viernes, 9 de octubre de 2020

MES DE OCTUBRE A SANTA TERESA - DÍA NUEVE

 

DÍA NOVENO

DE LA PORTENTOSA PENITENCIA DE SANTA TERESA

¿Si es a Dios agradable la penitencia que hace el pecador en satisfacción de sus culpas, en cuanto más no le será la penitencia hecha por un alma justa y santa, que apenas tenía por qué satisfacer a la Divina Justicia? En este caso se hallaba Santa Teresa de Jesús, y, no obstante, puede presentarse como modelo de penitencia, a pesar de no haber cometido en toda su vida ni un solo pecado mortal, ni venial, como ella misma lo afirma. Laceraba y mortificaba su bendito cuerpo con durísimas penitencias, cual si hubiese sido gran pecadora como Santa María Egipciaca o Santa Margarita de Cortona. Como hija espiritual que era del ejemplarísimo penitente San Pedro de Alcántara, llegó la Santa, con las enseñanzas de tan sabio maestro de penitencia, a un grado verdaderamente asombroso, en el cual se mantuvo toda su vida con admiración de sus hijas, que se dolían de ver a su Santa Madre, a su edad avanzada y en medio de sus achaques, mortificarse tanto. A las grandes penitencias que puso Teresa en la Regla que dio su Reforma, como vigilia toda la vida, ayunos continuos, malo y duro lecho, y disciplinas frecuentísimas, añadió otras para sí, tales como en muchos días mantenerse con pan y agua, llevar interiormente crueles cilicios, azotarse duramente y tener por almohada un leño de encina, así como otras tantas que solamente con la gracia de Dios pudo resistir. Admiremos nosotros también tan asombrosa penitencia; y ya que no tengamos valor para imitar a Santa Teresa en ella, al menos mortifiquemos nuestros sentidos en cuanto nos sea posible, y tengamos a raya nuestras pasiones.

 

OBSEQUIO

Privémonos hoy del manjar que más nos gusta, para honrar más a la Penitentísima Santa Teresa.

 

MÁXIMA

Tenga presente la vida pasada para llorarla, y la tibieza presente y lo que falta de andar de aquí al Cielo para vivir con temor, que es causa de grandes bienes.

 

ORACIÓN

Gloriosa Virgen Santa Teresa de Jesús: por aquella portentosísima penitencia y mortificaci6n con que lacerasteis vuestro santo cuerpo, suplícoos me alcancéis del Señor mortifique mis pasiones con la penitencia para tenerlas sujetas al espíritu, y obtener así el feliz resultado que vos obtuvisteis. Amén.

 


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