SÁBADO CONSAGRADO A LA INMACULADA
CONCEPCIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA
Hecha la señal de la cruz se repetirá por tres veces la siguiente:
JACULATORIA
María, madre mía, yo te amo con todo mi corazón.
Después se dirá esta:
ORACIÓN
Purísima Virgen, digno objeto de las complacencias del todopoderoso: humildemente postrado ante tu encantadora presencia, con el alma henchida de ardiente amor, vengo a revelarte, Señora mía, el vehemente deseo que me anima de honrarte, en cuanto es posible a un infeliz pecador, y de que todos los hombres te rindan sus adoraciones, y bendigan la bondad de nuestro Dios, al dártenos por Madre, protectora y consuelo en nuestra peregrinación. Si, amantísima María; después de Dios, no quiero pensar en otra cosa ni amar otro ser que, a ti, pues solo en ti hallo la satisfacción de mis deseos, la tranquilidad de mi corazón; y si algo me atormenta es el considerar el poderoso dominio que ejercen mis enemigos en mi pobre corazón, y muy especialmente, el más tremendo de todos, la. impureza, que tan opuesta te es y con tanto esfuerzo se empeña en arrancarme de tu seno. Dame, pues, Señora, tu auxilio en este día para oponerme a sus asaltos mientras viva, y cantar después tus glorias en el cielo. Amén.
Aquí
se rezan tres Ave Marías para alcanzar de la Virgen santísima la virtud de la
pureza, y luego se dirá la alabanza que sigue:
Bendita sea tu pureza,
Y eternamente lo sea,
Puesto que Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, o celestial Princesa,
Virgen sagrada, María.
Te ofrezco desde este día,
Alma, vida y corazón:
Míranos con compasión
No nos dejes, Madre mía.
Concluido
esto se repetirá por otras tres veces la ya dicha jaculatoria, y luego la
siguiente:
ORACIÓN
Quién pudiera, dulcísima María, disponer de los corazones de todos los justos, arder en el encendido amor que extasía a los serafines, y hacerse uno contigo, para amarte con un amor invencible y ofrecerte una víctima digna de tu grandeza. ¡Ah! Señora mía, cuánto me pesa haber perdido la inocencia, y no poderte dirigir las más puras alabanzas. Pero si el amor todo lo purifica, y si este puede significarse por alguna cosa sensible, recibe el obsequio que te hago en este día, como prueba sincera de mi filial afecto, y como medio para obtener la virtud de la pureza y demás dones que necesito para mi santificación. Tú que todo lo puedes con tu amante Hijo, alcánzame, si me convienen, las gracias que solicito. Amén.
Aquí se invocará al Espíritu Santo, y se tendrá un rato de oración mental, repitiendo antes y después de ella, por tres veces, a jaculatoria. Concluido esto se dirá la siguiente:
ORACIÓN
Trinidad Santísima: cuando considero el prodigio de tu diestra en mi amada Madre la Virgen María, y el poderoso auxilio que en ella tengo para mí salvación, no puedo menos que dirigirte, con toda la efusión de mi alma, las más agradecidas alabanzas, y unirme a los espíritus bienaventurados, que siempre te están adorando, para bendecir con ellos tus bondades. Si Eterno Padre: yo te adoro por el inefable gozo con que tu omnipotencia infinita dio existencia á tan singular criatura, y la eligió por Hija muy querida. Misericordiosísimo Hijo, yo te alabo, por la ternura con que contribuiste a la creación de la bellísima María, y la privilegiaste tomándola por Madre. Espíritu Santísimo, yo te bendigo por el especial amor con que adornaste con tus gracias a tan sublime Señora, y la escogiste por Esposa. Que todos los espíritus celestiales te alaben sin cesar, y los justos de la tierra te rindan sus homenajes, beatísima Trinidad, por tantas maravillas. Y tú, Virgen benditísima, recibe mi gozo por tu engrandecimiento, y el corazón que, en presencia de todo lo creado, te entrego hasta la muerte. Amén.
ALABANZAS
QUE SE DIRÁN EN HONOR DE CADA LETRA DEL
DULCE NOMBRE DE MARÍA
Por tu pura Concepción,
Oh amable Madre María,
Purifica en este día
Nuestro pobre corazón.
¡Quién pudiera, Virgen pía,
Dirigirte dignas preces,
Y amarte, bella María,
Con el amor que mereces!
¡Quién, si, tan dichoso fuera
Que, con celeste alegría,
Tus glorias cantar pudiera,
Oh Señora, en este dial
No hay mortal que en si no sienta
La más sublime emoción,
Virgen santa, al darse cuenta
Tiene en ti su protección.
En ti que siendo escogida
Para Madre del Dios santo,
Eres del hombre la vida,
Y su más sublime encanto.
Se centran en adorarte
Por lo que eres, oh María,
Contra los vicios baluarte.
Al punto que si no ha habido
Quien no haya sido manchado,
A ti sola te ha cabido
Verte libre del pecado.
Criada para castigar
Del averno la osadía,
Dios te supo engalanar
Del poder que convenía.
Siendo tal que al solo oír
Tu acento suave y gracioso,
Se ve precisado a huir
El tentador orgulloso.
Por esto, Virgen sagrada,
Hoy a tus plantas rendido,
Cual oveja descarriada
Que su redil ha perdido.
Te ruego aceptes benigna
El clamor que te dirijo,
Y me hagas oveja digna
Del rebaño de tu Hijo.
L/: Ruega por nosotros Santa Madre de
Dios.
R/: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN: Dios que, por la Inmaculada Concepción de la Virgen, preparaste digna morada a tu Hijo: concédenos por su intercesión, que fielmente guardemos nuestro corazón y cuerpo inmaculado, á ti que la preservaste de toda mancha. Por el mismo Nuestro Señor Jesucristo. Amen.
Se
terminará repitiendo por tres veces la jaculatoria.
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