jueves, 5 de noviembre de 2020

MES DE ÁNIMAS - DÍA CINCO

 


DÍA QUINTO

MEDITACIÓN

Modo con que el fuego del Purgatorio atormenta a las almas

Siendo el fuego del Purgatorio corpóreo y material, ocurrirá tal vez a alguno el preguntar cómo pueda obrar sobre las almas destituidas de toda materia corpórea. En aquella manera, responde el Pontífice San Gregorio, que Lucifer y los ángeles rebeldes, si bien son puros espíritus, son atormentados con el fuego material del infierno; así antes del juicio universal lo pueden ser también, y lo son en efecto las almas humanas sin cuerpo condenadas al infierno o al Purgatorio. El fuego de los abismos es un instrumento de la Justicia de Dios, la cual puede castigar un espíritu por medio de un cuerpo, como su omnipotencia anima a un cuerpo por medio de un espíritu. Nos es desconocido y sorprendente el modo; pero no es menos verdadero, concluye San Bernardino de Sena, mientras que sería una imperdonable presunción querer comprender con la corte la de la vista del hombre, las obras maravillosas del poder divino. Esforzándose los Santos Padres y Doctores

á darnos alguna explicación del modo con que el fuego del Purgatorio atormenta las almas encerradas en aquella cárcel, nos dicen que obra en ellas por aligación; y quieren decir que aquellas almas no tienen ya el cuerpo que tenían en vida, más el fuego del Purgatorio se une de tal manera y se apega a aquellos desnudos espíritus, que les sirve como de un tormentosísimo cuerpo. Es esta una idea que nos llena de espanto y de horror, más nuestra idea es siempre menor de lo que es en verdad. ¡Oh cuán inexplicable es el tormento que experimentan aquellas ánimas benditas! Consideremos pues, oh cristianos, que aquellas almas no tienen como nosotros las manos corpóreas o de carne, más las manos sol de fuego: no tienen pies, más los pies son do fuego; no tienen los otros miembros come los nuestros de carne, mas todos son dé fuego. De fuego es la cabeza que despide siempre centellas; de fuego el pecho, que siempre arde; de fuego las entrañas, que arrojan siempre llamas; de fuego todas las partes que siempre crujen. No ven sino fuego, no oyen sino fuego, no respiran sino fuego, no tocan sino fuego. En el fuego están siempre, y se revuelven siempre en el fuego. ¡Oh fuego! ¡oh fuego del Purgatorio! ardamos pues en suma caridad en esta vida, si no queremos arder en la otra en el fuego del Purgatorio.

 

ORACIÓN

Encended, Vos ¡oh Señor! el fuego de la divina caridad en nuestros pechos y haced que arda de tal manera, que a todos nos santifique, haciéndonos emplear a todos empeñosamente en socorrer y librar a nuestros hermanos difuntos, de los insufribles ardores del Purgatorio. El fuego que para ellos se apaga, se apaga también para nosotros; la piedad que usamos con ellas la encontraremos más abundante para nosotros, y purificados en las llamas de vuestro santo amor en esta vida, llegaremos más felizmente a su soberana fuente en la otra, cuanto con más generosa mano derramaremos al presente sus afectos en el Purgatorio. Amén.

 


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