viernes, 19 de junio de 2020

EJERCICIO DEVOTO A LA SANTA FAZ


PRÁCTICA EN HONOR DE LA

SANTA FAZ DE NUESTRO SENOR JESUCRISTO

 

 

Puesto de rodillas ante una imagen de la Santísima Faz de nuestro adorable Redentor, y persignado devotamente, se dirá lo que sigue:

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh amabilísimo Dios, Trino y Uno! A vuestros pies llego a pediros perdón de cuantos pecados he cometido contra vuestra soberana Deidad. Yo, el más ingrato de los pecadores, que tanto os he despreciado, arrepentido lloro mis errores: mirad, Señor y amado mío, que os llamáis Padre de misericordias: sí tratáis de juzgar el proceso de mis pecados, yo pongo la Faz adorable de vuestro amado Unigénito entre vuestro juicio y mi miseria. Yo ofrezco é interpongo los merecimientos de su Pasión en descuento de mis delitos. Esta Pasión y Muerte, mi Jesús, pongo por medianera entre vuestra ira divina y mis pecados, para obligaros con ella a que los lavéis y traspaséis mi corazón con la saeta de vuestro ardiente amor. Ruegos, Señor, que con vuestra poderosa virtud penetréis lo más íntimo de él, para que llore de día y de noche lo mucho que os he ofendido, hasta que en el tálamo celestial merezca mi alma contemplaros y viendo allí vuestra gloriosa Faz tan admirable y hermosa, llena de toda dulzura, la adore humilde, y con inefable regocijo pueda exclamar con los que os aman, diciendo: Ya veo lo que esperaba, ya poseo mi tesoro, porque estoy en los Cielos con aquel Señor a quien amé estando en la tierra; a quien alabo, adoro y bendigo eternamente. Amén.

 

 

SALUTACIONES

Salúdoos, graciosísima y hermosísima Faz de mi amado y querido Jesús, con vuestra Santísima Madre y con todos los soberanos espíritus, por mi causa afeada con hediondas salivas, y herida con crueles bofetadas. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Salúdoos en nombre de toda la Iglesia, con todos los cortesanos del Cielo y criaturas de la tierra, amantísima, benignísima y dulcísima Faz de mi dulce y amante Redentor Jesús, por mí desfigurada, denegrida y ensangrentada. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Salúdoos, tesoro incomparable de todo bien y toda felicidad, gloriosísima Faz de mi Señor Jesucristo: ruegos que en vida me seáis poderoso fomento para amaros, y en la muerte sombra agradable para ir a Vos, y después de ella estancia perpetua en que repose eternamente. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Salúdoos, adoroos y os amo ¡oh Faz adorable de mi amado Jesús!, noble sello de la Divinidad: yo me uno a Vos con todas las fuerzas de mi alma, y os ruego humildemente imprimáis en mí todos los rasgos de vuestra divina semejanza. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

Salúdoos ¡oh Faz de mi Salvador Jesús, cubierta de nuevos ultrajes por los blasfemos! Yo os amo, os adoro y os ofrezco en el Corazón de la Divina María, como un incienso y un perfume de agradable olor, los homenajes de los ángeles y de todos los santos, rogándoos humildemente os dignéis esparcir y restablecer, en mí y en todos los hombres, vuestra imagen desfigurada por el pecado. Amén.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

 

AFECTOS

Con todo el afecto de mi corazón os adoro, alabo y glorifico, Santísima Faz de mi amante y querido Redentor, en nombre y persona de toda la Iglesia Católica, deseando recompensar todo lo que han dejado y dejarán de hacer todas las criaturas ingratas de la tierra y los abismos. Sea vuestro venerado y amable Rostro defensa del Romano Pontífice, consuelo de nuestro gobernante, asilo de nuestra Iglesia Católica, destrucción de la herejía y paganismo, refrigerio de las almas del Purgatorio, y medicina de los pobres pecadores, para que, amándoos todos en esta vida, os canten sin cesar Santo, Santo, Santo, hasta irlo a repetir felices a la gloria eterna. Amén.

 

ORACIÓN DE SU SANTIDAD PÍO IX

¡Oh Jesús mío! Miradnos con misericordia; volved vuestro Rostro hacia cada uno de nosotros, como hicisteis con la Verónica, no para que os veamos con los ojos corporales, pues no lo merecemos, pero si para que nuestros corazones se acuerden de Vos y puedan siempre sacar de esta fuente de fuerza el vigor necesario para combatir con buen éxito en las batallas que debemos sostener. Amén.

 


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