LOS NUEVE DOMINGOS CONSAGRADOS AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOAQUÍN, PADRE DE MARÍA SANTÍSIMA.
Tomado del Libro “Divoto Esercizio in onore del Glorioso Patriarca San Gioacchino, Padre della Beatísima Vergine María, da praticarsi nelle nove domeniche precedenti a la sua festa”. Por un devoto de San Joaquín. Impreso en la Stampería Dell´Industria, Largo Marcellino, 2; Nápoles, Italia, año 1866.
PRIMER DOMINGO
PRIMERA
Era el gloriosísimo Patriarca San Joaquín de la augusta estirpe davídica: resplandecían en él la generosidad de corazón y la grandeza de ánimo; muy valoradas estas virtudes por encima de otras, tanto que siempre le hicieron despreciar toda grandeza mundana. Nada deseaba y nada le complacía de este mundo; y tú, en cambio, eres tan insensato y ciego que has seguido un modo de vivir tan indigno y tan perverso. Por lo tanto, odia tu locura ante el ejemplo de tan gran héroe, y ruega humildemente para que él interceda ante Dios y te conceda una vigorosa ayuda y un consuelo perpetuo para separarte de cualquier afecto del mundo, conságrale tu corazón para el porvenir para que recorras el camino de la dicha eterna. Amén.
PRIMERA
ALEGRÍA
En este primer Domingo,
contempla alma devota, la alegría del Patriarca San Joaquín al ver el primer
mes de embarazo de su queridísima esposa Santa Ana. Contempla aquella dulzura
del Paraíso que el sintió al saberse padre de una descendencia ya anunciada por
los antiguos profetas y patriarcas, y que vendría a ser la luz que iría a
iluminar el mundo entero, y de cuya purísima carne se iba a revestir el Verbo
Divino por obra del Espíritu Santo. Pídeles a la purísima María y a su Padre
San Joaquín, que intercedan ante Dios para que aclaren las tinieblas de tu
mente. Amén.
Nueve Padrenuestro, Avemaría y Gloria, añadiendo el saludo al Santo:
Bendita sea la Santísima Trinidad, oh San Joaquín, que te eligió para ser Padre de la gran Madre de Dios.
Recita la Letanía
de la Virgen y después la antífona siguiente:
Laudemus virum gloriosum in generatione sua, quia benedictionem omnium
gentium dedit illi Dominus, et testamentum suum confirmavit super caput ejus.
L. Potens in terra erit semen ejus.
R. Generatio rectorum benedicetur.
OREMUS: Deus, qui prae omnibus Sanctis tuis Beatum Joachim, Genitricis
Filii Tui Patrem esse voluisti, concede, quaesumus, ut cujus festum veneramur,
ejus quoque perpetuo patrocinia sentiamus. Per eumdem
Christum Dominum nostrum. Amén.
EJEMPLO
En el año 1647 fue
afligida la ciudad de Valencia por una terrible peste, y los habitantes de la
villa de Bellinona viéndose amenazados por aquél flagelo deliberaron escoger
por abogado un santo para que por su intercesión fueran preservados por Dios de
la peste. Por lo tanto, se unieron en consulta, cada uno trajo escrito en una
pequeña tira de papel el nombre de ese santo que creía que podía ser muy
poderoso ante Dios para implorar tal gracia. Solo un anciano llevaba el nombre
de San Joaquín, padre de las Santísima Virgen. Al echar suertes con estos
papeles, salió el que tenía escrito el nombre de San Joaquín. Al escucharlo,
todos gritaron que no lo querían como protector, diciendo que era un santo
(como pensaban), que no hacía favores. Para lo cual realizó una segunda y
tercera prueba, siempre salía el mismo papel. Entonces fue que todos
entendieron que así lo quería Dios, el supremo gobernante del destino (Sortes
mittuntur in sinum, sed a Domino temperantur. Prov. cap. XVI, v. 33), darles al
santo patriarca como su protector. Y sin embargo después de esto, aquellos que
antes habían negarlo aceptarlo como su abogado, ahora se arrodillaban y
cantando el himno ambrosiano le daban gracias al Señor por haberles dado este
Protector. No dejó el santo patriarca de dar a conocer cuán poderosa es su
intercesión logrando que ni siquiera un solo de los aldeanos de aquella villa
fuera afectado por el contagio de la peste. Al ver esto, el Gobernador de la
ciudad, que en ese momento era uno
llamado Diego Versomen, hizo un informe jurídico al Arzobispo de Valencia;
después de lo cual se encontraba con la debida formalidad declarado San Joaquín
como protector de toda España. (P. Valenzuela, Barnabita. Vida de San Joaquín).
SEGUNDO DOMINGO
SEGUNDA
Como ya has visto,
San Joaquín tenía un espíritu y un corazón completamente libres, lejos de
cualquier vil afecto por este mundo, y solo estaba ocupado en el pensamiento y
el amor de los bienes eternos. Su única preocupación, su única intención era
complacer a su Dios, entendiendo bien, que la grandeza del trato debe ser la
misma que la preocupación para llevarlo a un buen final, y que cuanto mayor
consecuencia trae una guerra tanto mayor debe ser la vigilancia de los
capitanes y el valor de los soldados cada vez más comprometidos. Entonces, ¿qué
sacarás de esto, mi querido devoto? Que por el asunto de nuestra eterna
salvación, tenemos una gran guerra con nuestros enemigos irreconciliables,
demonio, mundo y carne. ¿Qué cuidados son los tuyos, qué vigilancia tienes, qué
valor usas para no perder esta guerra, en la que si te ganan, seguramente serás
esclavo de la condenación eterna? Oh insensato!, cuando se trata de obtener
ventaja aunque sea un punto, o de satisfacer un capricho mundano ¿qué no haces,
cuánto no luchas por lograrlo? Y tratándose de salvar el alma, de conseguir la
eterna bienaventuranza, nada haces, todo te fatiga, y la más pequeña penitencia
te molesta. Ea pues!, detesta tu negligencia tan insensata y proponte usar de
aquí en adelante la mayor diligencia en un asunto del cual depende tu felicidad
eterna, ruégale a María Santísima y al glorioso San Joaquín que te obtengan de
Dios Altísimo la gracia de triunfar sobre los enemigos de tu alma. Amén.
SEGUNDA
En este segundo Domingo,
contempla, oh alma devota, la alegría del Santo Patriarca Joaquín al ver en el
segundo mes de embarazo a su amadísima esposa Santa Ana y al considerar, que en
su bendito vientre ya contenía la santísima alma de María, unida con su cuerpo purísimo,
preservado de toda mancha de pecado original y lleno del Espíritu Santo, con
inmenso júbilo de su Madre Santa Ana. Considera la gran fiesta, que fue
celebrada en el cielo por todos los espíritus angelicales al ver concebidos sin
la culpa original a Aquella elegida para ser su Reina, tan anhelada desde el
principio de los siglos. Y en esta piadosa consideración, arrodíllate y ruega a
la Santa Niña María y a su afortunado Padre San Joaquín, que se dignen
interceder ante Dios para darte la gracia de ser librado del pecado mortal.
Amén.
EJEMPLO
En el año 1623 de
nuestra Redención, y en el día destinado para fiesta solemne en honra de San
Joaquín, la Venerable Sierva de Dios Doña María de Escobar, Religiosa del
Monasterio de Santa Ana del Convento Recoleto de la Orden del Seráfico Padre
San Francisco, había ordenado una suntuosa solemnidad en honor del mismo Santo
Patriarca; y encontrándose ocupada en la oración, fue raptada en espíritu al
paraíso, donde vio al Santo vestido con una capa brillante y sentado en un
trono sublime, rodeado de ángeles que con suavísimas loas cantaban sus
alabanzas y exaltaban sus virtudes; y a los Padres del Antiguo Testamento que
cantaban su grandeza, dándole las gracias por el contento que recibieron cuando
en el Limbo les llevó la noticia tan anhelada de que se aproximaba la redención
del género humano. Vio la venerable sierva a Jesucristo Redentor, que honraba
al Santo con singularísimas demostraciones de amor, llamándolo Padre de su
Madre. Consolada de esta forma, la mujer devota regresó pronto en sus sentidos,
cada vez más ferviente en la devoción del santo patriarca, resolviendo desde
entonces celebrar con obsequios más humildes la solemnidad de su fiesta. (En
Historia Panegírica de San Joaquín, del Padre Fr. Emmanuel de Jesús María, lib.
2, cap. 18.)
TERCER DOMINGO
TERCERA
Suele Dios probar
la fidelidad de sus siervos con las tribulaciones, como se prueba la fineza del
oro con el fuego del crisol, del cual sale con mayor valor y con mejor brillo.
Así también se complacía su Divina Majestad ejercer y refinar la virtud de su amado
San Joaquín con una larga y dolorosa tribulación en la esterilidad de su
esposa, Santa Ana, que en aquellos tiempos era considerada algo de extrema
confusión y dolor; y más aún sabiendo que del pueblo elegido debía descender el
Mesías Salvador del Universo, pero por causa de su esterilidad ellos estaban
excluidos de la bella esperanza de que éste pudiera descender de su estirpe;
por lo cual la esterilidad era vista como una especie de ignominia y maldición.
En este estado se encontraba el Santo Patriarca; pero en medio de un dolor y
una pena tan graves, sufrió todo esto con suprema paz, adorando las
disposiciones divinas con profunda humildad y ofreciendo a Dios su disposición
para tolerar cualquier tribulación de sus santas manos; y de este santo propósito
sacó una fuerte razón para la felicidad y la alegría. Por lo tanto, no se puede
explicar suficientemente cuánto esa gran Alma se hizo hermosa y adorable a los
ojos de Dios en el ejercicio continuo de tal resignación heroica. Humíllate
pues, oh mi querido devoto, y pon tu espíritu y tu corazón a la disposición de
la Sabiduría Divina; y ruega humildemente al Santo Patriarca Joaquín que
interceda ante el Altísimo por ti para que te obtenga la gracia de la
resignación de aceptar todo lo que por su misericordia El quiera disponer de
ti; por esta gracia recibirás la verdadera paz dejada por el Redentor a sus
discípulos y con ella la felicidad temporal y también la eterna. Amén.
TERCERA
En este tercer
Domingo, contempla oh alma devota, la alegría del patriarca Joaquín, al ver el
embarazo de su amada esposa, Santa Ana, avanzar en el tercer mes; y al
considerar que su matriz bendecida se
había convertido en un cielo empíreo donde María reposaba, a quien desde el
primer instante de su inmaculada concepción le fueron otorgados por Dios
gracias y favores altamente señalados, lo que la hizo digna Madre de su Divino
Hijo. A esta gracia ella correspondió fielmente desde el primer momento de su
uso de razón, lo cual le dio mérito para alcanzar tal grado de santidad que no
habrá jamás criatura más pura parecida a María, como canta la Iglesia. Pídele
al Santo Patriarca Joaquín que te obtenga de Dios una verdadera contrición de
tus pecados, para que puedas volver al estado de gracia y que merezcas
progresar en mérito ante su Divina Majestad. Amén.
EJEMPLO
Un sacerdote que
vivía en la tierra de Mendigona en el Reino de Navarra de repente se vió
privado del habla de tal forma que no podía pronunciar ni una sola palabra
quedando mudo al instante, esto le causó gran tristeza al verse imposibilitado
de celebrar la Santa Misa o de poder recitar vocalmente el oficio divino. En
esta situación recurrió a un religioso devoto de San Joaquín llamado San Juan
de Jesús, carmelita descalzo, pidiéndole que lo encomiende a su santo patrono.
Así lo hizo el religioso con tal fervor y eficacia que le obtuvo la gracia,
quedando el sacerdote instantáneamente sano de su enfermedad y pudo celebrar la
Santa Misa, recitar el divino oficio y darle las debidas gracias a Dios y al
glorioso San Joaquín, prometiendo en agradecimiento por este milagro vivir como
perfecto cristiano, para recibir la gracia más importante que es la de morir
santamente como corresponde. (Historia Panegírica de San Joaquín, por Fray Juan
de Jesús, Lib. 8, Cap. 8)
CUARTO DOMINGO
CUARTA
Aunque el Santo
Patriarca Joaquín estuviese resignado con una perfecta sumisión a la voluntad
divina, y sufriese con santísima paz la larga tribulación de la esterilidad de
su esposa Santa Ana, aún con todo aquello movido por un secreto y fuerte
impulso del Espíritu Santo, continuaba sus oraciones y ayunos y las más ásperas
penitencias para rogar al Altísimo la gracia que él deseaba, continuando
siempre con una viva fe en obtener un día el fruto de bendición. Por lo cual
mereció obtenerlo mayor aún de lo que esperaba, con el anuncio previo, como se cree
piadosamente, traído a él por un Ángel lleno de majestad y belleza celestial,
de que Dios había respondido sus oraciones y las de su santísima Esposa; y que
les nacería una Hija a quien debían ponerle por nombre María, luz
resplandeciente destinada por el Cielo al honor de un excelso destino y a la
gloria de singulares prerrogativas. Anímate entonces, oh devoto querido, a
poner toda tu esperanza en Dios, y esperar de Él tu consuelo, echando a un lado
toda desconfianza y rezando humildemente
a María Santísima y a San Joaquín que te alcancen de Dios la gracia de
erradicar de tu corazón el pecado y que en su lugar coloquen la santa
esperanza, que te mantengan libre de toda culpa, para que consigas toda la
dicha en esta vida y la eterna bienaventuranza en la otra. Amén.
CUARTA
En este cuarto
Domingo, contempla oh Alma Devota, la alegría del Santo Patriarca Joaquín al
ver a su amadísima esposa Santa Ana avanzar en el cuarto mes de su embarazo; y
al considerar que su bendito vientre era favorecido y protegido con gran
distinción del Altísimo, por ser aquél vientre que llevaba en sí a la Esposa
augustísima del Espíritu Santo y futura Madre del Verbo Eterno, que podemos
imaginarnos que era visitada por los ángeles, querubines y serafines de la
corte celestial. Ruega entonces, oh alma devota, a esta pura y Santa Niña María
y a su Padre San Joaquín, que intercedan ante Dios por la remisión de tus
pecados, de los cuales sea despojado tu corazón para que sea un digno refugio
para la gracia divina. Amén.
EJEMPLO
El Auditor del
Consejo Real de Pamplona, Don Antonio Piña, más tarde Obispo de Jaén, fue un
día a orar en la capilla dedicada a San Joaquín, y allí se encontró con el
hermano Fraile Juan de Jesús, y le dijo en broma: ¿Por qué te afanas tanto por
un santo tan viejo?, a lo que le respondió el religioso: No digas eso de mi
santo. Regresó a su casa el consejero por la noche sintió un dolor tan fuerte
en sus ojos que no podía descansar, y remordiéndole la conciencia porque
pensaba que esto le sucedió por la broma que le hizo al santo; tan pronto como
amaneció mandó a llamar al religioso Fray Juan, quien tan pronto pudo llegó a
casa del consejero y lo encontró en cama enfermo de los ojos, y allí le
reprochó su broma al santo al decirle que así pagaba la injuria jocosa que
hizo. Por esto lo exhortó a enmendarse y a hacerse devoto del Santo Patriarca.
El Caballero obedeció este consejo, se levantó de inmediato y de rodillas rezó
pidiendo perdón al Santo, y con esto instantáneamente se sanó de su enfermedad
y lleno de fervor se propuso corregir sus propias costumbres y vivir como un
verdadero y perfecto cristiano. (Historia Panegírica de San Joaquin, Lib.3,
cap. 6)
QUINTO DOMINGO
QUINTA
Toda la vida del
Santo Patriarca Joaquín fue solo una larga serie de obras virtuosas y santas,
tejidas y trenzadas de todas las virtudes más nobles, ejercidas por él con
fervor incansable para glorificar y complacer a su Dios cada vez más, y para
acumular cada vez más grandes tesoros de gracia y mérito. Para esto empleaba el
santo la mayor parte de todos sus días en la asistencia devota a los
sacrificios que se le ofrecían al Dios Altísimo en el Templo Sagrado, haciendo
oraciones largas y fervientes y contemplaciones muy dulces por las cuales su
corazón quedó suavemente cautivado por Dios; también ocupaba su tiempo en
buscar a los pobres más necesitados y a los enfermos más abandonados,
ofreciéndoles por amor de Dios abundante ayuda en dinero y alimentos, y
consolando a todos con la gentileza de sus santas conversaciones. Así aumentó
sus méritos a diario, y se hizo cada vez más glorioso en sus santos esfuerzos.
Aquí reflexiona, oh mi querido devoto, ¿cuáles han sido tus preocupaciones
hasta ahora en procurar enriquecer tu alma con santas virtudes, en dar buenos y
santos consejos a tu prójimo y ayudarlo en sus necesidades, caridad tan
recomendada por Jesucristo? Cuánta ingratitud de tu parte! Por lo tanto, odia
con todo tu corazón esta falta tuya y reza humildemente al Santo Patriarca Joaquín
para te consiga de Dios Altísimo la gracia de amar a tu prójimo y corresponder en lo adelante a los inmensos
beneficios de Su Divina Majestad y enriquecer tu alma con santas virtudes para
complacer solo a tu Dios. Amén.
QUINTA
En este quinto
Domingo, ¡contempla oh alma devota!, la alegría del Santo Patriarca Joaquín al
ver el embarazo de su amada esposa Santa Ana avanzar hasta el quinto mes, y al
considerar que dentro de sus entrañas había un coro de música celestial, que
acompañaba las ardientes oraciones, que dulcemente hacía aquella purísima
Criatura, encerrada en aquel castísimo vientre, a su Dios: una Niña llena de la
gracia del Altísimo, con la cual ella alumbraría toda la tierra y adornaría el Empíreo.
Ahora, si María con los rayos de su gracia iluminaba las cosas más lejanas, ¿cuánto
más debía Ella alumbrar y adornar a su queridísimo Padre Joaquín, quien
milagrosamente la había engendrado, y con cuánto sentimiento debía él venerar y
reverenciar el castísimo vientre de su santa Esposa, Tabernáculo de la
Santidad, donde estaba encerrada la Causa de la Alegría del Universo? Ruégale,
oh alma devota, a esta pura Criatura María y a su felicísimo Padre San Joaquín
que te hagan digno de su protección en la hora de tu muerte. Amén.
EJEMPLO
Se narra en la
vida de la Venerable Madre Sor Francisca del Santísimo Sacramento, carmelita
descalza de la congregación de España (cuya fama de santidad, fue tan célebre
en vida como después de su muerte), que fue varias veces favorecida con la
aparición de San Joaquín, consolada con sus visitas y confortada en sus necesidades.
Una vez tras otra, acercándose el día festivo del Santo, quiso Dios demostrarle
cuanto se complacía por verlo honrado en el mundo con el argumento de la gloria
con la cual lo había condecorado en el
Cielo. Entonces, Nuestro Señor Jesucristo se le apareció con aparato de
extraordinaria majestad a la Venerable Sierva en compañía de Santa Ana, San
José y de San Joaquín, rodeado por una multitud infinita de ángeles, y le dijo:
“Mira, oh hija, hasta qué grado de gloria yo he sublimado a los Padres y
Familiares de mi Madre en el Cielo, y con esto puedes darte cuenta de qué poder
les he dado en la tierra”. Dicho esto por Jesucristo, el glorioso Patriarca San
Joaquín favoreció a su devota con muchas caricias, exhortándola al ejercicio de
las virtudes, y aquí desapareció la visión; con esto quedó la sierva de Dios
llena de consuelo, y convencida cada vez más del poder de San Joaquín y de
Santa Ana, y desde entonces se hizo tan devota que en todas sus necesidades
invocaba su patrocinio, el cual experimentó siempre prestos a socorrerla.
(Historia de San Joaquín, Padre Fr. Emanuel de Jesús María, Lib. 2, Cap. 16).
SEXTO DOMINGO
SEXTA
El Santo Patriarca
Joaquín siempre vivió en una profunda humildad. Aunque descendía del real y
gloriosísimo linaje del Rey David, no andaba persiguiendo el honor ni la
dignidad, si no que huía de cualquier oportunidad de hallarlos; disfrutaba de
vivir completamente desconocido del mundo. Nunca dejó de mortificar su carne
con el rigor del ayuno más amargo, ni de ejercitar su espíritu con el fervor de
las oraciones asiduas, de esta manera pudo domar todos los apetitos rebeldes de
nuestra débil naturaleza. Estaba muy lejos de ceder a la común codicia
insaciable por el oro, no estimó jamás otras riquezas, que no fueran las de la
piedad y de la virtud. Ahora piensa un poco en el tenor de tu vida pasada.
¿Cuántas mortificaciones has hecho? ¿Cuántos ayunos? ¿Cuántas limosnas has
distribuido a los pobres por el amor de tu Dios? O más bien ¿qué no has hecho
por satisfacer los apetitos desordenados de tus sentidos? Entonces, decídete
desde ahora en lo delante de cambiar tus costumbres, entregándote al ejercicio
de las virtudes cristianas, teniendo por modelo al Santo Patriarca, y rogándole
que le pida al Altísimo la divina asistencia para enmendarte y continuar toda
tu vida en el camino de la virtud, que tiene como fin la dicha eterna que el
Señor nos concede. Amén.
SEXTA
En este sexto
Domingo contempla, oh Alma Devota, la alegría del Santo Patriarca Joaquín al
ver avanzar hacia el sexto mes el embarazo de su amadísima esposa Santa Ana, y
al considerar que Ella era el paraíso terrenal donde Dios plantó el árbol de la
vida, que era María, la cual produciría al mundo el bendito Fruto de la Vida y
de la Salvación. Considera que, así como un río vastísimo no suele contenerse
en su propio lecho, sino que inunda hasta las aldeas cercanas, así también el
río de la gracia divina, que tuvo por lecho el vientre bendito de Santa Ana, no
solo se contenía allí, sino que comunicaba su ánimo celestial al Santo
Patriarca, quien lo daba a conocer en sus frecuentes aspiraciones de amor
Divino. Ruégales a este afortunadísimo Santo, y a su Purísima Hija, que
intercedan ante el Altísimo para que siempre recibas dignamente, sobre todo en
la hora de tu muerte, al Fruto de la Vida Jesús Sacramentado. Amén.
EJEMPLO
El reverendísimo Padre Fray Jerónimo de los Carmelitas Descalzos de la provincia de Nápoles, en el tiempo en que presidió el Gobierno de la Congregación de España con el cargo de Superior General, viajando para visitarlos y pasando del convento de Pamplona al de Calarrora en compañía de Fray Juan de Jesús, al pasar por una montaña se chocó con el tronco de un árbol y resultó gravemente herido en un pie. El hermano Fray Juan viendo a su Padre espiritual inhabilitado por el dolor de poder seguir el viaje a caballo, desmontó de su caballo y teniendo completa confianza en la eficaz intercesión del Patriarca San Joaquín, tomó un poco de tierra e invocando tres veces los nombres de San Joaquín y Santa Ana, lo colocó sobre la herida. Y así, en un instante, quedó prodigiosamente sana la herida, no quedando siquiera una señal de cicatriz. Por lo cual felizmente continuaron su viaje, agradeciendo por el milagro al glorioso San Joaquín. (Historia Panegírica de San Joaquín, Lib. 3, Cap. 13).
SÉPTIMO DOMINGO
SÉPTIMA
Es cierto que, con
el nacimiento de María, recibió su afortunado Padre San Joaquín señalados
favores de Dios e insignes bendiciones, para que este nacimiento fuese exaltado
y glorificado y el Santo Patriarca fuera digno de tan gran Hija, y fuera
glorioso para Ella tener un Padre tal. Si el Arca del Antiguo Testamento trajo
mil bendiciones a la casa donde estuvo por un corto tiempo, ¿cuántas gracias no
habrá aportado María, semejante a aquella Arca, como futura Madre de Dios, a
sus queridos padres? Y si María siempre ha obtenido a sus verdaderos devotos
todas las gracias que le han pedido, ¿cuál no habrá sido el compromiso de su
amor hacia sus queridos padres para obtenerles de Dios las gracias más eximias
y admirables? ¿Quién podría explicar con cuáles y cuántos dones celestiales fue
colmado este gran santo, y con cuánto ardor permanecía inflamado su corazón
ante la primera aparición de María Niña? ¿Cuáles efectos de gracia divina se
habrán obrado en el corazón puro y santo del Patriarca por el amor de su dulce
y amadísima Hija María? Medita, entonces, que por tus pecados no eres digno de
la gracia celestial, y sin embargo has recibido sus efectos por simple
misericordia divina. Y ruégale a San Joaquín que te obtenga del Altísimo la
fuerza para caminar por el sendero de la virtud con la guía de los bellos
ejemplos y enseñanzas que el mismo Santo ha dejado aquí en la tierra. Amén.
SÉPTIMA
En este séptimo Domingo, contempla, oh Alma Devota, la alegría de Santo Patriarca Joaquín al ver avanzar hacia el séptimo mes el embarazo de su amadísima esposa Santa Ana, y al considerar que era Ella la raíz de Jessé, de donde iba a germinar aquel portentoso vergel que produciría aquella suavísima Flor del Campo, sobre la cual iba a reposar el Espíritu del Señor; que en el bendito vientre de su esposa se contenía aquél imán que atrajo hacia sí el santísimo amor del Dios de los ejércitos, Señor poderosísimo, para manifestarse como un Dios de toda piedad y misericordia. Pídele, entonces, al Santo Patriarca y a su dulcísima Hija, que intercedan ante Dios para que te conceda la gracia de un verdadero arrepentimiento de tus pecados, y de no volver a ofenderle jamás, para recibir de El la eterna salvación. Amén.
EJEMPLO
Incluso ahora que reina gloriosamente con su Dios en el cielo, el Patriarca se ocupa de los desafortunados y los miserables y obtiene para ellos la ayuda oportuna. Un ejemplo, entre tantos, lo tenemos en la persona de un tal Juan Vadenas, de la ciudad de Valencia. En el año 1690 él quedó reducido a una extrema pobreza y estaba muy afligido viendo sufrir a su familia, que antes no les faltaban nobleza, bienes ni riquezas. Entonces un día le manifestó su angustia y aflicción a un religioso muy devoto del Santo Patriarca, quien después de haberle recomendado la devoción a San Joaquín, y le aconsejó que cuando llegara el momento de la siembra en su pequeño campo que le quedaba, lo hiciera él mismo con sus propias manos y al arrojar las semillas al suelo dijera: “En nombre de San Joaquín”. Juan llevó a cabo este consejo y en el primer año tuvo una rica cosecha; y continuó practicando lo mismo en las siguientes estaciones obteniendo tan abundantes cosechas que en pocos años se recuperó y se reintegró a su estado original. (Firenzuola, Vida del Santo).
OCTAVO DOMINGO
OCTAVA
CONSIDERACIÓN
Vivía nuestro gran Patriarca San Joaquín en una tranquila y suavísima paz, porque estaba lleno del amor de Dios y tenía su alma despegada de todo afecto terreno. Por tanto, él no sabía disgustarse ni entristecerse por ningún contratiempo, de la misma forma que las montañas más excelsas no pueden ser allanadas por la influencia de los torbellinos más horribles y aterradores. Con esto consiguió ser bendecido por el Altísimo con la concesión de tan importante descendencia, que le sirvió como un anticipo del Paraíso. Trataba San Joaquín con María, siendo todavía una niña, con esa familiaridad y confidencia paterna que un padre sabio puede usar con una hija; y en esta familiaridad y confidencia ¿cuántos consuelos y alientos no recibía él al mirar aquella inocente criatura, cuya mirada inspiraba santidad y pureza y que en cada acto, en cada palabra daba muestras de aquella divina gracia con que fue colmada? Feliz Santo!, quien por sus virtudes heroicas fue digno de recibir en tierra el tesoro de la felicidad eterna. Aquí haz una pausa mi estimado devoto y considera el destino del pecador y mírate en ese miserable reflejo. Vive el pecador atormentado por el amargo remordimiento de su conciencia, que lo acompaña a donde quiera que vaya, fruto ordinario de sus acciones reprobables; y la espada fulminante de la justicia divina siempre cuelga sobre su cabeza para vengar tantos insultos hechos a Dios, tanta ingratitud por sus beneficios, tanto abuso de sus dones y tanto desprecio por sus santas inspiraciones. Por lo tanto procura retener en tu mente y en tu corazón esta verdad: que el pecado hace al hombre infeliz en este mundo y en el otro; que la gracia lo hace feliz en la tierra y en el cielo; que en la buena conciencia sólo puede hallarse esa paz y alegría que puede disfrutarse en esta mísera vida, y que las riquezas y honores del mundo no le dan paz ni tranquilidad al pecador. De rodillas pídele al Santo Patriarca Joaquín que te obtenga de la infinita misericordia de Dios el vivir siempre alejado del pecado para vivir feliz en la tierra y después bendecido y santificado por siempre en el Cielo. Amén.
OCTAVA
En este octavo Domingo, contempla, oh alma devota, la alegría del Santo Patriarca Joaquín al ver a su amadísima esposa Santa Ana avanzar hacia el octavo mes de su embarazo; y al considerar que el vientre santísimo de su esposa era el Cielo eclipsado por aquella pequeña nube, que haría llover al Mundo el Justo tan esperado por los Santos Padres; y era aquella Arca parecida a la de Noé donde fue salvado el género humano; y que la Niña guardada en su vientre era aquella paloma sencillísima que anunciaría al mundo la paz y la reconciliación del Hombre con Dios. Pídele, pues, al Santo Patriarca Joaquín y a su Santísima Hija, que te obtengan del Señor la gracia de navegar seguro hacia el puerto de la vida eterna. Amén.
EJEMPLO
En la villa de Agoiz de la Diócesis de Pamplona pasó una gran sequía y escasez de agua, que tenía afligido a todo aquel pueblo, hacían rogativas públicas a Dios, para que les concediera la lluvia tan necesitada no solamente por la villa, sino también por el reino entero. El siervo de Dios, Fray Juan de Jesús, llegó allí y le pidió a uno de sus benefactores que llamase a Don Antonio de Amatriayn, para que lo acompañara a las vísperas de la fiesta de la Santísima Trinidad en el lugar de Meoze, donde le trajeron un cuadro de San Joaquín que estaba en el altar mayor de esa Iglesia, para llevarlo en procesión públicamente y así lo hicieron; y entonces en aquella misma tarde cayó del cielo una lluvia tan abundante que satisfizo completamente la necesidad de ese campo árido, y por eso los habitantes le dieron gracias a Dios por el beneficio que reconocieron como intercesión del Santo Patriarca Joaquín. (Historia Panegírica de San Joaquín, Lib. 3, Cap. 18)
NOVENO DOMINGO
NOVENA
CONSIDERACIÓN
La vida del Santo Patriarca Joaquín fue tan santa, tan perfecta, tan heroica y así continuó por varios años hasta entrar en una vejez plateada por sus canas, que mereció ser coronado con un hermoso y felicísimo final, como lo es la muerte preciosa de los Santos, la cual es la bella y luminosa aurora de la santa Eternidad. Se cree que el Patriarca, ya acostumbrado a recibir favores del Cielo, recibió el aviso de la cercana muerte por un mensajero celestial. ¡Y, oh con cuánta resignación y con cuántos fervorosos actos de virtud debió él disponerse a su próximo viaje! Fue asistido entonces teniendo de un lado a su Santísima Hija María y del otro lado a su dulce esposa Santa Ana, con el corazón lleno de amor de Dios, con la frente serena, y los labios sonrientes, entregó su alma santísima en los brazos de su eterno Creador, entre las aclamaciones festivas de los ángeles. Considera ahora, mi querido devoto, el hermoso destino de los justos, su dulce consuelo al tener en su defensa a la Omnipotencia de Dios, y entonces reflexiona sobre si cuando te asalte la muerte serías digno de tanto bien. Si corriste tras los dictados falsos y malvados del mundo, por supuesto que no. Por lo tanto, concibe un verdadero dolor por tus errores, y decídete a seguir el camino de las santas virtudes para merecer la corona de justicia en la muerte. Y pídele al buen Jesús que por los méritos de María Santísima y de su Padre San Joaquín, te conceda una verdadera contrición de corazón por los pecados cometidos, y la perseverancia en el bien obrar hasta el fin de tu vida para tener una feliz y santa muerte. Amén.
NOVENA
En este noveno Domingo contempla, oh alma devota, la alegría del Santo Patriarca Joaquín al ver cumplidos los nueve meses de embarazo de su amadísima esposa Santa Ana; y al considerar la ardentísima caridad con la cual Ella estaba preparando las cosas necesarias para su santísimo parto: y por haberle sido anunciado por el Paraninfo Celestial que iba a tener una Hija a la cual debería poner por nombre María. (Vida de San Joaquín y de Santa Ana, Fray Domenico Amodei, c. 10, p. 56). Considera cuántas veces estos santos esposos repitieron este Dulcísimo Nombre, que si hoy en día endulza todas nuestras amarguras, cuanto más santificó la condición de sus padres tan santos. Considera con cuanta ansiedad esperaba el Santo Patriarca el día de aquel afortunadísimo parto para tener entre sus brazos no sólo una Hija, sino la futura Madre de Dios. Considera el festejo de los espíritus celestiales al ver próximo el nacimiento de su Reina, por ellos esperada desde el principio de los siglos, y más cuando Dios les mostró la Encarnación del Verbo Divino en sus purísimas entrañas. Oh júbilo verdaderamente inefable del Santo Patriarca, merecido por él por sus santas y heroicas virtudes! Pídeles entonces a esta Santa Niña María y a su gran Padre San Joaquín, que te obtengan de Dios la gracia de ver y participar de su bendición y de su santidad por todos los siglos de los siglos. Amén.
EJEMPLO
Fray Juan de
Jesús, el más fiel devoto de nuestro Santo, cayó finalmente enfermo en su
convento de Pamplona hacia finales del mes de Septiembre del año 1669, y sus compañeros
religiosos le sugirieron que le pidiese a su santo abogado la gracia de vivir
un tiempo más, a lo cual respondió el buen religioso, conociendo que estaba
cerca su muerte, que no deseaba pedirle al santo una cosa contraria a la
voluntad del Altísimo. Y de hecho, en el día de la fiesta de San Francisco, se
escuchó un ruido repentino en la celda del siervo de Dios, y el Prior se
apresuró a ver qué pasaba, y vio que cerca del enfermo se apareció San Joaquín con
una multitud de ángeles, que lo invitaban a ir a la bendita gloria, a la cual
luego pasó el día de la fiesta de Santa Brígida, tras un breve coloquio entre
el agonizante y el Patriarca, de quien había sido tan devoto en vida que
mereció en la muerte gozar de los efectos de su potentísimo Patrocinio.
(Historia Panegírica de San Joaquín, Lib. 3, Cap. 15).
ORACIÓN AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOAQUÍN
PARA
OBTENER MEDIANTE SU EFICACÍSIMA INTERCESIÓN LA GRACIA MÁS NECESARIA PARA CADA
UNO.
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