NOVENA
AL SEÑOR DE PLATEROS
Que
se venera en el Santuario de Plateros
Fresnillo,
Zacatecas, México
ADVERTENCIA
Y MODO DE HACER ESTA NOVENA
Siendo
notorio y verídico que siempre que nos hallamos en cualquier conflicto trabajo
o necesidad, aclamamos a la misericordia de Dios nuestro Señor, que por medio
de gus imágenes se nos manifiesta bondadoso. prodigándonos por ellas su piedad
y clemencia santísima. Por lo que será muy útil, que en los días de esta
novena, para alcanzar la gracia que se pretenda, sea la que fuere, deba el
cristiano aplacar la divina justicia con una sincera penitencia corrección y fuego
de las ocasiones de pecar; también ejercitándose en algunos actos piadosos,
haciendo oración por las almas santas de los señores sacerdotes, y por las
demás que están en el purgatorio, que no tienen quién de ellas se acuerde, al
mismo tiempo ayunando o visitando a los enfermos, asistiendo a la Iglesia, pidiendo
a Dios nuestro Señor, socorra todas las necesidades de todos nuestros prójimos,
particularmente las de la Santa Iglesia, y después la que se solicita. Esta
novena se puede hacer en todo tiempo, pero más propio es en Julio, que es
cuando se hace su función de Iglesia a esta imagen, en su Santuario de
Plateros: debiéndose comenzar el día seis para que se acabe el catorce del
misma Julio, víspera del día en que se hace dicha función, según lo declara el
segundo milagro en su origen, sino también se puede hacer a fines de Julio,
tratando de acabar el día de la Transfiguración del Señor. Cualquiera persona
que la haga bajo las condiciones susodichas alcanzará de su Majestad Santísima,
la gracia que pretenda en ella.
ACTO
DE AMOR PURO DE SAN FRANCISCO XAVIER
CON EL QUE SE COMENZARÁ TODOS LOS DÍAS
No
me mueve, mi Dios para quererte
El
cielo que me tienes prometido:
Ni
me mueve el infierno tan temido
Para
dejar por eso de ofenderte:
Tú
me mueves, Señor, muéveme verte
Clavado
en esa Cruz y encarnecido;
Muéveme
ver tu cuerpo tan herido.
Muéveme
tus afrentas y tu muerte.
Muéveme,
en fin, tu amor de tal manera,
Que,
aunque no hubiera cielo yo te amara
Aunque
no hubiera infierno te temiera:
No
me tienes que dar porque te quiera,
Porque
si cuanto espero no esperara
Lo
mismo que te quiero te quisiera.
ACTO
DE CONTRICION
Jesús Crucificado,
postrado a tus pies el más ingrato pecador, te pido perdón
por haberte ofendido con tantas culpas; a mí me pesa, Señor, haber pecado.
¿Quién hubiera muerto mil veces antes que haber cometido monstruoso crimen? Me
pesa, Jesús dulcísimo, pues por tu infinita bondad me criaste a tu imagen y
semejanza, y me redimiste con el precio inestimable de tu preciosa sangre,
sufriendo voluntariamente en el ignominioso madero de la Cruz, en donde te miro
clavado y te contemplo lleno de amarguras y penas tan sólo por mi remedio: y yo
ingrato, he correspondido tan mal a tantos beneficios. ¡Qué
sufrimiento tan maravilloso es el que admiro
en tu imagen Crucificado! No sólo en la Cruz de que te veo pendiente; ni solos
los clavos, ni solas las llagas, lastimosas heridas y vehementísimos dolores te
atormentan, sino al mismo tiempo mi corazón. Mis pecados son la fiera más
inhumana, que ha hecho en Ti un destrozo que pone horror a los ojos del hombre
más insensible Y lo veo y me confundo, cuando comparo lo vilísimo de mi
nada, con lo grande y soberano de tu majestad, me pierdo y no acabo de mirar ¡Cómo
cupo tanta dignación y bondad en mi Dios, para con un monstruo de ingratitud y
maldad tan horrible como yo! Te veo y me veo a mí, y no acabo de
entender cómo llegó a tanta mi desbaratada locura que un Dios tan bueno, guardase yo en mis
entrañas un corazón tan malo! ¿Es posible, Dios mío, que tanta paciencia me
hayas tenido y no me hayas hecho abrir los ojos a tanto exceso de bondad? ¡Que
bondad, Jesús mío, misericordioso Padre! Ya considero tu piadosa ternura de
amor para conmigo, que, si fuera necesario para mi remedio dar mil veces tu
vida, la darías con gusto solo por salvarme. ¿Y aun me quedo todavía tan
indiferente y frío como un hielo y tan duro como una piedra? No, Señor; me
abrazaré de vuestros pies, confesaré a gritos mi maldad, diré que contra el
cielo y a tu vista he pecado y que no soy digno de perdón. Mas confiado en tu
infinita bondad, que no sabe desechar a los indignos pecadores, me presento
ante vos a la manera de un leproso, que cuanto más cubierto de asquerosas
llagas, tanto más excita compasión de quien le mira. ¡Jesús mío, Padre de
infinitas misericordias! perdóname, que yo propongo con toda la firmeza que
pueda, no volver a ofenderte, porque ya considero mi suma debilidad y flaqueza
o inconstancia de mis anteriores propósitos; ya mi Padre y bienhechor, clamo a
Tí y te pido tu auxilio por los méritos e intercesión de la Santísima Virgen
María Madre tuya y Señora mía, a quién desde ahora elijo por mi abogada para
mudar de vida, desagraviar tu justicia irritada contra mí. Propongo, Señor, la
enmienda, y confío en tu bondad, que he de aborrecer el petado con el mayor
horror que se le puede tener a un enemigo, huyendo las ocasiones de cometerlo y
satisfacer, por los ya cometidos, con cuantas obras buenas pudiere, para que
unidas al infinito precio de tu sangre, me sirvan de recompensa en tu tribunal;
dame, Señor y tu divina gracia y fortaléceme en las virtudes, pues creo
firmemente, que usarás de benignidad para conmigo. Pequé, amantísimo Padre, y
me pesa haber pecado; pequé, dueño de mi alma. Misericordia, amorosísimo Jesús;
misericordia, misericordia, Señor; viva tu fe, viva tu amor, viva tu gracia,
muera el pecado, por los siglos de los siglos. Amén
ORACIÓN
A
MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES,
la
cual servirá para todos los días, después del acto de contrición, para alcanzar
por intercesión de la santísima virgen, lo que se solicite de su hijo santísimo
JACULATORIA
Madre
en tan amargo mar
Pues
eres fuente de amor;
Para
contigo llorar Hazme sentir tu dolor;
Y
suplícale a tu Hijo
Me
conceda este favor,
Mediante
tu intercesión
Creo
ser de él merecedor.
ORACIÓN
Justísima
Madre de Dios, Reina de los mártires, Esperanza única de los Pecadores, yo sé
muy bien y estoy enteramente persuadido de tu bondad, que si alguno de los que
crucificaron a tu Hijo inocentísimo, hubiera llegado arrepentido a valerse de Ti,
para alcanzar perdón de su maldad no le hubieras despreciado, porque estabas
dispuesta a recibirlo y abogar por él, con tu Hijo Santísimo, Pues he aquí,
Señor, que fiado en esta verdad, llego arrepentido a valerme de ti suplicándote
que por aquel dolor que atravesó tu corazón cuando oíste quejar a tu amantísimo
Hijo, del lastimoso desamparo que padecía clamando a tu eterno Padre con
aquellas lastimosas voces diciendo: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿por qué me has
desamparado? Mira Señora a que extremo llegó la dignación del Padre; aún a su
Unigénito parece le desamparaba cuando le veía en forma de pecador, Desdichado
yo si no vuelves tu por mí, seré desamparado para siempre ante el Tribunal del
Todopoderoso no abogas por mí. Mira Madre mía, aunque vil gusanillo, de la
tierra soy hijo tuyo y debes ampararme, dolorosísima Señora, y aunque me
considere indigno de estar en tu presencia y valerme de Ti, te digo que si no
me miras como madre ¿qué será de mí, a donde volveré mis ojos? El cielo me amenaza, la tierra
se estremece de mis crímenes el abismo me
aguarda; quiero levantar mis ojos a verte y me humilla la vergüenza de mis
delitos. ¿Qué haré Madre mía? Ya reflexioné, y ya lo dije; eres mi Madre y este
recuerdo me alienta, Madre de Dios. Madre de misericordia, Madre de los pecadores,
atiende a mis ruegos, da la mano a este pecador que te invoca. Ayúdame a
levantarme del fango de mis vicios y a retirarme las: ocasiones y a buscar mi
remedio. No desprecies al que hoy toca a tus puertas, ábreme las del cielo y
alcánzame de tu preciosísimo Hijo, el favor que pretendo en esta ocasión, pues
te lo suplico por las benditas lágrimas que derramaste al pie de la Santa Cruz,
viéndole desclavar de ellas haz Señora, que bañado en lágrimas de verdadera
contrición, mire la imagen de Cristo crucificado de Plateros para que en la
hora de mi muerte merezca oír de su boca aquella dulcísima palabra: "Hoy
serás conmigo en el paraíso de la gloria". Amén.
Aquí
se leerá el milagro y en seguida la jaculatoria, y luego se rezarán tres Padre
nuestros y Ave Marías las que se ofrecerán con la oración del día, y así se
hará en los demás días siguientes.
PRIMER
DÍA
MILAGRO
El
día 4 de julio del año de 1.786 le atacó una fuerte fiebre a D. Juan Antonio de
Alva, alcalde mayor de la ciudad de Fresnillo y siguiendo la calentura sus
términos consignados, se le ministró el Santísimo Sacramento de la Eucaristía
el día ll del mismo mes. Pero las noches de los días 17 y 18 se vió tan
agravado, que ni de los médicos que le asistían daba la más leve esperanza de
su vida, porque pensaban no amaneciera; y habiendo amanecido el día 18,
determinó el Sr. Cura y vicarios de dicha ciudad, se le pusiera al enfermo encima de la cama, el
velo de la milagrosa imagen de Jesucristo de Plateros. Y desde aquel mismo
instante empezó a encontrarse mejoría en el enfermo, de modo que el 21 del
mismo se halló enteramente limpio de calentura; y el 2 de julio inmediato
asistió en la Iglesia parroquial, a una solemne misa que determinó se cantara a
dicha imagen en acción de gracias comulgó después de la misa que fué a las 9 de
la mañana, y la mayor parte del tiempo que duró aquel Santo sacrificio se
mantuvo hincado de rodillas. y para que este prodigio quedase en la memoria de
todos los moradores de dicha ciudad, que con admiración han visto milagro tan
patente, dispuso el mencionado alcalde mayor, previa licencia del referido
señor cura, se pintase un retablo y se pusiese en el Santuario de aquella
soberana imagen señal de agradecimiento a las misericordias de Dios nuestro
Señor, y devoción de los fieles para con aquella portentosísima imagen de
Jesucristo.
Tres
Padre Nuestros y Tres Ave Marías
JACULATORIA
Mi
Jesús crucificado
De
Plateros el portento,
La
llaga de tu costado quiero
que
sea mi aposento,
Y
la sangre y agua de ella
Mi
comida mi aliento;
Con
cuya vianda sagrada
No
desmayaré un momento
Y
en morada tan hermosa
Viviré
siempre contento.
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, mi
crucificado dueño; que por mi amor sufriste ser clavado en un ignominioso
madero del cual estuviste colgado tres horas, padeciendo incomparables dolores
y muy crecidas angustias; yo te adoro reverente en él y veo esas cinco llagas
de tu delicadísimo cuerpo y quisiera morir de dolor al verlo hecho pedazos tan
solo por mi amor. Yo en este primer día te saludo humildemente y te ofrezco
estos tres Padre nuestros y Ave María acompañados con la primera Jaculatoria,
en reverencia de estos tres clavos con que clavaron tus santísimas manos,
después de haber formado con ellas el cielo y la tierra para nuestro provecho,
después de haberlas ejercitado en tan portentosas maravillas como dar
vida a los muertos, vista a los ciegos, salud a los enfermos. ¡Oh manos
admirables del mundo! ¡Oh hermosura de los cielos, recreo de log ángeles! ¡Oh
mi crucificado Salvador! por aquellos dolores que sentiste en la crucifixión de
tus santísimos pies y manos y por la preciosísima sangre que en ellos destilaste,
te pido aceptes mis súplicas, remediando mis necesidades y las de todos mis
prójimos, así espirituales como temporales, principalmente de las almas santas
del purgatorio. Y comunícame tu amistad y gracia para que en la hora de mi
muerte merezca ver tu santísima imagen y al mismo tiempo alcance en esta vez de
t" piedad y misericordia el favor que te pido en esta novena, siendo de tu
agrado, y si no que se haga tu santísima voluntad. Gloria al Padre, al Hijo y
al espíritu Santo. Por los siglos de los siglos. Amén.
Aquí
ge hace la petición según la necesidad particular, de cada uno y luego se dirá
el siguiente ofrecimiento, el que servirá para todos los demás días.
OFRECIMIENTO
DE LA PETICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Amabilísimo
Jesús crucificado, que en esa divina imagen de Plateros eres defensor de los
hombres delante de tu Padre, mira ahora este miserable pecador que con tu
preciosa sangre redimiste. Me avergüenzo de esto delante de Ti, porque me
confunde el temor de mis muchas culpas, pero tú que eres la propiciación de
todas, aliéntame con tu gracia y perdona mis pecados; Tú mi amado Jesús, que
buscaste las almas hasta fatigarte por hallarlas; Tú que moriste en una cruz
porque no se perdiera ninguna, no permitas se malogren en la mía, las expensas
de tanto trabajo y dolor. ¿Qué utilidad, Salvador mío,
ganará para mí tu sangre, si vertida con tanta abundancia me pierdo? Por ventura yo que he sido
alimentado con tu sacratísima carne y sangre ¿me
podré separar para siempre de Ti? ¡Ah! no, no, dulce Jesús mío, esto no lo ha
de permitir aquella ternura de Padre con que siempre me has amado,
derramando sobre mí tantos beneficios, tantas bondades por medio de tu sagrada
imagen, en la que milagrosamente has dado salud a los enfermos que te invocan,
socorriendo a todos los necesitados que te aclaman. Hoy postrado humildemente,
te suplico me concedas la gracia que en esta petición te pido, atiende Señor a
mis súplicas, mis gemidos lleguen a penetrar la ternura de tu corazón para que
unidos a los méritos de tu pasión santísima y dolores de tu afligidísima Madre,
consiga el que le des buen despacho a mis súplicas que en medio de esta novena
te presento, pues bien vez la necesidad con que te lo pido en esta ocasión, en
la cual espero me mostrarás tu misericordia concediéndome lo que solicito,
dándome también en esta vida una perpetua resignación para llevar con paciencia
mis trabajos y aflicciones, al fin de ella una dichosa muerte para ir a
alabarte en la gloria por los siglos de los siglos, Amén.
Aquí
se rezan tres Credos, en reverencia de las Siete palabras que habló al Señor en
la Cruz.
SEGUNDO
DÍA
MILAGRO
En el año de 1790 a 15 de
junio, aconteció en el camino del Tule que viniendo dos hombres dirigidos a la
función que se le hace en dicho mes y día a la portentosa imagen del Señor de
Plateros; y observando uno de los dos que el otro traía la cantidad de diez
pesos, tuvo para sí mala intención, caminando así todo el día, hicieron noche loma
que da vista al Santuario, donde después de haber cenado, llegada la hora de
acostarse, estuvo en vigilancia el malhechor hasta que se durmió su compañero;
y cumplido su deseo, tomó una piedra que estaba allí, siendo su peso tres
arrobas, la cual se la- arrojó en la cabeza, con la que 'le hizo saltar los
sesos, y al momento empezó a brincar el cuerpo anegado en sangre, y éste
entonces aprovechó la ocasión de tomarse el dinero. Mas asustado y lleno de
pavor de su hecho, compadecido de ver el cuerpo todo ensangrentado, empezó a
clamar a la Divinísima imagen del Señor de Plateros, y mucho más cuando vió que
no hacía movimiento alguno, can más ansia y aflicción le gritaba a la
soberana imagen diciéndole que le hiciera la maravilla de resucitar a aquel miserable
hombre; y repitiendo sus lamentos sin cesar, se resolvió dirigirse para el
Santuario del Señor, y llegando a poco de haber amanecido se entró de rodillas,
publicando su crimen a presencia de la santísima imagen de Jesucristo
crucificado y de los que estaban presentes en ese día; y en medio de su
aflicción no cesaba en sus lamentos pidiéndole y suplicándole a la poderosísima
imagen por la vida de aquel hombre matado. Tanta era la fe con que este rogaba a
su Majestad remediara su desdicha; que, estando algunas personas escuchando las
deprecaciones que le hacía en voz alta, quiso la Majestad divina, por medio de
su infinita misericordia, volver -la vida al desgraciado muerto, quien,
entrando al Santuario con la piedra en la cabeza, se presenta delante de su
infame compañero a dar gracias al Señor de Plateros porque le restableció la
Vida. Entonces el malhechor le perdóname, que yo te maté y le respondió el
muerto; diciéndole: pero el Señor. me ha resucitado; Y admirado 'éste y los que
palparon el suceso del uno y del otro, maravillados de tan grande prodigi09
volvió' el' malhechor a pedirle perdón entregándole los diez pesos, Y dando
ambos infinitas gracias. a la soberana imagen para acreditar la verdad de este
suceso, dejaron la piedra en el Santuario, donde hasta hoy día existe a la
vista para que la vean todos los que visitan al Santuario y den gracias a las misericordias
de Dios, por eternidades.
JACULATORIA
Mi
crucificado duelo
Por
mis culpas coronado,
Haz
que muera de dolor
Ante
tus plantas postrado.
Que
arrepentido te digo
Me
pesa el haber pecado,
Misericordia
Señor,
Ya
no me mires airado,
Dame
de tu Divina Gracia
Y
en ella muera anegado.
ORACIÓN
Clementísimo.
Jesús crucificado, que, siendo Creador del Universo, tan sólo por mi amor te
dignaste dejar coronar de agudas espinas tu bellísima cabeza, siendo
reverenciada y temida de los ángeles. Yo te adoro con toda la veneración que
mereces y te saludo en este segundo día, ofreciéndote esta segunda Jaculatoria,
en reverencia de aquellos dolores que sentiste en tu coronación, traspasado en tus divinas sienes aquellas
punzantes espinas, ¡Oh, soberana cabeza de mi pacientísimo Jesús! ¡Como no
desprendes de esos cielos un rayo que haga pedazos mi corazón que no viva yo
tan tibio y adormecido en medio de tantos y tan grandes pecados que tantas
veces he cometido contra Ti! ¡Qué ingratitud! ¡Qué horror! ¿Qué estupidez e
insensibilidad se ha apoderado nuevamente de mi corazón? Según esto, yo no
tengo remedio en lo humano: pues ¿A quién ocurro? ¿Quién me librará de tan
temible mal? ¡Y mal tan grande como el pecado! Solo Tú crucificado Salvador
mío, tú eres el único bien y apoyo de mi esperanza; ¿qué cosa tengo yo en el
cielo ni en la tierra, qué cosa hay fuera de Tí que sea digno de mi amor?
Respiro ya, ahora si que siento alentado mi corazón. Te buscaré Dios mío, con
todos mis esfuerzos, no descansaré hasta hallarte y conseguir el perdón de mie
pecados, dándome resistencia para vencer las tentaciones del demonio; y solo
pienso con ternura en esa sagrada corona que miro en tu santísima cabeza, por
la que te pido me concedas el favor que solicito en esta novena que te dedico
en honra y gloria tuya y de tu santísimo nombre, y al mismo tiempo merezca
tener una buena muerte, logrando en ella el ver tu hermosísima imagen para ir a
gozarte para siempre en la gloria. Amén (La petición).
TERCER
DÍA
MILAGRO
En
el año de 1833, el 14 de agosto a las siete de la noche le atacó fuertemente a
Dn. Rafael Muñoz, natural de Fresnillo, la epidemia del cólera morbus, y no
asegurando los facultativos llegara a las ocho, su esposa y sus niñas, hallándose
en tan grande tribulación, clamaron al Santísimo Cristo de Rateros, y
habiéndole puesto al enfermo un sendal de la milagrosa imagen, al punto
restableció su salud; y un testimonio de esta maravilla, pintó su retablo y lo
puso en el Santuario del Señor, dando infinitas gracias al Todopoderoso,. para
que sea un certificado de tan admirable prodigio, a todos los devotos que van a
visitar de lejos tierras a esta soberana imagen.
JACULATORIA
Mi
crucificado amante
Yo
no merezco ni verte,
Porque
un solo momento
No
paso sin ofenderte
Y
tú, de Padre clemencia
Me
amas sin corresponderte;
Siendo
el origen y causa
Que
estés así de esa suerte.
No
me niegues tus favores
En
el trance de mi muerte.
ORACIÓN
Soberano Redentor mío,
Jesús crucificado, que clavado en el madero-santo de
la cruz abriste-tus lastimosos labios no tan sólo para pedir perdón para tus
enemigos, sino también para disculparlos en la presencia del eterno Padre, yo
te adoro con todo el afecto de mi corazón, yo te saludo en este tercer día y te
ofrezco estos tres Padrenuestros y Avemarías, adornados con la
tercera jaculatoria en reverencia de tu hermosísimo rostro que oscurecido con
mis culpas y afeado con mis iniquidades le miro en este día. ¡Oh resplandeciente
cara de mi crucificado Redentor! ¡Oh hermosura de los cielos renegrida con mis
horribles crímenes y maldades! Me avergüenzo Señor, de estar delante de tan
soberana imagen siendo quien empañó con mis pecados ese luciente espejo, en quien
se miran los ángeles y demás cortesanos del cielo. Padre de misericordia,
detesto con íntimas veras de mi corazón mis malas costumbres en que he vivido, a mi mayor desgracia
teniendo en Ti todo bien mi salud y mi remedio; mírame Señor, muévete a
compasión con este indigno y vil pecador que no merece estar delante de Tío sí
amorosísimo Padre, has que sólo atienda al negocio de mi salvación, para que
favorecido de tu divina gracia y anegado en el anhelo de tu amor, llore con
provecho de mis pecados, y alcance el perdón de ellos y de mis ingratitudes con
que afea tu santísimo rostro, y al mismo tiempo te suplico me concedas el favor
que te pido en esta novena y después logre al {in de mi viva tener una feliz
muerte para ir a gozarte en el cielo, donde vea para siempre tu hermosísimo rostro lleno de
resplandor y gloria, v le alabe sin cesar hasta la consumación de los siglos. Amén.
La petición.
CUARTO
DÍA
MILAGRO
El
17 de septiembre del año de 1836, estando I Esteban Segura trabajando de Ateca
en el tiro general de Beleña en compañía de otros cuatro hombres, tuvo la
desgracia de que se hubiera ido un barreno, del cual murieron
los cuatro que acompañaban al expresado; quien mirándose en tal peligro invocó
con fé viva entre su corazón a la soberana imagen del Señor de Plateros, quien
misericordiosamente le favoreció en tal acontecimiento, salvándole la vida sin
que le perjudicaran ni causaran mal alguno las piedras que volaron al estrépito
del barreno, y mirando el referido Esteban la maravilla tan sin igual que el
Señor obró con él en aquel instante que le invocó, siendo testigo ocular de la
desgracia de sus compañeros, mandó pintar su retablo para ponerlo en el Santuario
de la portentosísima imagen, demostrando en el todo el pasaje, para que sirva
de constancia a todos los que visiten al Señor y vean un prodigio tan admirable
como es éste; y para perpetua memoria está en aquel desierto, donde se venera
aquella soberana efigie de Jesucristo.
JACULATORIA
Jesús
mío crucificado
que
por tu grande bondad
has
tolerado paciente
Mi
ingratitud y maldad:
Yo
te pido, dueño amado.
Me
concedas por piedad,
Una
firme resistencia
Contra
toda adversidad:
Fija
en mí tus bellos ojos,
Que
yo quiero tu amistad.
ORACIÓN
Amantísimo
Jesús sacrificado, único dueño de mi alma, atractivo imán de mi corazón,
grandeza incomparada de los ángeles, ser incomparable de los cielos y
benignísimo Redentor de todas las criaturas, Padre amorosísimo de
clemencia, yo te adoro reverentemente en este día te ofrezco estos tres
Padrenuestros y Ave Marías enriquecidos con la cuarta jaculatoria en reverencia
de tus benignísimos ojos que bañados en lágrimas por mí sufrieron ser vendados.
¡Oh bellísimos ojos de mi Jesús! ¡Oh luceros resplandecientes de las glorias embeleso de los querubines!
Penetra en mi alma un verdadero dolor de haber sido causa de que se ofuscara tu
luz de tal manera Jesús mío, que al miraste clavado en esa cruz me das a
conocer l? gravedad de mis maldades, y oprimidos por tanto peso diste la vida, pero esa
vida la diste para dar a los muertos y yo soy el primero que quiero resucitar
con log alientos que me de tu misericordia: Oh Dios mío, y me abrazo de tu
soberana imagen y si una mujer al tocar la orilla, de tu ropa quedó sana, yo al
abrazarme de Ti reviviré. Tú eres ese árbol do vida y junto a tu sombra no
pereceré, pues quien de ti se retirase se pierde, pero yo agradecido a tanto
beneficio que me ha venido de esa cruz en que. te miro, jamás me apartaré de
ella. Por lo cual te pida me mires con ojos de piedad y por ellos merezca
alcanzar la gracia que te pido en esta novena, y después en la hora de mi muerte mire yo
tus bellos ojos, para que, logrando la dicha de verlos, les alabe en el cielo
en tu compañía. Amén.
La
petición
QUINTO
DÍA
MILAGRO
En
Fresnillo, por el mes de octubre del año de 1831, estando muy malo D. Isidro
Paniagua de una fuerte fiebre, a los últimos momentos de su vida, su esposa
Doña María Ignacia Ferniza, madre del expresado D. Isidro, Doña Gregoria
Medina, ambas dos, hallándose en tan grande conflicto, imploraron la divina
clemencia de la portentosa y sagrada imagen de Jesucristo crucificado de
Plateros, con fe viva y ciertas de las maravillas de su Majestad, le pusieron
al enfermo por espacio de tres días, el velo del Señor; y desde aquel instante
empezó a dar esperanzas de vida, y al tercer día se halló enteramente sano y
sin ramo de calentura, a cuyo Patrocinio asegura haber restablecido la salud y
la vida. Y en agradecimiento de tan grande beneficio, mandó
pintar su retablo, y lo puso en el Santuario de la
soberana imagen, para memorar con él tan raro prodigio, y también para que
sirva de perpetuo monumento a todos los de Fresnillo, y a los que diariamente
vienen a visitar a esta poderosísima imagen de Jesucristo, que, bajo el título
del Señor de Plateros, le invocan en medio de cualquier aflicción en que se
encuentren.
JACULATORIA
Mi redentor amoroso,
Que
con injurias y acciones
Atormentaron
tus oídos
Aquellos
viles sayones,
Hasta
ser crucificado
En medio de dos ladrones,
Entre
angustias y aflicciones.
Y
a la vez yo te suplico
El
que oigas miz oraciones.
ORACIÓN
Pacientísimo
Jesús crucificado; dueño de mi alma, autor de mi vida, único bien mío y' Padre
de infinitas misericordias, a quien no dejan de alabar los coros de los
principados. Yo te adoro en este quinto día con devoción j fe saludo con estos
tres Padre nuestros y Ave, María los cuales te Ofrezco con esta quinta
jaculatoria en reverencia de tu santísimos oídos atormentados tantas veces con injurias
y oprobios; tan sólo por mi amor; y yo ingrato a tanto beneficio, he
quebrantado tu santa ley hollando diariamente tu sangre con tanto atrevimiento
y descaro, que he pecado a vista de un Dios infinito, Rey de cielos y tierra,
despreciando todo bien, toda felicidad, ingrato yo, sí, muy ingrato, aun las
mismas fieras se refrenan por no atropellar tu respeto. Hoy postrado ante tus
pies propongo la enmienda con el auxilió de tu divina gracia para que por medio
de ella; alcance el perdón de mis culpas, y oigas mis ruegos, concediéndome el
favor que pido en esta novena, que en honra de tu santísimo nombre te presento,
dándome al fin de mi vida una dichosa muerte para ir a gozar en el cielo de tu
amable compañía, donde alabe sin cesar tu maravillosa imagen, hasta la
eternidad de los siglos. Amén.
La
petición
SEXTO
DÍA
MILAGRO
Por
el mes de octubre del año de 1840, habiendo ido a bajar Agustín Leyva, al Tiro
nombrado S. Francisco; apenas había empezado a bajar, cuando le acaeció la
desgracia de que se hubiera Volado el malacate; y al momento de hallarse en tal
peligro, invocó a la milagrosa imagen del Señor de Plateros. Y habiendo llegado
hasta la rondana, como llevaba una manta se encarriló al calabrote, lo cual fué
un beneficio para que no hubiera perecido en aquel instante sin el sacramento
de la penitencia; y en recompensa de tal prodigio, mandó pintar su retablo y lo
puso en el Santuario de la soberana imagen, manifestando en él todo el pasaje
para que sirva de constancia a los fieles devotos que van a visitar a su
Majestad hasta aquel desierto donde se hallan diversos. prodigios que ha obrado
con cuantos le han invocado en sus tribulaciones o peligros, sea el que fuere.
JACULATORIA
Mi
Jesús, Redentor mío,
Hasta
que en mi vida ilusoria
Medité
vuestra pasión
Con
obra muy meritoria
Y
en mi muerte merezca oír
Por
tal recuerdo o memoria
De
tu dulcísima boca,
Aquella
e4presión notoria:
Dimas,
hoy irás conmigo
Al
paraíso de la gloria.
ORACIÓN
Amorosísimo
Redentor mío, Padre amantísimo de las almas, que habiendo sido bendito y
alabado desde la eternidad en el consistorio supremo de la Trinidad beatísima,
bendito y alabado de los ángeles y demás cortesanos
del cielo, bendito y alabado desde el punto de la Encarnación en el vientre de
mi Señora la Santísima Virgen María te quisiste dignar por mi amor ser
escarnecido y burlado de los judíos con oprobios y contumelias, yo te adoro y
te saludo con estos tres Padre nuestros y Ave Marías te los ofrezco en unión de
esta jaculatoria en reverencia de tu dulcísima boca y labios; a quien no cesan
de alabar los coros de las profetas, y por mi causa amarga y desabrida la
contemplo con la hiel y vino de mis pecados. ¡Oh dulcísima boca de mi Jesús
crucificado! ¡Oh labios suavísimos de mi Redentor! Yo te doy gracias por tan
singular sufrimiento y te ruego me infundas un santo respeto para que siempre
que pase delante de Ti, vea, tu soberana imagen y me postre de rodillas y la adore
ton la veneración debida, ya que tantas veces la he visto con el mayor
desacato, habiendo sufrido por mí y por todo el linaje humano, tantos
tormentos, trabajos, injurias, angustias, aflicciones, dolores, hasta ser
cruelmente clavado de pies y manos en esa cruz, donde te miro ensangrentado y
hecho tú, cuerpo una llaga. ¡Ay de mí! yo he sido tan ingrato a tantos
beneficios, desairándolos por condescender con mis amistades ilícitas,
desviándome del camino de la gracia y corriendo a gran prisa por el de mi perdición; pero ya, Dios mío, abomino mi
malicia y detesto el pecado, y humillado a tus pies, lloro y pido me perdones;
protesto no olvidar las finezas de tu sangre derramada por mí, ayúdame Jesús
mío, a levantar del estado en que me hallo por mi suma debilidad, para no
volver a caer en desgracia tuya; pues ya, Señor, propongo meditar en tu pasión
santísima, para que ni piense ni hare cosa que no sea en honra tuya, para
merecer de tu santa hora la sentencia favorable para el cielo, y juntamente el
favor que te pido en esta novena y en mi muerte te diga: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu, por los siglos de los siglos. Amén.
La
petición.
SÉPTIMO
DÍA
MILAGRO
En
el rancho de Charco Blanco, el día 15 de julio de 1848, aconteció a María
Ildefonsa Paredes, la desgracia de que estando parada en la puerta de un corral
donde había unos caballos, éstos salieron en violencia de carrera de él, y
estando descuidada esta desgraciada mujer, ajena de tal peligro, la
atropellaron derribándola en tierra, hasta pasar por encima de ella dejándola
por muerta, y una hija suya asustada de ver a su madre en tal situación,
anegada en lágrimas invocó a la milagrosa imagen del Señor de Plateros,
diciéndole: que le hiciera la maravilla de que no muriera su madre gin los
auxilios divinos. Mas la Soberana Imagen oyó benigna el pedimento de la expresada
hija, y en pocos minutos le dio el movimiento natural y en breves días el
completo de su salud, y agradecidas ambas del beneficio que recibieron de su
Majestad santísima, en señal de gratitud le consagraron reverentes su retablo,
demostrando en él todo acontecimiento, para sustancia y memoria de todos los que
visitan en su santuario a la portentosa imagen del Señor de Plateros.
JACULATORIA
Mi
amantísimo Jesús
Crucificado
por mí;
Te
miro en ese madero
Hecho
un lirio carmesí
Cárdeno
todo tu cuerpo
Y
mirarte luego así
Parece
que sudas sangre
Como
allá en Getsemaní:
Y
la causa de todo eso
Yo
soy, yo he sido, yo fuí.
ORACIÓN
Dulcísimo
Jesús, fuente inagotable de piedad, bondad sin comparación que agonizaste y
moriste por mí en esa cruz, vertiendo
copiosos raudales de sangre para la redención del género humano, siendo de
infinito valor y precio; yo te adoro con todo acatamiento en este séptimo día y
te ofrezco estos tres Padre nuestros y Ave Marías en unión de la séptima
jaculatoria en reverencia de tu sacratísimo cuello garganta, a quien no cesan
de alabar y glorificar los coros de las virtudes; que fue maltratado par las manos
de los fariseos con las sogas de mis pecados ¡Oh blanco
y humilde cuello de mi Jesús! ¡Oh garganta soberana de mi crucificado dueño! ¡Oh
sangre preciosísima de mi Redentor! vertida con tanta abundancia para que nos
aprovechemos de ella los que hemos sido causa de tanto estrago. oh sangre sobre
toda ponderación, que nos servís de medicina para la vida: yo, clementísima
sangre de mi Jesús crucificado, soy más indigno pecador de todos los pecadores,
y quisiera que puesto debajo de la cruz cayera sobre mí una sola gota para
quedar con ella limpio de todas mis culpas. Ah Jesús mío! haz que ese licor
santo, embebido en mi corazón, le ablande y mueva a contrición, dándole un
verdadero arrepentimiento de mis pecados, pues ya todas las heridas de tu
cuerpo, las afrentas y dolorosísima muerte, me convencen de cuanto aborrece la
divina justicia un pecador, pues en Ti que eres la misma santidad se ejecutaron
tan atroces castigos solamente porque representaste al pecador. Vengan sobre
mí, Dios mío, todos los castigos antes que yo te ofenda más, y no sobre Ti que
eres mi criador y salvador, interpón tu cruz y tu muerte entre mis pacados y tu
justicia, ten misericordia de mí, perdóname Señor, por aquellas tres horas de
mortal agonía; y cuando esté expirando extiende tus brazos, Dios, mío, y esconde
mi alma en el seno de tu misericordia, concediéndome también el favor que te
pido en esta novena que en honra de tu santísimo nombre he dedicado, y merezca
saciar mis ardientes deseos en las delicias de la gloria en que vives y reinas
en unidad de tu Eterno Padre, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.
La
petición
OCTAVO
DÍA
MILAGRO
En
Fresnillo, en la calle de Alonso, viernes en la noche, día 17 de octubre del
año de 18409 cayeron 5 ladrones en la casa de María Paula García, y habiéndola
amarrado estos infames hombres en compañía de su niña y de otra señora que
vivía con ella, cargaron con una caja de ropa y otras alhajas que hallaron a la
mano, mirando la expresada García que ninguna podía dar voces porque no les
quitaran la vida, invocó en medio de tal peligro a la milagrosa imagen del
Señor de Plateros quien le oyó benigno mostrándole en misericordia infinita y
al día siguiente pareció el robo en el barrio de los Colorados, y agarraron a
los impíos malhechores, no faltando en todo más que una banda y una corta
cantidad de dinero. Y agradecida la referida García del beneficio que recibió
de la Divina Providencia, por medio de dicha Imagen, mandó pintar su retablo y
lo puso en el Santuario del Señor, para memorar con él su acontecimiento y para
que sirva de constancia a todos los que visitan de continuo a la portentosa
imagen y vean la maravilla que con ella hizo en aquel instante en que le invocó
con íntimas veras de su corazón.
JACULATORIA
Dulce
Jesús de mi vida
Tan
solo por remediarme
En
tus hombros esa cruz
Cargaste
para engendrarme;
Después
moriste en ella
Para
más beneficiarme;
Mas
ingrato te he ofendido,
Y
vos siempre a tolerarme,
Mi
crimen eh desmedido
Sólo
vos podéis salvarme.
ORACIÓN
Amantísimo
Jesús crucificado, que quisiste que ninguno pereciera anegado en su culpa, para
cuyo fin determinaste cargar el pesado madero de la cruz, el cual recibiste con
humildad. Yo te adoro con profunda veneración en este octavo día y te saludo
con estos tres Padre nuestros y Ave Marías adornados con la octava jaculatoria,
en reverencia y veneración de tus santísimos hombros, que atormentados con la pesada carga de mis
pecados figurados en ese madero, saliste por las calles públicas de Jerusalén,
acompañado de dos ladrones, rodeado de muchos verdugos que al eco de la
trompeta y a las voces que gritaban la sentencia, se alborotaba toda aquella
canalla y salían de las casas más soldados cargados de armas y a estos seguían
los ministros con los dolorosos instrumentos de la crucifixión conduciéndote
hasta el Calvario, lleno de afrenta e ignominias, cubierto todo de vergüenza y
confusión y penetrado del más agudo dolor llegaste a él dejando teñida con tu
sangre aquella calle de la amargura. ¡Oh amor ardientísimo de mi Jesús! ¡Oh
espectáculo el más triste y doloroso! Oh delicadísimos hombros de mi Redentor amoroso
a quien no cesan de alabar los coros de las dominaciones y por mis grandes
culpas llagados. Por ellos te suplico, Dios mío me des a conocer la gravedad y
peso del pecado mortal, que es quien me
despoja de cuantos méritos y buenas obras podía producir, desviándome de tu
divina gracia, dejándome en ceguedad y estupidez semejante a los irracionales,
Dios mío, ya estoy cansado de pecar, no hay cosa más dulce que tu amistad y
gracia, ya lo dije: no pecar más ahora quiero hacer mi vida nueva y esto sea
ayudado de tu misericordiosa mano, para que penetrado del más vivo sentimiento
y dolor de haberte ofendido merezca el perdón de todos los pecados que he
cometido y de consiguiente el favor que solicito en esta novena y en mi muerte
una perpetua contrición para seguirte con mi cruz hasta tu gloria. Amén.
La
petición.
NOVENO
DÍA
MILAGRO
En
este mineral de San Demetrio, de Plateros día 16 de julio de 1838, estando en
la Hacienda de beneficios, de Don Francisco Antonio Munguía trabajando Enrique
Mares, quien está maniobrando uno de los casos de dichos beneficios, tuvo la
desgracia de haberse caído en el tiempo del mayor fermento que tenía de fuego.
Y mirándose el expresado Mares, dentro de él, invocó en aquel instante a la
milagrosa imagen del Señor de Plateros, quien le oyó benigno mostrándole su
misericordia de que no se hubiese ardido en aquella voracidad del fuego, pues
no sacó más que una pequeña quemada en un brazo de la que ganó en breve tiempo.
Y agradecido este hombre del beneficio que recibió en aquel día de la Majestad
Santísima, quiso se pintara su retablo y lo puso en el Santuario del Señor,
para que se sirva de constancia a todos los que invocaren a esta soberana
imagen y vean la maravilla que con él hizo el que todo lo puede, por medio de
aquella Divinísima imagen.
JACULATORIA
Mi
criador, mi salvador,
Mi
Dios y Señor divino,
Muéstrame
el día de mi muerte
Ese
corazón benigno:
Y
para su eterno Padre
Quiero
que seas mi padrino,
Abogando
por mi entonces
Para
merecer ser digno
De
acompañarte en el cielo
En
unión del uno y Trino.
ORACIÓN
Divino
Redentor mío, yo no sé a qué penas de las que padeciste convierta mis
atenciones; porque si cada una de ellas debidamente
la considero, es suficiente para quitarme la vida, pero ¡hay bien mío! que
después de haberlas considerado todas quedo con mi vida, esto es señal de que
te amo muy poco, y aun creo que nada te amo, pues tantas veces te he repetido
tus injurias despreciándote por el Barrabás del pecado Yo te adoro con todo el
afecto de mi alma y en este noveno día te saludo con estos tres Padres nuestros
y Ave Marías (acompañándolos con la nona jaculatoria), en reverencia y
consideración de tu adolorido pecho y amorosísimo corazón que fué inhumanamente
traspasado con la lanza, por mi causa afligido, por mí acongojado y por mis
culpas lastimado. ¡Oh corazón ardiente de mi Jesús! dame verdadero fuego de tu
amor para que se deshaga el mío en sus llamas: ¡Oh pecho amorosísimo de mi
Jesús crucificado! depósito de los secretos del Padre Eterno, y relicario
purísimo del más amante corazón a quien no cesan de alabar los ángeles. Yo te
ofrezco el mío clavado en esa cruz, para que ya no sea mío sino todo tuyo; sí,
Señor, acepta mi oferta, porque padeciste en tu pecho y corazón para buscar
corazones asquerosos como el mío para que se purifiquen con la compasión del
tuyo, y porque me reconozco deudor a tus penas; especialmente a la de tu pecho;
te ofrezco el mío, para borrar tan feo agravio que te hice, acarreado de la
malicia de mi pecado. Oye, Señor, no mis voces, sino los gemidos y suspiros de
mi atribulado corazón; atiende, que ya te dice: que hoy comienza en este mismo
instante a poner en práctica los proyectos de penitencia que tanto tiempo tengo
inútilmente formados: ya soy otro. ¡Oh Dios mío! de lo que fui está por tu
gracia enteramente mudado do mi corazón. Sí, Dios mío, estos son mis propósitos
que te consagro postrado a tus pies, los cuales te los presento por las manos
de María Santísima, cuyo patrocinio imploro desde este momento, hasta el último
de mi vida, concediéndome también el favor que te he pedido en esta novena,
para honra y gloria de tu amantísimo corazón, para que en la hora de mi muerte.
entre por esa puerta que abrió aquella
dura lanza, a gozar de tu amable compañía al palacio de la bienaventuranza,
hasta la duración de los siglos. Amén.
OFRECIMIENTO
DE LA NOVENA
Mi
Redentor amoroso
Aquí
me tienes rendido
A
tus soberanas plantas,
Suplicándote
afligido
Que
por tus siete palabras
Atiende
a mi gemido
Concediéndome
el favor
Que
en esta novena pido:
Concédemelo,
Señor,
Que
mi conflicto eh crecido.
ORACIÓN
Jesús
crucificado de Plateros, que a los que con viva fe te invocan en sus
tribulaciones y peligros, les asistes y favoreces con tu poder santísimo y especialmente
a los que van a visitarte a tu Santuario les concedes lo que te ruegan delante
de tu poderosa imagen, sanándoles de sus enfermedades de cuerpo y alma, dando
vista a los ciegos, movimiento perfecto a los impedidos, completa salud a log desahuciados,
sanando a los leprosos, a los hidrópicos y demás necesitados que te aclaman,
con tal confianza, postrado hoy ante tu sacratísima vida, pasión y muerte, me
concedas el favor que solicito, recibiendo estos tres credos que te he rezado,
en memoria de las siete palabras que hablaste en la Cruz, por cuyos méritos
espero alcanzar de tu misericordia
santísima, que les darás buen despacho a mis súplicas, como lo has hecho con
todos aquellos que te han invocado en medio de sus conflictos. Y bajo tal
certeza, llego a tus pies, Padre de clemencia, cierto de que no saldré
desconsolado de tu presencia, pues eres mi Padre, mi bienhechor y único dueño
de mi corazón a quien debo todo mi ser; y aunque soy un monstruo lleno de
iniquidades, sé que eres misericordioso y que me has de perdonar todas mis
ingratitudes y pecados que he cometido contra Ti, siempre que llegue
arrepentido. Sí, mi crucificado Salvador, aquí me tienes humildemente postrado
al pie de tu cruz; no me levantaré de aquí de junto de ella hasta que me hayas
perdonado todas las ofensas con que ingratamente te he agraviado, para que, por
dignación de tu piedad y clemencia llegue cual otro hijo pródigo a los brazos
de mi amado Padre. Recibe, Señor y Dios
mío, los afectos de mis pobres oraciones empapadas en mis lágrimas, sean medio
para que, unidos a los infinitos méritos de tu pasión santísima, las aceptes y
logren tener buen éxito las súplicas que te hago en esta novena, al mismo
tiempo en mi muerte merezca ser partícipe de los eternos gozos de la gloria,
donde con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas Dios por todos los siglos,
Amén.
LAUS DEO
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