martes, 1 de septiembre de 2020

NOVENA A LA VIRGEN DE LA CARIDAD DEL COBRE

NOVENA EN HONOR DE LA PURÍSIMA MADRE DE DIOS Y REINA DE LOS ÁNGELES, MARÍA SANTÍSIMA DE LA CARIDAD DEL COBRE

A devoción del Br. D. Manuel de Jesús Pérez Delgado, vecino del barrio de Guadalupe, extramuros de la Habana

Con Licencia Eclesiástica, año de 1843

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Dulcísimo Jesús mío y padre de inmensa bondad: aquí tienes mi afligido corazón que te ofrece los más ardientes actos de fé, esperanza y caridad, reconociendo igualmente la plenitud de tus gracias y el ardiente deseo que te anima a fin de que mi alma se justifique. Aquí me tienes, Señor, ante tu divina presencia, reconociendo la grandeza de mis pecados y lo mucho que te he ofendido, olvidándome de ti y haciendo escarnio de tus santas leyes. Desde ahora. Señor, me pesa en lo íntimo de mi corazón haberte ofendido, y espero que oyendo mis clamores me restituyas la gracia que por ellos he perdido. Confío en tu misericordia me perdonareis, y que alentado con tu divino espíritu me concedas lo que te pido. Tú, ¡oh buen Jesús! me sacaste de la nada, me has dado la vida y el ser, y conservándomela basta el presente me has hecho conocer el desgraciado fin a que me arrastrarían mis ingratitudes y maldades. Ahora te invoco, Señor, como á Padre, y confiando en tu misericordia infinita espero me perdonareis, y que, acabando esta vida en paz, pueda algún día hacerte compañía en el cielo. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Benignísima Virgen María, madre de pecadores y constante consuelo de los necesitados: aquí me tienes, Señora, ante tu divina presencia, confesando la grandeza de tu amor y la magnitud de tus gracias. Tú eres la más hermosa entre las criaturas; la aurora de la mañana que, corriendo el velo de las tinieblas de nuestros pecados, te nos presentas cual nave misteriosa que nos conduce al paraíso celestial: tú, la augusta medianera entre Dios y los hombres, que cual pastor santo nos indicas el camino del cielo: tú eres aquella hermosa estrella que, sirviéndonos de guía, nos alumbras y alientas en nuestras oraciones. Si, Madre y Señora mía: tú eres aquella Reina celestial que descendiendo del ciclo donde te hayas colocada junto al excelso trono de tu santísimo hijo, te dignaste aparecer en nuestras aguas para constituirte madre y protectora de cuantos invocasen tu divino nombre. Aquí me tienes, Señora, que cual hijito tuyo vengo a consagrarle esta Novena; esperando de tu dulcísima caridad y clemencia que enciendas en mi corazón la tea del divino amor, para que, alentado con ella, pueda en algún modo conseguir la gracia que espero alcanzar por tu intercesión poderosa en esta vida y después glorificarte en el cielo. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

Santísima Virgen María de la Caridad y Madre de gracias y misericordias: así como el Omnipotente Dios y Señor de todo lo criado no halló criatura alguna en quien quedase más bien acomodado el dulce nombre de la Caridad sino en ti, porque desde Ab eterno estabas constituida para derramarla a manos pródigas en cuantos te invocasen con tan dulce título; y así, Señora, como no tuviste reparo en aparecértenos en medio del inmenso Océano sin que en manera alguna te ofendiesen sus terribles oleadas é impetuosos vientos: te pido que libres mi alma de las atroces oleadas de la culpa, y que constituyéndote mi protectora me facilites el camino de la gloria. Amén.


ORACIÓN

¡Oh Virgen Santísima! madre del mejor de los hijos por el excelso lugar y plenitud de gracias que gozas en el cielo sobre todas las criaturas, y por el ardentísimo amor que abrasa vuestro corazón hacia nosotros; intercede con tu Santísimo hijo para que purificando mi alma de la más leve mancha del pecado por medio de los sacramentos que tiene nuestra Santa Madre la Iglesia, pueda gozar de tu amable compañía en la gloria Amen.

Nueve Ave Marías.

 

 

Pues te hizo la Trinidad

Tan perfecta y sin igual:

Líbranos de todo mal

Virgen de la Caridad.

 

Sobre las aguas viniste

A dar al hombre consuelo,

Como una señal del Cielo

A tres os apareciste;

Con esto claro nos diste

Señal de tu gran piedad.

 

Así como no violó

La culpa a vuestro candor,

El mar con su gran furor

Vuestra imagen respetó;

Todo este honor mereció

Vuestra inmensa Santidad:

 

Vuestro nombre singular

Tan bello y tan exquisito,

En la tabla vino escrito

Que os trasportó por el mar;

En el quisiste ostentar

Vuestra maternal piedad:

 

Los enfermos que han llegado

Pidiendo a Vos la salud,

Todos por vuestra virtud

Enteramente han sanado;

Esto lo ha experimentado

El que os llama en realidad,

 

Cojos, tullidos, baldados,

Frenéticos y leprosos,

Si os suplican fervorosos

Quedan por Vos remediados

Todos salen consolados

De cualquier calamidad:

 

Los ciegos que en tu presencia

La vista ha recuperado,

Claro testimonio ha dado

Con su mucha concurrencia,

Ellos por tu gran clemencia

Pregonan tu santidad:

 

La que en el parto ha llegado

Ha estado muy peligroso,

Vuestro nombre poderoso

Felizmente le ha sacado;

Ni la estéril se ha quedado

Por vos sin fecundidad:

 

La llaga que causa espanto

Y las fiebres peligrosas,

Se retiran vergonzosas

Al oír tu nombre Santo;

Así se repite tanto

En cualquier penalidad:

 

En las borrascas del mar

El hombre más afligido,

Ya en el agua sumergido

Vos le llegáis a sacar;

Nadie se ha visto ahogar

Si os llama con humildad;

 

En hambres y tempestades,

Epidemias, terremotos

Si á vos se acogen devotos

Cesan las calamidades;

Por vos en las sequedades

Viene la fecundidad:

 

L/: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios

R/: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo

 

ORACIÓN: Omnipotente y Supremo Señor de cielo y tierra y Padre amantísimo de cuanto tiene vida y ser: por aquel grandísimo beneficio que te dignaste concedernos, dándonos a la Purísima Virgen María para Madre, consuelo y alegría de cuantos te invocasen por medio de su poderosa intercesión; te ruego no desoigas mis necesidades, y que infundiendo en nosotros más y más la devoción a tan augusta protectora, consigamos el fruto de gracia que necesitamos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Dios te salve, Santísima Virgen María de la Caridad, dignísima hija del Eterno Padre, purísima madre de Dios hijo y fidelísima esposa del Espíritu Santo. Dios te salve, clementísima Reina del Empíreo, alegría de los ángeles y poderosa medianera ante Dios, de los hombres. Tú eres la bendita del Padre, a quien alaban y glorifican las potestades y dominaciones del cielo. Tú, la gloria de Jerusalén, la alegría de Israel, el gozo de nuestro pueblo y el árbol de vida con que se alimentan nuestras almas Tu eres el arca de oro en quien mora y se apacienta el cordero de Dios. Tú, el maná de la gloria y la dulcísima miel con que se robustecen nuestras almas Si, Madre y Señora mía, tú eres la antorcha resplandeciente de la Iglesia, el tálamo de pureza donde herido de amor descansa el Divino Verbo y el báculo de que se sostienen tus hijos: y puesto que eres nuestra abogada y defensora ante el tribunal de tu santísimo hijo, intercede por tu Iglesia santa para que libre de las persecuciones de sus enemigos, tremole el estandarte de la religión católica por todo el mundo. Enciende con los rayos de tu caridad, la de nuestro beatísimo padre el Sumo Pontífice, obispos, pastores, y demás ministros, para que, diseminados por todo el orbe, pregonen tu santidad y aumenten el número de los creyentes. Extiende tu bello manto hacia nuestra católica Reina, y conservando sus dominios en una continua paz, haz felices a los demás príncipes y ministros cristianos, para que cumpliendo con aquel tino las obligaciones y encargos que tienen en sus manos, saquen abundantes frutos de gracia Derrama tus bendiciones sobre mis padres, hermanos, parientes y bienhechores: da consuelo a los necesitados y atribulados, y librando a los navegantes de las terribles borrascas del mar, proporciónales el puerto seguro de la paz. Alivia a los enfermos en sus padecimientos, y dándoles fortaleza y vigor para resistir con humildad y resignación sus penalidades, restitúyelos a un perfecto estado de salud. Conserva en pacifica tranquilidad esta preciosa Antilla en que te dignaste aparecer, y purificándola de todo mal haz que sus hijos fructifiquen en la gracia. Da perseverancia en la fé a los vivos, y que las almas de tus devotos difuntos y las nuestras te hagan compañía en la mansión de la gloria. Amén.

 

 

 

DÍA SEGUNDO

Santísima Virgen María de la Caridad, y Reina de los ángeles y querubines que de continuo te alaban y glorifican, dándonos a entender con esto que eres también Reina y protectora de cuantos te invocan, sin que haya jamás ocurrido que ninguno que llegase a ti con viva fé hubiese dejado de salir consolado, como sucede comúnmente en aquellos enfermos que desalentados de toda esperanza de conseguir la salud se han acogido a ti, que eres la medicina celestial, para que les alivies en sus penalidades: te suplico ¡oh Madre mía! puesto que eres salud de los enfermos, que purifiques mi alma de toda mancha de pecado, y que enviando sobre mi uno de esos bellos rayos que te circundan, enciendas mi corazón, en el amor de Dios, en el amor tuyo y en el de mis prójimos, y que después de esta vida me consigas el paraíso de la gloria. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh Sacratísima Virgen María! manantial de gracias y hermosura, y bellísimo iris de bonanza: por el grandísimo placer que sintió tu alma con la visita del santo ángel Gabriel, en que te anunciaba madre del Mesías, y por el gusto que tuviste de verle adorado y reverenciado por loe Reyes Magos que vinieron del Oriente a ofrecerle mirra, incienso y oro; te suplico, Señora, que dulcifiques mi alma con los dones de la gracia en esta vida, y que amparándome de las persecuciones que se me puedan ofrecer en este valle de miserias, te haga compañía en la gloría. Amén.

 

 

 

DÍA TERCERO

Santísima Virgen María de la Caridad: Soberana Emperatriz de cielo y tierra, y hermosísimo archivo en quien el Altísimo colocó sus más selectos tesoros haciéndote Reina de todo lo criado; atiende, Señora, mis clamores, no desoigas mis plegarias; y ya que tu aparición en esta afortunada Isla no ha sido sino con la única idea de amparar bajó tu patrocinio a tus hijos los cubanos y aun a aquellos que de lejanas tierras te invocan como Madre, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, é iluminando mis sentidos potencias con la divina Luz de la Caridad, la más grande de las virtudes, hazme fiel observante de la ley de mi Redentor Jesucristo en esta vida, y participante de su gloria eterna en la otra. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh afortunadísima Virgen María! más dichosa que los ángeles, santos y justos del cielo, pues tuviste el singular y portentoso beneficio de ser la criatura a quien el Omnipotente escogiese para madre de su amantísimo hijo, haciendo que encarnase en tus purísimas entrañas por milagro del Divino Espíritu, sin que en ningún modo se manchase tu virginidad; te suplico, Señora, que infundiendo en nuestros corazones el fuego de la oración, consigamos emplearnos en la meditación de tus virtudes en esta vida, y después glorificarte en la otra. Amén

 

 


 

DÍA CUARTO

Santísima Virgen María de la Caridad, hermosísima luna en quien brilla la luz de la gracia, y sol lucidísimo cuyos rayos alegran a cuantos te invocan de corazón, como sucede a cada paso en aquellos navegantes que, padeciendo horrorosos tiempos en medio de las encrespadas olas del mar, te llaman en su amparo, para que cual tierna madre los consueles y saques del terrible conflicto y penalidades en que se ven sumergidos; te suplico ¡oh piadosa Señora! Supuesto que eres protectora de navegantes, muevas mi corazón en el amor de tu hijo, y que intercediendo por nosotros los que navegantes en las borrascas del mundo, nos proporciones la bonanza y tranquilidad de espíritu en esta vida y la gloria eterna en la otra. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh graciosísima Virgen María! mar de dulzuras y gracias, y huerto ameno y delicioso donde reside el Divino Verbo por la amarga pena que sufriste con la pérdida de vuestro hijo, sin tener quien os diese noticia de su paradero, y por el grandísimo deleite en que se saboreó tu alma cuando le hallaste en el templo en medio de los doctores; te pido que cuando por efecto de nuestros pecados perdamos el camino de la gracia, nos hagas conocer tu piadosa protección dirigiéndonos por el de la gloria. Amén.

 

 

 

DÍA QUINTO

Santísima Virgen María de Caridad, brillantísima perla del mar y fuente cristalina de aguas vivas en que relumbra el brillo de la gracia: atiende, Señora, mi deprecación, y acogiendo con benignidad mis humildes ruegos, ostenta tu imponderable poder en favor de cuantos te invocan; y puesto que el inocente Cordero de Dios tu hijo desde el madero de la cruz, en medio de los terribles dolores que le cercaban, te hizo en persona del evangelista san Juan madre de todos aquellos que se acogiesen a tu manto; espero que laves y purifiques mi dañada alma con esas aguas puras de Caridad, y que sirviéndome de escudo en esta vida, te bendiga y alabe en la otra. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh amabilísima Virgen María! centro dulcísimo de mi alma y alegría de los espíritus angélicos: por el excesivo dolor que recibió tu corazón con la profecía del santo Simeón de que tu hijo Jesús había de morir en manos de pecadores, y por el gozo que tuviste cuando le viste resucitado y glorioso; te suplico, Señora, selles en mi alma la virtud de la humildad y obediencia a mis superiores, para que, imitándote en esta vida, te alabe en la otra. Amén

 


 

 

DÍA SEXTO

Santísima Virgen María de la Caridad, hermoso dechado de virtudes y perfecciones, y antorcha luminosa del paraíso celestial, a quien bendicen y alaban las potestades y dominaciones del cielo: por el amarguísimo dolor que recibiste en vuestro corazón cuando colocada junto al madero de la cruz, del que pendía vuestro hijo, le viste padecer y morir, y por el gozo que tenéis ahora al verle sentado en el trono de majestad presidiendo los coros de los ángeles, arcángeles y querubines; os suplico, Señora, tengáis piedad de mis miserias, y que amparándome y defendiéndome del enemigo común de las almas en esta vida, pueda entonaros cánticos de alabanza en el reino de la gloria. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh benditísima Virgen María! más hermosa que Raquel, y más agradable que Sara: atiende benigna nuestras necesidades; y ya que eres defensora de aquellos que apartados del sendero de la virtud han reconocido sus yerros y ocurren a ti llenos de esperanza, a fin de que les alcances el perdón de sus ingratitudes; concédenos, misericordiosísima Señora, el que perdonadas nuestras culpas y purificadas nuestras almas de todo vestigio de maldad, te hagamos compañía en el cielo. Amén.

 

 


DÍA SÉPTIMO

Santísima Virgen María de la Caridad, Reina de los Patriarcas y espejo hermosísimo en quien resplandece la luz celestial, sin que padezca detrimento ni variación alguna, porque desde ab initio fuiste constituida en gracia: acude, Señora, a mi socorro; y siendo, como eres, la nave misteriosa que nos transporta al alcázar de la Divinidad, espero que grabando en mi alma la virtud de la paciencia y conformidad en los trabajos de esta vida, me conduzcas al paraíso de la gloria. Amén.

 

ORACIÓN

Clementísima Virgen María, más agraciada que Esther y más blanca que la nieve: por el inefable gozo que experimentaste cuando viste descender la augusta Trinidad del cielo, acompañada de los ángeles, para coronarte, te suplico: que, intercediendo con tu santísimo hijo, corones mi alma con la gracia, para que, adornado con la palma de virtud, pueda gozar de tu vista en el cielo. Amén.

 


 


DÍA OCTAVO

Santísima Virgen María de la Caridad, hermosísimo lucero de la mañana y consuelo de los miseros afligidos, cuyo poder manifiestas en aquellos caminantes que, padeciendo excesivas angustias y contratiempos en sus peregrinaciones, se acogen a tu patrocinio, para que, como madre de piedad y misericordia, des remedio a sus dolencias; te suplico, ¡oh piadosa Señora! que, penetrándotelas de mi corazón, muestres tu gran eficacia purificándole de las malignas y ennegrecidas manchas del vicio, y que intercediendo por los que transitamos en este valle de miseria, ilumines nuestros sentidos, para que cumpliendo con acierto las cargas a que nos hallamos constituidos en esta vida, podamos hacerte compañía en la gloria. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh amabilísima Virgen María! alegría de los justos y resplandor de la gloria: por el cruelísimo golpe que recibió tu inocente alma cuando te quitaron tu amado hijo ya difunto de los brazos para sepultarle, y por el alborozo que recibiste en su admirable ascensión al cielo; te suplico, Señora, ablandes la dureza de mi corazón, y que, sirviéndome de áncora contra mis enemigos en esta vida, te glorifique en la otra. Amén.

 

 


 

DÍA NOVENO

Santísima Virgen María de la Caridad, abogada de los hombres y bella azucena, cuyo fragante aroma adormece el espíritu de los que te aclaman: aquí me tienes, Señora, confesando tu hermosura y grandeza; y puesto que es hoy el último día de mi devota Novena, te pido ¡oh delicioso jazmín de los cielos! que dirijas una ojeada sobre tu Santa Iglesia, que la defiendas de las tentativas y torpes lazos que contra ella intenten formar sus adversarios, y confundiéndolos en sus iniquidades, hazlos que vuelvan al gremio de ella: mira al mismo tiempo por nosotros, los que te hemos consagrado este corto tributo, en reconocimiento de tu protección, y enardeciendo nuestros corazones con el fuego de tu Caridad, consigamos de tu pacientísimo hijo, la gracia de hacerte compañía con sus escogidos en la gloria. Amén.

 

ORACIÓN

¡Oh fidelísima Virgen María, cándida paloma del paraíso celestial y puerta por donde entramos a la gloria: por el estupendo beneficio que alcanzaste de la augusta Trinidad, de que bajasen los ángeles para conducirte en tu dichosísimo tránsito al cielo; te pido, Señora, que, en la hora terrible de mi muerte, cuando me halle ya desfallecido y sin fuerzas, me consueles y acompañes, para que, defendiéndome del Ángel de las tinieblas, que en aquellos momentos cual terrible león ansia apoderarse de mi pobre alma para saborearse en su destrucción y condenación eterna, triunfes de sus maléficas persecuciones y pueda hacerte compañía en la gloria. Amén.

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