viernes, 19 de marzo de 2021

MES DE MARZO A SAN JOSÉ - DÍA DIEZ Y NUEVE


CONSIDERACION XIX.

Es más verosímil que el señor san José hizo su viaje de Belén a Egipto por tierra, como más adecuado a la familia y rara prudencia del Patriarca, escogido de Dios para consuelo de Jesús y de María en este trabajo. En este supuesto, debió encaminarse a Gaza que estaba en las entradas de la tierra de Canaán, y de aquí tomó rumbo hacia el desierto, donde tuvo que andar setenta leguas, de las que solo veinte estaban pobladas, y pasado el desierto entró en Caíran, que hoy llaman Matarea, donde, al decir de algunos, se quedó la sagrada Familia, a distancia de cuatro leguas de la célebre ciudad de Ménfis. En Matarea está un país de grande extensión, en el cual se ve un pozo de agua dulce, y un árbol que hasta ahora está inclinado hacia la tierra desde aquel día en que, como es fama

constante, hizo reverencia al Niño Dios cuando pasaba. Si el viaje se hizo por mar, como varios discurren (juzgándolo más proporcionado a la Familia y más breve con viento favorable), salió el señor san José por tierra hasta el puerto de Jope, o, como otros dicen, Jafa, distante de Belén cerca de tres leguas castellanas, y allí se embarcó tomando la dirección a Damieta, a cuyo puerto arribó con felicidad, y de Damieta pasó a Cairo el viejo, en donde estuvo antiguamente Babilonia de los Egipcios, y allí, según las tradiciones vulgares, se mantuvo la sagrada Familia hasta que de Egipto volvió a la tierra de Israel. Sea lo que fuere en este particular, la santísima Virgen pudo estar en todos los lugares que se han nombrado, yendo a Egipto por agua y volviendo por tierra a Israel, o bien al contrario; pero ninguno dudará que el Patriarca tuvo mucho que sufrir en su caminata por el yermo o por el mar, dándonos a todos ejemplo de constancia e incansable paciencia en medio de sus trabajos, y rindiendo adoraciones a la benéfica Providencia Divina, que así conservaba la vida del Niño para la redención del género humano.

 

ORACION

Oh constante y pacientísimo José, que con gran fortaleza afrontaste los peligros y cuidados de una prolongada caminata, cuidando solícito de Jesús y de María; yo te ruego humildemente que me alcances fuerzas para emprender resuelto los caminos de la ley de Dios, por cuyo amor te sujetaste a tantos trabajos y dolores. Amén.


 

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