EL MES DE JULIO CONSAGRADO A LAS GLORIAS
DE SAN IGNACIO DE LOYOLA,
FUNDADOR DE LA COMPAÑÍA DE
PROPUESTO A LOS DEVOTOS DEL SANTO
por el Padre Domingo Estanislao Alberti de
la mima Compañía.
Impreso tercera vez en Palermo en Lengua
Italiana, año 1726.
Hecha
la señal de la cruz, puesto de rodillas delante del altar o imagen de San
Ignacio, con mucha confianza en sus grandes
merecimientos y poderosa intercesión, hágase todos los días el acto de
contrición como sigue:
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Padre, Criador y Redentor
mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo y estimo más que a mi vida,
más que a mi alma, más que a todas las cosas, me pesa, Dios mío, de haber
pecado; pésame, Padre mío amorosísimo, de haberos agraviado; pésame de todo mi
corazón de haberos ofendido, por ser vos quien sois bondad suma, inmensa,
infinita. Digo una y mil veces, Dios mío y Padre mío, me pesa de haberme apartado
de Vos por mis iniquidades: ayudado de vuestra gracia, propongo firmemente enmendarme,
confesarme, y primero morir que volver a pecar. Dadme, Dios mío, un corazón
contrito y humillado; dadme gracia para cumplir mis propósitos; haced por
vuestra bondad que en mi corazón arda siempre la llama de vuestro divino amor,
y que en todo busque vuestra mayor gloria, a imitación del inflamado y
celosísimo San Ignacio de Loyola, a cuyo honor, para gloria vuestra, consagro
este mes; cuyas virtudes deseo imitar en la tierra, para ser después su
compañero en el cielo. Amén.
INVOCACIÓN A SAN IGNACIO
Amantísimo Padre mío San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, escogido de Dios para dilatar la gloria de su santo Nombre por los cuatro ángulos del orbe. Varón eminentísimo en toda clase de virtudes, pero muy singular en la pureza de intención con que siempre anhelabais la mayor gloria de Dios en todas las cosas. Héroe insigne de penitencia, humildad y prudencia: en el divino servicio infatigable, constante, devotísimo, Prodigiosísimo: hombre de vivísima Fe, de firmísima esperanza y de incomparable caridad para con Dios y con el prójimo; Gozóme, amado Padre, de veros enriquecido con tantas y tan admirables prerrogativas; y os suplico alcancéis a todos vuestros hijos aquel espíritu divino que a Vos os animaba, y a mí una tan recta intención, que hasta en las menores cosas busque puramente la gloria divina a imitación vuestra y bien de mi alma; y de este modo, y por los obsequios que en este mes os dirijo, logre estar en vuestra compañía en la gloria eterna. Amen.
DÍA I.
Santo
Patriarca Ignacio, que desde vuestra conversión à Dios, no pusisteis la mira en
otra cosa, sino en alabar, y servir con fidelidad a vuestro Criador. Y así ordenasteis
vuestras acciones, y palabras, y aun cualquiera mínimo pensamiento a la pura, y
mayor gloria de Dios, en tanta manera, que fuera de tener continuamente en boca
etas palabras: A mayor gloria de Dios, las dejasteis escritas en las Constituciones,
Examen, Reglas, y Declaraciones de vuestra Compañía, como trecientas y setenta
y seis veces: imprimid vos en mi mente estas palabras mías, para que no busque
en mis obras otro fin, que la pura, y mayor gloria de mi Señor, que es en lo
que confite el alabar, y servir à Dios de veras, como debe todo fiel Cristiano,
y toda alma racional. ¡Ay! pobre de mí que en tantos años trabaje inútilmente,
no pretendiendo fino la vil ganancia de un poco de gloria humana, robándola a
Dios, a quien solamente la debo, ¡pues él es de quien he recibido todo bien!
Ahora reconozco mi parada locura; siendo evidente, que la de Loyola, la gloria
no debe esperarla el hombre fino en el Cielo; pues en la tierra, sino se da a
Dios, se vuelve toda en nuestra verdadera confusión. Por tanto, propongo yo desde
este día primero, no reconocer otro fin en toda mi vida, y obras, que el de
agradar solo a mi Dios, mi Criador, mi Señor, mi Redentor, mi Glorificador, mi sumo
Bien, a quien sea dada por todas sus criaturas toda la Gloria.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
ORACIÓN PARA TODOS LOS
Tomad,
Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer; vos me lo disteis, a vos, Señor, lo vuelvo, todo es
vuestro, disponed según vuestra santa voluntad: dadme vuestro amor y gracia, que
esto me basta. ¡Oh mi Dios, amor de mi corazón, si todos los hombres os
conociesen. ¿Qué quiero yo Señor, fuera de vos, o que puedo querer? Concededme,
Señor, que os ame, del cual amor no quiero más premio que amaros más.
OTRA ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
(copiada de una carta de San Francisco
Javier a San Ignacio)
¡Oh
Padre de mi alma, y digno de mi mayor veneración! puestas las rodillas en tierra,
como si te mirara presente, te suplico humildemente, que no ceses de rogar por mí
a Dios, para que mientras me dure la vida, me dé la gracia de conocer y hacer enteramente
su santísima voluntad.
ANTÍFONA: Él
fue destinado de Dios para la conversión del pueblo, y abolió las abominaciones
de la impiedad. Dirigió al Señor su corazón; y en los días del mayor desenfreno
de los pecadores, restableció la piedad.
L/: Fue grande, como denota su nombre
R/: Fue aún más grande en salvar a los escogidos de Dios.
ORACIÓN: ¡Oh Dios! que, por la mayor gloria de tu nombre, escogiste a San Ignacio para dar un nuevo refuerzo a la Iglesia militante; haz que ayudados de su socorro y guiados hoy sus ejemplos, después de haber combatido en la tierra, merezcamos ser coronados con él en el cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
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