DÍA
NUEVE
Amor
de San Francisco a los que sufren
“Cuanto
hiciereis por uno de estos pequeñuelos que en mí creen, por mí lo hacéis”,
decía el Señor, animándonos a la compasión por nuestros prójimos. El corazón
del Seráfico Padre, lleno de caridad seráfica, fue pródigo en ternuras, más que
paternales, maternales, para con los hombres, particularmente para con los
hombres, particularmente para con los pobres, los humildes, los enfermos, todas
las víctimas del dolor… nadie como él, supo prodigarles atenciones y caricias. Los
visitaba, alentaba, socorría, hacía milagros por aliviar sus dolores. Todo le
sobraba a él, y todo le parecía poco para ellos. Tenía por pecado de hurto el
no dar cuanto tenía y podía juzgar, necesitaba otro. Dador de si mismo daba su
corazón en raudales de amor… ¡Cuánto confunde este ejemplo mi sórdido egoísmo!
Máxima:
Cuando ves a un pobre, miras en un espejo, en el cual descubres al Señor y a su
santísima Madre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario