DÍA TRECE
CONSAGRADO A HONRA Y GLORIA DE SAN ANTONIO
DE PADUA
Sale a la luz con el fin de entrañar más y
más en el corazón de los fieles, la devoción provechosísima de tal Santo
Con licencia de la Superioridad
Eclesiástica.
Guatemala, 1912
Puesto
devotamente en la presencia de Dios y ante alguna Imagen de San Antonio,
comenzará diciéndose el acto de contricción y luego:
ORACIÓN A LA BEATÍSIMA TRINIDAD
Altísimo Señor y Dios Eterno, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Uno en substancia individua de naturaleza y Trino en la inseparable distinción de personas. Y la más ingrata y vil de las criaturas, llego humillado y arrepentido de sus desaciertos, a los pies de vuestra suprema Majestad, interponiendo los ruegos de vuestro amado siervo San Antonio de Padua, a quien con particular dignación adornasteis de una memoria vivísima, de un entendimiento clarísimo y de una abrasadísimo voluntad, porque formabais en él, un alarde maravillo de vuestra Omnipotencia, Sabiduría y Amor. Por sus méritos os suplico que, usando vuestras antiguas misericordias, rectifiquéis en mí, el empleo de estas tres potencias, vestigio de tan sublime misterio, estampó vuestra diestra en el lienzo de nuestras almas. Fecundad, Padre Omnipotente mi memoria, para que, al vivo recuerdo de vuestros beneficios, los agradezca. Ilustrad, Hijo sabio mi entendimiento, para que, a la clara vista de vuestros preceptos, los observe. Inflama, Espíritu de amor, mi voluntad, para que, con el incendio de caridad, que anima las virtudes, las practique. Esta gracia espero ¡Oh Trinidad Beatísima! Fiado en el patrocinio de San Antonio, para correr sin tropiezo el camino recto de vuestros mandatos, que conduce a alabar vuestro poder, saber y amor, por toda una eternidad. Amén.
DEPRECACIÓN A SAN ANTONIO
¡Oh
Antonio, prodigio de Santidad! ¡Epílogo de Maravillas! ¡Compendio de los
milagros! Desde el oriente dichoso de tu nacimiento, hasta el ocaso de tu
tránsito, resplandecieron en ti los primores de la gracia. Te dotó el cielo de
una índole amable, de un genio suave, de un talento sublime, y de una
inclinación prontísima a todas las virtudes. Tu festivo teatro era la Iglesia,
tu diversión los altares, tu mayor delicia estar a solas con Dios. Miraste siempre
con enfado los entretenimientos mundanos, con odio a los placeres del siglo,
con disgusto a las vanidades, con desprecio las riquezas, y con desprecio santo
lo abominable de los sensuales deleites. Tus palabras eran sabias, tus
discursos vivos, tus dichos graves, tus miradas vergonzosas y tu semblante tan
compuesto, como devoto, ocultando así en tu pecho la unión de aquellas gracias
que reparte entre muchos la Omnipotencia, pues en ti solo se halló la curación
de enfermos, la discreción de espíritus, la ciencia de las escrituras, la
previsión de lo futuro, el don de varias lenguas, el celo de los apóstoles, el
deseo ardiente de los mártires, la penitencia austera de los confesores, el
retiro dulce de los anacoretas y el candor purísimo de las vírgenes. Tu fé
viva, tu esperanza firme y tu caridad ardiente, siendo estas virtudes
teologales, las que arrebatan tu espíritu al ejercicio perfectísimo de todas
las morales, en cuyo empleo te encontró, velando como siervo fiel la hora
dichosísima de tu tránsito, término de tus méritos y principio de tus glorias. Por
aquella humildad profunda, con que ocultabas dones celestiales, te suplico
rendido, que alabando yo el poder del Padre que te enriqueció, el saber del
Hijo que te adornó y el querer del Espíritu Santo que te abrasó, merezca por tu
intercesión la gracia que, en la hora de mi muerte, me traslade al paraíso de
la gloria. Amén.
ORACIÓN AL PADRE
Dios
Padre, Señor Omnipotente, gracias os doy porque a tu siervo San Antonio
comunicasteis tal poder, que al imperio de su voz obedecían todos los elementos
y criaturas. Manda Antonio y el mar aplaca sus tempestades, el viento detiene
sus furias, el fuego sus incendios y la tierra sus movimientos. La muerte deja
sus presas, las enfermedades se ahuyentan, aparecen las cosas perdidas, las
prisiones sueltan a sus cautivos y los demonios se apartan de sus posesiones,
encontrando en Antonio alivio todos los afligidos y remedio universal todos los
necesitados. Por este privilegio te pido Señor, el aumento de las virtudes, fé,
esperanza, caridad, que son vida del alma y seguras prendas de la Gloria. Amén.
Padre
nuestro, Ave María, Gloria.
ORACIÓN AL HIJO
Dios
Hijo, increada Sabiduría, gracias os doy porque adornaste a vuestro siervo
Antonio de sabiduría tan sublime, que a los rayos de su luz no pudieron resistir
a las más densas oscuridades. Predica Antonio, y a la dulce violencia de sus
palabras se rinden los herejes, se convencen los sectarios, se reducen los
obstinados y se convierten los pecadores. Restituyen las haciendas mal habidas,
cortan los comercios inmundos, deponen los odios y malas voluntades, y todos
hacen pública y sangrienta penitencia de sus delitos. Por este don te pido,
Señor, alumbréis mis sentidos para que, aguardando sus puertas, no hallen entrada
los monstruos de los pecados que privan al alma de la vestidura nupcial de la
gracia. Amén.
Padre
nuestro, Gloria.
ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO
Dios
Espíritu Santo, fuego vivo de amor, gracias os doy, porque encendisteis en el
corazón de tu siervo Antonio, un inextinguible Vesubio de Caridad. Arde Antonio,
y al calor amoroso de estos incendios, solicita en toda la gloria de Dios y
provecho de las almas. Reparte con los Sacramentos la prudencia en los consejos,
el celo en los hábitos, la discreción en los consuelos, la ciencia en las dudas,
la luz en la erudición y la claridad en la ilustración de las conciencias, inflamado
al mismo tiempo en la devoción a María, en la reverencia al Sacramento y en la
meditación de las penas de su amado. Por este favor pido, Señor, me encendáis
mi voluntad, para copiar en ella estas virtudes, que son el cumplimiento de
vuestra santísima Ley, en cuya observancia está vinculado el galardón de la
Gloria. Amén.
Padre
nuestro, Gloria.
OFRECIMIENTOS
Privilegiadísimo
San Antonio, luz resplandeciente, que disipaste la tenebrosa noche de las
culpas, convirtiéndola en el claro día de la gracia, luz que infundiste tus claridades
sobre los más oscuros entendimientos, luz que en encendida en lámpara
inextinguible de caridad, liquidaste los hielos empedernidos de la mayor
tibieza, y luz que alumbraste a los que moraban de asiento ciego, en las
sombras de la muerte, sal pródiga, que sazonaste para Dios los más desabridos
corazones, que preservaste de la corrupción de la culpa a muchas almas, que
hiciste de tus palabras y acciones un manjar sabrosísimos para los hombres,
ofrece Santo y abogado mío, todo el caudal de sus merecimientos ante el trono
de la Santísima Trinidad, interponiendo tus súplicas, para que participando yo
tal sazón y tales luces, emplee los días de mi vida en el servicio de tan alta
majestad y mis obras todas aparezcan agradables en la presencia de Dios, cuya
vista eterna es la Gloria de Dios. Amén.
Pídase
el socorro de la particular necesidad que ocurriese.
ORACIÓN ÚLTIMA
Antonio,
Abogado mío, honor perpetuo de Portugal, gloria Inmortal de España, luz nueva
de Italia, tesoro riquísimo de la ciudad de Padua, querubín de la sabiduría,
serafín en el amor, ángel en la pureza, Moisés en la ley de gracia, Elías en
los incendios, profeta en los sucesos, apóstol en el celo, mártir en el deseo,
doctor en la enseñanza, confesor en la penitencia, anacoreta en el retiro. Arca
del testamento, archivo de los misterios, azote de la herejía, domador de monstruos,
terror de los tiranos, espanto de los infieles, extirpador de los abusos,
promovedor de la religión, antagonista invencible contra el infierno, refugio
universal de afligidos, delicia de la cristiandad, hechizo dulce de la devoción
y alarde maravilloso de la Omnipotencia, sabiduría y amor de Dios. Por todos
estos dones, gracias y privilegios con que te enriqueció el Padre, te adornó el
Hijo y te ensalzó el Espíritu Santo, te suplico rendidamente, me alcances de su
Divina Majestad, que animado de la gracia, aborrezca las pompas y vanidades con
que lisonjea el mundo, desprecie las riquezas con que el demonio aprisiona los
corazones, y abomines los placeres con que la carne venda los ojos a sus
secuaces, que viviendo libre por tu intercesión de la villana esclavitud de
estos tiranos, espero con firmeza alcanzar en la hora de mi muerte tu asistencia
y compañía, para ir a venerar eternamente a nuestro Dios y Señor en el paraíso
de la Gloria. Amén.
A. M. D. G
Colaboración de Miguel Morales.
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