NOVENA EN HONOR DE SANTA MARÍA MAGDALENA
DE PAZZIS
VIRGEN CARMELITA
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Redentor y Padre amantísimo de mi alma, en quien creo y espero, a quien amo sobre todas las cosas; postrado ante vuestra Majestad soberana, horrorizado y confuso a vista de tantos pecados cometidos por una ingrata y vil criatura, os pido humildemente que no me tratéis como por ellos merezco, sino según vuestra infinita misericordia. Perdonadme, Padre amabilísimo, ya que los detesto de lo íntimo de mi corazón, y me pesa de haberlos cometido, sólo por ser ellos agravios injurias hechas a vuestra suma bondad, infinitamente digna de ser amada. Propongo, con el auxilio de vuestra gracia, nunca más pecar, confesarme y daros toda la satisfacción posible; más como ésta, por mi parte, no será bastante, os ofrezco los méritos de vuestra sangre preciosísima, los de vuestra inmaculada Madre la Virgen María y los de vuestra fidelísima sierva y amante esposa, Santa María Magdalena de Pazzis, tan penitente y acrisolada en el fuego de la tribulación. Perdón una y mil veces, Dios mío; perdón y gracia para perseverar fiel en vuestro servicio y amor hasta el último aliento de mi vida. Amén.
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
¡Oh extática Virgen y amada protectora mía, Santa María Magdalena, fragante lirio del Carmelitano jardín, y serafín humano inflamado en divino amor! Vos, que fuisteis la mujer fuerte en las tentaciones y persecuciones que os movió el espíritu infernal, y que, fiel y constante, no sólo sufristeis con inalterable paciencia los trabajos, enfermedades, escrúpulos, arideces, desolaciones y desamparos á que plugo a vuestro Divino Esposo sujetaros por espacio de cinco años; sí que también, ansiosa de manifestarle vuestro amor padeciendo por El, le pedisteis con heroísmo «no morir, sino vivir para más y más padecer»; Vos, que merecisteis ser regalada con tantos éxtasis y visiones consoladoras, con tan grandes favores como llevar en el alma las llagas de vuestro Amado, y sufrir en el cuerpo los dolores de su Pasión Sacratísima, quedando tan inflamada en su amor, que tuvisteis que exclamar: «No más, Dios mío, pues no puedo sufrir más tan grande llama», rogad por mi á vuestro Esposo Jesús, que me dé gracia para desterrar la tibieza de mi corazón, paciencia y resignación para sufrir con firme constancia las tribulaciones que me enviéis, fortaleza para resistir y vencer las tentaciones de los enemigos de mi alma, y que me inflame en su amor durante mi vida, para poder con Vos amarle por toda una eternidad en el Cielo. Amén.
Ahora,
en reverencia de las cinco llagas de Nuestro Señor Jesucristo, las que El
imprimió místicamente en el alma de la Santa, y en memoria de los cinco años de
tribulaciones con que ella fue acrisolada se dirán cinco Padrenuestros, Avemarías
y Gloria Patris, y después la oración propia de cada día en particular.
DÍA PRIMERO
¡Oh sabia y prudente Virgen María Magdalena, que, desde vuestros más tiernos años, conociendo que Dios, os había criado para que ya os entregasteis á El sin reserva alguna, deseando ser absolutamente suya hasta la muerte, no pensando en toda la vida ni deseando sino agradarle, y estando velando siempre para no perderle; y que por esto renunciasteis al mundo y las caricias paternas para más consagraros ti El con los votos de la Observancia Carmelitana, donde fue siempre la máxima que salió de vuestros labios, y que practicasteis sin cesar: «Amar a Dios y aborrecerse a sí misma; en esto consiste la perfección» Alcanzadme de Dios ¡oh Santa mía! el que me penetre bien de que soy criatura suya y le pertenezco totalmente; porque, cumpliendo las promesas hechas en el Bautismo, renunciando a todo lo que pueda apartarme de Él, viva siempre como cosa suya, hasta poseerle por toda una eternidad en el Cielo. Alcanzadme también el favor que pido en esta Novena, si ha de ser para gloria del Señor y bien de mi alma. Amén.
GOZOS
Pues sois del divino amor
Y de tantos dones llena,
Dad, María Magdalena,
Al que os invoca favor.
De nobles padres nacisteis
En Florencia, ciudad bella,
Y niña aún, como estrella
De virtud resplandecisteis,
Y ya a la oración os disteis
Con admirable fervor.
Del Carmelo religiosa
Abrazasteis la Observancia,
Y, venciendo con constancia
A la serpiente engañosa,
Merecisteis ser esposa
Del Divino Salvador.
Por cinco años Vos sufristeis
Ser del demonio tentada,
De enfermedades cargada,
Y muy desolada os visteis;
Mas todo lo padecisteis
Con admirable valor.
Finezas tan peregrinas
Premiando el Esposo amado,
Vuestra cabeza a adornado
Con su corona de espinas,
Y con sus llagas divinas
Marca en vuestra alma su amor.
Singularmente arrobada,
Os daba fina instrucción
Jesús, y su Corazón
Os dio como a esposa amada.
Quedando en El transformada,
Creces tomó vuestro ardor.
Llegasteis Vos ä obtener
Cuanto El padeció el sufrir,
Y no pedisteis morir;
Vivir, si, por padecer.
Penar en Vos llegó ä ser
La satisfacción mayor.
Pide, de mi Hijo esposa,
Os dijo el Eterno Padre,
Aquello que ms le cuadre
A tu sed tan fervorosa:
Vos le pedisteis ansiosa
Almas que le den honor.
En la Sacra Eucaristía
Hallasteis vuestro consuelo,
Y varios Santos del Cielo
Y vuestra Madre María
Os honraron a porfía,
Como a esposa del Señor.
Siempre humilde y penitente
El cuerpo mortificabais,
Y las Reglas observabais
Siempre en todo lo obediente.
Llena de amor vehemente,
Morís víctima de amor.
De toda alma atribulada
Sois benigna Protectora;
Y la que tentada llora,
Por Vos se ve consolada.
Toda enfermedad curada
Es, si os ruegan con fervor.
L/: Ruega por nosotros ¡Oh Magdalena!
R/: Para que seamos dignos
de las promesas de Cristo
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Poderosa protectora mía Santa María Magdalena de Pazzis, especial abogada de las personas tentadas y atribuladas: ya que vuestro Divino Esposo Jesús os enriqueció con tantos dones suyos en la tierra, y, glorificándoos ahora en el Cielo, se complace en oír las súplicas de los que os invocan con fervor, concediéndoles los favores que piden por medio de vuestra intercesión; yo, el más indigno de vuestros devotos, á Vos acudo con la esperanza de que me alcanzaréis lo que os pido en esta Novena, si conviene para mi eterna salvación; y si no implorad para mí lo que sea más del agrado de Dios, y sobre todo la fidelidad y perseverancia en su santo servicio, para que, experimentadas por vuestra mediación las divinas misericordias en la tierra, pueda con Vos cantarlas eternamente en el Cielo. Amén.
DÍA SEGUNDO
¡Oh humilde Virgen! Conociendo que la humildad es la base y fundamento del edificio de las virtudes, y que no hay perfección sin la imitación de Aquel que, siendo Dios, tomó la forma de esclavo y se humilló por nuestro amor hasta la muerte de cruz, os enamorasteis de esta virtud, de manera que, no sólo siendo noble servíais a los criados y a los pobres, y religiosa os sujetabais a vuestros inferiores, sí que también buscabais las humillaciones con más ansia que el mundano las alabanzas, y teníais tan bajo concepto de Vos misma, que os confesabais «la criatura más vil é inservible, y la más pecadora y criminal de las mujeres». Alcanzadme del Señor luz para conocer mi miseria y mi nada, gracia para vencer mi orgullo y vanidad, y un santo amor a los desprecios y humillaciones, que tanto merezco por mis pecados; para que, humillándome por su amor, a imitación vuestra, en este mundo, pueda ser después, como Vos, exaltado en la gloria celestial. Esto os pido, Santa mía, junto con el favor que solicito en esta Novena, si es del agracio de Dios y bien de mi alma. Amén.
DÍA TERCERO
¡Oh admirable Virgen, que desprendida totalmente de Vos misma, y conformada siempre a la voluntad divina, conservasteis una tranquilidad é inalterable paz interior, tanto en las enfermedades, penas y tribulaciones amarguísimas, como en la salud, delicias y especiales favores celestiales, considerando que todo cuanto os acontecía, todo venía dispuesto por el Padre y Dador de todo bien, en las manos del cual os pusisteis como blanda cera, para que obrase en Vos cuanto a Él le pluguiese, diciéndole, como su Divino Hijo vuestro Esposo: «No se cumpla ¡oh Padre! jamás mi voluntad, sino la vuestra!» Pedid al Señor que yo sepa imitaros, y que nada desee sino el cumplimiento de su voluntad santísima, para que, obrando como Vos, todo lo que venga, sean satisfacciones, sean penas, sean agravios y tribulaciones, sean favores y prosperidad, sea enfermedad a salud, nada me turbe y anonade, sino que lo reciba todo como venido de su mano divina, y, bendiciendo siempre en la tierra su santo nombre, merezca glorificarlo en el Cielo. Alcanzadme también lo que pido en esta Novena, si es de su agrado y para provecho de mi alma. Amén.
DÍA CUARTO
¡Oh
gloriosa Virgen, que conociendo que la obediencia es el camino más breve para llegar
a la perfección, y que la obediencia al confesor es el remedio necesario para
las almas tentadas y atribuladas, y el norte seguro de salvación
para todos, fuisteis tan obediente ti vuestros superiores y a vuestro confesor,
que no teníais más voluntad que la suya, diciendo «que estimabais más el más mínimo
ejercicio hecho por obediencia, que la más alta contemplación tenida por propia
voluntad», y hasta en vuestros últimos momentos retardasteis el morir
hasta que os lo Permitió el confesor. Alcanzadme del Señor, amantísima
Protectora mía, la gracia de vencer mi amor propio, sujetándome obediente a la
voluntad de mis superiores, y la de una perfecta docilidad a los
preceptos y dirección de los que le representan sobre la tierra, para que
con esta obediencia adelante sin temor en el camino de la virtud, y llegue
con toda seguridad al feliz puerto de la gloria celestial. Alcanzadme también
el favor particular que os pido en esta Novena, si es del agrado de Dios y provecho
para mi alma. Amén.
DÍA QUINTO
¡Oh
angélica Virgen, serafín ardentísimo, que os derretíais continuamente en el
fuego del divino amor, y sabiendo que, para mantener viva su abrasadora llama,
es preciso tener puros el alma y el cuerpo, os esmerasteis en conservar
siempre intacto el lirio de vuestra virginal pureza, huyendo de todo lo que
pudiera mancillarlo, y rodeándole, no sólo de los muros del claustro,
que como a guardadores suyos besabais con cariño, sí que también con las
espinas de la más áspera penitencia y mortificación de sentidos,
mereciendo que Jesús os tomase por esposa, os diese su corona de espinas,
imprimiese en vuestra alma sus llagas, os diese su corazón, y la Virgen
Santísima y varios Santos os pusiesen un blanquísimo velo y os
adornasen con oro y piedras preciosas! ¡Oh Santa mía, alcanzadme el que,
si no tan puro como Vos, purificado con la penitencia, mortifique mis sentidos,
para que, viviendo castamente, merezca arder en el amor de Dios aquí en este lugar
de destierro, y amar al mismo Señor eternamente en la celestial patria!
Alcanzadme también el favor que pido en esta Novena, sí ha de ser para gloria
de Dios y bien de mi alma. Amén.
DÍA SEXTO
¡Oh pacientísima Virgen, que, meditando siempre las penas y tormentos que vuestro celestial Esposo Jesús padeció por nuestro amor, sufristeis, no sólo resignada, sí que también muy gozosa, cinco años de tentaciones, visiones horribles y tratamientos crueles de parte del espíritu infernal, acompañado todo esto de aridez de espíritu, temores de condenación eterna, desconsuelos, desolaciones y aparente abandono de vuestro Amado, quien os dio el participar de los dolores de su Pasión Sacrosanta: a lo que se unieron durante toda vuestra vida enfermedades graves continuas, é intensísimos dolores en todo vuestro cuerpo; y todo lo sufristeis gozosa por su amor, llegando vuestro heroísmo a pedir al Señor la prolongación de vuestra vida para poder padecer más y más por amor suyo! Alcanzadme ¡oh paciente Santa mía! la gracia de sobrellevar con paciencia y resignación las penas y disgustos de la vida, y las enfermedades y tribulaciones que Dios se digne enviarme, que lo acepto como castigo merecido por mis pecados, castigo enviado por un Padre que me ama, y que lo sufra tranquilo y alegre por amor del que tanto padeció por mí. Alcanzadme también lo que pido en esta Novena, si ha de ser para gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
DÍA SÉPTIMO
¡Oh
fervorosa Virgen, que hereda del celo de Elías vuestro Padre y Patriarca,
en medio de tantos dolores corporales y ansiedades de espíritu, ardíais
en incesantes deseos de la gloria de Dios, llorando continuamente, no por lo
que teníais que sufrir, pues pedíais vivir para padecer más por vuestro Amado,
sino porque tantas almas, en lugar de mostrarse agradecidas al amor inmenso del
Señor y de darle honor y gloria, le ofendían y abandonaban
con sus pecados, y porque tantas otras no conocían todavía su nombre santo,
deseando basta veros privada de los dones celestiales, con tal que os quedase
la gracia y la caridad, por darles a los prójimos, para que Él fuese
conocido y amado! Alcanzadme ¡oh celosísima Santa! una parte de vuestro
ardiente celo de la gloria divina, para que, en lugar de ser piedra de
escíndalo para mis semejantes, les sirva de edificación y, haciéndome
todo para todos, con mi caridad los gane a todos para Jesucristo, sin procurar jamás
mi gloria, sino la suya. Alcanzadme también lo que os pido en esta Novena, si
ha de ser para bien de mi alma. Amén.
DÍA OCTAVO
¡Oh Seráfica Virgen, que sumamente enamorada de Dios, ya en vuestra infancia, huyendo de todo juego y diversión, le buscabais en el retiro y la oración, y no siendo posible uniros á El por medio de la Eucaristía, como anhelabais, os arrimabais a las personas que habían tenido tal dicha, para estar más cercana a Él; y cuando, crecida y después de ser religiosa, teníais tanta ansia de recibirle que contabais las horas, las que os parecían años que os retardaban de saciaros con su Cuerpo y Sangre en la Sagrada Comunión, y le visitabais treinta y tres veces cada día en el Santísimo Sacramento, orando extática, y llorando al tener que apartaros de su real presencia! Alcanzadme, amantísima Patrona mía, que viva siempre unido ti mi Dios y Señor por medio de su gracia, que le reciba dignamente en el Sacramento de su amor, y que, apartado del bullicio del mundo, eleve á El mi corazón por medio de la oración, visitándole cada día en los altares si me es posible. Alcanzadme también lo que os pido en esta Novena, si ha de ser para gloria suya y bien de mi alma. Amén.
DÍA NOVENO
¡Oh
fidelísima Virgen, que amando a Dios desde que apuntó en Vos el uso de la
razón, perseverasteis constante en su amor hasta la muerte, sin cesar un solo
momento de la vida de amarle con todas las veras de vuestro corazón, sirviéndolo
siempre fiel, obedeciéndole siempre gozosa y padeciendo siempre por El amante
y fina, hasta el momento en que, por obediencia, moristeis
víctima dichosa de su amor! Oh admirable Santa, alcanzadme del Señor, que os ha
coronado de gloria en el Cielo, la gracia de saber imitaros en esa perseverante
fidelidad, la gracia de no ofenderle más y de cumplir exactamente mis
propósitos, de huir de todo lo que pueda serme ocasión de pecar, para que,
amándole más y más siempre en esta vida, pueda amarle y siempre
amarle, gozando con Vos de su clara vista, en la eterna gloria. Alcanzadme
también el favor que solicito por medio de esta Novena, si ha de ser para
gloria de Dios, honor vuestro y bien de mi alma; y si no ha de
ser así, alcanzadme lo que sea del divino agrado y más me convenga.
Amén.
Quiero contactarme con ustedes. Y no veo su correo.
ResponderEliminarnelson.sandoval95@gmail.com, se puede contactar con el editor
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