación.
Tus caminos son los del bien y el que por ellos anda será salvo. Quisiera para
borrar mis culpas, no solo derramar una lágrima, sino que todos los poros de mi
cuerpo se convirtieran en otros tantos raudales como muestras de una
verdadera penitencia, pero tú Salvador mío, que no ves con vista de ojo, ni
oyes con oído de oreja, verás sincero de mi arrepentimiento, abriéndome las
puertas de tu misericordia. Sujeto estoy, Señor, a tu santa voluntad: manda, ordena,
dispón lo que fuere de tu agrado, que, como hijo obediente, en la prosperidad o
en la decadencia, en los veloces instantes de la felicidad en las lentas horas
del infortunio, como Job, mi lengua cantará la omnipotencia de tus obras. No quisiera,
milagrosa Imagen de mí Dios Crucificado, separarme de aquí; sino habitar
siempre ante tu presencia, vivir dentro de la llaga de tu costado, como en un lecho
florido, donde no hay pena ni quebranto; más antes de separarme de aquí, rocíame,
Señor, con tu preciosísima sangre de tus llagas, con esa sangre más pura y
saludable que las aguas que brotan de los cuatro ríos del paraíso, que así fortalecido
con ella podré luchar contra el mundo, demonio y carne, hasta que rotos
los lazos que me unen a la materia vaya a gozar de tu presencia por los siglos
de los siglos. Amén.
ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES
Santísima
Virgen María, madre de Dios, Reina de los ángeles, amparo y consuelo de los
hombres, que atrevidos con mano temeraria han podido nublar con tantos y tan
agudos dolores, el purísimo cielo de tu rostro. ¿Por qué llora la Señora de las
gentes? por qué se inclina la azucena de los valles y se doblega la gigante
palma de Cedes ¡Ah! Porque al pie de esa humilde cruz, sola y desamparada contemplas
muerto al Hijo de tu amor. Señora, solo mis culpas han podido causar estrago
tan fatal traspasando tu corazón con daga tan penetrante. Soy un infame, que,
dándole la muerte al Hijo, he venido a sacrificar a la Madre, pues tú ¡Virgen
pura! estabas unida a Él, como la voz a su sonido, como el ave a su plumaje y
como el alma con la vida. ¡Perdón, Señora! que mis lágrimas y suspiros sean un
lenitivo á tos dolores, que yo os prometo para lo sucesivo ya no ofender más a mi
Dios y Señor, haciendo una. verdadera penitencia. ¡Tortolita gemidora, que
moras en las aberturas de las peñas! cesen ya tus dolores y que luzca la aurora
de un nuevo día con el sol de la divina justicia; suplicándote con toda la efusión
de mi alma, ruegues a tu Hijo Santísimo por la exaltación de nuestra santa fé católica,
salud y prosperidad de Nuestro Santísimo Padre, triunfo de la Iglesia, salud
para sus ministros, acierto en el mando a las autoridades católicas, descanso a
las almas que están en el Purgatorio, el perdón para los pecadores, y en fin,
todo aquello que tienda a nuestra felicidad espiritual y corporal. Amén.
DÍA SEGUNDO
ORACIÓN
¡Dios
mío! ojalá y todos los hombres meditáramos día y noche en la grandeza de tu pasión
santísima, jamás nuestra alma se mancharía con la fea lepra de la culpa, ¿Quién
por obstinado en les vicios dejaría de valorizar, según nuestro pobre entendimiento,
el estupendo martirio de la Cruz ¿Quién al verte hecho ludibrio de las gentes,
sin tener en tu divino cuerpo un solo miembro sano, no moriría de dolor,
abjurando para siempre el amor al mundo y sus delicias? Creo que ninguno
ciertamente, porque grande, muy grande es Señor, el precio de tu Sangre, y ante
tu augusta presencia, pálidas se dejan ver todas aquellas figuras del antiguo
testamento, que como una débil sombra anunciaron tu venida al mundo, así como
tu pasión y muerte. Así, Padre amabilísimo, con toda la fé de aquella mujer que
con solo tocar la orla de tu vestido quedó sana y salva, hoy vengo a pedirte
misericordia. Amén.
DÍA TERCERO
ORACIÓN
¡Salvador
del Mundo! En tu esencia divina para existir, te bastas a ti mismo, y allá en
el empíreo tienes a los ángeles, arcángeles, serafines y todas las potestades
que incesantemente alaban las grandezas de tu omnipotencia. Sin embargo,
criaste al hombre para que te sirviera y amara en esta vida y después te gozara
en la otra, pero el ingrato quebrantó el precepto que le impusieron allá en el
paraíso, haciéndose reo de eterna condenación. Más dichosa culpa que nos
mereció tal Redentor, canta la Iglesia Santa. ¡Estupendos e impenetrables son
los designios de tu providencia! Y bendito el hombre que no se aparta de la ley
santa del Señor, porque con el irá a habitar eternamente en el cielo. Amén.
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