SAGRADO
NOVENARIO DE LA MILAGROSA IMAGEN
DE
NTRA.
SRA. DEL PUEBLITO
DE
LA SANTA PROVINCIA DE RELIGIOSOS OBSERVANTES DE S. PEDRO Y S. PABLO DE MICHOACÁN
Escrito
por el P. Fr. Hermenegildo Vilaplana,
Predicador
Apostólico del Colegio de la Sant a Cruz de Querétaro, Lector de Sagrada
Teología, Calificador del Santo Oficio, Cronista General de todos los Colegio s
de Menores Observante s de esta Nueva España y de la referida Santa Provincia
Dedicado
al Exorno. Sr. Marqués de Cruillas
Virrey
de esta Nueva España
REIMPRESO
CON LAS LICENCIAS NECESARIAS
MEXICO
TALLERES TIPOGRÁFICOS DE "EL TIEMPO"
Primera
de Mesones núm. 18.
Año
de 1905
ORACIÓN
PREPARATORIA
Dulcísimo
Jesús, amorosísimo Redentor Mío y Pastor bueno de mi alma: aquí tenéis a
vuestros pies reconocida ya de sus errados pasos, aquella oveja perdida, que
buscándola vos con tanto afán y cuidado. se ha mostrado tantas veces rebelóse
al imperio con que la llamasteis á vuestro redil, y sorda a los repetidos
silbos que le ha dado vuestra Deidad. En vuestra presencia estoy ya, Señor,
dando tristes balidos, suspiros amargos y funestos lamentos, sin atreverme a
mirar el cielo de vuestro Rostro, acordándome que he sido tan desobediente a
vuestros preceptos, tan ingrato a vuestros beneficios y tan obstinado a los impulsos
de vuestra clemencia. Pero merezca mi confusión, Dios mío, el que vos pongáis
en mí vuestros benignísimos ojos, que sólo con que me miréis, espero que me
tengáis compasión: pues yo sé muy bien, piadosísimo Salvador del mundo, que
vuestra misericordia no puede ver miserias en los miserables hijos de Adán, sin
que al instante nos preparéis el remedio, y que vuestra justicia, aunque tan
recta, es tan dulce, que, aunque no podéis ver el pecado, os morís por el
pecador. Miraste a un ciego de nacimiento, y le disteis vista: mirasteis con
tribulación á Zaqueo, y le llenasteis la persona y casa de bendiciones divinas:
mirasteis a tus discípulos peligrando en el mar, y les quitasteis el sobresalto
serenando su riesgo: mirasteis con hambre a las Turbas, y a todos los dejasteis
hartos: mirasteis aquella afligida viuda que lloraba a su hijo muerto, y resucitasteis
al difunto por consolar a la madre: mirasteis a la Magdalena, y la perdonasteis:
mirasteis a San Pedro, y vuestra vista lo volvió a vuestra gracia: y para
abreviar, vos sois el divino Padre, que en cuanto mirasteis al pródigo desde
lejos, que iba a arrojarse a vuestras sagradas plantas a pediros perdón de sus
enormes excesos, se os conmovieron luego las entrañas, le salisteis al punto al
encuentro. y le recibisteis sin dilación en vuestros brazos; porque en vos, lo
mismo es ver miserias, que remediarlas: lo mismo es ver angustias, que
socorrerlas: lo mismo es ver aflicciones, que acudir con el alivio. Como que,
para perdonar agravios a los delincuentes, y para usar de misericordia con los
culpados, es vuestro Corazón tan dilatado que no tiene fin, y es vuestro ánimo
tan generoso que no tiene término: sabéis el oficio, y tenéis el ejercicio: os
preciáis de tener la faina y hacéis alarde del uso. Pues ea. Pastor benigno y
Padre amoroso, volved vuestros piadosos ojos a esta errada oveja, y mirad a
este ingrato pródigo con la vista de vuestra clemencia. Arrepentido estoy de mi
mala vida, y contrito de todas mis culpas, confieso que pequé contra vos, en
presencia de los cielos: y para más inclinar vuestra piedad a que me perdonéis,
recurro confiado al trono de la misericordia: apelo a vuestra Madre María,
acordándoos que vos me la disteis por Madre par a que me reengendrase en
vuestra gracia, y ella me admitió por su hijo, para que, como hijo de tal
Madre, halle siempre abiertas las puertas de vuestra soberana clemencia.
Misericordia, Jesús benignísimo. que a mí me pesa de haberos ofendido y
propongo firmísimamente no volver más a la culpa. Misericordia. Redentor
divino, pues digo con toda mi alma, que antes mil muertes, que una ofensa.
Misericordia. Dios v Señor mío. para remedio de este pecador miserable, honor
de tu Santísima Madre, gloria de vuestro dulcísimo Nombre y de toda la
Beatísima Trinidad. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Postrado
a vuestras sagradas plantas, poderosísima Madre y clementísima Virgen María,
busco vuestro patrocinio y amparo a la sombra de esta vuestra milagrosa Imagen
del Pueblito, deseoso de hallar gracia en los compasivos ojos de vuestro
santísimo Hijo, mediante vuestra intercesión poderosa: y haciendo recuerdo de
los muchos que han implorado vuestra protección en esta vuestra prodigiosa
Efigie, y han experimentado vuestro valimiento, quedando libres de varios
males, y consiguiendo muchos bienes de naturaleza y gracia, os quiero presentar
este memorial, haciéndoos presentes las congojas que me afligen, los males que
me molestan y los cuidados que me perturban: para acordaros vuestras sagradas
piedades, vuestras excelentes misericordias y vuestras nobilísimas compasiones.
Yo bien sé, que aun cuando los pecadores no nos acordamos de vos, os acordáis
vos de nosotros; y tan deseosa de romper los lazos de nuestra perdición, y los
grillos de nuestro engaño, como de que hallemos remedio en nuestras
tribulaciones, v socorro en nuestras necesidades, llamáis a todo con dulces
gritos, diciendo a cada uno con voz suave: ¿hombre extraño, a dónde vas?
Vasallo infiel, ama a tu Reina, siervo ingrato, sirve a tu ama, hijo perdido,
busca a tu madre, busca a tu, madre si suspiras como errado por el perdón de
tus yerros. Sirve a tu ama, si deseas como siervo el premio de tu servicio. Ama
a tu Reina, si pretendes como vasallo estimaciones reales. Ven a mi casa si
quieres como peregrino la posada más segura. Y aun cuando nuestra ingratitud es
tan necia, y nuestra obstinación es tan torpe, que no nos damos por entendidos
á vuestras voces, ni por avisados a vuestros gritos, con todo, no cesáis de
procurar medios para avivar nuestra tibieza, ni dejáis de continuar los
impulsos que despierten nuestra atención, para que volviéndonos para vos y
valiéndonos de vuestro abrigo huyan de nosotros los males que nos hacen gemir
en este triste destierro, y quedemos llenos de los bienes que pacifican los
corazones y recrean los espíritus. Pue sea, suprema Emperatriz de los cielos,
Madre admirable de los pecadores, remedio único de los mortales, amparo último
de los afligidos, aquí tenéis al más afligido y al más necesitado de todos: v
avergonzado de sí mismo, aunque arrepentido con vuestro auxilio, aturdido de
mis necedades, aunque confiado en vuestro amor; pasmado de mis locuras, aunque
esperanzado en vuestra bondad: asombrad o de mi gratitud, pero avisado por
vuestra luz. os ruego que me admitáis por vuestro vasallo, por vuestro siervo y
por vuestro hijo, y que me miréis como Reina, como protectora y coma Madre, que
os prometo escribir en mi corazón esta deuda, para no olvidar tal fineza y
esforzar mi gratitud a vuestros piadosos oficios, hasta que por vuestra
intercesión llegue a cantar eternamente vuestras alabanzas con los santos y con
los ángeles en a gloria. Amén.
Ahora
se rezarán cinco Ave Marías, en memoria de los cinco Misterios del Santo
Rosario.
DÍA
PRIMERO
MATER
DIVINA GRATIA
ORACIÓN
Purísima
Emperatriz de cielo y tierra María, concebida sin pecado original, escogida por
toda la Beatísima Trinidad para ser llena de gracia y Madre del autor de la
gracia misma, enriqueciéndote para dignidad tan divinamente privilegiada, el
Padre con su poder, el Hijo con su saber, y el Espíritu Santo con su amor. Y o
te alabo y glorifico por estos soberanos privilegios con que te adornó y exaltó
el Todopoderoso, para que los miserables pecadores hallemos en ti el medio más
seguro para vencer los combates de la culpa, para conseguir los divinos
auxilios, para alcanzar el perdón de los pecados y volver a la amistad de
nuestro Dios. Confieso, Señora, que sólo la gracia de tu dulcísimo Nombre es
muchas veces poderosa para librarnos de los peligros, para remediarnos en los
trabajos, para consolarnos en las aflicciones, para curar nuestras enfermedades
y para vencer las tentaciones todas, triunfando de todos los enemigos: y que sólo
con pronunciarlo, no hay tentado que no consiga victoria, no hay enfermo que no
halle medicina, no hay afligido que no logre consuelo, no hay perseguido que no
tenga amparo, ni hay necesitado que encuentre socorro. Mas al acordarme, que
luego que fuiste saludada y predicada llena de gracia por el Arcángel San
Gabriel, y concebiste en tus virginales entrañas al soberano Autor de la
gracia, fuiste tan liberal en comunicarla, que no sosegó tu Corazón, hasta que
cruzando montes y transitando desiertos. llegaste a la casa de Zacarías para
desterrar la culpa y santificar al Bautista, antes que le viese el rostro la
tierra: te ruego que vengas a la pobre casa de mi alma, y me alcances de tu
Santísimo Hijo que queden desterradas todas mis culpas y que me restituya a su
amor y benevolencia, por medio de una confesión verdadera y de un fervoroso
arrepentimiento. Muéstrame que eres mi Madre, y enséñame a ser hijo tuyo, para
que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más
poderoso patrocinio contra el infierno, y el norte más fijo para la gloria.
Amén.
GOZOS
Al que á vos llega contrito,
Virgen Santa del
Pueblito,
Sed nuestra madre
amorosa.
Sois
medicina del cielo
Para
toda enfermedad,
Y
en cualquiera adversidad
Sois
nuestro amparo y consuelo
Y
pues mostráis tanto anhelo
Para
ser tan poderosa:
Todos
los que con fervor
Imploran
tu patrocinio,
Consiguen
el exterminio
De
sus males, por tu amor:
Oye,
pues, nuestro clamor.
Pues
sois tan maravillosa:
Si
la lluvia se escasea,
Se
sabe por experiencia,
Que
acudiendo á tu clemencia
Llueve
cuanto se desea:
No
hay alguno que no crea,
Que
sois nube milagrosa:
Cuando
alguna tempestad
Entre
las nubes se fragua,
Conviertes
el trueno en agua,
Como
madre de piedad:
Contra
el rayo y su crueldad,
Es
tu virtud prodigiosa:
La
estéril tiene por cierto
El
concebir si te implora,
Y
al llegar del parto la hora,
Por
ti sale con acierto;
Tiene
en ti un tesoro abierto
La
que os busca fervorosa:
Aunque
la plebe se infeste
De
alguna constelación,
El
llevarte en procesión
Es
cesar luego la peste:
Eres
médica celeste,
Contra
la más contagiosa:
Sois
para el triste, alegría,
Para
el pobre sois riqueza,
Para
el flaco fortaleza,
Y
para el ciego sois guía:
Todo
mortal de ti fía
En
su vida peligrosa:
Quien
con devoción activa
Visita
tu santuario.
Halla
allí un gracioso erario
Para
que enriquezca y viva:
Tu
clemencia es quien aviva
Al
alma más perezosa:
Una
estrella refulgente
En
tu rostro apareció,
Señal
que el cielo nos dio,
De
ser tu amparo frecuente:
A
muchos hizo patente
Esa
luz tan misteriosa:
En
tu templo colocada
Dicen
unos que sudaste;
Y
otros dicen que lloraste
Quedando
como enojada:
Mas
si sois nuestra abogada
Y
Reina tan poderosa:
Si
os mostráis tan piadosa
Al
que á vos llega contrito,
Virgen
Santa del Pueblito,
Sed
nuestra madre amorosa.
L/:
Ruega por nosotros Santa Madre de Dios
R/: Para
que seamos dignos de las promesas de Cristo
OREMOS: Omnipotente
y Sempiterno Dios, que, con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el
cuerpo y alma de María para que se hiciese digna habitación de tu Hijo:
concédenos a los que recordamos tan dulces Misterios, ser libres por su
intercesión piadosa, de los males que nos amargan y de la muerte eterna. Por Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.
DÍA
SEGUNDO
MATER
AMABILÍS
ORACIÓN
Aurora
de la mañana, Santísima Virgen María, brillante como las estrellas, hermosa
como la luna v escogida como el sol. Tan bella, tan pura y tan amable, que en
el instante primero de vuestra inmaculada Concepción, fuiste en el vientre de v
vuestra gloriosísima Madre Santa Ana, el gozo y recreo del mismo Dios que os
crió. Alaben, Señora, el cielo y tierra vuestra amabilidad soberana por el
apacible genio que usas con los pecadores, y por el dulce estilo con que
siempre oyes nuestros lamentos. ¡Quién hubo jamás que te invocase devotamente,
que no haya experimentado las influencias de vuestro cariño! ¿Quién ha meditado
alguna vez el amor con que miras a los que vivimos desterrados en esta región
de llanto, que no haya quedado lleno de particulares consuelos? ¿Quién hasta
ahora ha conservado en su corazón vuestra memoria, que n o haya conseguido
celestiales ilustraciones y singulares dulzuras? ¿Quién ha abierto la boca para
invocaros en sus necesidades y riesgos, que haya logrado prontamente el más
conveniente remedio y el más oportuno reparto? ¿Quién, en fin, se ha esmerado
en reverenciaros con devotos cultos, que no le hayáis vos franqueado
innumerables bendiciones divinas? Bendita sea tan inefable amabilidad con que
el Señor os enriqueció para robarle a su Majestad los cariños, y para hacer a
los más aborrecibles pecadores, amables a sus ojos divinos. Y pues por vuestra
piedad he logrado yo tiempo para valerme de vuestra clemencia, y para pedir
misericordia de mis culpables excesos, experimente vuestra protección, extended
a mí vuestro amor. Mostrad que sois mi Madre, y enseñadme a ser hijo vuestro,
para que halle siempre en vos el más saludable antídoto contra el pecado, el
más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el
infierno, y el norte más fijo para la gloria. Amén.
DÍA
TERCERO
MATER
ADMIRABILIS
ORACIÓN
Madre
admirable del amor hermoso, clementísima María, que, con pasmo de los hombres y
admiración de los ángeles, trajiste a la Sabiduría Eterna desde el seno del
Padre Eterno a tu castísimo vientre, para ser Madre de Dios, quedando Virgen:
prodigiosa es tu maternidad, como Madre que eres de claridad inmensa, de
esplendor divino y de luz de la luz increada. Pues luz de luz es vuestro Hijo
Jesús, que alumbra a todas las criaturas v esplendor de la gloria del Padre,
que lo da a conocer a todas las gentes y claridad que hace hermosos y
resplandecientes los cielos, sin que les haga falta el sol, y sin que necesiten
de luna. Bien sé que, por esta dignidad, nunca dignamente ponderada, porque
siempre altamente misteriosa, no tendréis a menos el ser Madre de est e hijo de
la noche, de la obscuridad y tinieblas que tenéis a vuestros pies, lleno de
ceguedad, de confusión y de culpas, pues tú misma nos has asegurado, que tus
delicias y gustos consisten en asistir y hacer compañía a los hombres, y por
consecuencia a los que somos hijos de la maldad y pecado, y por lo mismo, para
mejorar nuestra filiación nos admitiste por hijos al pie de la cruz, en cabeza
del amado Benjamín, el Evangelista San Juan. Ruégote, que ejercites conmigo los
piadosos oficios de benigna y tan admirable Madre, y enséñame a ser hijo tuyo,
para que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más
poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno, y
el norte más fijo para la gloria. Amén.
DÍA
CUARTO
VIRGO
POTENS
ORACIÓN
Bendito
sea el Todopoderoso, sacratísima Reina María, que a impulso del infinito amor
con que os ama. os ha constituido plenipotenciaria en el cielo y en la tierra,
como Hija del mejor Padre, Madre del mejor Hijo, y Esposa del mejor Esposo; no
satisfecho su deseo de engrandeceros en que se os postren humilde mente
los angeles, os adoren profundamente los hombres, y os doblen temerosamente la
cerviz las infernales serpientes, hasta el mismo Omnipotente Dios quiso
rendirse a vuestro dominio y sujetarse a vuestro imperio, queriendo mostrar con
sujeción tan admirable, que es vuestro Señorío tan inmenso, y vuestro poder tan
inefable, que no sólo' mandáis la tierra v cielo, a los ándeles y a los
hombres, sino que parece que hasta respecto del mismo Dios, sois Señora, y que
hasta en su Majestad tenéis mando. ¡Oh cuán incomprensible es vuestro poder! ¡Pero
si pudiste hacer hombre el mismo Dios, qué cosa será para vos imposible? Regocíjome
como hijo vuestro, de que seas tan poderosa y celebro tan gran poder de mi
Madre, Y alegándoos reverentemente el derecho de mi legítima, te pido que me
concedas todos los bienes que necesito, v te ruego que me libres de todos los
males que me amenazan. Os suplico que séais siempre m, Madre, y que me enseñéis
á ser vuestro hijo, para que halle continuamente en vos el más saludable
antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más
seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.
DÍA
QUINTO
CAUSA
NOSTRAE LAETITAE
ORACIÓN
Alegre
sal indeficiente del mundo, y ciclo del mismo, cielo. María, que con felices
anuncios y gloriosos vaticinios desterraste la noche de la tristeza para que
empezase el día de la alegría, deseado de los Patriarcas, suspirado de los
Profetas y esperado con impacientes ansias de los justos y pecadores. ¿A quién,
si á vos, que toda sois gusto en los pesares, toda consuelo en las angustias y
toda gozo en las penas, puedo recurrir en mis aflicciones, sobresaltos y
cuidados, tan confiado, como cierto de que mi ánimo ha de quedar sereno, y mi
corazón quieto y pacífico, mediante vuestra protección y abrigo? Vos sois la
que con más valor que Judith, cortaste la cabeza al infernal Holofernes, para
ser gloria de Jerusalén, alegría de Israel, y honor de nuestro linaje. Bástame,
pues,' vuestro patrocinio, para que el enemigo común no me aflija con sus
sugestiones, no me perturbe con sus ensartes, y no me confunda con sus
sofismas. Vos sois la que con más prudencia que la famosa Abigail, hacéis
frente a las locuras con que nos persigue el mundo, a las necesidades con que
nos contristan los hombres y a la demencia con que nos intenta atropellar la
malicia. Bástame, pues, vuestro amparo; para que mi confusión se convierta en
paz, mi tristeza en regocijo y mi aflicción en júbilo. Vos sois la que con más
gracia que Esther, hacéis suspender al divino Asuero sus iras, porque sois la
alegría del cielo y también del mundo; no sólo de Dios, sino también de los
hombres; no sólo de vuestro Padre, sino también de vuestros hijos. Y, en fin,
Señora, vos sois la rosa que transformáis las espinas en fragancias de ámbares:
mar que de la misma amargura hacéis brotar dulces aguas, y aurora que de las
lágrimas desentrañáis alegres risas del día. Desterrad, pues, de mí las espinas
de los peligros, las amarguras de los cuidados v las lágrimas de mis
tribulaciones. Mostrad que sois mi Madre, y ensenadme a ser hijo vuestro, para
que halle siempre en vos el más saludable antídoto contra el pecado, el más
poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y
el norte más fijo para la gloria. Amén.
DÍA
SEXTO
SALUS
IMFIRMORUM
ORACIÓN
Arca prodigiosa del testamento, augustísima María, que encierras todos los remedios que necesitamos para todas nuestras dolencias, vara milagrosa de Moisés, obradora de maravillas para curar nuestros achaques s serpiente maravillosa de metal, a cuya vista no hay veneno que inficione, ni hay herida que atormente, piedra sagrada del desierto, de quien nacen dulces fuentes para mitigar los incendios, y para templar los ardores, piscina misteriosa de Hebrón, que a más de destilar continuas provechosas aguas para lenitivo de nuestros males, destierras la malicia de las enfermedades y nos preservas del riesgo, libro abierto en el trono del mismo Dios, lleno de saludables recetas para que curen las almas, y para que sanen los cuerpos, tú eres la salud de los enfermos, y tú misma has prometido, que cualquiera que tenga la fortuna de encontrarte, hallará salud y vida, cura, pues, medicina soberana, todos mis males corporales y espirituales, y alcánzame de tu divino Hijo los días de vida y salud que me convenga para servirlo y amarlo; y para más empeñar tu protección v patrocinio, a tus plantas pongo todas mis potencias y sentidos, para ser en adelante todo vuestro en el interior y exterior. No quiero ojos sino para mirarte, ni oídos sino para oírte, ni lengua sino para alabarte, ni manos sino para servirte, ni pies sino para buscarte: ni quiero memoria sino para acordarme de tus finezas, ni entendimiento sino para meditar tus misericordias, ni voluntad sino para amar tu grandeza. Confiado en que correspondiendo tu clemencia a mis votos, tú misma me presentarás a tu Hijo, a fin de que quede libre de toda asquerosa dolencia, y quede juntamente lleno de bendiciones inmensas, muestra que eres mi Madre, y enséñame a ser hijo tuyo, para que siempre halle en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la Gloria. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
REFUGIUM
PECATORUM
ORACIÓN
Ciudad
sagrada de Refugio, benignísima María, mejor que Cadés en la tribu de Neftalí,
mejor que Siquen en la tribu de Efraím, mejor que Judá en la tribu de Hebrón,
mejor Besor en la tribu de Rubén, mejor que Ramoth en la tribu de Gad, y mejor
que Gaulón en la tribu de Miañases, en cuya clemencia, piedad y compasión, no
hay culpado que no halle asilo, no hay delincuente que no encuentre abrigo, ni
hay malhechor que no logre inmunidad. No cabe en ti, Reina soberana, el ser
Refugio de nuestros males, y de tenerte en los remedios; porque, aunque la
culpa nos aleje de ti, tu misericordia nos alcanza: aunque el delito nos desvié
de tu vista, nos sale tu benignidad al encuentro: y aunque el pecado nos
obligue a ser fugitivos, tú misma nos abres las puertas de tu casa y Corazón
para que puestas nuestras necesidades y miserias a tus plantas, o se conviertan
en dichas, o se vuelvan resignaciones. Bien conozco que como monstruo de
iniquidad no merezco refugiarme a tan divino sagrado, implorando que la divina
justicia se suspenda contra mí, se aplaque el furor contra mis yerros y se
quite el enojo contra mis vicios. Mas entendiendo que fuera injuria de tu amor
el que se halle pecador que obligue con sus ingratitudes a poner a tu gracia
excepciones, o que estanque con sus maldades la corriente de tus clemencias, o
que cierre con sus pecados las puertas de tus misericordias: aunque soy un
abismo de fealdad y malicia, me arrojo confiado a tus pies, me postro humilde a
tu vista, y me acojo reverente a tu sombra, suplicando tu intercesión, tu amparo
y valimiento. Alcánzame eficaces auxilios para una verdadera penitencia y para
enmendar perfectamente mi vida. Muestra que eres mi Madre, y enséñame a ser
hijo tuyo, para que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el
pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra
el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.
DÍA
OCTAVO
CONSOLATRIX
AFL1CTORUM
ORACIÓN
Inclino
de la Santísima Trinidad preexcelsa y dulcísima María, Tabernáculo de Dios con
los hombres, donde nadie entra que no experimente tu amparo: Iris celestial que
aplacas las divinas indignaciones y anuncias a los mortales las deseadas
bonanzas : Columna soberana de nube, que mitigas los ardores del sol de
justicia Cristo para que no abrase a los pecadores: Arca misteriosa de Noé es
tu templo del Pueblito, donde las fieras más inicuas se vuelven mansas, los
ánimos más rebeldes quedan pacíficos, y los corazones más obstinados se mueven
al arrepentimiento. para merecer con ternuras alivios de tu fineza, para
negociar con suspiros favores de tu piedad, y para interesar con lágrimas
mercedes dé tu misericordia. No hay triste que allí no halle alegría; no hay
enfermo que allí no halle salud: no hay pobre necesitado que allí no halle
socorro, ni hay afligido que allí no halle consuelo. Pues ¿a dónde si no a tu
templo, hemos de acudir los infelices en las aflicciones que nos confunden, en las
necesidades que nos atormentan, en las penurias que nos martirizan, en las
enfermedades que nos molestan v en las tristezas que nos acongojan? ¿A dónde
sino en tu casa, podemos buscar más seguramente la alegría, la salud, el
remedio, el socorro y el consuelo? Compañero es tu Corazón del de tu Hijo
Jesús, del cual nos dice San Pablo: que de su mismo padecer aprendió la
compasión. Habiendo sido, pues tú el mar de las amarguras, cifra de todas las
penas y el centro de las aflicciones. no puede haber aflicción, ni es posible
que haya pena, ni es dable que haya amargura, que, a tu vista, en tu templo y
en tu casa, n o quede compadecida, aliviada y remediada: y pues son tantos los
afligidos que gimen en este destierro, y que claman por el consuelo que pende
de tu poder, inclina tu favor a todos y a cada uno en la desgracia que llora, o
bien sea de alguna fragilidad humana, o bien sea derivada de la permisión
divina. Mas puesto que ves en mí tantos y tan tristes males unidos, concédeme
el alivio y el remedio de todos ellos. Muestra que eres mi Madre, y enséñame a
ser hijo tuyo, para que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el
pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra
el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.
DÍA
NOVENO
REGINA
SANTORUM OMNIUN
ORACIÓN
Reina
de inefable imperio, majestuosa y afabilísima María llena de gracia, dones,
tesoros, privilegios y excelencias: maestra graciosa de santidad, que teniendo
con Dios el parentesco de Madre, tienes sobre todos los demás Santos
incomprensibles excesos de piadosa, benéfica, poderosa, santa y gloriosa. De ti
adquirió Rebeca la piedad, Sara la compasión, Rahab la misericordia, Raquel la
ternura y María, hermana de Moisés, la clemencia. De ti heredaron los ángeles
el fervor, los apóstoles el celo, los mártires la constancia, los confesores el
espíritu y las vírgenes la pureza. Por ti no hay vicio que no se venza ni hay
virtud que no se alcance, no hay mérito que no se adquiera, no hay maldad que
no se renuncie, ni hay santidad que no se consiga. Después de Dios, tú tienes
el mayor amor, tú tienes la mayor sabiduría y tú tienes el más absoluto poder.
Y como el Divino Señor no te ha tratado ni te trataría jamás con escasez y
miserias, no sólo sabes todo lo que puedes, sino que puedes todo lo que
quieres. Así lo han experimentado innumerables devotos tuyos, que han
solicitado tu intercesión y han implorado tu patrocinio á vista de tu milagrosa
imagen del Pueblito, venerada para mayor esperanza nuestra y para mayor gloria
tuya, por un continuado prodigio, por una frecuente maravilla, por un portento
de piedad y por un milagro de devoción. Hazme, pues, participante de tus
virtudes. Enciende mi corazón helado, inflamad mi tibio espíritu, y disponme
para merecer y recibir los favores y beneficios que te he pedido en esta
novena, haciendo juntamente, que sean para mayor bien de mi alma, para mayor
honra tuya y para mayor gloria de Dios. Muestra que eres mi Reina, mi Patrona y
Madre, y enséñame a ser hijo, esclavo y vasallo tuyo, para que siempre halle en
ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la
gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la
gloria. Amén.
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