jueves, 28 de enero de 2021

NOVENA A SANTA MARÍA DE EL PUEBLITO

 



SAGRADO NOVENARIO DE LA MILAGROSA IMAGEN

DE

NTRA. SRA. DEL PUEBLITO

DE LA SANTA PROVINCIA DE RELIGIOSOS OBSERVANTES DE S. PEDRO Y S. PABLO DE MICHOACÁN

 

Escrito por el P. Fr. Hermenegildo Vilaplana,

Predicador Apostólico del Colegio de la Sant a Cruz de Querétaro, Lector de Sagrada Teología, Calificador del Santo Oficio, Cronista General de todos los Colegio s de Menores Observante s de esta Nueva España y de la referida Santa Provincia

Dedicado al Exorno. Sr. Marqués de Cruillas

Virrey de esta Nueva España

 

REIMPRESO CON LAS LICENCIAS NECESARIAS

MEXICO TALLERES TIPOGRÁFICOS DE "EL TIEMPO"

Primera de Mesones núm. 18.

Año de 1905

 

ORACIÓN PREPARATORIA

Dulcísimo Jesús, amorosísimo Redentor Mío y Pastor bueno de mi alma: aquí tenéis a vuestros pies reconocida ya de sus errados pasos, aquella oveja perdida, que buscándola vos con tanto afán y cuidado. se ha mostrado tantas veces rebelóse al imperio con que la llamasteis á vuestro redil, y sorda a los repetidos silbos que le ha dado vuestra Deidad. En vuestra presencia estoy ya, Señor, dando tristes balidos, suspiros amargos y funestos lamentos, sin atreverme a mirar el cielo de vuestro Rostro, acordándome que he sido tan desobediente a vuestros preceptos, tan ingrato a vuestros beneficios y tan obstinado a los impulsos de vuestra clemencia. Pero merezca mi confusión, Dios mío, el que vos pongáis en mí vuestros benignísimos ojos, que sólo con que me miréis, espero que me tengáis compasión: pues yo sé muy bien, piadosísimo Salvador del mundo, que vuestra misericordia no puede ver miserias en los miserables hijos de Adán, sin que al instante nos preparéis el remedio, y que vuestra justicia, aunque tan recta, es tan dulce, que, aunque no podéis ver el pecado, os morís por el pecador. Miraste a un ciego de nacimiento, y le disteis vista: mirasteis con tribulación á Zaqueo, y le llenasteis la persona y casa de bendiciones divinas: mirasteis a tus discípulos peligrando en el mar, y les quitasteis el sobresalto serenando su riesgo: mirasteis con hambre a las Turbas, y a todos los dejasteis hartos: mirasteis aquella afligida viuda que lloraba a su hijo muerto, y resucitasteis al difunto por consolar a la madre: mirasteis a la Magdalena, y la perdonasteis: mirasteis a San Pedro, y vuestra vista lo volvió a vuestra gracia: y para abreviar, vos sois el divino Padre, que en cuanto mirasteis al pródigo desde lejos, que iba a arrojarse a vuestras sagradas plantas a pediros perdón de sus enormes excesos, se os conmovieron luego las entrañas, le salisteis al punto al encuentro. y le recibisteis sin dilación en vuestros brazos; porque en vos, lo mismo es ver miserias, que remediarlas: lo mismo es ver angustias, que socorrerlas: lo mismo es ver aflicciones, que acudir con el alivio. Como que, para perdonar agravios a los delincuentes, y para usar de misericordia con los culpados, es vuestro Corazón tan dilatado que no tiene fin, y es vuestro ánimo tan generoso que no tiene término: sabéis el oficio, y tenéis el ejercicio: os preciáis de tener la faina y hacéis alarde del uso. Pues ea. Pastor benigno y Padre amoroso, volved vuestros piadosos ojos a esta errada oveja, y mirad a este ingrato pródigo con la vista de vuestra clemencia. Arrepentido estoy de mi mala vida, y contrito de todas mis culpas, confieso que pequé contra vos, en presencia de los cielos: y para más inclinar vuestra piedad a que me perdonéis, recurro confiado al trono de la misericordia: apelo a vuestra Madre María, acordándoos que vos me la disteis por Madre par a que me reengendrase en vuestra gracia, y ella me admitió por su hijo, para que, como hijo de tal Madre, halle siempre abiertas las puertas de vuestra soberana clemencia. Misericordia, Jesús benignísimo. que a mí me pesa de haberos ofendido y propongo firmísimamente no volver más a la culpa. Misericordia. Redentor divino, pues digo con toda mi alma, que antes mil muertes, que una ofensa. Misericordia. Dios v Señor mío. para remedio de este pecador miserable, honor de tu Santísima Madre, gloria de vuestro dulcísimo Nombre y de toda la Beatísima Trinidad. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Postrado a vuestras sagradas plantas, poderosísima Madre y clementísima Virgen María, busco vuestro patrocinio y amparo a la sombra de esta vuestra milagrosa Imagen del Pueblito, deseoso de hallar gracia en los compasivos ojos de vuestro santísimo Hijo, mediante vuestra intercesión poderosa: y haciendo recuerdo de los muchos que han implorado vuestra protección en esta vuestra prodigiosa Efigie, y han experimentado vuestro valimiento, quedando libres de varios males, y consiguiendo muchos bienes de naturaleza y gracia, os quiero presentar este memorial, haciéndoos presentes las congojas que me afligen, los males que me molestan y los cuidados que me perturban: para acordaros vuestras sagradas piedades, vuestras excelentes misericordias y vuestras nobilísimas compasiones. Yo bien sé, que aun cuando los pecadores no nos acordamos de vos, os acordáis vos de nosotros; y tan deseosa de romper los lazos de nuestra perdición, y los grillos de nuestro engaño, como de que hallemos remedio en nuestras tribulaciones, v socorro en nuestras necesidades, llamáis a todo con dulces gritos, diciendo a cada uno con voz suave: ¿hombre extraño, a dónde vas? Vasallo infiel, ama a tu Reina, siervo ingrato, sirve a tu ama, hijo perdido, busca a tu madre, busca a tu, madre si suspiras como errado por el perdón de tus yerros. Sirve a tu ama, si deseas como siervo el premio de tu servicio. Ama a tu Reina, si pretendes como vasallo estimaciones reales. Ven a mi casa si quieres como peregrino la posada más segura. Y aun cuando nuestra ingratitud es tan necia, y nuestra obstinación es tan torpe, que no nos damos por entendidos á vuestras voces, ni por avisados a vuestros gritos, con todo, no cesáis de procurar medios para avivar nuestra tibieza, ni dejáis de continuar los impulsos que despierten nuestra atención, para que volviéndonos para vos y valiéndonos de vuestro abrigo huyan de nosotros los males que nos hacen gemir en este triste destierro, y quedemos llenos de los bienes que pacifican los corazones y recrean los espíritus. Pue sea, suprema Emperatriz de los cielos, Madre admirable de los pecadores, remedio único de los mortales, amparo último de los afligidos, aquí tenéis al más afligido y al más necesitado de todos: v avergonzado de sí mismo, aunque arrepentido con vuestro auxilio, aturdido de mis necedades, aunque confiado en vuestro amor; pasmado de mis locuras, aunque esperanzado en vuestra bondad: asombrad o de mi gratitud, pero avisado por vuestra luz. os ruego que me admitáis por vuestro vasallo, por vuestro siervo y por vuestro hijo, y que me miréis como Reina, como protectora y coma Madre, que os prometo escribir en mi corazón esta deuda, para no olvidar tal fineza y esforzar mi gratitud a vuestros piadosos oficios, hasta que por vuestra intercesión llegue a cantar eternamente vuestras alabanzas con los santos y con los ángeles en a gloria. Amén.

 

Ahora se rezarán cinco Ave Marías, en memoria de los cinco Misterios del Santo Rosario.

 

 

DÍA PRIMERO

MATER DIVINA GRATIA

 

ORACIÓN

Purísima Emperatriz de cielo y tierra María, concebida sin pecado original, escogida por toda la Beatísima Trinidad para ser llena de gracia y Madre del autor de la gracia misma, enriqueciéndote para dignidad tan divinamente privilegiada, el Padre con su poder, el Hijo con su saber, y el Espíritu Santo con su amor. Y o te alabo y glorifico por estos soberanos privilegios con que te adornó y exaltó el Todopoderoso, para que los miserables pecadores hallemos en ti el medio más seguro para vencer los combates de la culpa, para conseguir los divinos auxilios, para alcanzar el perdón de los pecados y volver a la amistad de nuestro Dios. Confieso, Señora, que sólo la gracia de tu dulcísimo Nombre es muchas veces poderosa para librarnos de los peligros, para remediarnos en los trabajos, para consolarnos en las aflicciones, para curar nuestras enfermedades y para vencer las tentaciones todas, triunfando de todos los enemigos: y que sólo con pronunciarlo, no hay tentado que no consiga victoria, no hay enfermo que no halle medicina, no hay afligido que no logre consuelo, no hay perseguido que no tenga amparo, ni hay necesitado que encuentre socorro. Mas al acordarme, que luego que fuiste saludada y predicada llena de gracia por el Arcángel San Gabriel, y concebiste en tus virginales entrañas al soberano Autor de la gracia, fuiste tan liberal en comunicarla, que no sosegó tu Corazón, hasta que cruzando montes y transitando desiertos. llegaste a la casa de Zacarías para desterrar la culpa y santificar al Bautista, antes que le viese el rostro la tierra: te ruego que vengas a la pobre casa de mi alma, y me alcances de tu Santísimo Hijo que queden desterradas todas mis culpas y que me restituya a su amor y benevolencia, por medio de una confesión verdadera y de un fervoroso arrepentimiento. Muéstrame que eres mi Madre, y enséñame a ser hijo tuyo, para que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio contra el infierno, y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 

GOZOS

Si os mostráis tan piadosa

Al que á vos llega contrito,

Virgen Santa del Pueblito,

Sed nuestra madre amorosa.

 

Sois medicina del cielo

Para toda enfermedad,

Y en cualquiera adversidad

Sois nuestro amparo y consuelo

Y pues mostráis tanto anhelo

Para ser tan poderosa:

 

Todos los que con fervor

Imploran tu patrocinio,

Consiguen el exterminio

De sus males, por tu amor:

Oye, pues, nuestro clamor.

Pues sois tan maravillosa:

 

Si la lluvia se escasea,

Se sabe por experiencia,

Que acudiendo á tu clemencia

Llueve cuanto se desea:

No hay alguno que no crea,

Que sois nube milagrosa:

 

Cuando alguna tempestad

Entre las nubes se fragua,

Conviertes el trueno en agua,

Como madre de piedad:

Contra el rayo y su crueldad,

Es tu virtud prodigiosa:

 

La estéril tiene por cierto

El concebir si te implora,

Y al llegar del parto la hora,

Por ti sale con acierto;

Tiene en ti un tesoro abierto

La que os busca fervorosa:

 

Aunque la plebe se infeste

De alguna constelación,

El llevarte en procesión

Es cesar luego la peste:

Eres médica celeste,

Contra la más contagiosa:

 

Sois para el triste, alegría,

Para el pobre sois riqueza,

Para el flaco fortaleza,

Y para el ciego sois guía:

Todo mortal de ti fía

En su vida peligrosa:

 

Quien con devoción activa

Visita tu santuario.

Halla allí un gracioso erario

Para que enriquezca y viva:

Tu clemencia es quien aviva

Al alma más perezosa:

 

Una estrella refulgente

En tu rostro apareció,

Señal que el cielo nos dio,

De ser tu amparo frecuente:

A muchos hizo patente

Esa luz tan misteriosa:

 

En tu templo colocada

Dicen unos que sudaste;

Y otros dicen que lloraste

Quedando como enojada:

Mas si sois nuestra abogada

Y Reina tan poderosa:

 

Si os mostráis tan piadosa

Al que á vos llega contrito,

Virgen Santa del Pueblito,

Sed nuestra madre amorosa.

 

L/: Ruega por nosotros Santa Madre de Dios

R/: Para que seamos dignos de las promesas de Cristo

 

OREMOS: Omnipotente y Sempiterno Dios, que, con la cooperación del Espíritu Santo, preparaste el cuerpo y alma de María para que se hiciese digna habitación de tu Hijo: concédenos a los que recordamos tan dulces Misterios, ser libres por su intercesión piadosa, de los males que nos amargan y de la muerte eterna. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

 

 

 

 

 

DÍA SEGUNDO

MATER AMABILÍS

 

ORACIÓN

Aurora de la mañana, Santísima Virgen María, brillante como las estrellas, hermosa como la luna v escogida como el sol. Tan bella, tan pura y tan amable, que en el instante primero de vuestra inmaculada Concepción, fuiste en el vientre de v vuestra gloriosísima Madre Santa Ana, el gozo y recreo del mismo Dios que os crió. Alaben, Señora, el cielo y tierra vuestra amabilidad soberana por el apacible genio que usas con los pecadores, y por el dulce estilo con que siempre oyes nuestros lamentos. ¡Quién hubo jamás que te invocase devotamente, que no haya experimentado las influencias de vuestro cariño! ¿Quién ha meditado alguna vez el amor con que miras a los que vivimos desterrados en esta región de llanto, que no haya quedado lleno de particulares consuelos? ¿Quién hasta ahora ha conservado en su corazón vuestra memoria, que n o haya conseguido celestiales ilustraciones y singulares dulzuras? ¿Quién ha abierto la boca para invocaros en sus necesidades y riesgos, que haya logrado prontamente el más conveniente remedio y el más oportuno reparto? ¿Quién, en fin, se ha esmerado en reverenciaros con devotos cultos, que no le hayáis vos franqueado innumerables bendiciones divinas? Bendita sea tan inefable amabilidad con que el Señor os enriqueció para robarle a su Majestad los cariños, y para hacer a los más aborrecibles pecadores, amables a sus ojos divinos. Y pues por vuestra piedad he logrado yo tiempo para valerme de vuestra clemencia, y para pedir misericordia de mis culpables excesos, experimente vuestra protección, extended a mí vuestro amor. Mostrad que sois mi Madre, y enseñadme a ser hijo vuestro, para que halle siempre en vos el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno, y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 

 

DÍA TERCERO

MATER ADMIRABILIS

 

ORACIÓN

Madre admirable del amor hermoso, clementísima María, que, con pasmo de los hombres y admiración de los ángeles, trajiste a la Sabiduría Eterna desde el seno del Padre Eterno a tu castísimo vientre, para ser Madre de Dios, quedando Virgen: prodigiosa es tu maternidad, como Madre que eres de claridad inmensa, de esplendor divino y de luz de la luz increada. Pues luz de luz es vuestro Hijo Jesús, que alumbra a todas las criaturas v esplendor de la gloria del Padre, que lo da a conocer a todas las gentes y claridad que hace hermosos y resplandecientes los cielos, sin que les haga falta el sol, y sin que necesiten de luna. Bien sé que, por esta dignidad, nunca dignamente ponderada, porque siempre altamente misteriosa, no tendréis a menos el ser Madre de est e hijo de la noche, de la obscuridad y tinieblas que tenéis a vuestros pies, lleno de ceguedad, de confusión y de culpas, pues tú misma nos has asegurado, que tus delicias y gustos consisten en asistir y hacer compañía a los hombres, y por consecuencia a los que somos hijos de la maldad y pecado, y por lo mismo, para mejorar nuestra filiación nos admitiste por hijos al pie de la cruz, en cabeza del amado Benjamín, el Evangelista San Juan. Ruégote, que ejercites conmigo los piadosos oficios de benigna y tan admirable Madre, y enséñame a ser hijo tuyo, para que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno, y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 

 

DÍA CUARTO

VIRGO POTENS

 

ORACIÓN

Bendito sea el Todopoderoso, sacratísima Reina María, que a impulso del infinito amor con que os ama. os ha constituido plenipotenciaria en el cielo y en la tierra, como Hija del mejor Padre, Madre del mejor Hijo, y Esposa del mejor Esposo; no satisfecho su deseo de engrandeceros en que se os postren humilde mente los angeles, os adoren profundamente los hombres, y os doblen temerosamente la cerviz las infernales serpientes, hasta el mismo Omnipotente Dios quiso rendirse a vuestro dominio y sujetarse a vuestro imperio, queriendo mostrar con sujeción tan admirable, que es vuestro Señorío tan inmenso, y vuestro poder tan inefable, que no sólo' mandáis la tierra v cielo, a los ándeles y a los hombres, sino que parece que hasta respecto del mismo Dios, sois Señora, y que hasta en su Majestad tenéis mando. ¡Oh cuán incomprensible es vuestro poder! ¡Pero si pudiste hacer hombre el mismo Dios, qué cosa será para vos imposible? Regocíjome como hijo vuestro, de que seas tan poderosa y celebro tan gran poder de mi Madre, Y alegándoos reverentemente el derecho de mi legítima, te pido que me concedas todos los bienes que necesito, v te ruego que me libres de todos los males que me amenazan. Os suplico que séais siempre m, Madre, y que me enseñéis á ser vuestro hijo, para que halle continuamente en vos el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

CAUSA NOSTRAE LAETITAE

 

ORACIÓN

Alegre sal indeficiente del mundo, y ciclo del mismo, cielo. María, que con felices anuncios y gloriosos vaticinios desterraste la noche de la tristeza para que empezase el día de la alegría, deseado de los Patriarcas, suspirado de los Profetas y esperado con impacientes ansias de los justos y pecadores. ¿A quién, si á vos, que toda sois gusto en los pesares, toda consuelo en las angustias y toda gozo en las penas, puedo recurrir en mis aflicciones, sobresaltos y cuidados, tan confiado, como cierto de que mi ánimo ha de quedar sereno, y mi corazón quieto y pacífico, mediante vuestra protección y abrigo? Vos sois la que con más valor que Judith, cortaste la cabeza al infernal Holofernes, para ser gloria de Jerusalén, alegría de Israel, y honor de nuestro linaje. Bástame, pues,' vuestro patrocinio, para que el enemigo común no me aflija con sus sugestiones, no me perturbe con sus ensartes, y no me confunda con sus sofismas. Vos sois la que con más prudencia que la famosa Abigail, hacéis frente a las locuras con que nos persigue el mundo, a las necesidades con que nos contristan los hombres y a la demencia con que nos intenta atropellar la malicia. Bástame, pues, vuestro amparo; para que mi confusión se convierta en paz, mi tristeza en regocijo y mi aflicción en júbilo. Vos sois la que con más gracia que Esther, hacéis suspender al divino Asuero sus iras, porque sois la alegría del cielo y también del mundo; no sólo de Dios, sino también de los hombres; no sólo de vuestro Padre, sino también de vuestros hijos. Y, en fin, Señora, vos sois la rosa que transformáis las espinas en fragancias de ámbares: mar que de la misma amargura hacéis brotar dulces aguas, y aurora que de las lágrimas desentrañáis alegres risas del día. Desterrad, pues, de mí las espinas de los peligros, las amarguras de los cuidados v las lágrimas de mis tribulaciones. Mostrad que sois mi Madre, y ensenadme a ser hijo vuestro, para que halle siempre en vos el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 

 

DÍA SEXTO

SALUS IMFIRMORUM

 

ORACIÓN

Arca prodigiosa del testamento, augustísima María, que encierras todos los remedios que necesitamos para todas nuestras dolencias, vara milagrosa de Moisés, obradora de maravillas para curar nuestros achaques s serpiente maravillosa de metal, a cuya vista no hay veneno que inficione, ni hay herida que atormente, piedra sagrada del desierto, de quien nacen dulces fuentes para mitigar los incendios, y para templar los ardores, piscina misteriosa de Hebrón, que a más de destilar continuas provechosas aguas para lenitivo de nuestros males, destierras la malicia de las enfermedades y nos preservas del riesgo, libro abierto en el trono del mismo Dios, lleno de saludables recetas para que curen las almas, y para que sanen los cuerpos, tú eres la salud de los enfermos, y tú misma has prometido, que cualquiera que tenga la fortuna de encontrarte, hallará salud y vida, cura, pues, medicina soberana, todos mis males corporales y espirituales, y alcánzame de tu divino Hijo los días de vida y salud que me convenga para servirlo y amarlo; y para más empeñar tu protección v patrocinio, a tus plantas pongo todas mis potencias y sentidos, para ser en adelante todo vuestro en el interior y exterior. No quiero ojos sino para mirarte, ni oídos sino para oírte, ni lengua sino para alabarte, ni manos sino para servirte, ni pies sino para buscarte: ni quiero memoria sino para acordarme de tus finezas, ni entendimiento sino para meditar tus misericordias, ni voluntad sino para amar tu grandeza. Confiado en que correspondiendo tu clemencia a mis votos, tú misma me presentarás a tu Hijo, a fin de que quede libre de toda asquerosa dolencia, y quede juntamente lleno de bendiciones inmensas, muestra que eres mi Madre, y enséñame a ser hijo tuyo, para que siempre halle en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la Gloria. Amén.

 

 

 

DÍA SÉPTIMO

REFUGIUM PECATORUM

 

ORACIÓN

Ciudad sagrada de Refugio, benignísima María, mejor que Cadés en la tribu de Neftalí, mejor que Siquen en la tribu de Efraím, mejor que Judá en la tribu de Hebrón, mejor Besor en la tribu de Rubén, mejor que Ramoth en la tribu de Gad, y mejor que Gaulón en la tribu de Miañases, en cuya clemencia, piedad y compasión, no hay culpado que no halle asilo, no hay delincuente que no encuentre abrigo, ni hay malhechor que no logre inmunidad. No cabe en ti, Reina soberana, el ser Refugio de nuestros males, y de tenerte en los remedios; porque, aunque la culpa nos aleje de ti, tu misericordia nos alcanza: aunque el delito nos desvié de tu vista, nos sale tu benignidad al encuentro: y aunque el pecado nos obligue a ser fugitivos, tú misma nos abres las puertas de tu casa y Corazón para que puestas nuestras necesidades y miserias a tus plantas, o se conviertan en dichas, o se vuelvan resignaciones. Bien conozco que como monstruo de iniquidad no merezco refugiarme a tan divino sagrado, implorando que la divina justicia se suspenda contra mí, se aplaque el furor contra mis yerros y se quite el enojo contra mis vicios. Mas entendiendo que fuera injuria de tu amor el que se halle pecador que obligue con sus ingratitudes a poner a tu gracia excepciones, o que estanque con sus maldades la corriente de tus clemencias, o que cierre con sus pecados las puertas de tus misericordias: aunque soy un abismo de fealdad y malicia, me arrojo confiado a tus pies, me postro humilde a tu vista, y me acojo reverente a tu sombra, suplicando tu intercesión, tu amparo y valimiento. Alcánzame eficaces auxilios para una verdadera penitencia y para enmendar perfectamente mi vida. Muestra que eres mi Madre, y enséñame a ser hijo tuyo, para que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 

 

DÍA OCTAVO

CONSOLATRIX AFL1CTORUM

 

ORACIÓN

Inclino de la Santísima Trinidad preexcelsa y dulcísima María, Tabernáculo de Dios con los hombres, donde nadie entra que no experimente tu amparo: Iris celestial que aplacas las divinas indignaciones y anuncias a los mortales las deseadas bonanzas : Columna soberana de nube, que mitigas los ardores del sol de justicia Cristo para que no abrase a los pecadores: Arca misteriosa de Noé es tu templo del Pueblito, donde las fieras más inicuas se vuelven mansas, los ánimos más rebeldes quedan pacíficos, y los corazones más obstinados se mueven al arrepentimiento. para merecer con ternuras alivios de tu fineza, para negociar con suspiros favores de tu piedad, y para interesar con lágrimas mercedes dé tu misericordia. No hay triste que allí no halle alegría; no hay enfermo que allí no halle salud: no hay pobre necesitado que allí no halle socorro, ni hay afligido que allí no halle consuelo. Pues ¿a dónde si no a tu templo, hemos de acudir los infelices en las aflicciones que nos confunden, en las necesidades que nos atormentan, en las penurias que nos martirizan, en las enfermedades que nos molestan v en las tristezas que nos acongojan? ¿A dónde sino en tu casa, podemos buscar más seguramente la alegría, la salud, el remedio, el socorro y el consuelo? Compañero es tu Corazón del de tu Hijo Jesús, del cual nos dice San Pablo: que de su mismo padecer aprendió la compasión. Habiendo sido, pues tú el mar de las amarguras, cifra de todas las penas y el centro de las aflicciones. no puede haber aflicción, ni es posible que haya pena, ni es dable que haya amargura, que, a tu vista, en tu templo y en tu casa, n o quede compadecida, aliviada y remediada: y pues son tantos los afligidos que gimen en este destierro, y que claman por el consuelo que pende de tu poder, inclina tu favor a todos y a cada uno en la desgracia que llora, o bien sea de alguna fragilidad humana, o bien sea derivada de la permisión divina. Mas puesto que ves en mí tantos y tan tristes males unidos, concédeme el alivio y el remedio de todos ellos. Muestra que eres mi Madre, y enséñame a ser hijo tuyo, para que halle siempre en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 

 

DÍA NOVENO

REGINA SANTORUM OMNIUN

 

ORACIÓN

Reina de inefable imperio, majestuosa y afabilísima María llena de gracia, dones, tesoros, privilegios y excelencias: maestra graciosa de santidad, que teniendo con Dios el parentesco de Madre, tienes sobre todos los demás Santos incomprensibles excesos de piadosa, benéfica, poderosa, santa y gloriosa. De ti adquirió Rebeca la piedad, Sara la compasión, Rahab la misericordia, Raquel la ternura y María, hermana de Moisés, la clemencia. De ti heredaron los ángeles el fervor, los apóstoles el celo, los mártires la constancia, los confesores el espíritu y las vírgenes la pureza. Por ti no hay vicio que no se venza ni hay virtud que no se alcance, no hay mérito que no se adquiera, no hay maldad que no se renuncie, ni hay santidad que no se consiga. Después de Dios, tú tienes el mayor amor, tú tienes la mayor sabiduría y tú tienes el más absoluto poder. Y como el Divino Señor no te ha tratado ni te trataría jamás con escasez y miserias, no sólo sabes todo lo que puedes, sino que puedes todo lo que quieres. Así lo han experimentado innumerables devotos tuyos, que han solicitado tu intercesión y han implorado tu patrocinio á vista de tu milagrosa imagen del Pueblito, venerada para mayor esperanza nuestra y para mayor gloria tuya, por un continuado prodigio, por una frecuente maravilla, por un portento de piedad y por un milagro de devoción. Hazme, pues, participante de tus virtudes. Enciende mi corazón helado, inflamad mi tibio espíritu, y disponme para merecer y recibir los favores y beneficios que te he pedido en esta novena, haciendo juntamente, que sean para mayor bien de mi alma, para mayor honra tuya y para mayor gloria de Dios. Muestra que eres mi Reina, mi Patrona y Madre, y enséñame a ser hijo, esclavo y vasallo tuyo, para que siempre halle en ti el más saludable antídoto contra el pecado, el más poderoso patrocinio para la gracia, el más seguro escudo contra el infierno y el norte más fijo para la gloria. Amén.

 

 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...