DÍA
SIETE DE MES A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
VISITA
A NUESTRA SEÑORA LA SACRATÍSIMA VIRGEN DEL ROSARIO
Tipografía
de Antonio Vanegas Arroyo, Calle de Sta. Teresa Núm. 1.
México.
Año 1902.
ORACIÓN
A NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO
¡Oh
Inmaculada Virgen del Rosario, Purísima Madre de Jesucristo! ¡Espíritu sublime,
el más santo y elevado de los cielos! Permite que hoy, aunque indigno por todas
razones me llegue hasta tu Divino altar, implorando la gracia y el bienestar
que me falta. Soy un pecador muy grande, mis ingratitudes para contigo no
tienen comparación; he delinquido, he quebrantado las santas leyes de Dios
haciendo abstracción casi completa de la vida espiritual y solo teniendo en
cuenta mi existencia corpórea; no he procurado más que deleitar a mis sentidos
materiales y he olvidado enteramente el perfeccionamiento de mi alma, la cual
llevo oscurecida y llena de impurezas. Yo me arrepiento sinceramente, Madre
mía, poseído de la más íntima contrición; perdóname Señora, Virgen Purísima del
Rosario. Soy indigno de ello, lo repito; pero tu misericordia es infinita y por
eso no he vacilado un solo punto en venir a hacerte esta visita y oración,
presa mi alma del más profundo dolor, acatamiento y reverencia. ¡Sí, Virgen
Divinísima! ¡Esplendor eterno de la Gloria! Dirige a mi atribulado espíritu un
solo rayo de esa tu bendita luz y alumbra con ella sus negruras espantosas.
Purifícala Virgen Sacratísima: regenérala, haciendo válido mi arrepentimiento.
Aquí me tienes a tus plantas, mira mi espíritu rendido; intercede por mí con tu
Santísimo Hijo, ruégale conceda el perdón a mis innumerables culpas. Yo te
prometo sublime y Sacratísima María, enmendarme por completo, dominar las
tentaciones malignas y honrar como se merece a Jesús mi Dios y Redentor; así
como a Ti también por ser mi bendita intercesora. Yo te ofrezco cumplir
estrictamente hasta donde me sea posible todos los mandamientos de la Santa
Madre Iglesia y encender en mi pecho el ardoroso fuego de caridad y amor para
mis semejantes. Yo procuraré, Santísima Madre mía, con tu poderoso auxilio
desterrar de mi alma el egoísmo, el odio, la envidia y todas esas malas
pasiones que la llevan a eterna perdición, y obstruyen para mí el camino de los
cielos. Te lo ruego, Virgen Sacratísima por la dolorosa pasión y amarga muerte
de tu divino Hijo, por los crueles tormentos que sufriste al pie de la Santa
Cruz. Sí amorosa Madre mía, yo cuento y confío en que me auxiliarás para que
pueda cumplir los buenos fines que me propongo, infundiéndome tu divina gracia,
fortaleza y perseverancia para ya no infringir jamás los santos mandamientos
del Creador, y de este modo poder cuando yo muera, elevar mi espíritu hasta la
celestial morada de Jesucristo, Dios y Salvador nuestro, para allí disfrutar
por todos los siglos de la perfecta bienaventuranza de los escogidos. Amén.
Seis
Ave Marías y tres Padre Nuestros
Santísimo
Sacramento,
Por
tu grande institución,
Te
ruego con toda mi alma,
Mejores
mi situación.
Por
tu corazón amante,
Por
tu sagrada pasión,
Remedia
todos mis males
De
alma, vida y corazón.
Y
aplacando tu justicia,
Y
dándonos contrición,
Nos
conceda tu clemencia
Una
eterna salvación.
Amén.
ALABANZAS
A LA SACRATÍSIMA VIRGEN DEL ROSARIO
Virgen
pura del Rosario,
Inmaculada
María,
Con
tu manto protector
Ampáranos
este día.
Bendita
madre del Verbo
De
rayos de luz formada:
Recibe
mi prez humilde
Mis
sinceras alabanzas.
De
ti mana la bondad
El
santo y dulce consuelo,
Y
tu rosario bendito
Nos
libra del mar eterno.
Tus
miradas compasivas
Llegan
al fondo del alma,
Como
los rayos del sol
Que
vivifican las plantas.
Todo
el que tu nombre invoca
Triunfa
siempre del demonio,
Y
el peligro desaparece
En
caminos sospechosos.
Tu
bendito escapulario
Nos
libra de todo mal,
Y
a nada temer debemos
Con
tu auxilio celestial.
Mi
voz es muy indigna
Porque
es voz de pecador,
Pero
alabarte hoy desea
Con
sincera devoción.
Todos
los ángeles puros
Y
criaturas de la tierra,
Ensalcen
tu nombre santo
Y
te bendigan sin tregua.
Tú
eres el más admirable
De
los seres que crió Dios,
Y
todas las perfecciones
En
ti puso con amor.
Tu
espíritu es la alegría
Del
mundo y también del cielo,
Fragante
rosa purísima,
Nacida
en divino huerto.
Toda
mi fe yo coloco
En
ti con gran devoción;
Alumbra
mi senda obscura
Y
dame tu bendición.
Tres
Padre Nuestros y tres Ave Marías.
ORACION: ¡Oh
divina María, mi queridísima Madre!, mi consuelo, mi alegría, mi defensa y
amparo; después de mi adorado Jesús, en vos tengo puesta toda mi confianza.
Siendo
Obispo de Puebla el Ilustrísimo Señor Doctor Don Francisco P. Vásquez, concedió
doscientos días de indulgencia plenaria a todos los fieles que rezasen
devotamente esta oración.
Colaboración de Carlos Villaman
No hay comentarios:
Publicar un comentario