DÍA XVI.
Santísimo Patriarca San Ignacio: Que militasteis algún tiempo en servicio de reyes, bien sabéis cuan conveniente es, que los soldados vistan el uniforme y librea de su rey, y por consiguiente, cuanto me conviene a mí el que es propio de mi capitán Jesús. Por eso clama el apóstol: lnduimini Dominum Jesum Christum. (Rom. 13) Vestios de nuestro Señor Jesucristo: como si dijera, imitadlo de tal manera, que quien os mire, vea en vosotros a Jesucristo, esto es, su pensar, su hablar, su vivir y su obrar. ¡Oh! si empezase yo desde hoy a hacer esta nueva vida en imitación de la de mi Señor! ¡Como llegaría en poco tiempo a ser santo! ¡Oh! ¡como mis acciones serian agradables al Eterno Padre, por el buen olor de Cristo! Jacob, aunque era el hijo menor, se llevó la bendición debida al primogénito Esaú, porque se vistió de los vestidos olorosos de este: y yo, aunque hijo adoptivo, me ganaría también la bendición debida al Unigénito de Dios, si hiciese mías sus vestiduras, esto es, sus obras, imitándolas; porque entonces el Eterno Padre percibiría en mi la fragancia de aquellos vestidos. ¡Oh Dios! y como soy tan negligente y descuidado en ponerlo por obra? Si yo tuviese cuidado de leer atentamente cada día, oh santo Padre mío, a lo menos un capítulo de aquel precioso libro, por Vos tan recomendado, De la imitación de Cristo, el cual, como solíais decir, todo es substancia y espíritu; entonces sí que, en breve tiempo, aprovechándome de su lectura, comparecería vestido con el traje de mi Señor Jesucristo. Haced Vos que así lo ejecute, y consiga la dicha de ver presto sobre mí los vestidos del divino Rey Cristo Jesús.
Padre
nuestro, Ave María, Gloria.
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