miércoles, 2 de septiembre de 2020

TRIDUO A JESÚS DEL HUERTO

 


TRIDUO

PARA ACOMPAÑAR A NUESTRO AMOROSÍSIMO JESÚS EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ

SE REZA EL LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES SANTOS

 

 

ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS

Amado dulcísimo Jesús mío, Cordero inocentísimo, Padre de toda consolación y mi único esposo, yo, tierra estéril que no produce sin abrojos, espinas, pecados y maldades, que os hacen inclinar hasta la tierra, y sudar por todos los poros, arterias y venas de vuestro sagrado cuerpo, arroyos copiosísimos de sangre; pues me hicisteis Señor, por piedad infinita vuestro huerto, arrancad de mí, os suplico, las malas yerbas que ahogan en mi la semilla de vuestra Sangre Preciosa y me impiden serviros y agradaros. Venid, esposo mío, encended mi corazón, llenadme de dolor, partid y comunicad a vuestra esposa una pequeña parte de las agonías que atribularon en el huerto vuestro Corazón purísimo ¿Quién soy yo para Vos, amor divino, que tanto me queréis y por mi padecéis tanto? Vedme aquí, bien de mi vida, postrada a vuestros pies, si me queréis esforzar, esforzadme, si me queréis prender, prendedme: no sé amar, si no es á Vos; no sé querer, sino a ti; Vos; uníos mi Jesús a mí, para que no se aparte mi corazón de Vos. Quítame todo el gusto de la vida cuando os miro sudando sangre por ocasión de mis gustos. ¿Cómo no me corro registrándoos, alegría de los serafines, cubierto el corazón de tan melancólica tristeza? A vuestro amor, a esa tristeza, a esa Sangre que sudáis pido auxilios para conocerme, aborrecerme y vengar en mí con un perfecto dolor lo que pequé contra Vos, pues me pesa una y mil veces, mi bien, haberos ofendido: recibid, Señor, en satis facción de mis gravísimas culpas estos pobres ejercicios que deseo hacer con todos los afectos de mi corazón, y con ellos os pido abráis mis ojos para mirar vuestra Sangre derramada; mis oídos para que oiga vuestras voces: inflamad mi corazón para que participe de vuestras penas y nunca con mis culpas vuelva a renovar vuestras ansias. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

MEDITACIÓN

Considera cómo, el Señor, después de lavar los pies a sus discípulos é instituir el Santísimo Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre, se levantó de la mesa y se dirigió con ellos al Huerto de Getsemaní. Mira cómo la noche, sintiendo ya la futura muerte del Criador, se viste de negras sombras, y en el silencio se percibe sólo el ruido del aire en las hojas de los árboles, estando aquel sitio en la mayor lobreguez. Apartóse el Señor de sus discípulos, llevando por compañeros á Pedro, Santiago y Juan a quienes mandó que velasen y orasen para no caer en tentación. Medita, alma compasiva, con muy viva imaginación, como puesto al Señor en el palenque de su mayor amargura se le representa todo lo que había de padecer; el desamparo de su Eterno Padre; la poca lealtad de sus discípulos; la tiranía de los hombres; los dolores, los tormentos, las ansias, las deshonras, el descrédito de su Persona, el abatimiento de su sabiduría, los cordeles, cadenas, bofetadas, salivas, azotes, espinas, cruz. lanza y demás crueles invenciones y martirios con que le habían de atormentar y quitar la vida. Y dejando a su Sacratísima Humanidad que sintiese tanto esta rigorosa batalla, se cubrió de tan mortal tristeza, que ella sola bastaba para quitarle la vida, si la Humanidad no fuera ayudada y sustentada por virtud de la Divinidad, pasando a tanto la congoja de su corazón, que prorrumpió en estas palabras: Triste está mi alma hasta la muerte, que quieren decir: estoy cubierto de mortal tristeza y me muero de angustia

 

ORACIÓN

Altísimo Señor y Dios eterno, consuelo de los afligidos, gloria de los Ángeles y alegría de los tristes; una y mil veces os alaben y bendigan las abrasadas inteligencias del cielo, los justos y todas las criaturas de la tierra por el infinito amor y ardiente caridad con que tomasteis tan á pechos mi remedio, que cubrísteis vuestro Corazón inocentísimo de una mortal tristeza. Por aquella agudísima memoria que tanto fatigó vuestro espíritu en la soledad del huerto, os suplico miréis por la exaltación de nuestra santa fe católica, paz y concordia entre los príncipes cristianos; que traigáis a los paganos y gentiles al conocimiento de vuestra Santísima Iglesia, desterrando además toda secta y herejía. Ahuyentad, Dios de mi corazón, toda la tristeza que me aparta de Vos: libradme de mí misma, Jesús mío, para que triunfando de mis apetitos y de las astucias del enemigo, me conserve ahora y siempre en vuestra gracia para gozaros en la gloria. Amén.

 

JACULATORIA

Quién os pudiera aliviar,

Mi bien, mi Jesús, mi amor,

De la tristeza y pavor

Que Sangre os hace sudar.

 

Bendita y alabada sea la preciosísima Sangre de mi Redentor Jesús y los agudos dolores de su purísima Madre y mi Señora la Virgen María, en gracia concebida desde el primer instante de su ser. Amén.

 

 

 

 

DÍA SEGUNDO

MEDITACIÓN

Considera la soledad y desamparo de Cristo, pues habiéndose levantado de la santa oración para ver a sus apóstoles, los encontró descuidados y durmiendo: y al ver el Salvador el poco consuelo que hallaba en sus discípulos, dejólos y apartóse segunda vez a orar: bañado en sudor el soberano rostro, casi paralizados los pulsos, pegada la lengua al paladar, recurrió a la única fuente del consuelo, a su Eterno Padre; se postró en tierra, exhaló. de lo íntimo del alma un melancólico suspiro y prorrumpió en estas palabras: Padre Eterno, si es posible, pase de mí este cáliz: mas no se haga lo que Yo quiero sino lo que Vos mandáis. Mira alma, cómo mi amor Jesús halla indispensable rigor en su Padre, llegando a tal grado su aflicción, que no encontrando S. Lucas cómo ponderarla, la intituló agonía, que es propia de los que mueren.

 

ORACIÓN

Amantísimo cordero Jesús, mi Dios, mi Padre, mi bienhechor afligido: postrada en tierra doy infinitas gracias a vuestra misericordia, pues el cáliz de la mayor amargura que merecía yo beber por mis ofensas y culpas, Vos lo tomasteis tan á pechos, amorosísimo Padre, que la representación de mis delitos os puso en agonía de muerte. sin hallar para consuelo quien en tanta desolación os hiciese compañía. Bendito, alabado y glorificado sea vuestro amor, vida de mi alma, y todo mi bien; aquí me tenéis, Señor, para acompañaros con el corazón y la vida; partid conmigo las amarguras del cáliz, para que se haga en mí vuestra voluntad santísima. Y pues el amor a los mortales os llevó al desamparo del huerto, mirad con piedad a todos los hombres, favoreced, patrocinad a todos y á cada uno en su estado, a los sacerdotes, a los religiosos, a las religiosas; poned en libertad a los cautivos que están en poder de infieles, y consolad a todos los afligidos. Y pues sois, mi buen Jesús, un fuego ardiente de caridad, abrasad mi corazón y el de todos los católicos, para que teniendo presentes vuestras tristes agonías, lloremos vuestra Pasión y nos conservemos en gracia hasta veros en la gloria. Amén.

 

JACULATORIA

Haced, Jesús, mi dulzura,

que aquesta alma que os adora

Suavice con lo que llora

Vuestro cáliz de amargura.

 

 

 

 

DÍA TERCERO

MEDITACIÓN

Contempla con la mayor devoción y ternura que pudieres, cómo este trabajo y oración de Cristo duró tres largas horas, y en la última dijo a sus Apóstoles: Dormid ya y descansad, que cerca está el que me tiene vendido, y aumentándose más y más la congoja y agonía del Soberano Señor, se llenó de tan mortales angustias que llegaron al mayor y más desacostumbrado extremo de la naturaleza, que fue sudar arroyos de sangre tan copiosos que pasando las vestiduras regaron la tierra. En esta agonía mortal quiso Cristo mi Redentor que bajase un ángel á consolarlo y confortarlo con celestiales memorias, no porque a su Divinidad faltase virtud para esforzarse, sino para que los afligidos tengan confianza de que, acogiéndose a la Majestad de Dios, encontrarán clemencia, misericordia y alivio en los trabajos.

 

ORACIÓN

Oh buen Jesús! ¡Oh verdadero Padre de mi alma! ¡0h Pastor amante! ¿Cómo es tanta la dureza de mi obstinado corazón, que sabiendo que cae de la nube purísima  de vuestra santa Humanidad, abundante lluvia de Sangre sobre la tierra, no se baña mi alma en sangre por el sentimiento y dolor? Pero, si es tanta mi dureza que a la vista de tan sangriento espectáculo no se enternece afligida y no llora; Vos, Padre de las divinas piedades, que de las piedras sabéis hacer hijos de Abraham, convertid el mármol de mi corazón en deshecha fuente de lágrimas, para que pague con agua lo que Vos vertisteis de Sangre Y pues ese santísimo licor de vuestras venas se vertió para lavar y albear a todas las almas, pase ese sudor de Sangre a abrir los ojos de los que olvidados de vuestras piedades están en culpa mortal: comuníquese el favor de esa divina Sangre a la cárcel del Purgatorio, para que aliviadas de sus rigurosas penas las pobrecitas almas, alcancen el deseado descanso. Especialmente, Señor, suplico y pido a vuestra divina clemencia que miréis con ojos de piedad a esta humilde esclava vuestra: confortad mi flaqueza; ayudad mi miseria; grabad en mi corazón la memoria de vuestros padecimientos, para que siendo mi pecho un conjunto de mirra amarguísima, consiga lo que tanto amo y deseo, que es ser verdadero devoto de vuestra pasión, para conseguir por vuestros dolores la gracia, y por vuestra Sangre, la gloria. Amén.

 

JACULATORIA

El cielo y la tierra llore

De Jesús la amarga pena

Y mi alma de angustia llena,

En Jesús tan solo more.

 


ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LOS DOLORES

¡Oh Sacratísima y dolorosa Madre de mi Señor Jesucristo y obedientísima sierva suya! En estas tres horas estabais resignada en la Divina Voluntad, ofreciendo al Eterno Padre ir a pasar todos los dolores y trabajos que había de padecer vuestro amantísimo Hijo, conociendo que era llegada la hora de su pasión afrentosa, imprimid Dolorosa Madre mía, esta Pasión, estos dolores, y estas verdades en mi corazón y en mi alma, para que siga siempre el camino de la Cruz, de los abrojos y espinas, y para que nunca se aparte de mí el amor de vuestro Unigénito y mi adorado Jesús. Desterrad de mí, oh Señora, cualquiera otra voluntad y miserable deseo, pues solo quiero el amor de mi Divino Redentor, el de tus muchos dolores, tu amistad y compañía, para que mediante tu intercesión y favor consiga abominar la culpa, conservar la gracia y llegar a la gloria. Amén.

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