DÍA DIEZ Y SIETE
EJERCICIO DEVOTO EN OBSEQUIO DE SAN
PASCUAL BAYLON PARA IMPLORAR SU PATROCINIO A LA HORA DE LA MUERTE
Dispuesto por el P. Fr. Francisco Valdés,
calificador del santo oficio de la inquisición, de mérito y custodio actual de
la provincia de Francisco descalzos de San Diego de México.
Zacatecas, 1870.
Reimpreso por Mariano R. de Esparza, Plaza
Principal, núm. 7.
ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO
Amorosísimo
Padre redentor y dueño mío, que en testimonio de la ardiente infinita caridad
con que nos amas, quisiste después de haber dado la vida por nosotros, quedarte
en el augusto Sacramento de la Eucaristía, para acompañarnos, para honrarnos, y
para que alentada nuestra humildad a vista de fineza tan amante y tan
extraordinaria, llegásemos confiados a pedirte el remedio de nuestras
necesidades yo me acerco, Señor, a tu presencia, ya me doy por entendido de
fineza tan grande, de favor tan excesivo: ya despierto de aquel letargo triste
en que hasta ahora me ha tenido mi tibieza: conozco ahora, confieso y público,
que solo una infinita caridad inmensa pudieron ejecutar favor tan excesivo:
conozco yo y confieso que tu generosidad y bizarría, lejos de sepultarse entre
las cenizas de mi tibieza, antes busca ocasiones para explicarse, y para
derramar sobre mí el torrente de sus misericordias. Alentada con esto mi
confianza y arrepentido de mi villana ingratitud, te suplico, Señor,
encarecidamente, enciendas este mi tibio y desconocido corazón en el fuego
sagrado de tu amor: aviva en él las llamas de una tierna y fervorosa devoción,
para acercarme con frecuencia a recibir dignamente tu cuerpo y sangre
sacratísimos en la mesa de la Eucaristía: no atiendas, piadosísimo Señor, a mis
maldades y delitos, sino a tu infinita misericordia, y a tu inmensa bondad.
Atiende a los merecimientos de tu siervo fiel el bienaventurado San Pascual:
este es el abogado que habla por mi en el alto tribunal de tu piedad; este es
el protector a que me acojo, para que mi súplica tenga despacho favorable:
aquella ardiente y tierna devoción con que siempre te veneró, ese es el mérito
que alego yo, Señor en mi favor. No permitas Señor, que quien conservó toda su
vida la fe de este divino sacramento, no logre en la hora de su muerte los
consuelos que él ministra; no permitas que en aquel trance carezca yo de los
auxilios y socorros que él me pueda franquear, y de que necesito para vencer
los enemigos que me han de combatir entonces con más rigor, y con más
tenacidad. Oye ahora mis suspiros,
atiende a mis clamores, que juntos a los ruegos y a la intercesión de tu amante
siervo Pascual, espero han de tener despacho favorable, y he de lograr por
medio de este santo, venerarte como debo en vida, y después adorarte y darte
gracias infinitas por tan grande favor en el cielo. Amén.
Se
reza la estación mayor al Santísimo Sacramento, aplicando las indulgencias por
modo de sufragio a las ánimas del Purgatorio.
ORACIÓN AL SEÑOR SAN PASCUAL
Bienaventurado
y felicísimo Pascual, siervo fiel del Altísimo y amante tierno de Jesús
Sacramentado, que en testimonio del ardientísimo amor que profesaste en vida al
augustísimo misterio de la Eucaristía, aun después de muerto conservas en tu
cadáver y en tus imágenes la llama de aquel celo con que solicitabas sus cultos
y su veneración: postrado yo humildemente a tus plantas, te suplico con las más
vivas ansias de mi corazón no permitas que mi alma, que sido tantas veces
sagrario de este santísimo Sacramento, vuelva a mancharse con el borrón de la
culpa mortal: nada te pido en esto, que no sea conforme a tus deseos: tú
viviendo en el mundo, te exhalabas en dulces sentimientos de amor y de piedad
hacia este divinísimo misterio; tú procurabas inspirar su devoción en todos
cuantos se acercaban a ti. Tú reprendías la incredulidad de los infieles y la
falta de reverencia entre los cristianos. ¿Pues cómo he de temer que teniendo
ahora en el empíreo estos afectos en su más alto grado de perfección te hagas
desentendido a los clamores de quien a ti se acoge, para alcanzar de Dios una
sincera y amorosa devoción hacia este Sacramento? No permitas que el que
confiesa como católico este misterio falte en las obras a su culto y
veneración. Principalmente te pido, que en el trance terrible de mi muerte
cuando falto de espíritu y de fuerzas, cercado de dolores y combatido de mis mortales
enemigos, apenas tendré aliento para invocar el nombre de Jesús, me asistas y
socorras con tu piadosa intercesión: desde ahora para entonces te cito, santo
gloriosísimo, no deseches mis ruegos, no desprecies mis súplicas, escucha mis
clamores, y alcánzame del Todopoderoso el don de una perfecta contrición, y los
auxilios necesarios de la gracia, para que recibiendo dignamente el viático
sagrado, quede fortalecido para resistir a las molestas tentaciones del común
enemigo, y salir victorioso del combate, con el consuelo de que voy a recibir
el premio de la victoria, en el templo de la gloria, donde en tu compañía daré
a Dios las gracias por las misericordias que ha usado conmigo por toda la
eternidad. Amén.
Ahora se reza al santo un
Padrenuestro y Avemaría por todos sus devotos, y se cantan o se rezan los
siguientes:
GOZOS
Mi humildad en ti confía,
Pascual, y espera deberte
Que no me falte en la muerte
El pan de la Eucaristía.
Pobre y humilde es la cuna
En que naces, porque el cielo
Quiere hacer ver que del suelo
No esperes fortuna alguna.
Tu verdadera fortuna
Del cielo venir debía:
Pastor fue el primer destino
Con que el cielo te ha anunciado,
Que debías andar empleado
Tras el cordero divino.
Este fue siempre el camino
Por donde tu fe te guía;
En el franciscano aprisco
Profesas, ¿pues donde ha de ir
Un serafín a vivir
Sino a casa de Francisco?
Allí de uno a l otro risco
Tu virtud siempre subía:
Cual lince tu tierno amor
Hacia la mesa divina,
De la huerta la cocina
Haces templo del Señor,
En todas partes tu amor
Patente a nuestro amo veía:
Ningún misterio sagrado
Llevar tu afecto presuma,
Mas que aquel en que hizo suma
De sus finezas tu amado.
De este horno vivo has tomado
El fuego que en tu alma ardía:
A tus devotos predices
Con varios golpes sus cosas
Suaves, si ellas son gustosas:
Recio si son infelices.
Fortuna es que así suavices
La tristeza o la alegría:
Ya tus miembros fríos y yertos
Son de la parca despojos,
Y todavía están tus ojos
Para el Sacramento abiertos.
Ya son dos vivos y muertos
El cordero que Juan veía:
RESPONSORIO DE SAN PASCUAL
Sacado de su novena que se puede rezar
todos los días
Pascual admirable en prodigios y señales,
que, resplandeciendo en grandes méritos,
derramas gracias celestiales.
De esta vida en los peligros
socorre a nosotros miserables;
y a los que justamente te invocan
haz que logren cuanto imploran.
Tú que, en tu arca e imágenes,
con tus golpes admirables
anuncias futuros sucesos,
ya felices, ya adversos.
De esta vida en los peligros
socorre a nosotros miserables;
y a los que justamente te invocan
haz que logren cuanto imploran.
L/: Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo.
De esta vida en los peligros,
socorre a nosotros miserables,
y a los que justamente te invocan
haz que logren cuanto imploran.
L/: Ruega por nosotros bienaventurado San
Pascual.
R/: Para que seamos dignos de
las promesas de Jesucristo.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Señor
mío Jesucristo sacramentado. Yo os adoro y os doy infinitas gracias por haber
instituido el Santísimo Sacramento del altar y porque adornasteis a San Pascual
con tan admirable amor a este divino misterio, que aun después de muerto mostró
el afecto de su alma abriendo los ojos su cuerpo difunto al elevar en la misa
la hostia y el cáliz, y obrando otras muchas maravillas, para avivar su fe y
devoción la católica Iglesia. Aumentad, Señor, más y más la luz de esta fe, y
la llama de este amor, para que imite a San Pascual, y todos te sirvamos,
veneremos y recibamos dignamente este amabilísimo Sacramento, y merezcamos no
partir de esta vida sin divino viático y prenda de la gloria: y vos
gloriosísimo San Pascual, santo del Sacramento admiración del mundo por
vuestras maravillas, refugio y consuelo de los necesitados y elegidos,
dulcísimo Padre y amado patrón mío, pues habéis prometido socorrer a todos los
que os llamen, arrepentidos de sus culpas yo digo, que amo a Dios, por ser
infinitamente bueno; me pesa haberle ofendido, antes morir que pecar. Y así os
pido por el Santísimo Sacramento, roguéis por la santa Iglesia, por las ánimas
del Purgatorio, por nuestro gobierno y especialmente por lo que os pido en esta
devoción, si os conviene y si no, hágase la divina voluntad, y dadme vuestra
bendición. Amén.
Ahora
cada uno pedirá a San Pascual lo que necesita, y rezará un Padrenuestro y
Avemaría por los devotos del Santo.
El
ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Dr. Fr. José María de Jesús Belauzarán,
dignísimo Obispo de Monterrey, por sí y por la hermandad que tiene celebrada
con otros Ilustrísimos Señores Obispos, concedió 200 días de indulgencia a
todos los fieles, por cada palabra de las contenidas en esta devoción.
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