DEVOCIÓN
A LAS GOTAS DE SANGRE
QUE DERRAMÓ NUESTRO REDENTOR JESÚS EN SU PASIÓN Y MUERTE EN LA CRUZ
Sevilla,
año de 1868
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, dulce y amoroso Padre, enamorado y divino, socórreme y
perdonadme, bien se Señor, que mis obras son de muy bajo quilate, pero puestas
con las tuyas serán de valor muy grande, confieso que te he ofendido y conozco
que no valen mis lágrimas y suspiros, en penitencia agradarte, en penitencia te
ofrezco mi Dios tu preciosa Sangre, que, aunque son muchas mis culpas su precio
mucho más vale. Amén.
SALUTACIONES
Por
primera vez te saludo, mi Dios, que la derramaste, y fue en la circuncisión,
Niño benigno y afable, y principiaste a padecer, vertiendo preciosa sangres, te
suplico me perdones, pue tan temprano empezaste a padecer por mis culpas y yo
lo conozco tarde.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Por
segunda vez te saludo, mi Dios, que la derramaste y fue en la oración del
huerto, orando a tu Eterno Padre, donde con fatigas grandes, pensando en mis
grandes culpas, copiosa sangre sudaste, te suplico Jesús mío, por esta oración
tan grande, que me des tu gracia y luz para poder conformar mi voluntad con la
tuya y que mi oración te agrade.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
Por
tercera vez te saludo, mi Dios, que la derramaste, amarrado a una columna con
golpes muy desiguales de aquellos fieros sayones, que, con azotes mortales vuestro
santo cuerpo hirieron y llenaron de cardenales, aquí pido por todos, mi Dios,
no desmaye nadie, que no es justo que se pierda, Jesús, tu preciosa sangre.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
Por
cuarta vez te saludo, mi Dios, que la derramaste, y fue cuando te coronaron de espinas
muy penetrantes, divino Rey de Reyes, Majestad de Majestades, recreo de los
humildes que de los cielos bajaste, para humillar mi soberbia, viendo yo
humildad tan grande, te suplico que me hagas humilde de aquí en adelante.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
Por
quinta vez te saludo, mi Dios, que la derramaste quitándote en el Calvario tus
vestiduras reales, te desnudaron, bien mío, para en la cruz enclavarte, te
suplico me desnudes de esta mi mala carne, que es mi mayor enemigo, y de ella
no puedo librarme.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
Por
sexta vez te saludo, mi Dios, que la derramaste, y fue cuando en el Calvario te
levantaron en alto, suplícote Jesús mío, que mi alma se abrase en tu amor, y que
mis obras a ti solo se eleven, y si me viere caído como flaco y miserable,
dulce Jesús de mi vida, ten por bien levantarme.
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
Por
séptima vez te saludo, mi Dios, que la derramaste cuando Longinos partió tu pecho
de parte a parte, de aquella cruel lanzada, que con abundancia grande vertiste
sangre mezclada con agua para lavarme. ¡Oh que licor tan divino! Dado como fino
amante de aquella llaga divina que siempre está firme y constante y por todas,
siete veces mi Dios, vuelvo a saludarte, que por todas siete juntas te sirvas de
perdonarme.
Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
ORACIÓN
A LA SANTÍSISMA VIRGEN
Al
pie de la Cruz estaba la Virgen María, triste y desconsolada, sin consuelo ni
alegría, porque en sus brazos tenía, la prenda que más amaba, la prenda que más
quería, contemplándole en las llagas, que en pies y manos tenía, pero más la
del costado, que el corazón le partía. ¡Oh Virgen María! Mi espejo y mi luz,
que sola os hallaste al pie de la Cruz, viuda lloras con gran soledad, socorred
Señora, mi necesidad. Amén.
ORACIÓN
A JESUCRISTO NUESTRO SEÑOR
Señor
mío Jesucristo, Padre dulcísimo, por el gozo que tuvo tu querida Madre, cuando
te le apareciste en la sagrada noche de la resurrección, y por el gozo que tuvo,
cuando te vió lleno de gloria, te pido que me alumbres con la luz de la
divinidad para que pueda cumplir tu voluntad todos los días de mi vida, Tú que
vives y reinas, con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo por los siglos de
los siglos. Amén.
ORACIÓN
A LA SANTA CRUZ
¡Oh Santísima Cruz! ¡Oh inocente y piadoso cordero! ¡Oh pena grave y cruel! ¡Oh pobreza de Cristo mi Redentor! ¡Oh llagas muy lastimadas! ¡Oh corazón traspasado! ¡Oh sangre de Cristo derramada! ¡Oh muerte de Cristo amarga! ¡Oh dignidad de mi Dios, digna de ser reverenciada! Ayúdame, Señor, para alcanzar la vida eterna en la hora de mi muerte. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario