DEVOCIÓN EN HONOR DEL BEATO SEBASTIÁN DE
APARICIO PARA EL DÍA 25 DE CADA MES
Devocionario para celebrar el día veinticinco
de cada mes, el felicísimo tránsito del Beato Sebastián de Aparicio. Y alcanzar
por sus ruegos, con una santa vida una dichosa muerte.
Dispuesto por el Dr. Don Joseph Ignacio
Basurto, Clérigo Presbítero de Michoacán.
Impreso en México por D. Marino Ontiveros
y Zúñiga, calle del Espíritu Santo. Año de 1795.
Reimpreso en la ciudad de Puebla de los Ángeles,
mayo de 1952.
Purificada
el alma por los Santos Sacramentos de la Penitencia y Comunión y hecha la señal
de la Cruz, dirás el siguiente:
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo que me creaste de la nada para hacerme eternamente feliz y que
me redimiste a expensas de tu propia existencia, derramando por mi hasta la
última gota de tu Sangre ¡con cuanta exactitud, encendido mi corazón en la
dulce hoguera de tu amor, debería yo obedeceré, sin apartar mi vida de tu
Santísima voluntad con regla de mi conducta! Mas ¡ay de mi!, que volviéndote
las espaldas he pisado tu ley cubriéndome con la horrorosísima librea del
Dragón infernal he despreciado aquella sangre derramada por mi rescate. Quisiera
llorar, Dios mío este agravio hecho a tu infinita bondad, con unas lágrimas
vertidas a impulso de un dolor que me quitase la vida. Me pesa, mi Padre
amorosísimo, de haberte ofendido por ser vos quien eres, propongo apartarme de
las ocasiones de ofenderte, y espero de tu infinita misericordia que me has de
perdonar y me has de dar auxilios, por la intercesión de tu querido Sebastián
de Aparicio para vivir únicamente para ti, sirviéndote con fidelidad hasta en
lo mínimo y la gracia especial de la perseverancia final, para terminar la
carrera de mi vida con una muerte preciosa en tus divinos ojos. Amén.
Tres
Padre nuestros y tres Aves Marías con el Gloria Patri a la Santísima Trinidad,
y la siguiente:
ORACIÓN
Santísimo
Dios uno en esencia y trino en personas que para excitarnos a la santidad,
hiciste brillasen todas las virtudes con que enriqueciste y adornaste a tu
escogido fidelísimo Siervo Aparicio y que para demandarle las honras que quiere
le hagas en sus cultos, le acreditaste Amigo tuyo por medio de innumerables
milagros y la sujeción y obediencia que le rindieron aún los brutos, yo te doy
gracias por el singular beneficio que nos has hecho, presentándonos este modelo
de virtudes y te ruego con todo el afecto de mi corazón me concedas la gracia
de imitarle perfectamente, honrarlo con una sincera devoción y lograr de tu
inefable bondad, por sus ruegos y valimientos, el don de la perseverancia que
mi vida y mi muerte sean conforme a tan admirable ejemplar. Amén.
Aquí
interpondrás los méritos de nuestro santo, haciendo oración por las necesidades
de nuestra Santa Madre Iglesia, y concluyamos con la siguiente:
SÚPLICA
Sapientísimo
Aparicio, que reconociendo la alteza de tu fin, hiciste de todos los placeres
del mundo el más insigne desprecio, siendo el Cielo el blanco de tus suspiros y
el objeto de tu atención, y donde fija siempre tu vista lograba tu alma por la
contemplación de las delicias de una unión íntima con Dios, pues yo nací con el
mismo destino y tú, encendido en las llamas de la caridad, quieres que su
Majestad sea honrada y servido y reverenciado, alcánzame Santo mío aquellos
auxilios con que le sirva y honre y reverencie, dirigiéndome a él, como centro
de mi alma, todas mis intenciones, para que cuando llegue la hora de mi muerte
lejos de sobresaltarme a su presencia, lo reciba lleno de regocijo, experimente
con afecto de tu protección, aquella dulcísima serenidad y paz que logró tu
alma, y que publicaste con el Crucifijo en las manos y muriendo al mundo desde ahora
y por todo el tiempo de mi vida, entre al número de aquellos bienaventurados
muertos que mueren en el Señor.
GOZOS
Pues de virtud ejemplar,
Te nos da el Señor propicio,
Alcánzanos Aparicio
Te lleguemos a imitar.
De la gracia la blancura,
Con que el señor te bañó,
Siempre ilesa conservó,
Tu vigilante cordura,
Y pues tan grande hermosura,
Así supiste apreciar.
Postrado en el duro suelo
Un mortal tumor te hería,
Cuando a tu remedio envía,
Un Lobo propició el Cielo,
Porque quiso en ti un modo
De virtudes presentar.
La horrible voracidad
De aquella serpiente brava,
Destrozar solicitaba
La flor de tu castidad
Más de su ferocidad
Supiste también triunfar.
Por suprema inspiración
De España al reino viniste
En una nave en que fuiste
Del marinero irrisión,
Al fin la tripulación,
Tu virtud llegó a admirar.
Y pues con esto el Señor
Que te honremos ha querido,
Como tú esclavo rendido
Yo me consagro a tu honor,
Esperando tu favor,
Siempre hayan de resonar.
A tu vista es repelida
Toda desgracia, el mal huye,
Y la muerte restituye
Diez difuntos a la vida:
Pues tu protección ceñida
La honra que te debe dar.
Del cielo los moradores
Hizo el Señor descendiesen,
Y que a tu ayuda ocurriesen
Cual rendidos servidores,
Comprendiendo en tus labores
Fuiste pauta singular.
El Señor que se recreó,
En tu admirable inocencia,
Los frutos de tu obediencia
Y elementos sujetó.
Así el hombre demandó,
El objeto sin cesar.
Después del cielo inspirar
Renunciaste en el afecto,
Jamás se vio dedicado,
En el religioso estado
Mas todo el emolumento
Fue a los pobres remediar.
Dos veces con la intención,
De ser virgen rara empresa,
Te casaste y tu pureza
Se conservó sin lesión,
Siendo de la admiración,
No está aún bien particular.
Con tu trabajo el sustento
Por servir a Dios buscaste,
Y en su bendición lograste
De la riqueza el sustento:
Se tú, en todo momento
Mi Abogado y Tutelar.
O.S.C.S.R.E.
El Excmo. Y Revmo. Sr. Arzobispo Dr. D.
Octaviano Márquez y Toriz, nuestro Dgmo. Prelado, en acuerdo de este día, ha
tenido a bien conceder a cada Oración de las contenidas en el Devocionario en
honor de San Sebastián de Aparicio, 200 días de indulgencia.
Puebla, 17 de mayo de 1952.
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