DEVOTO
EJERCICIO
PARA
VENERAR LOS PADECIMIENTOS DE JESÚS EN EL CAMINO AL MONTE CALVARIO
Escrito
por Luis Manrique, Presbítero de la Ciudad de León.
Morelia,
año de 1857
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo, Redentor divino de mi alma, que por la excesiva caridad que me
habéis tenido os dignasteis padecer y morir por mí y así librarme de la eterna
condenación que justamente merecía por mis pecados. Yo os adoro ¡oh rey del
cielo! anonadado por mi amor. Os amo con todo mi corazón; deseo amaros cuanto
sois amable, y por qué os amo ¡oh bondad infinita! me pesa de haberos tantas veces
ofendido. Quisiera ¡dulce Jesús mío! manifestar con mi sangre mi dolor y mi
arrepentimiento! Mas, de qué me serviría ¡oh mi Dios! haceros el sacrificio de
mi pobre ser, ¿si vos no lo valorabais con el infinito precio de vuestra
preciosa sangre? Confiado pues en esta y en los méritos é intercesión poderosa de
la siempre Virgen María nuestra dignísima Madre, espero el perdón de mis pecados,
gracia para perseverar en vuestro santo amor y servicio hasta la muerte y
conseguir después una dichosa eternidad. Amen.
MEDITACIÓN
JESÚS
CAMINANDO AL CALVARIO
Alma
mía: ¿Quién es ese varón de dolores, llagado desde la planta del pie hasta la
coronilla de la cabeza? ¿Quién es ese hombre que camina en medio de malhechores
cargado con el peso infame de un suplicio? ¿Quién es ese que presenta hoy el
espectáculo más triste que han presenciado los siglos en su dilatada carrera?
Es el hijo de María, que más hermoso y apacible que la risueña aurora, vio la
primera luz en el portal de Belén entre las aclamaciones de los ángeles. Es el
verdadero Isaac, que porta sobre sus hombros la leña para el sacrificio. Es el
hombre Dios, que va a ofrecerse en holocausto por los pecados del mundo. ¡Ángeles
del cielo! ¿Vuestro Rey y mi Señor reducido a tanta miseria? ¿El eterno
esplendor de la gloria del Padre, cubierto hoy de confusión y de vergüenza? El
que con solo una mirada hace temblar el orbe, ¿cómo es que está hoy rostro por
tierra? ¿Qué es esto Dios mío, amor mío, bien mío? ¡Ah dueño de mi alma!
confieso que mis pecados son la causa de tantos sufrimientos. Ya, no más pecar,
Señor, misericordia mí Dios, misericordia.
Se
medita un poco, seguida se rezarán tres credos y luego se dirá la siguiente:
ORACIÓN
Omnipotente
y eterno Dios, que quisiste que nuestro Salvador se vistiese de nuestra carne y
sufriese el tormento de la cruz, para que el linaje humano tuviese un modelo de
humildad que imitar; concédenos propicio, que, así como celebramos solemnemente
la memoria de su Dolorosa pasión, nos aprovechemos de los ejemplos de su
admirable paciencia, y merezcamos ser partícipes de la gloria de su
resurrección. Por el mismo Jesucristo Señor nuestro que contigo vive y reina en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amen.
ORACIÓN
A LA SANTÍSIMA VIRGEN
Dios
te salve María Santísima Reina de los mártires concebida sin la culpa original.
¿Quién sino vos ¡oh dulcísima María! puede alcanzarme el perdón de mis pecados?
Vos sois la Reina y la Madre de la misericordia: usadla pues con este pecador
reconciliándome con tu Santísimo Hijo, con quien he roto la amistad por mis
pecados. Interpón ¡oh dulce Madre! tu poderoso valimiento en mi favor, y seré
eternamente salvo. Así sea.
Se
rezará una salve y terminará el ejercicio repitiendo por tres veces:
L/: María,
Reina de los mártires
R/:
Ruega por nosotros
LAUS DEO
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