DÍA XIX.
Santísimo Patriarca San Ignacio: Si la verdadera caridad tiene por oficio el atender y hacer bien a los prójimos, ayudándolos a mas no poder en lo que mira al alma: ¡ah! ¡cuán rara y escasísima es hoy esta Caridad! Pues de las almas que en el día están en sus cuerpos, ¡cuántas y cuantas irán a parar finalmente en el infierno, por falta de quien les dé a conocer el verdadero camino de la salvación! ¿Y qué? ¿No son también preciosas estas pobres almas que costaron a mi Redentor el precio de su sangre?... Vos si, Santo mío, que ardíais todo en celo de la salvación de las almas, y por esto no perdonasteis fatiga ni trabajo por sacarlas de las garras del enemigo. Enviasteis nuevos apóstoles a todas las partes del mundo, que predicasen el Evangelio; de los cuales fue muestra insigne San Francisco Javier, que convirtió en las Indias más de un millón y doscientos mil infieles. Fundasteis en Roma diferentes casas para beneficio de los catecúmenos, de los huérfanos y mujeres arrepentidas: abristeis en toda la Europa escuelas para la enseñanza de la juventud; iglesias para la reforma de las costumbres y seminarios para la formación de buenos sacerdotes. Y no contento con esto, llegasteis a preferir el ganar almas para Dios, a la certeza y seguridad de vuestra salvación. Santo Padre mío, muy bien os cuadra el título de nuevo apóstol de la Iglesia, de que os tuvo por digno la Sagrada Rota romana: más acordaos de comunicar me hoy vuestro ardentísimo celo, porque sin aplicarme a dar gloria a Dios y quitar a Lucifer el mayor número de almas que pueda, no seré jamás valeroso soldado de Jesucristo.
Padre nuestro, Ave María, Gloria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario