SÚPLICA
A SAN JUAN CRISÓSTOMO
I.
Oh
glorioso Padre San Juan Crisóstomo, que, en la medida de su avance en los
estudios profanos, aún progresó en la ciencia de la salud, de modo que, incluso
de joven en Atenas, tuvo la gloria de confundir a tantos filósofos paganos y de
convertir al famoso Antemo en un ferviente cristiano, intercede por todos
nosotros. gracia de usar siempre nuestras luces para avanzar en los
conocimientos indispensables para la salud, y para procurar la conversión y
superación de todos nuestros hermanos con plena fuerza.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria
II.
Oh
glorioso Padre San Juan Crisóstomo, que preferiste la soledad y la
mortificación del desierto a los honores, las comodidades del siglo, y
considerándote indigno desde la época de la unción sacerdotal, te escondiste en
las cuevas más inhóspitas para escapar de la dignidad del obispo, a la que te
habían elevado los prelados de Siria, y ahí todo el tiempo te dedicaste a
componer las importantísimas obras del Sacerdocio, la Comunión y la Vida
Monástica, intercede por todos nosotros la gracia de pronunciar siempre la
retirada a la presunción, a la vanidad, al tumulto, la abyección a la gloria, y
no pasar. nunca un solo momento sin algún trabajo por nuestra alma.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria
III.
Oh
glorioso Padre San Juan Crisóstomo, que, a pesar de toda la resistencia de tu
humildad, consagrado sacerdote a los treinta años, se llenó visiblemente de
todos los dones del cielo, ya que, bajo la figura de una paloma, el Espíritu
Santo se posó sobre tu cabeza, intercede por todos de tener la gracia de
acercarnos siempre a los santísimos sacramentos con las debidas disposiciones,
para traerles cada vez más esos prodigiosos efectos para los que fueron
instituidos.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria
IV.
Oh
glorioso Padre San Juan Crisóstomo, que, habiéndote convertido en reformador de
los pueblos con la eficacia de tu predicación, volvió a ser tu caridad el
alivio de todas las miserias, especialmente cuando Antioquía esperaba su total
exterminio del irritado Teodosio, intercede por nosotros la gracia de la
angustia con todas nuestras fuerzas para iluminar al ignorante, corregir al
descarriado, consolar al afligido y ayudar al prójimo en todo tipo de
necesidades.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria
V.
Oh
glorioso Padre San Juan Crisóstomo, quien, elevado por el consentimiento de
todos los obispos a la eminente dignidad de Patriarca de Constantinopla, se
convirtió todavía en el modelo de la perfección más sublime por la frugalidad
de la mesa, por la pobreza de las decoraciones, por la incansable asiduidad a
la oración, a la predicación, a la celebración de los santos misterios y más
aún a la sabiduría para que supliste todas las necesidades de las veintiocho
provincias eclesiásticas que te habían sido encomendadas, y consiguió y
consiguió la conversión de los celtas, seiti y fenicios, así como de tantos
herejes que infestaban todos los Oriente, intercede por la gracia de cumplir
siempre perfectamente todos los deberes del estado en el que nos encontramos
actualmente, y de cualquier otro en el que luego nos encontremos comprometidos
por la Providencia soberana.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria
VI.
Oh glorioso Padre San Juan Crisóstomo, quien,
sufriendo siempre con inalterable resignación las calumnias publicadas contra
ti por los enemigos más poderosos, por la deposición, y el doble del destierro
de tu hogar, y el intento de asesinato de tu persona, seguías siendo de Dios,
se glorificó con el terremoto y el granizo que asoló Constantinopla dolorida
por tu expulsión, con las súplicas que te enviaron para que te llames, con las
desgracias más horrendas que les han ocurrido a tus perseguidores, y finalmente
con las maravillas más estupendas que obró en beneficio de los lugares más
desfavorecidos en los que estabas encadenado, obtén para todos la gracia de
sufrir siempre con mansedumbre, es más, de retribuir los insultos de nuestros
enemigos con beneficios, para encomendar al Altísimo y glorificarnos en la
medida de las humillaciones sufridas.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria
VII.
Oh glorioso Padre San Juan Crisóstomo, quien,
con un milagro completamente nuevo, treinta y un años después de tu muerte,
consoló a los pueblos que te habían sido confiados en el tiempo de tu vida,
porque los aclamaba e invocaba como santo y los traía del Ponto a tu querida
Constantinopla y los recibía como triunfante y puesto en tu firma patriarcal,
abriste los labios para pronunciar esas grandes palabras: La paz sea contigo: Pax
Vobis. Extiende también a nosotros tu intercesión, a fin de obtener del
Altísimo para nosotros esa paz que sobrepasa todos los sentimientos, y esa
unión mutua que forma una sola familia de todos los hombres, y que es preludio
y principio de esa paz inalterable de la que esperamos gozar. contigo y con
todos los elegidos del cielo. Amén.
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