DEVOTO
EJERCICIO
QUE
EN HONOR DE LAS SAGRADAS LLAGAS IMPRESAS EN LOS PIES, MANOS Y COSTADO DEL
HUMILDÍSIMO PATRIARCA DE POBRES EL SERÁFICO PADRE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Dedica
con filial amor y reverencia un presbítero de la Venerable Orden Tercera.
Con
Licencia del Ordinario
Murcia,
1877
El
Excmo. e Ilmo. Sr. Dr. D. Diego Mariano
Alguacil y Rodríguez, dignísimo Obispo de esta Diócesis, se ha dignado otorgar
40 días de indulgencias por rezar devotamente cada una de las oraciones de este
piadoso ejercicio.
A
LA LLAGA DEL PIÉ IZQUIERDO
El
que no renuncia de todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. S. Lucas 14,
33.
Salúdote,
oh Sagrada llaga impresa en el pie izquierdo del humildísimo Padre San Francisco,
y os suplico por ella, Santo mío, que, así como renunciando a todo lo temporal,
os hicisteis pobre por Jesucristo, me alcancéis del Señor, imite vuestro
generoso desprendimiento, viviendo hasta la muerte en pobreza. Amén.
Padre
nuestro, Gloria Patri.
A
LA LLAGA DEL PIÉ DERECHO
¡Cuan
hermosos son los pasos de los que evangelizan la paz! S. Pablo a los Romanos. 10,
15.
Salúdote,
oh Sagrada Llaga impresa ene el pie derecho del celosísimo Padre San Francisco,
y yo os suplico por ella, Santo mío, que, así como predicasteis por el mundo
las verdades eternas, me alcancéis del Señor, procure en todo y por todo la
mayor honra y gloria de Dios. Amén.
Padre
nuestro, Gloria Patri.
A
LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA
Ninguno
tiene mayor caridad que aquel que da la vida por sus amigos. S. Juan. 15, 13.
Salúdote,
oh sagrada llaga impresa en la mano izquierda del clementísimo Padre San
Francisco, y os suplico por ella, Santo mío, que, así como lograsteis del cielo
eficaces auxilios para los pecadores, me alcancéis del Señor, me abrase en
verdadera caridad, sacrificándome en beneficio de las almas. Amén.
Padre
nuestro, Gloria Patri.
A
LA LLAGA DE MANO DERECHA
Sed
perfectos, como es perfecto el Padre celestial. S. Mateo. 5, 48.
Salúdote,
oh sagrada llaga impresa en la mano derecha del purísimo Padre San Francisco, y
os suplico por ella, santo mío, que, así como sois modelo de virtud para los
justos, me alcancéis del Señor, siga fielmente vuestros pasos por el hermoso camino
de la perfección. Amén.
Padre
nuestro, Gloria Patri.
A
LA LLAGA DEL COSTADO
Lejos
de mi gloriarme en otra cosa que en la Cruz de nuestro Señor Jesucristo. S.
Pablo a los Gálatas. 6, 14.
Salúdote,
oh sagrada llaga impresa en el Costado del Seráfico Padre San Francisco, y os
suplico por ella, Santo mío, que, así como transformado en Jesucristo,
sentisteis vivos e intensos afectos de amor y de dolor, me alcancéis del Señor
que muera yo desde ahora a todo lo terreno, y que busque lo eterno, llorando y
gozando al pie de la Cruz. Amén.
Padre
nuestro, Gloria Patri.
A
LAS CINCO LLAGAS
Todo
cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, os será concedido. S. Juan. 16, 23.
Yo
os reverencio, Sagradas Llagas, impresas en el glorioso Padre San Francisco,
imagen viva del Redentor crucificado, y os suplico por ellas, Santo mío, que intercedáis
ante el Padre celestial por medio de los purísimos corazones de Jesús y de María,
para que, acordándose de sus grandes misericordias, inflame la tierra en santa
caridad, logrando vuestros hijos, siervos y devotos, paz, gracia y virtudes que
nos aseguren gozar para siempre en el cielo con Vos. Amén.
Padre
nuestro, Gloria Patri.
ANTÍFONA
Oh
Francisco, Mártir de deseo, que, inflamado en vivas ansias de padecer,
estudiaste en el precioso libro de Jesús crucificado, hasta imitarle con la mayor
perfección. Tú, que, mirando en el aire en un Serafín en Cruz, ostentas desde
entonces llagas impresas en tus pies, manos, y costado. Protege a tu grey, tu,
que después de tu dichoso tránsito, muestras tu carne beatísima, antes cárdena
y atormentada, participando de la hermosura que tu alma felicísima en el cielo
ya disfruta.
L/:
Signaste Señor, a tu siervo Francisco.
R/:
Con los signos de nuestra Redención.
ORACIÓN:
Señor mío Jesucristo, que, resfriada la caridad en el mundo, renovaste las
sagradas llagas de tu pasión en la carne de nuestro Beatísimo Padre San
Francisco, para inflamar nuestros corazones en el fuego de tu amor, concédenos
misericordioso, que, por los ruegos y méritos de este, llevemos constantemente
la Cruz, y hagamos frutos dignos de penitencia. Que vives y Reinas, por los
siglos de los siglos. Amén.
Colaboración de Miguel Morales
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