viernes, 9 de octubre de 2020

NOVENA AL SEÑOR DE PLATEROS DE FRESNILLO


NOVENA AL SEÑOR DE PLATEROS

Que se venera en el Santuario de Plateros

Fresnillo, Zacatecas, México

 

 

ADVERTENCIA Y MODO DE HACER ESTA NOVENA

Siendo notorio y verídico que siempre que nos hallamos en cualquier conflicto trabajo o necesidad, aclamamos a la misericordia de Dios nuestro Señor, que por medio de gus imágenes se nos manifiesta bondadoso. prodigándonos por ellas su piedad y clemencia santísima. Por lo que será muy útil, que en los días de esta novena, para alcanzar la gracia que se pretenda, sea la que fuere, deba el cristiano aplacar la divina justicia con una sincera penitencia corrección y fuego de las ocasiones de pecar; también ejercitándose en algunos actos piadosos, haciendo oración por las almas santas de los señores sacerdotes, y por las demás que están en el purgatorio, que no tienen quién de ellas se acuerde, al mismo tiempo ayunando o visitando a los enfermos, asistiendo a la Iglesia, pidiendo a Dios nuestro Señor, socorra todas las necesidades de todos nuestros prójimos, particularmente las de la Santa Iglesia, y después la que se solicita. Esta novena se puede hacer en todo tiempo, pero más propio es en Julio, que es cuando se hace su función de Iglesia a esta imagen, en su Santuario de Plateros: debiéndose comenzar el día seis para que se acabe el catorce del misma Julio, víspera del día en que se hace dicha función, según lo declara el segundo milagro en su origen, sino también se puede hacer a fines de Julio, tratando de acabar el día de la Transfiguración del Señor. Cualquiera persona que la haga bajo las condiciones susodichas alcanzará de su Majestad Santísima, la gracia que pretenda en ella.

 

 

ACTO DE AMOR PURO DE SAN FRANCISCO XAVIER   CON EL QUE SE COMENZARÁ TODOS LOS DÍAS

No me mueve, mi Dios para quererte

El cielo que me tienes prometido:

Ni me mueve el infierno tan temido

Para dejar por eso de ofenderte:

Tú me mueves, Señor, muéveme verte

 

Clavado en esa Cruz y encarnecido;

Muéveme ver tu cuerpo tan herido.

Muéveme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme, en fin, tu amor de tal manera,

Que, aunque no hubiera cielo yo te amara

Aunque no hubiera infierno te temiera:

No me tienes que dar porque te quiera,

Porque si cuanto espero no esperara

Lo mismo que te quiero te quisiera.

 

 

ACTO DE CONTRICION

Jesús Crucificado, postrado a tus pies el más ingrato pecador, te pido perdón por haberte ofendido con tantas culpas; a mí me pesa, Señor, haber pecado. ¿Quién hubiera muerto mil veces antes que haber cometido monstruoso crimen? Me pesa, Jesús dulcísimo, pues por tu infinita bondad me criaste a tu imagen y semejanza, y me redimiste con el precio inestimable de tu preciosa sangre, sufriendo voluntariamente en el ignominioso madero de la Cruz, en donde te miro clavado y te contemplo lleno de amarguras y penas tan sólo por mi remedio: y yo ingrato, he correspondido tan mal a tantos beneficios. ¡Qué sufrimiento tan maravilloso es el que admiro en tu imagen Crucificado! No sólo en la Cruz de que te veo pendiente; ni solos los clavos, ni solas las llagas, lastimosas heridas y vehementísimos dolores te atormentan, sino al mismo tiempo mi corazón. Mis pecados son la fiera más inhumana, que ha hecho en Ti un destrozo que pone horror a los ojos del hombre más insensible Y lo veo y me  confundo, cuando comparo lo vilísimo de mi nada, con lo grande y soberano de tu majestad, me pierdo y no acabo de mirar ¡Cómo cupo tanta dignación y bondad en mi Dios, para con un monstruo de ingratitud y maldad tan horrible como yo! Te veo y me veo a mí, y no acabo de entender cómo llegó a tanta mi desbaratada locura que un Dios tan bueno, guardase yo en mis entrañas un corazón tan malo! ¿Es posible, Dios mío, que tanta paciencia me hayas tenido y no me hayas hecho abrir los ojos a tanto exceso de bondad? ¡Que bondad, Jesús mío, misericordioso Padre! Ya considero tu piadosa ternura de amor para conmigo, que, si fuera necesario para mi remedio dar mil veces tu vida, la darías con gusto solo por salvarme. ¿Y aun me quedo todavía tan indiferente y frío como un hielo y tan duro como una piedra? No, Señor; me abrazaré de vuestros pies, confesaré a gritos mi maldad, diré que contra el cielo y a tu vista he pecado y que no soy digno de perdón. Mas confiado en tu infinita bondad, que no sabe desechar a los indignos pecadores, me presento ante vos a la manera de un leproso, que cuanto más cubierto de asquerosas llagas, tanto más excita compasión de quien le mira. ¡Jesús mío, Padre de infinitas misericordias! perdóname, que yo propongo con toda la firmeza que pueda, no volver a ofenderte, porque ya considero mi suma debilidad y flaqueza o inconstancia de mis anteriores propósitos; ya mi Padre y bienhechor, clamo a Tí y te pido tu auxilio por los méritos e intercesión de la Santísima Virgen María Madre tuya y Señora mía, a quién desde ahora elijo por mi abogada para mudar de vida, desagraviar tu justicia irritada contra mí. Propongo, Señor, la enmienda, y confío en tu bondad, que he de aborrecer el petado con el mayor horror que se le puede tener a un enemigo, huyendo las ocasiones de cometerlo y satisfacer, por los ya cometidos, con cuantas obras buenas pudiere, para que unidas al infinito precio de tu sangre, me sirvan de recompensa en tu tribunal; dame, Señor y tu divina gracia y fortaléceme en las virtudes, pues creo firmemente, que usarás de benignidad para conmigo. Pequé, amantísimo Padre, y me pesa haber pecado; pequé, dueño de mi alma. Misericordia, amorosísimo Jesús; misericordia, misericordia, Señor; viva tu fe, viva tu amor, viva tu gracia, muera el pecado, por los siglos de los siglos. Amén

 

 

ORACIÓN A MARÍA SANTÍSIMA DE LOS DOLORES,

la cual servirá para todos los días, después del acto de contrición, para alcanzar por intercesión de la santísima virgen, lo que se solicite de su hijo santísimo

 

 

JACULATORIA

Madre en tan amargo mar

Pues eres fuente de amor;

Para contigo llorar Hazme sentir tu dolor;

Y suplícale a tu Hijo

Me conceda este favor,

Mediante tu intercesión

Creo ser de él merecedor.

 

ORACIÓN

Justísima Madre de Dios, Reina de los mártires, Esperanza única de los Pecadores, yo sé muy bien y estoy enteramente persuadido de tu bondad, que si alguno de los que crucificaron a tu Hijo inocentísimo, hubiera llegado arrepentido a valerse de Ti, para alcanzar perdón de su maldad no le hubieras despreciado, porque estabas dispuesta a recibirlo y abogar por él, con tu Hijo Santísimo, Pues he aquí, Señor, que fiado en esta verdad, llego arrepentido a valerme de ti suplicándote que por aquel dolor que atravesó tu corazón cuando oíste quejar a tu amantísimo Hijo, del lastimoso desamparo que padecía clamando a tu eterno Padre con aquellas lastimosas voces diciendo: ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¿por qué me has desamparado? Mira Señora a que extremo llegó la dignación del Padre; aún a su Unigénito parece le desamparaba cuando le veía en forma de pecador, Desdichado yo si no vuelves tu por mí, seré desamparado para siempre ante el Tribunal del Todopoderoso no abogas por mí. Mira Madre mía, aunque vil gusanillo, de la tierra soy hijo tuyo y debes ampararme, dolorosísima Señora, y aunque me considere indigno de estar en tu presencia y valerme de Ti, te digo que si no me miras como madre ¿qué será de mí, a donde volveré mis ojos? El cielo me amenaza, la tierra se estremece de mis crímenes el abismo me aguarda; quiero levantar mis ojos a verte y me humilla la vergüenza de mis delitos. ¿Qué haré Madre mía? Ya reflexioné, y ya lo dije; eres mi Madre y este recuerdo me alienta, Madre de Dios. Madre de misericordia, Madre de los pecadores, atiende a mis ruegos, da la mano a este pecador que te invoca. Ayúdame a levantarme del fango de mis vicios y a retirarme las: ocasiones y a buscar mi remedio. No desprecies al que hoy toca a tus puertas, ábreme las del cielo y alcánzame de tu preciosísimo Hijo, el favor que pretendo en esta ocasión, pues te lo suplico por las benditas lágrimas que derramaste al pie de la Santa Cruz, viéndole desclavar de ellas haz Señora, que bañado en lágrimas de verdadera contrición, mire la imagen de Cristo crucificado de Plateros para que en la hora de mi muerte merezca oír de su boca aquella dulcísima palabra: "Hoy serás conmigo en el paraíso de la gloria". Amén.

 

Aquí se leerá el milagro y en seguida la jaculatoria, y luego se rezarán tres Padre nuestros y Ave Marías las que se ofrecerán con la oración del día, y así se hará en los demás días siguientes.

 


PRIMER DÍA

MILAGRO

El día 4 de julio del año de 1.786 le atacó una fuerte fiebre a D. Juan Antonio de Alva, alcalde mayor de la ciudad de Fresnillo y siguiendo la calentura sus términos consignados, se le ministró el Santísimo Sacramento de la Eucaristía el día ll del mismo mes. Pero las noches de los días 17 y 18 se vió tan agravado, que ni de los médicos que le asistían daba la más leve esperanza de su vida, porque pensaban no amaneciera; y habiendo amanecido el día 18, determinó el Sr. Cura y vicarios de dicha ciudad, se le pusiera al enfermo encima de la cama, el velo de la milagrosa imagen de Jesucristo de Plateros. Y desde aquel mismo instante empezó a encontrarse mejoría en el enfermo, de modo que el 21 del mismo se halló enteramente limpio de calentura; y el 2 de julio inmediato asistió en la Iglesia parroquial, a una solemne misa que determinó se cantara a dicha imagen en acción de gracias comulgó después de la misa que fué a las 9 de la mañana, y la mayor parte del tiempo que duró aquel Santo sacrificio se mantuvo hincado de rodillas. y para que este prodigio quedase en la memoria de todos los moradores de dicha ciudad, que con admiración han visto milagro tan patente, dispuso el mencionado alcalde mayor, previa licencia del referido señor cura, se pintase un retablo y se pusiese en el Santuario de aquella soberana imagen señal de agradecimiento a las misericordias de Dios nuestro Señor, y devoción de los fieles para con aquella portentosísima imagen de Jesucristo.

Tres Padre Nuestros y Tres Ave Marías

 

JACULATORIA

Mi Jesús crucificado

De Plateros el portento,

La llaga de tu costado quiero

que sea mi aposento,

Y la sangre y agua de ella

Mi comida mi aliento;

Con cuya vianda sagrada

No desmayaré un momento

Y en morada tan hermosa

Viviré siempre contento.

 

ORACIÓN

Señor mío Jesucristo, mi crucificado dueño; que por mi amor sufriste ser clavado en un ignominioso madero del cual estuviste colgado tres horas, padeciendo incomparables dolores y muy crecidas angustias; yo te adoro reverente en él y veo esas cinco llagas de tu delicadísimo cuerpo y quisiera morir de dolor al verlo hecho pedazos tan solo por mi amor. Yo en este primer día te saludo humildemente y te ofrezco estos tres Padre nuestros y Ave María acompañados con la primera Jaculatoria, en reverencia de estos tres clavos con que clavaron tus santísimas manos, después de haber formado con ellas el cielo y la tierra para nuestro provecho, después de haberlas ejercitado en tan portentosas maravillas como dar vida a los muertos, vista a los ciegos, salud a los enfermos. ¡Oh manos admirables del mundo! ¡Oh hermosura de los cielos, recreo de log ángeles! ¡Oh mi crucificado Salvador! por aquellos dolores que sentiste en la crucifixión de tus santísimos pies y manos y por la preciosísima sangre que en ellos destilaste, te pido aceptes mis súplicas, remediando mis necesidades y las de todos mis prójimos, así espirituales como temporales, principalmente de las almas santas del purgatorio. Y comunícame tu amistad y gracia para que en la hora de mi muerte merezca ver tu santísima imagen y al mismo tiempo alcance en esta vez de t" piedad y misericordia el favor que te pido en esta novena, siendo de tu agrado, y si no que se haga tu santísima voluntad. Gloria al Padre, al Hijo y al espíritu Santo. Por los siglos de los siglos. Amén.

 

Aquí ge hace la petición según la necesidad particular, de cada uno y luego se dirá el siguiente ofrecimiento, el que servirá para todos los demás días.

 

                            

OFRECIMIENTO DE LA PETICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Amabilísimo Jesús crucificado, que en esa divina imagen de Plateros eres defensor de los hombres delante de tu Padre, mira ahora este miserable pecador que con tu preciosa sangre redimiste. Me avergüenzo de esto delante de Ti, porque me confunde el temor de mis muchas culpas, pero tú que eres la propiciación de todas, aliéntame con tu gracia y perdona mis pecados; Tú mi amado Jesús, que buscaste las almas hasta fatigarte por hallarlas; Tú que moriste en una cruz porque no se perdiera ninguna, no permitas se malogren en la mía, las expensas de tanto trabajo y dolor. ¿Qué utilidad, Salvador mío, ganará para mí tu sangre, si vertida con tanta abundancia me pierdo? Por ventura yo que he sido alimentado con tu sacratísima carne y sangre ¿me podré separar para siempre de Ti? ¡Ah! no, no, dulce Jesús mío, esto no lo ha de permitir aquella ternura de Padre con que siempre me has amado, derramando sobre mí tantos beneficios, tantas bondades por medio de tu sagrada imagen, en la que milagrosamente has dado salud a los enfermos que te invocan, socorriendo a todos los necesitados que te aclaman. Hoy postrado humildemente, te suplico me concedas la gracia que en esta petición te pido, atiende Señor a mis súplicas, mis gemidos lleguen a penetrar la ternura de tu corazón para que unidos a los méritos de tu pasión santísima y dolores de tu afligidísima Madre, consiga el que le des buen despacho a mis súplicas que en medio de esta novena te presento, pues bien vez la necesidad con que te lo pido en esta ocasión, en la cual espero me mostrarás tu misericordia concediéndome lo que solicito, dándome también en esta vida una perpetua resignación para llevar con paciencia mis trabajos y aflicciones, al fin de ella una dichosa muerte para ir a alabarte en la gloria por los siglos de los siglos, Amén.

 

Aquí se rezan tres Credos, en reverencia de las Siete palabras que habló al Señor en la Cruz.

 

 

SEGUNDO DÍA 

MILAGRO

En el año de 1790 a 15 de junio, aconteció en el camino del Tule que viniendo dos hombres dirigidos a la función que se le hace en dicho mes y día a la portentosa imagen del Señor de Plateros; y observando uno de los dos que el otro traía la cantidad de diez pesos, tuvo para sí mala intención, caminando así todo el día, hicieron noche loma que da vista al Santuario, donde después de haber cenado, llegada la hora de acostarse, estuvo en vigilancia el malhechor hasta que se durmió su compañero; y cumplido su deseo, tomó una piedra que estaba allí, siendo su peso tres arrobas, la cual se la- arrojó en la cabeza, con la que 'le hizo saltar los sesos, y al momento empezó a brincar el cuerpo anegado en sangre, y éste entonces aprovechó la ocasión de tomarse el dinero. Mas asustado y lleno de pavor de su hecho, compadecido de ver el cuerpo todo ensangrentado, empezó a clamar a la Divinísima imagen del Señor de Plateros, y mucho más cuando vió que no hacía movimiento alguno, can más ansia y aflicción le gritaba a la soberana imagen diciéndole que le hiciera la maravilla de resucitar a aquel miserable hombre; y repitiendo sus lamentos sin cesar, se resolvió dirigirse para el Santuario del Señor, y llegando a poco de haber amanecido se entró de rodillas, publicando su crimen a presencia de la santísima imagen de Jesucristo crucificado y de los que estaban presentes en ese día; y en medio de su aflicción no cesaba en sus lamentos pidiéndole y suplicándole a la poderosísima imagen por la vida de aquel hombre matado. Tanta era la fe con que este rogaba a su Majestad remediara su desdicha; que, estando algunas personas escuchando las deprecaciones que le hacía en voz alta, quiso la Majestad divina, por medio de su infinita misericordia, volver -la vida al desgraciado muerto, quien, entrando al Santuario con la piedra en la cabeza, se presenta delante de su infame compañero a dar gracias al Señor de Plateros porque le restableció la Vida. Entonces el malhechor le perdóname, que yo te maté y le respondió el muerto; diciéndole: pero el Señor. me ha resucitado; Y admirado 'éste y los que palparon el suceso del uno y del otro, maravillados de tan grande prodigi09 volvió' el' malhechor a pedirle perdón entregándole los diez pesos, Y dando ambos infinitas gracias. a la soberana imagen para acreditar la verdad de este suceso, dejaron la piedra en el Santuario, donde hasta hoy día existe a la vista para que la vean todos los que visitan al Santuario y den gracias a las misericordias de Dios, por eternidades.

 

 

JACULATORIA

Mi crucificado duelo

Por mis culpas coronado,

Haz que muera de dolor

Ante tus plantas postrado.

Que arrepentido te digo

Me pesa el haber pecado,

Misericordia Señor,

Ya no me mires airado,

Dame de tu Divina Gracia

Y en ella muera anegado.

 

ORACIÓN

Clementísimo. Jesús crucificado, que, siendo Creador del Universo, tan sólo por mi amor te dignaste dejar coronar de agudas espinas tu bellísima cabeza, siendo reverenciada y temida de los ángeles. Yo te adoro con toda la veneración que mereces y te saludo en este segundo día, ofreciéndote esta segunda Jaculatoria, en reverencia de aquellos dolores que sentiste en tu coronación,  traspasado en tus divinas sienes aquellas punzantes espinas, ¡Oh, soberana cabeza de mi pacientísimo Jesús! ¡Como no desprendes de esos cielos un rayo que haga pedazos mi corazón que no viva yo tan tibio y adormecido en medio de tantos y tan grandes pecados que tantas veces he cometido contra Ti! ¡Qué ingratitud! ¡Qué horror! ¿Qué estupidez e insensibilidad se ha apoderado nuevamente de mi corazón? Según esto, yo no tengo remedio en lo humano: pues ¿A quién ocurro? ¿Quién me librará de tan temible mal? ¡Y mal tan grande como el pecado! Solo Tú crucificado Salvador mío, tú eres el único bien y apoyo de mi esperanza; ¿qué cosa tengo yo en el cielo ni en la tierra, qué cosa hay fuera de Tí que sea digno de mi amor? Respiro ya, ahora si que siento alentado mi corazón. Te buscaré Dios mío, con todos mis esfuerzos, no descansaré hasta hallarte y conseguir el perdón de mie pecados, dándome resistencia para vencer las tentaciones del demonio; y solo pienso con ternura en esa sagrada corona que miro en tu santísima cabeza, por la que te pido me concedas el favor que solicito en esta novena que te dedico en honra y gloria tuya y de tu santísimo nombre, y al mismo tiempo merezca tener una buena muerte, logrando en ella el ver tu hermosísima imagen para ir a gozarte para siempre en la gloria. Amén (La petición).

 

 

 

 

TERCER DÍA

MILAGRO

En el año de 1833, el 14 de agosto a las siete de la noche le atacó fuertemente a Dn. Rafael Muñoz, natural de Fresnillo, la epidemia del cólera morbus, y no asegurando los facultativos llegara a las ocho, su esposa y sus niñas, hallándose en tan grande tribulación, clamaron al Santísimo Cristo de Rateros, y habiéndole puesto al enfermo un sendal de la milagrosa imagen, al punto restableció su salud; y un testimonio de esta maravilla, pintó su retablo y lo puso en el Santuario del Señor, dando infinitas gracias al Todopoderoso,. para que sea un certificado de tan admirable prodigio, a todos los devotos que van a visitar de lejos tierras a esta soberana imagen.

 

JACULATORIA

Mi crucificado amante

Yo no merezco ni verte,

Porque un solo momento

No paso sin ofenderte

Y tú, de Padre clemencia

Me amas sin corresponderte;

Siendo el origen y causa

Que estés así de esa suerte.

No me niegues tus favores

En el trance de mi muerte.

 

ORACIÓN

Soberano Redentor mío, Jesús crucificado, que clavado en el madero-santo de la cruz abriste-tus lastimosos labios no tan sólo para pedir perdón para tus enemigos, sino también para disculparlos en la presencia del eterno Padre, yo te adoro con todo el afecto de mi corazón, yo te saludo en este tercer día y te ofrezco estos tres Padrenuestros y Avemarías, adornados con la tercera jaculatoria en reverencia de tu hermosísimo rostro que oscurecido con mis culpas y afeado con mis iniquidades le miro en este día. ¡Oh resplandeciente cara de mi crucificado Redentor! ¡Oh hermosura de los cielos renegrida con mis horribles crímenes y maldades! Me avergüenzo Señor, de estar delante de tan soberana imagen siendo quien empañó con mis pecados ese luciente espejo, en quien se miran los ángeles y demás cortesanos del cielo. Padre de misericordia, detesto con íntimas veras de mi corazón mis malas costumbres en que he vivido, a mi mayor desgracia teniendo en Ti todo bien mi salud y mi remedio; mírame Señor, muévete a compasión con este indigno y vil pecador que no merece estar delante de Tío sí amorosísimo Padre, has que sólo atienda al negocio de mi salvación, para que favorecido de tu divina gracia y anegado en el anhelo de tu amor, llore con provecho de mis pecados, y alcance el perdón de ellos y de mis ingratitudes con que afea tu santísimo rostro, y al mismo tiempo te suplico me concedas el favor que te pido en esta novena y después logre al {in de mi viva tener una feliz muerte para ir a gozarte en el cielo, donde vea para siempre tu hermosísimo rostro lleno de resplandor y gloria, v le alabe sin cesar hasta la consumación de los siglos.  Amén.

La petición.

 

 

 

 

CUARTO DÍA

MILAGRO

El 17 de septiembre del año de 1836, estando I Esteban Segura trabajando de Ateca en el tiro general de Beleña en compañía de otros cuatro hombres, tuvo la desgracia de que se hubiera ido un barreno, del cual murieron los cuatro que acompañaban al expresado; quien mirándose en tal peligro invocó con fé viva entre su corazón a la soberana imagen del Señor de Plateros, quien misericordiosamente le favoreció en tal acontecimiento, salvándole la vida sin que le perjudicaran ni causaran mal alguno las piedras que volaron al estrépito del barreno, y mirando el referido Esteban la maravilla tan sin igual que el Señor obró con él en aquel instante que le invocó, siendo testigo ocular de la desgracia de sus compañeros, mandó pintar su retablo para ponerlo en el Santuario de la portentosísima imagen, demostrando en el todo el pasaje, para que sirva de constancia a todos los que visiten al Señor y vean un prodigio tan admirable como es éste; y para perpetua memoria está en aquel desierto, donde se venera aquella soberana efigie de Jesucristo.

 

JACULATORIA

Jesús mío crucificado

que por tu grande bondad

has tolerado paciente

Mi ingratitud y maldad:

Yo te pido, dueño amado.

Me concedas por piedad,

Una firme resistencia

Contra toda adversidad:

Fija en mí tus bellos ojos,

Que yo quiero tu amistad.

 

ORACIÓN

Amantísimo Jesús sacrificado, único dueño de mi alma, atractivo imán de mi corazón, grandeza incomparada de los ángeles, ser incomparable de los cielos y benignísimo Redentor de todas las criaturas, Padre amorosísimo de clemencia, yo te adoro reverentemente en este día te ofrezco estos tres Padrenuestros y Ave Marías enriquecidos con la cuarta jaculatoria en reverencia de tus benignísimos ojos que bañados en lágrimas por mí sufrieron ser vendados. ¡Oh bellísimos ojos de mi Jesús! ¡Oh luceros resplandecientes de las glorias embeleso de los querubines! Penetra en mi alma un verdadero dolor de haber sido causa de que se ofuscara tu luz de tal manera Jesús mío, que al miraste clavado en esa cruz me das a conocer l? gravedad de mis maldades, y oprimidos por tanto peso diste la vida, pero esa vida la diste para dar a los muertos y yo soy el primero que quiero resucitar con log alientos que me de tu misericordia: Oh Dios mío, y me abrazo de tu soberana imagen y si una mujer al tocar la orilla, de tu ropa quedó sana, yo al abrazarme de Ti reviviré. Tú eres ese árbol do vida y junto a tu sombra no pereceré, pues quien de ti se retirase se pierde, pero yo agradecido a tanto beneficio que me ha venido de esa cruz en que. te miro, jamás me apartaré de ella. Por lo cual te pida me mires con ojos de piedad y por ellos merezca alcanzar la gracia que te pido en esta novena, y después en la hora de mi muerte mire yo tus bellos ojos, para que, logrando la dicha de verlos, les alabe en el cielo en tu compañía. Amén.

La petición

 

 

 

QUINTO DÍA

MILAGRO

En Fresnillo, por el mes de octubre del año de 1831, estando muy malo D. Isidro Paniagua de una fuerte fiebre, a los últimos momentos de su vida, su esposa Doña María Ignacia Ferniza, madre del expresado D. Isidro, Doña Gregoria Medina, ambas dos, hallándose en tan grande conflicto, imploraron la divina clemencia de la portentosa y sagrada imagen de Jesucristo crucificado de Plateros, con fe viva y ciertas de las maravillas de su Majestad, le pusieron al enfermo por espacio de tres días, el velo del Señor; y desde aquel instante empezó a dar esperanzas de vida, y al tercer día se halló enteramente sano y sin ramo de calentura, a cuyo Patrocinio asegura haber restablecido la salud y la vida. Y en agradecimiento de tan grande beneficio, mandó pintar su retablo, y lo puso en el Santuario de la soberana imagen, para memorar con él tan raro prodigio, y también para que sirva de perpetuo monumento a todos los de Fresnillo, y a los que diariamente vienen a visitar a esta poderosísima imagen de Jesucristo, que, bajo el título del Señor de Plateros, le invocan en medio de cualquier aflicción en que se encuentren.

 

 

JACULATORIA

Mi redentor amoroso,

Que con injurias y acciones

Atormentaron tus oídos

Aquellos viles sayones,

Hasta ser crucificado

En medio de dos ladrones,

Entre angustias y aflicciones.

Y a la vez yo te suplico

El que oigas miz oraciones.

 

ORACIÓN

Pacientísimo Jesús crucificado; dueño de mi alma, autor de mi vida, único bien mío y' Padre de infinitas misericordias, a quien no dejan de alabar los coros de los principados. Yo te adoro en este quinto día con devoción j fe saludo con estos tres Padre nuestros y Ave, María los cuales te Ofrezco con esta quinta jaculatoria en reverencia de tu santísimos oídos atormentados tantas veces con injurias y oprobios; tan sólo por mi amor; y yo ingrato a tanto beneficio, he quebrantado tu santa ley hollando diariamente tu sangre con tanto atrevimiento y descaro, que he pecado a vista de un Dios infinito, Rey de cielos y tierra, despreciando todo bien, toda felicidad, ingrato yo, sí, muy ingrato, aun las mismas fieras se refrenan por no atropellar tu respeto. Hoy postrado ante tus pies propongo la enmienda con el auxilió de tu divina gracia para que por medio de ella; alcance el perdón de mis culpas, y oigas mis ruegos, concediéndome el favor que pido en esta novena, que en honra de tu santísimo nombre te presento, dándome al fin de mi vida una dichosa muerte para ir a gozar en el cielo de tu amable compañía, donde alabe sin cesar tu maravillosa imagen, hasta la eternidad de los siglos. Amén.

La petición

 

 

 

 

SEXTO DÍA

MILAGRO

Por el mes de octubre del año de 1840, habiendo ido a bajar Agustín Leyva, al Tiro nombrado S. Francisco; apenas había empezado a bajar, cuando le acaeció la desgracia de que se hubiera Volado el malacate; y al momento de hallarse en tal peligro, invocó a la milagrosa imagen del Señor de Plateros. Y habiendo llegado hasta la rondana, como llevaba una manta se encarriló al calabrote, lo cual fué un beneficio para que no hubiera perecido en aquel instante sin el sacramento de la penitencia; y en recompensa de tal prodigio, mandó pintar su retablo y lo puso en el Santuario de la soberana imagen, manifestando en él todo el pasaje para que sirva de constancia a los fieles devotos que van a visitar a su Majestad hasta aquel desierto donde se hallan diversos. prodigios que ha obrado con cuantos le han invocado en sus tribulaciones o peligros, sea el que fuere.

 

 

JACULATORIA

Mi Jesús, Redentor mío,

Hasta que en mi vida ilusoria

Medité vuestra pasión

Con obra muy meritoria

Y en mi muerte merezca oír

Por tal recuerdo o memoria

De tu dulcísima boca,

Aquella e4presión notoria:

Dimas, hoy irás conmigo

Al paraíso de la gloria.

 

 

ORACIÓN

Amorosísimo Redentor mío, Padre amantísimo de las almas, que habiendo sido bendito y alabado desde la eternidad en el consistorio supremo de la Trinidad beatísima, bendito y alabado de los ángeles y demás cortesanos del cielo, bendito y alabado desde el punto de la Encarnación en el vientre de mi Señora la Santísima Virgen María te quisiste dignar por mi amor ser escarnecido y burlado de los judíos con oprobios y contumelias, yo te adoro y te saludo con estos tres Padre nuestros y Ave Marías te los ofrezco en unión de esta jaculatoria en reverencia de tu dulcísima boca y labios; a quien no cesan de alabar los coros de las profetas, y por mi causa amarga y desabrida la contemplo con la hiel y vino de mis pecados. ¡Oh dulcísima boca de mi Jesús crucificado! ¡Oh labios suavísimos de mi Redentor! Yo te doy gracias por tan singular sufrimiento y te ruego me infundas un santo respeto para que siempre que pase delante de Ti, vea, tu soberana imagen y me postre de rodillas y la adore ton la veneración debida, ya que tantas veces la he visto con el mayor desacato, habiendo sufrido por mí y por todo el linaje humano, tantos tormentos, trabajos, injurias, angustias, aflicciones, dolores, hasta ser cruelmente clavado de pies y manos en esa cruz, donde te miro ensangrentado y hecho tú, cuerpo una llaga. ¡Ay de mí! yo he sido tan ingrato a tantos beneficios, desairándolos por condescender con mis amistades ilícitas, desviándome del camino de la gracia y corriendo a gran prisa por el de mi  perdición; pero ya, Dios mío, abomino mi malicia y detesto el pecado, y humillado a tus pies, lloro y pido me perdones; protesto no olvidar las finezas de tu sangre derramada por mí, ayúdame Jesús mío, a levantar del estado en que me hallo por mi suma debilidad, para no volver a caer en desgracia tuya; pues ya, Señor, propongo meditar en tu pasión santísima, para que ni piense ni hare cosa que no sea en honra tuya, para merecer de tu santa hora la sentencia favorable para el cielo, y juntamente el favor que te pido en esta novena y en mi muerte te diga: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu, por los siglos de los siglos. Amén.

La petición.

 

 

 

SÉPTIMO DÍA

MILAGRO

En el rancho de Charco Blanco, el día 15 de julio de 1848, aconteció a María Ildefonsa Paredes, la desgracia de que estando parada en la puerta de un corral donde había unos caballos, éstos salieron en violencia de carrera de él, y estando descuidada esta desgraciada mujer, ajena de tal peligro, la atropellaron derribándola en tierra, hasta pasar por encima de ella dejándola por muerta, y una hija suya asustada de ver a su madre en tal situación, anegada en lágrimas invocó a la milagrosa imagen del Señor de Plateros, diciéndole: que le hiciera la maravilla de que no muriera su madre gin los auxilios divinos. Mas la Soberana Imagen oyó benigna el pedimento de la expresada hija, y en pocos minutos le dio el movimiento natural y en breves días el completo de su salud, y agradecidas ambas del beneficio que recibieron de su Majestad santísima, en señal de gratitud le consagraron reverentes su retablo, demostrando en él todo acontecimiento, para sustancia y memoria de todos los que visitan en su santuario a la portentosa imagen del Señor de Plateros.

 

 

JACULATORIA

Mi amantísimo Jesús

Crucificado por mí;

Te miro en ese madero

Hecho un lirio carmesí

Cárdeno todo tu cuerpo

Y mirarte luego así

Parece que sudas sangre

Como allá en Getsemaní:

Y la causa de todo eso

Yo soy, yo he sido, yo fuí.

 

ORACIÓN

Dulcísimo Jesús, fuente inagotable de piedad, bondad sin comparación que agonizaste y moriste por mí en esa cruz, vertiendo copiosos raudales de sangre para la redención del género humano, siendo de infinito valor y precio; yo te adoro con todo acatamiento en este séptimo día y te ofrezco estos tres Padre nuestros y Ave Marías en unión de la séptima jaculatoria en reverencia de tu sacratísimo cuello garganta, a quien no cesan de alabar y glorificar los coros de las virtudes; que fue maltratado par las manos de los fariseos con las sogas de mis pecados ¡Oh blanco y humilde cuello de mi Jesús! ¡Oh garganta soberana de mi crucificado dueño! ¡Oh sangre preciosísima de mi Redentor! vertida con tanta abundancia para que nos aprovechemos de ella los que hemos sido causa de tanto estrago. oh sangre sobre toda ponderación, que nos servís de medicina para la vida: yo, clementísima sangre de mi Jesús crucificado, soy más indigno pecador de todos los pecadores, y quisiera que puesto debajo de la cruz cayera sobre mí una sola gota para quedar con ella limpio de todas mis culpas. Ah Jesús mío! haz que ese licor santo, embebido en mi corazón, le ablande y mueva a contrición, dándole un verdadero arrepentimiento de mis pecados, pues ya todas las heridas de tu cuerpo, las afrentas y dolorosísima muerte, me convencen de cuanto aborrece la divina justicia un pecador, pues en Ti que eres la misma santidad se ejecutaron tan atroces castigos solamente porque representaste al pecador. Vengan sobre mí, Dios mío, todos los castigos antes que yo te ofenda más, y no sobre Ti que eres mi criador y salvador, interpón tu cruz y tu muerte entre mis pacados y tu justicia, ten misericordia de mí, perdóname Señor, por aquellas tres horas de mortal agonía; y cuando esté expirando extiende tus brazos, Dios, mío, y esconde mi alma en el seno de tu misericordia, concediéndome también el favor que te pido en esta novena que en honra de tu santísimo nombre he dedicado, y merezca saciar mis ardientes deseos en las delicias de la gloria en que vives y reinas en unidad de tu Eterno Padre, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

La petición

 

 

 

 

OCTAVO DÍA

MILAGRO

En Fresnillo, en la calle de Alonso, viernes en la noche, día 17 de octubre del año de 18409 cayeron 5 ladrones en la casa de María Paula García, y habiéndola amarrado estos infames hombres en compañía de su niña y de otra señora que vivía con ella, cargaron con una caja de ropa y otras alhajas que hallaron a la mano, mirando la expresada García que ninguna podía dar voces porque no les quitaran la vida, invocó en medio de tal peligro a la milagrosa imagen del Señor de Plateros quien le oyó benigno mostrándole en misericordia infinita y al día siguiente pareció el robo en el barrio de los Colorados, y agarraron a los impíos malhechores, no faltando en todo más que una banda y una corta cantidad de dinero. Y agradecida la referida García del beneficio que recibió de la Divina Providencia, por medio de dicha Imagen, mandó pintar su retablo y lo puso en el Santuario del Señor, para memorar con él su acontecimiento y para que sirva de constancia a todos los que visitan de continuo a la portentosa imagen y vean la maravilla que con ella hizo en aquel instante en que le invocó con íntimas veras de su corazón.

 

 

JACULATORIA

Dulce Jesús de mi vida

Tan solo por remediarme

En tus hombros esa cruz

Cargaste para engendrarme;

Después moriste en ella

Para más beneficiarme;

Mas ingrato te he ofendido,

Y vos siempre a tolerarme,

Mi crimen eh desmedido

Sólo vos podéis salvarme.

 

 

ORACIÓN

Amantísimo Jesús crucificado, que quisiste que ninguno pereciera anegado en su culpa, para cuyo fin determinaste cargar el pesado madero de la cruz, el cual recibiste con humildad. Yo te adoro con profunda veneración en este octavo día y te saludo con estos tres Padre nuestros y Ave Marías adornados con la octava jaculatoria, en reverencia y veneración de tus santísimos hombros, que  atormentados con la pesada carga de mis pecados figurados en ese madero, saliste por las calles públicas de Jerusalén, acompañado de dos ladrones, rodeado de muchos verdugos que al eco de la trompeta y a las voces que gritaban la sentencia, se alborotaba toda aquella canalla y salían de las casas más soldados cargados de armas y a estos seguían los ministros con los dolorosos instrumentos de la crucifixión conduciéndote hasta el Calvario, lleno de afrenta e ignominias, cubierto todo de vergüenza y confusión y penetrado del más agudo dolor llegaste a él dejando teñida con tu sangre aquella calle de la amargura. ¡Oh amor ardientísimo de mi Jesús! ¡Oh espectáculo el más triste y doloroso! Oh delicadísimos hombros de mi Redentor amoroso a quien no cesan de alabar los coros de las dominaciones y por mis grandes culpas llagados. Por ellos te suplico, Dios mío me des a conocer la gravedad y peso del pecado   mortal, que es quien me despoja de cuantos méritos y buenas obras podía producir, desviándome de tu divina gracia, dejándome en ceguedad y estupidez semejante a los irracionales, Dios mío, ya estoy cansado de pecar, no hay cosa más dulce que tu amistad y gracia, ya lo dije: no pecar más ahora quiero hacer mi vida nueva y esto sea ayudado de tu misericordiosa mano, para que penetrado del más vivo sentimiento y dolor de haberte ofendido merezca el perdón de todos los pecados que he cometido y de consiguiente el favor que solicito en esta novena y en mi muerte una perpetua contrición para seguirte con mi cruz hasta tu gloria. Amén.

La petición.

 

 

 

 

NOVENO DÍA

MILAGRO

En este mineral de San Demetrio, de Plateros día 16 de julio de 1838, estando en la Hacienda de beneficios, de Don Francisco Antonio Munguía trabajando Enrique Mares, quien está maniobrando uno de los casos de dichos beneficios, tuvo la desgracia de haberse caído en el tiempo del mayor fermento que tenía de fuego. Y mirándose el expresado Mares, dentro de él, invocó en aquel instante a la milagrosa imagen del Señor de Plateros, quien le oyó benigno mostrándole su misericordia de que no se hubiese ardido en aquella voracidad del fuego, pues no sacó más que una pequeña quemada en un brazo de la que ganó en breve tiempo. Y agradecido este hombre del beneficio que recibió en aquel día de la Majestad Santísima, quiso se pintara su retablo y lo puso en el Santuario del Señor, para que se sirva de constancia a todos los que invocaren a esta soberana imagen y vean la maravilla que con él hizo el que todo lo puede, por medio de aquella Divinísima imagen.

 

 

JACULATORIA

Mi criador, mi salvador,

Mi Dios y Señor divino,

Muéstrame el día de mi muerte

Ese corazón benigno:

Y para su eterno Padre

Quiero que seas mi padrino,

Abogando por mi entonces

Para merecer ser digno

De acompañarte en el cielo

En unión del uno y Trino.

 

 

ORACIÓN

Divino Redentor mío, yo no sé a qué penas de las que padeciste convierta mis atenciones; porque  si cada una de ellas debidamente la considero, es suficiente para quitarme la vida, pero ¡hay bien mío! que después de haberlas considerado todas quedo con mi vida, esto es señal de que te amo muy poco, y aun creo que nada te amo, pues tantas veces te he repetido tus injurias despreciándote por el Barrabás del pecado Yo te adoro con todo el afecto de mi alma y en este noveno día te saludo con estos tres Padres nuestros y Ave Marías (acompañándolos con la nona jaculatoria), en reverencia y consideración de tu adolorido pecho y amorosísimo corazón que fué inhumanamente traspasado con la lanza, por mi causa afligido, por mí acongojado y por mis culpas lastimado. ¡Oh corazón ardiente de mi Jesús! dame verdadero fuego de tu amor para que se deshaga el mío en sus llamas: ¡Oh pecho amorosísimo de mi Jesús crucificado! depósito de los secretos del Padre Eterno, y relicario purísimo del más amante corazón a quien no cesan de alabar los ángeles. Yo te ofrezco el mío clavado en esa cruz, para que ya no sea mío sino todo tuyo; sí, Señor, acepta mi oferta, porque padeciste en tu pecho y corazón para buscar corazones asquerosos como el mío para que se purifiquen con la compasión del tuyo, y porque me reconozco deudor a tus penas; especialmente a la de tu pecho; te ofrezco el mío, para borrar tan feo agravio que te hice, acarreado de la malicia de mi pecado. Oye, Señor, no mis voces, sino los gemidos y suspiros de mi atribulado corazón; atiende, que ya te dice: que hoy comienza en este mismo instante a poner en práctica los proyectos de penitencia que tanto tiempo tengo inútilmente formados: ya soy otro. ¡Oh Dios mío! de lo que fui está por tu gracia enteramente mudado do mi corazón. Sí, Dios mío, estos son mis propósitos que te consagro postrado a tus pies, los cuales te los presento por las manos de María Santísima, cuyo patrocinio imploro desde este momento, hasta el último de mi vida, concediéndome también el favor que te he pedido en esta novena, para honra y gloria de tu amantísimo corazón, para que en la hora de mi muerte. entre por esa   puerta que abrió aquella dura lanza, a gozar de tu amable compañía al palacio de la bienaventuranza, hasta la duración de los siglos. Amén.

 

 

 

 

OFRECIMIENTO DE LA NOVENA

Mi Redentor amoroso

Aquí me tienes rendido

A tus soberanas plantas,

Suplicándote afligido

Que por tus siete palabras

Atiende a mi gemido

Concediéndome el favor

Que en esta novena pido:

Concédemelo, Señor,

Que mi conflicto eh crecido.

 

ORACIÓN

Jesús crucificado de Plateros, que a los que con viva fe te invocan en sus tribulaciones y peligros, les asistes y favoreces con tu poder santísimo y especialmente a los que van a visitarte a tu Santuario les concedes lo que te ruegan delante de tu poderosa imagen, sanándoles de sus enfermedades de cuerpo y alma, dando vista a los ciegos, movimiento perfecto a los impedidos, completa salud a log desahuciados, sanando a los leprosos, a los hidrópicos y demás necesitados que te aclaman, con tal confianza, postrado hoy ante tu sacratísima vida, pasión y muerte, me concedas el favor que solicito, recibiendo estos tres credos que te he rezado, en memoria de las siete palabras que hablaste en la Cruz, por cuyos méritos espero alcanzar de  tu misericordia santísima, que les darás buen despacho a mis súplicas, como lo has hecho con todos aquellos que te han invocado en medio de sus conflictos. Y bajo tal certeza, llego a tus pies, Padre de clemencia, cierto de que no saldré desconsolado de tu presencia, pues eres mi Padre, mi bienhechor y único dueño de mi corazón a quien debo todo mi ser; y aunque soy un monstruo lleno de iniquidades, sé que eres misericordioso y que me has de perdonar todas mis ingratitudes y pecados que he cometido contra Ti, siempre que llegue arrepentido. Sí, mi crucificado Salvador, aquí me tienes humildemente postrado al pie de tu cruz; no me levantaré de aquí de junto de ella hasta que me hayas perdonado todas las ofensas con que ingratamente te he agraviado, para que, por dignación de tu piedad y clemencia llegue cual otro hijo pródigo a los brazos de mi amado Padre.  Recibe, Señor y Dios mío, los afectos de mis pobres oraciones empapadas en mis lágrimas, sean medio para que, unidos a los infinitos méritos de tu pasión santísima, las aceptes y logren tener buen éxito las súplicas que te hago en esta novena, al mismo tiempo en mi muerte merezca ser partícipe de los eternos gozos de la gloria, donde con el Padre y el Espíritu Santo vives y reinas Dios por todos los siglos, Amén.

 

LAUS DEO

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