sábado, 13 de junio de 2020

DÍA DIEZ Y SIETE DE MES A SAN PASCUAL


DÍA DIEZ Y SIETE

EJERCICIO DEVOTO EN OBSEQUIO DE SAN PASCUAL BAYLON PARA IMPLORAR SU PATROCINIO A LA HORA DE LA MUERTE

 

Dispuesto por el P. Fr. Francisco Valdés, calificador del santo oficio de la inquisición, de mérito y custodio actual de la provincia de Francisco descalzos de San Diego de México.

Zacatecas, 1870.

Reimpreso por Mariano R. de Esparza, Plaza Principal, núm. 7.

 

 

ORACIÓN A JESÚS SACRAMENTADO

Amorosísimo Padre redentor y dueño mío, que en testimonio de la ardiente infinita caridad con que nos amas, quisiste después de haber dado la vida por nosotros, quedarte en el augusto Sacramento de la Eucaristía, para acompañarnos, para honrarnos, y para que alentada nuestra humildad a vista de fineza tan amante y tan extraordinaria, llegásemos confiados a pedirte el remedio de nuestras necesidades yo me acerco, Señor, a tu presencia, ya me doy por entendido de fineza tan grande, de favor tan excesivo: ya despierto de aquel letargo triste en que hasta ahora me ha tenido mi tibieza: conozco ahora, confieso y público, que solo una infinita caridad inmensa pudieron ejecutar favor tan excesivo: conozco yo y confieso que tu generosidad y bizarría, lejos de sepultarse entre las cenizas de mi tibieza, antes busca ocasiones para explicarse, y para derramar sobre mí el torrente de sus misericordias. Alentada con esto mi confianza y arrepentido de mi villana ingratitud, te suplico, Señor, encarecidamente, enciendas este mi tibio y desconocido corazón en el fuego sagrado de tu amor: aviva en él las llamas de una tierna y fervorosa devoción, para acercarme con frecuencia a recibir dignamente tu cuerpo y sangre sacratísimos en la mesa de la Eucaristía: no atiendas, piadosísimo Señor, a mis maldades y delitos, sino a tu infinita misericordia, y a tu inmensa bondad. Atiende a los merecimientos de tu siervo fiel el bienaventurado San Pascual: este es el abogado que habla por mi en el alto tribunal de tu piedad; este es el protector a que me acojo, para que mi súplica tenga despacho favorable: aquella ardiente y tierna devoción con que siempre te veneró, ese es el mérito que alego yo, Señor en mi favor. No permitas Señor, que quien conservó toda su vida la fe de este divino sacramento, no logre en la hora de su muerte los consuelos que él ministra; no permitas que en aquel trance carezca yo de los auxilios y socorros que él me pueda franquear, y de que necesito para vencer los enemigos que me han de combatir entonces con más rigor, y con más tenacidad.  Oye ahora mis suspiros, atiende a mis clamores, que juntos a los ruegos y a la intercesión de tu amante siervo Pascual, espero han de tener despacho favorable, y he de lograr por medio de este santo, venerarte como debo en vida, y después adorarte y darte gracias infinitas por tan grande favor en el cielo. Amén.

 

Se reza la estación mayor al Santísimo Sacramento, aplicando las indulgencias por modo de sufragio a las ánimas del Purgatorio.

 

 

ORACIÓN AL SEÑOR SAN PASCUAL

Bienaventurado y felicísimo Pascual, siervo fiel del Altísimo y amante tierno de Jesús Sacramentado, que en testimonio del ardientísimo amor que profesaste en vida al augustísimo misterio de la Eucaristía, aun después de muerto conservas en tu cadáver y en tus imágenes la llama de aquel celo con que solicitabas sus cultos y su veneración: postrado yo humildemente a tus plantas, te suplico con las más vivas ansias de mi corazón no permitas que mi alma, que sido tantas veces sagrario de este santísimo Sacramento, vuelva a mancharse con el borrón de la culpa mortal: nada te pido en esto, que no sea conforme a tus deseos: tú viviendo en el mundo, te exhalabas en dulces sentimientos de amor y de piedad hacia este divinísimo misterio; tú procurabas inspirar su devoción en todos cuantos se acercaban a ti. Tú reprendías la incredulidad de los infieles y la falta de reverencia entre los cristianos. ¿Pues cómo he de temer que teniendo ahora en el empíreo estos afectos en su más alto grado de perfección te hagas desentendido a los clamores de quien a ti se acoge, para alcanzar de Dios una sincera y amorosa devoción hacia este Sacramento? No permitas que el que confiesa como católico este misterio falte en las obras a su culto y veneración. Principalmente te pido, que en el trance terrible de mi muerte cuando falto de espíritu y de fuerzas, cercado de dolores y combatido de mis mortales enemigos, apenas tendré aliento para invocar el nombre de Jesús, me asistas y socorras con tu piadosa intercesión: desde ahora para entonces te cito, santo gloriosísimo, no deseches mis ruegos, no desprecies mis súplicas, escucha mis clamores, y alcánzame del Todopoderoso el don de una perfecta contrición, y los auxilios necesarios de la gracia, para que recibiendo dignamente el viático sagrado, quede fortalecido para resistir a las molestas tentaciones del común enemigo, y salir victorioso del combate, con el consuelo de que voy a recibir el premio de la victoria, en el templo de la gloria, donde en tu compañía daré a Dios las gracias por las misericordias que ha usado conmigo por toda la eternidad. Amén.

 

         Ahora se reza al santo un Padrenuestro y Avemaría por todos sus devotos, y se cantan o se rezan los siguientes:

 

GOZOS

Mi humildad en ti confía,

Pascual, y espera deberte

Que no me falte en la muerte

El pan de la Eucaristía.

 

Pobre y humilde es la cuna

En que naces, porque el cielo

Quiere hacer ver que del suelo

No esperes fortuna alguna.

Tu verdadera fortuna

Del cielo venir debía:

 

Pastor fue el primer destino

Con que el cielo te ha anunciado,

Que debías andar empleado

Tras el cordero divino.

Este fue siempre el camino

Por donde tu fe te guía;

 

En el franciscano aprisco

Profesas, ¿pues donde ha de ir

Un serafín a vivir

Sino a casa de Francisco?

Allí de uno a l otro risco

Tu virtud siempre subía:

 

Cual lince tu tierno amor

Hacia la mesa divina,

De la huerta la cocina

Haces templo del Señor,

En todas partes tu amor

Patente a nuestro amo veía:

 

Ningún misterio sagrado

Llevar tu afecto presuma,

Mas que aquel en que hizo suma

De sus finezas tu amado.

De este horno vivo has tomado

El fuego que en tu alma ardía:

 

A tus devotos predices

Con varios golpes sus cosas

Suaves, si ellas son gustosas:

Recio si son infelices.

Fortuna es que así suavices

La tristeza o la alegría:

 

Ya tus miembros fríos y yertos

Son de la parca despojos,

Y todavía están tus ojos

Para el Sacramento abiertos.

Ya son dos vivos y muertos

El cordero que Juan veía:

 

RESPONSORIO DE SAN PASCUAL

Sacado de su novena que se puede rezar todos los días

 

Pascual admirable en prodigios y señales,

que, resplandeciendo en grandes méritos,

derramas gracias celestiales.

 

De esta vida en los peligros

socorre a nosotros miserables;

y a los que justamente te invocan

haz que logren cuanto imploran.

 

Tú que, en tu arca e imágenes,

con tus golpes admirables

anuncias futuros sucesos,

ya felices, ya adversos.

 

De esta vida en los peligros

socorre a nosotros miserables;

y a los que justamente te invocan

haz que logren cuanto imploran.

 

L/: Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu Santo.

 

De esta vida en los peligros,

socorre a nosotros miserables,

y a los que justamente te invocan

haz que logren cuanto imploran.

 

L/: Ruega por nosotros bienaventurado San Pascual.

R/: Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Señor mío Jesucristo sacramentado. Yo os adoro y os doy infinitas gracias por haber instituido el Santísimo Sacramento del altar y porque adornasteis a San Pascual con tan admirable amor a este divino misterio, que aun después de muerto mostró el afecto de su alma abriendo los ojos su cuerpo difunto al elevar en la misa la hostia y el cáliz, y obrando otras muchas maravillas, para avivar su fe y devoción la católica Iglesia. Aumentad, Señor, más y más la luz de esta fe, y la llama de este amor, para que imite a San Pascual, y todos te sirvamos, veneremos y recibamos dignamente este amabilísimo Sacramento, y merezcamos no partir de esta vida sin divino viático y prenda de la gloria: y vos gloriosísimo San Pascual, santo del Sacramento admiración del mundo por vuestras maravillas, refugio y consuelo de los necesitados y elegidos, dulcísimo Padre y amado patrón mío, pues habéis prometido socorrer a todos los que os llamen, arrepentidos de sus culpas yo digo, que amo a Dios, por ser infinitamente bueno; me pesa haberle ofendido, antes morir que pecar. Y así os pido por el Santísimo Sacramento, roguéis por la santa Iglesia, por las ánimas del Purgatorio, por nuestro gobierno y especialmente por lo que os pido en esta devoción, si os conviene y si no, hágase la divina voluntad, y dadme vuestra bendición. Amén.

 

Ahora cada uno pedirá a San Pascual lo que necesita, y rezará un Padrenuestro y Avemaría por los devotos del Santo.

 

El ilustrísimo y Reverendísimo Sr. Dr. Fr. José María de Jesús Belauzarán, dignísimo Obispo de Monterrey, por sí y por la hermandad que tiene celebrada con otros Ilustrísimos Señores Obispos, concedió 200 días de indulgencia a todos los fieles, por cada palabra de las contenidas en esta devoción.


Colaboración de Carlos Villaman

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