DÍA SEXTO
MEDITACIÓN
Imposible es tener fuego en el corazón y no dar señales de calor. Luego que la Virgen albergó en su seno al Hijo de Dios al mismo amor y santidad, en seguida fue a santificar a San Juan y a comunicar a su prima Isabel el fuego de caridad que la abrasaba. El amor a Dios y al prójimo la impelía, como escribió San Ambrosio y reveló Jesús a Santa Matilde. Brillaron en esta visita esclarecidas virtudes: humildad, modestia, pureza de intención; pero, sobre todo, reconocimiento y gratitud del Corazón de María hacia Dios, divinamente expresados en el Magníficat. Es el· cántico de la humildad de María y de las grandezas de Dios, inspirado por el más puro agradecimiento. Porqué miró Dios la bajeza de su esclava, por esto hizo en ella cosas grandes el Todopoderoso; por esto la aclamarán todas las gentes bienaventuradas. ¿Cuál es nuestra gratitud a los beneficios recibidos? Cada día los estamos recibiendo' sinnúmero, y apenas lo echamos de ver. Muchos, ni los contamos por beneficios; nuestro amor propio y egoísmo nos hace creer que se nos deben, siendo así que podrían negársenos sin injuria de nadie. ¿Cómo los hemos de agradecer si no los reconocemos? Y, sin embargo, Dios quiere que le demos gracias por ellos. La gratitud es una de las virtudes más necesarias para obtener nuevos favores. El que no agradece los recibidos, merece que no le hagan otros.
¡Oh Corazón agradecidísimo de María! Hacedme ser agradecido a Dios y a los hombres: hacedme también agradecido a vuestras infinitas misericordias.
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