DÍA
QUINTO
MEDITACIÓN
Modo
con que el fuego del Purgatorio atormenta a las almas
Siendo
el fuego del Purgatorio corpóreo y material, ocurrirá tal vez a alguno el
preguntar cómo pueda obrar sobre las almas destituidas de toda materia
corpórea. En aquella manera, responde el Pontífice San Gregorio, que Lucifer y
los ángeles rebeldes, si bien son puros espíritus, son atormentados con el
fuego material del infierno; así antes del juicio universal lo pueden ser
también, y lo son en efecto las almas humanas sin cuerpo condenadas al infierno
o al Purgatorio. El fuego de los abismos es un instrumento de la Justicia de Dios,
la cual puede castigar un espíritu por medio de un cuerpo, como su omnipotencia
anima a un cuerpo por medio de un espíritu. Nos es desconocido y sorprendente
el modo; pero no es menos verdadero, concluye San Bernardino de Sena, mientras
que sería una imperdonable presunción querer comprender con la corte la de la
vista del hombre, las obras maravillosas del poder divino. Esforzándose los
Santos Padres y Doctores
á
darnos alguna explicación del modo con que el fuego del Purgatorio atormenta
las almas encerradas en aquella cárcel, nos dicen que obra en ellas por aligación;
y quieren decir que aquellas almas no tienen ya el cuerpo que tenían en
vida, más el fuego del Purgatorio se une de tal manera y se apega a aquellos
desnudos espíritus, que les sirve como de un tormentosísimo cuerpo. Es esta una
idea que nos llena de espanto y de horror, más nuestra idea es siempre menor de
lo que es en verdad. ¡Oh cuán inexplicable es el tormento que experimentan aquellas
ánimas benditas! Consideremos pues, oh cristianos, que aquellas almas no tienen
como nosotros las manos corpóreas o de carne, más las manos sol de fuego: no
tienen pies, más los pies son do fuego; no tienen los otros miembros come los
nuestros de carne, mas todos son dé fuego. De fuego es la cabeza que despide
siempre centellas; de fuego el pecho, que siempre arde; de fuego las entrañas,
que arrojan siempre llamas; de fuego todas las partes que siempre crujen. No ven
sino fuego, no oyen sino fuego, no respiran sino fuego, no tocan sino fuego. En
el fuego están siempre, y se revuelven siempre en el fuego. ¡Oh fuego! ¡oh
fuego del Purgatorio! ardamos pues en suma caridad en esta vida, si no queremos
arder en la otra en el fuego del Purgatorio.
ORACIÓN
Encended,
Vos ¡oh Señor! el fuego de la divina caridad en nuestros pechos y haced que arda
de tal manera, que a todos nos santifique, haciéndonos emplear a todos
empeñosamente en socorrer y librar a nuestros hermanos difuntos, de los
insufribles ardores del Purgatorio. El fuego que para ellos se apaga, se apaga
también para nosotros; la piedad que usamos con ellas la encontraremos más
abundante para nosotros, y purificados en las llamas de vuestro santo amor en
esta vida, llegaremos más felizmente a su soberana fuente en la otra, cuanto con
más generosa mano derramaremos al presente sus afectos en el Purgatorio. Amén.
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