viernes, 6 de noviembre de 2020

MES DE ÁNIMAS - DÍA SEIS

 


DÍA SEXTO

MEDITACIÓN

Divina Justicia Vindicativa

Habiendo las almas santas del Purgatorio triunfado en vida de su enemigo el demonio, no es justo que caigan en sus manos en el otro mundo para ser atormentadas por él. Si permite Dios que en su carrera mortal sean también tentados y perseguidos los justos por aquel maligno espíritu, pero no lo permite en la otra vida porque aquí es lagar de prueba y de pelea, allí de término y de recompensas. Por lo que Dios mismo es el que enciende y con su aliento aviva el fuego del Purgatorio que castiga y purifica aquellas hijas escogidas de la gracia; y si bien las ama tiernamente, no obstante, les hace probar los efectos más rigorosos de su justicia. ¿Y nos quejamos nosotros si Dios de cuando en cuando nos visita con alguna tribulación en esta tierra? Dice un profeta que Dios está en el fuego, y que como un artífice derrite y purifica en ardiente crisol la plata y el oro, y lo liquida para fundirlo y reducirlo a vistoso trabajo, si entre las llamas de aquella encendida cárcel el Señor limpia y purifica a los hijos de Leví para hacerlos dignos de sí; o a la manera que un diligente escultor a fuerza de golpes de su cortante cincel imprime en el duro mármol las formas del original que se propone, no de otra suerte Dios, con el severo azote de su Justicia, hiere repetidamente a aquellas almas afligidas hasta que esculpe en ellas la imagen de su perfección, haciéndolas dignas de la gloria eterna del cielo. ¡Ah! sin méritos y perfección no se puede entrar en la gloria. Y nosotros, ¿qué es lo que hacemos para merecerla? La consideración de no ser aquellas almas atormentadas, por los demonios en el Purgatorio, forma para ellas un título da distinción y complacencia; más el ser castigadas y atormentadas por la mano misma de Dios a quien adoran, hace más sensibles los golpes y más pesado el azote que los hiere. ¡Ah! exclaman, damos gracias ¡oh Señor! a vuestra piedad, porque nos habéis librado de los dientes del dragón infernal, mas ¡ay! cuán aflictivo es para nosotros mirar vuestro rostro más de Juez que, de Padre, vuestra mano más de vengador que de Esposo. Vuestra misericordia se ha convertido en rigor, y nosotros no sentimos sino los dardos de vuestro encendidísimo enojo. ¡Oh Padre! ¡Oh Juez! ¡Oh atormentador! ¡Oh Esposo! ¡Ay! apiadaos de quien no desea ni suspira sino por vos!

 

ORACIÓN

Oíd, Señor, oíd estas voces pues son vocee de vuestras hijas muy amadas. Vuelva a vuestro rostro la serenidad y la dulzura, resplandezca en vuestros ojos un rayo de clemencia y de gracia, deponga vuestra diestra el azote de la ira y del rigor, y por uno de aquellos rasgos de bondad que os declaran Dios de las misericordias, elevad aquellas infelices que padecen al seno eterno de vuestra bienaventuranza. Tales son sus deseos y tales también los nuestros. Escuchad a las hijas que os ruegan; escuchad a los siervos que interceden por ellas; escuchad al Purgatorio y a la tierra para conceder el cielo a quien no halla reposo hasta poseerle con vos. Amén. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...