miércoles, 8 de julio de 2020

MES DE JULIO A SAN IGNACIO - DÍA OCHO



DÍA VIII.

Santísimo Patriarca San Ignacio: Confuso quede ayer considerando los danos que hacen a mi alma los pecados veniales: mas hoy estoy pasmado al pensar en las penas intolerables que me quedan que padecer por ellos después de mi muerte en el purgatorio, para dar satisfacción a la divina justicia. Si ahora no puedo sufrir el tener un dedo sobre el fuego por pocos instantes, como podre después estar sumergido en el del purgatorio por el largo espacio de días, meses, ¿y tal vez años? Santo Padre mío: yo sé el cuidado y deseo que tenéis de sacar de aquella terrible cárcel las almas de vuestros devotos. Acordaos de mi cuando después de muerto, como espero, en gracia de Dios, me halle encerrado en aquel calabozo de fuego. Mas ¡ay de mí! ¿Como mereceré ser favorecido entonces de vuestra ardentísima caridad, si hasta aquí he sido tan descuidado, y tan poco devoto de las benditas animas del purgatorio, no cuidando de socorrerlas con frecuentes sufragios? Vos, que todo fuisteis caridad, establecisteis, que, en Azpeitia, vuestra patria, se hiciese todos los días señal con una campanilla, para que los vivos se acordasen de socorrer con sus oraciones a los difuntos: trabajasteis en alcanzar del Sumo Pontífice, que todos vuestros hijos tuviesen el privilegio de sacar en cada Misa una alma de aquellas penas, y proveísteis al grande San Francisco Javier en las Indias de muchas indulgencias, que se pudiesen aplicar en beneficio de los difuntos. ¿Y qué he hecho yo por esas pobres almas? Pero que mucho que yo no haya usado de caridad con los muertos, si tampoco la lie tenido con los vivos, ¿ni aun conmigo mismo? Pudiera yo haberme proveído de muchas indulgencias, y las he despreciado; pudiera haberme confesado con más exactitud de mis culpas leves, y vivir con más cuidado de no añadir otras nuevas, y no lo he hecho. Mas reconozco mis yerros, y propongo empezar desde ahora a vivir con más cuidado, y de satisfacer en vida con la penitencia las deudas que debiera pagar después de mi muerte en el purgatorio.

Padre nuestro, Ave María, Gloria.


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