NOVENA AL PADRE ETERNO
COMÚNMENTE DICHA DE VÉNZALO TU PODER
Se hace delante de Cristo Crucificado o Sacramentado, por espacio de treinta y tres días, en memoria y reverencia de los treinta y tres años que su Majestad Divina vivió en este mundo.
También se puede hacer por 9 o 10 días, cuando la necesidad es urgente. Muchas personas devotas la usan por un año, otras por toda la vida.
De las doce del mediodía, acompañando este ratito a Nuestro Señor y a su Santísima Madre, en agradecimiento y recuerdo de lo que en las tres horas padecieron por nuestro amor.
REIMPRESA EN GUATEMALA
CON LICENCIA DE LA AUTORIDAD ECLESIÁSTICA
Copia del precioso novenario del Perú, con
lo que se ganan innumerables gracias.
Año de 1892
Se empieza diciendo:
L/: Te adoramos y te bendecimos
R/: Que, por tu Santa
Cruz, redimiste al mundo.
Señor
y Dios mío, todo sea por tu amor purísimo, con aquella intención, con el
espíritu y atención de los bienaventurados del cielo y los justos de la tierra,
a cuyos pies me postro, y de Jesús, María y José, con quienes nos unimos por
perfectísima caridad, con todos juntos y en nombre de la Santa Iglesia, para
que la libréis y a nosotros, de todos nuestros enemigos visibles e invisibles y
de herejías, para siempre te ofrecemos estos humildes ruegos.
Por la señal de la Santa Cruz…
¡Oh gran Dios! Creo en ti, espero en ti, te amo con todo mi corazón y a Jesús, María y José, pésame de haberte ofendido por ser quien eres, propongo la enmienda para siempre, con la ayuda de tu divina gracia.
Santísima Trinidad, un solo Dios, Ten piedad de nosotros
Santa María y todos los santos ángeles, santos y santas de Dios intercedan por nosotros al Señor, para que merezcamos su ayuda y nuestra salvación. Amén.
Ahora
se reza un Credo y se siguen en forma de Rosario de tres decenas, y tres
cuentas mas para que sean treinta y tres.
En lugar del Padre nuestro se dice:
Padre
Eterno y Señor mío, humildemente te rogamos nos concedas en el cielo, lo que en
la tierra pedimos por las cinco llagas de tu Santísimo Hijo y por los treinta y
tres años de su Santísima Edad.
Respuesta:
Y
cuanto nos lo estorba y pueda estorbar, Vénzalo tu poder, vénzalo tu piedad, tu
amor, tu caridad, tu Providencia suave y eficaz, y hágase tu santísima voluntad
por Jesucristo tu Hijo, por Jesucristo tu Hijo, y por Jesucristo tu Hijo.
En lugar del Ave María se dice:
Señor,
Vénzalo tu piedad y hágase tu voluntad.
Respuesta:
Por
tu Hijo y su pasión, por cuanto las tres horas en la Cruz pasó, y por el amor
infinito con que encarnó murió y se sacramento.
Esto se dice solo en a primera cuenta, en los 9 restantes se dice:
L/:
Vénzalo tu piedad
Se responde:
R/: Y
hágase tu voluntad.
Se acaba el Rosario repitiendo el Padre nuestro con que se empezó, para que así sean cinco, en reverencia de las cinco llagas de Nuestro Redentor, como las Ves Marías treinta y tres. Y se dice en reverencia de las tres horas que el Señor estuvo clavado en la Cruz y de las siete palabras que en ella habló.
Jesús mío, que agonizaste y moriste por mí en la Cruz: yo os ofrezco y dedico el momento y agonías de mi muerte a las agonías y momentos de la vuestra, sea vuestra muerte mi vida. ¡Oh mi buen Jesús! En tus manos encomiendo, Señor, mi espíritu, ahora y después de ahora, para la hora de mi muerte, así como tu encomendaste el tuyo en manos de tu Eterno Padre, y a todos los que están en este trance.
Se
rezan tres Padres Nuestros y Glorias.
ORACIÓN AL PADRE ETERNO
Padre Eterno y Soberano: por mano de María Santísima y en nombre de cuantos encomiendo, le ofrezco a tu Santísimo Hijo, clavado en el madero de la Cruz desnudo, sangriento, desfigurado, atravesado de espinas y clavos, agonizando y muriendo. ¡Oh mi Dios! Vuestro precioso Hijo es el que os ofrezco en tan lastimoso estado, recibid este crucifijo divino, esta ofrenda, en pago de mis pecados y los del todo el mundo, y por las ánimas del purgatorio, este es el precio de mi redención, Sangre es de Dios, Muerte es de Dios, así mismo, Dios mío, te ofrezco en satisfacción de mis culpas, y en su amorosa unión, mi corazón y este ejercicio, y para que nos conceda todo lo que en el os pedimos, por su sacratísima pasión y muerte, por su santísimo nombre de Jesús y amantísimo Corazón, no por mí que merezco mil infiernos, sino por ti, y por este tu amado Hijo crucificado, que humilde te ofrezco aquí.
Aquí
se hace la petición, y se puede hacer como sigue:
Divino
Redentor de mi alma, por aquella hora en que clavado en la Cruz entregaste tu
espíritu en las manos de tu Eterno Padre, y por aquel terrible dolor y tormento
que sufriste al desunirse y separarse tu alma santísima de tu santísimo cuerpo,
te suplico me concedas una plenaria absolución de todas mis culpas, y que esta
sea de tu purísimo amor tuyo. También te suplico, por el dolor de tu santísima
Madre cuando te vió expirar en la Cruz, y muy especialmente por el aumento de
la Santa Iglesia, exaltación de la Fé, paz perpetua entre los príncipes
cristianos, extirpación de las herejías, victoria contra los infieles, su
conversión y de todos los pecadores, a verdadera penitencia y confirmación en
gracia de los que están en ella.
ORACIÓN A LA VIRGEN SANTÍSIMA
Dolorosísima Virgen María, yo te acompaño en tu amarguísima y tristísima soledad, y en todo lo que padeciste al pie de la Cruz, por estas tus acerbísimas penas y las tres necesidades que en la tarde de la pasión padeciste, te pido, clementísima Señora, te apiades de las que tiene la Santa Iglesia y las mías: te diré mil veces, Virgen y Madre de Dios, por Jesús crucificado, que nos socorras en ellas, y en especial en las que me ofrecieron en mi muerte.
Aquí se rezan tres Aves Marías en reverencia de las tres necesidades que nuestra Señora tuvo al pie de la Cruz.
OFRECIMIENTO
Dolorosísima
Virgen María Madre de Dios, piadosísima Señora y Madre mía, humildemente te
pedimos postrados a tus pies, por la Encarnación del Hijo de Dios Eterno en tus
purísimas entrañas, tomes en tus santísimas y virginales manos estas oraciones,
y uniéndolas con las de Jesús, María y José, ofrécelas por nosotros a la Santísima
Trinidad, para mayor gloria suya, en memoria y reverencia de los treinta y tres
años que tu Santísimo Hijo, mi Señor, vivió en este mundo, y tú, gran Señora,
en su dulcísima y divina compañía, de las tres horas de su agonía en la Cruz, y
lo que padeció en ella, y alcánzanos de la bondad infinita por sus méritos y
tus ruegos, lo que en esta novena te pedimos, y que en todo y a todos nos eche su
santísima bendición, y tu también gran Señora, por amor de la Santísima
Trinidad y de Cristo Crucificado, que sea infinitamente alabado, y su
dolorosísima Madre, concebida sin pecado original. Amén.
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