NOVENA
DE LOS DOLORES DEL ÍNCLITO APÓSTOL Y GLORIOSO EVANGELISTA SAN JUAN
A
PETICIÓN DE UNA RELIGIOSA DE NUESTRA MADRE SANTA CLARA
Dispuesta
por un Minorita Observante del Convento de las Llagas de N. P. S. Francisco, de
la Ciudad de los Ángeles
Con
Licencia en Puebla, por la Viuda de Miguel de Ortega, año de 1735
MODO DE
HACER LA NOVENA
Hecho
con el mayor fervor el acto de contrición, se leerá el dolor que en aquel día
se hace memoria y después se dirá la oración, se rezarán tres Padres nuestros,
aves Marías y Glorias, para implorar el favor del Poderosísimo Evangelista, y
al fin se dirá la oración con que se concluye en todos los días de la novena. Y
podrase comulgar en honor de San Juan, el día primero y último, según propusiese
el confesor.
ACTO DE
CONTRICIÓN
Oh
Señor y Dios mío, confuso por mi ingratitud con que ofendí la infinita bondad
vuestra, no me atreviera a levantar los ojos a vuestra clemencia, sino mirara
que vuestra misericordia excede las maldades de todo el mundo. Si atiendes a
mis culpas, no bastan mil infiernos para el castigo que por ellas merezco. Pero
a tu piedad vuelvo los ojos, te hallo crucificado para mi remedio. ¡Oh bondad
infinita! ¡Y cómo te ofendió mi desacato! Si doy Señor, en tus manos por mis
quiebras, doy en las mismas que me fabricaron. Pues no me precipites, sino como
Autor diestro y poderoso, volvedme a la vida y hazme de nuevo, restituye
amoroso la imagen propia tuya, que borraron mis pecados. No me mires como a
delincuente, sino como a un necesitado de tu misericordia. Pues en ella confío
el perdón de mis yerros, y tu gracia para no volver jamás a ofenderte y vivir y
morir en tu servicio. Amén.
DÍA
PRIMERO
PRIMER
DOLOR
Cuando
la Soberana Majestad de Cristo, predijo que había de entregarle un fementido
sacrilegio, acometió a todos sus Discípulos un extraordinario pavor, y aún
atónitos todos con tan terrible vaticinio, pálidos sus semblantes, turbados sus
corazones, y confusos sus discursos, solo a San Juan acarició la Majestad
Divina, para templar su pena y para mitigar su turbación, le recogió sobre su
amoroso pecho y seno sagrado.
ORACIÓN
Oh
Apóstol y Discípulo querido, que padeciste tan penosa tempestad de confusiones
cuando oísteis de boca de vuestro Divino Maestro, que había de ser alevosamente
entregado, y recibiste el puesto de su pecho y el sagrario de su divino seno para
defenderos de tan desecha tempestad: ruegos santo mío, por este singular favor
que merecisteis de vuestro Soberano Maestro, que por vuestra intercesión,
participe yo de las piedades de dimanan del sagrado seno, para que por la
Divina Misericordia y Clemencia, halle mi consuelo y eterno descanso. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Oh
Gloriosísimo y Felicísimo San Juan, Fénix de la Gracia, Cisne de las canónicas
letras, Apóstol el más amado, Águila de los Evangelistas, Profeta de infinitos
misterios, Mártir de alma y cuerpo, Pontífice de toda Asia, Doctor sin igual,
Confesor el más ilustre, Virgen Purísimo, Profesor de la Religión más
excelente, Anacoreta de Patmos, Secretario del Eterno Verbo, Protonotario de la
Iglesia, Catedrático de prima de las metafísicas de Dios, Decano de la Facultad
Teológica, Refulgente lucero de la fé, Claro norte de los católicos, Sol y Sal
del Evangelio, Terror de los herejes, Cuchillo de sus dogmas, Hijo del Trueno,
Rayo del Orbe, Intérprete del Señor, Lengua del Espíritu Santo, Columna de la
Verdad, Espejo de la Apostólica Vida, Comendador y Capellán Mayor de la Reina
de los Cielos, Tesorero de la Gloria, Ángel de pureza, Querubín de la Ciencia,
Serafín en el amor, Hijo de María, Hermano de Jesús, y su regalado Benjamín,
que tantas y tan raras prerrogativas y gracias mereciste recibir de vuestro
Divino Maestro, yo os suplico, por el amor con que os amó y os ama mi Salvador
Jesús, y por todos los tormentos que padecisteis por su amor, que me alcancéis el
favor que pido en esta novena, siendo para gloria de su Divina Majestad, y bien
mío, y que por vuestra poderosa y eficaz intercesión, merezca yo amar a Jesús,
con aquel amor con que vos lo amasteis, para que no ofendiendo a su Bondad
Infinita con mis culpas, y sirviéndole dignamente, mediante su gracia, le goce
eternamente en la gloria. Amén.
DÍA
SEGUNDO
SEGUNDO
DOLOR
Sin
recelo de perder la vida, denodado e intrépido, siguió el Evangelista Santo los
pasos de su Divino Maestro en el progreso de su pasión, hasta quedar por único
discípulo de la Majestad de Cristo, y pasando a dar cuenta a la Reina de los
cielos, que pasaba su Santísimo Hijo, y en su compañía, persistió tan
constante, como afligido el Discípulo Amado, viendo padecer a su Divino
Maestro.
ORACIÓN
Oh Fidelísimo Discípulo y único seguidor de
Cristo, nuestro bien, en el tiempo de sus afrentas y congojas, que no
descreísteis en vuestra constancia, y fuiste el nuncio de tan amargas noticias.
Yo os suplico Sagrado Apóstol, que por vuestra constancia y fortaleza, me
alcancéis tolerancia a las adversidades de esta vida, haciéndome compañía con
vuestro patrocinio, para que no apartándome del seguimiento de Cristo, merezca
gozarle por una eternidad en la gloria. Amén.
DÍA
TERCERO
TERCER
DOLOR
Después
de fijado Nuestro Señor Jesucristo en el Sacro Madero de la Cruz, poniendo en
su Madre Santísima sus divinos ojos, y contemplando que quedaba en el mundo
sola y sin amparo, quiso templarle esta pena y le dio por hijo al Sagrado
Benjamín, y a este le constituyó por Madre, a la Reina Sacratísima, para, así
como tal, le atendiese, sirviese y reverenciase.
ORACIÓN
Oh
dichosísimo amante del Maestro Soberano, que merecisteis sustituir la persona
de Cristo, y quedar por Hijo de la Reina de los cielos, suplicoos por esta singularísima
prerrogativa vuestra, que, por vuestra intercesión eficaz, consiga yo,
asentarme entre los hijos de la Santísima Virgen, para que, no siendo hijo de
la ira, sea por la divina gracia heredero de la eterna gloria. Amén.
DÍA
CUARTO
CUARTO
DOLOR
Acompañado
el evangelista San Juan de la Reina y Madre Santísima, vió llegar la terrible
hora de la muerte de Cristo, en que estribaba toda la salud de los hombres, y que,
entregando su Alma Santísima en manos del Eterno Padre, murió lleno de afrentas
y dolores.
ORACIÓN
Oh lastimado
Discípulo de el difunto Maestro, que perdisteis a un tiempo a vuestro más fiel
y mayor amigo, y a vuestro más Soberano Maestro, suplicoos por el dolor que
padeciste, viéndole expirar afrentosamente en la Cruz, que me alcancéis de su
Majestad Divina, el que perciba yo el fruto de tu muerte, que muerto al mundo,
viva solo para servirle en su gracia. Amén.
DÍA
QUINTO
QUINTO
DOLOR
Muerto nuestro
Divino Dueño, dice como testigo de vista nuestro doctor evangélico San Juan,
que uno de los soldados, rompió con una lanza su Costado Sacrosanto, y salió
aquella Sangre y Agua, en que tantos y tan grandes misterios se contenían.
ORACIÓN
Oh
fidelísimo testigo de las mayores crueldades que ejecutó la tiranía en la pura
inocencia, por el agudo dolor que sentisteis viendo romper con una lanza el
lugar que había sido de vuestro descanso, y por el conocimiento que tuviste de
los misterios que se contenían en aquella Sangre y Agua, os pido, que me alcancéis
de mi Divino Redentor, tal pureza de su amor, que se rompa mi corazón del sentimiento
de haberle ofendido con mis culpas, y que limpia mi alma con su preciosa
Sangre, sea la Llaga de su Costado la puerta por donde entre mi alma a gozar sus
piedad en la gloria. Amén.
DÍA
SEXTO
SEXTO
DOLOR
Al cruel
dolor que sentía la Reina Soberana de no tener sepulcro, para colocar el difunto
cuerpo de su Sacratísimo Hijo, correspondía en el Apóstol San Juan el
sentimiento de no poder dar alivio en su pena, y cumplida al fin la Divina
Providencia, así que Cristo fue bajado de la Cruz y puesto en los brazos de su
Santísima Madre, llegó a adorarle y reverenciarle el querido discípulo, vertiendo
copiosas lágrimas de dolor y ternura.
ORACIÓN
Oh Santo
dichosísimo, que merecisteis acompañar en sus aflicciones a la Madre de Dios, y
adorar en sus purísimas manos los instrumentos de la Pasión de mi Salvador
Jesús y su difunto y lastimado Cuerpo, por los efectos que sintió en estos
pasos vuestro corazón amante, os pido me alcancéis de Jesús mi Redentor, que no
se aparte de mi memoria, los instrumentos de mi salud y sus penas, y que sepa
yo venerarlos para conseguir la salud eterna. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
SÉPTIMO
DOLOR
Dispuesto
el entierro de Nuestro Difunto Salvador, levantó el Sagrado Cuerpo, el feliz
discípulo, en compañía de otros tres dichosos Varones, para conducirle al
sepulcro, donde luego que le colocaron, antes de cubrirte con la lápida,
nuevamente le adoró el Evangelista Sacro, con su Santísima Madre y demás de el
acompañamiento.
ORACIÓN
Oh
portento de felicidades y centro de ternuras, Gloriosísimo San Juan
Evangelista, que merecisteis levantar y cargar el sagrado cuerpo de Jesús
difunto, por esta dicha que su Majestad os concedió, os suplico, que de su
Majestad me alcances, que dignamente le traiga yo en mi corazón, y así mismo, os
pido que el día de mi muerte, sea por vuestras manos llevada mi alma al eterno
descanso de la Patria Celestial. Amén.
DÍA
OCTAVO
OCTAVO
DOLOR
Concluido
el entierro del Maestro Soberano y demás circunstancias adyacentes, acompañó el
Benjamín amado a su Madre Sacrosanta al Cenáculo, en donde cuanto permitía el
dolor de la Soledad de esta Reina Purísima, le sirvió de compañía, alivió y
consoló en sus angustias y aflicciones su Hijo querido y Evangelista San Juan.
ORACIÓN
Oh
compañero venturoso de la Reina Soberana, que fuisteis su consuelo y alivio en
su mayor angustia y penosa soledad, yo os suplico y pido, que seáis consuelo
mío y mi amparo en todas mis aflicciones y trabajos, y que cuando mi alma se
vea sola entre la cuenta que ha de dar al Supremo Juez, halle en vuestra
compañía y favor, el consuelo que necesita para salir con bendición de aquel
tribunal, y para en vuestra compañía, alabar la Majestad Divina por toda la
eternidad. Amén.
DÍA
NOVENO
NOVENO
Y ÚLTIMO DOLOR
Con que
no bastaran los dolores que en su alma padeció el Benjamín del Divino Jacob,
para ser Mártir de corazón, quiso la Majestad Soberana, para mayor corona de
nuestro Apóstol Santo, que por amor padeciese también en el cuerpo, ya siendo
en Roma, arrojado en una tina de aceite hirviendo, da dándole a tomar veneno y
ya desterrándole a Patmos.
ORACIÓN
Oh Campeón invicto, que para mayor alarde de vuestra amorosa fineza para con el Divino Maestro, no solo fuiste mártir en el ama, sino también en el cuerpo, por todos los tormentos y fatigas que os causó la tiranía, os suplico me alcancéis del Maestro Soberano, que mi corazón arda en el óleo de su caridad, y que libre mi alma del veneno de la culpa y desterrado de mi todo género de ofensas, contra la Bondad infinita, cuando salga yo de este destierro, por tu intercesión, merezca ir a gozar las delicias de la Patria Celestial. Amén.
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