PÉSAME
A MARÍA SANTÍSIMA,
CON UNA
INVOCACIÓN PARA ALIVIO DE NUESTRAS NECESIDADES
Imprenta
de Antonio Vanegas Arroyo. Calle de Santa Teresa, Núm. 1. México, año 1910.
INVOCACIÓN
A NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
¡Oh Madre
atribulada! ¡Oh Virgen Dolorosa que al pie de la cruz sufriste cruentos y
amarguísimos dolores al contemplar el santísimo cuerpo de tu Hijo pendiente del
madero! ¡Fuente inagotable que apagas la sed de todos tus hijos cuando sumisos
y arrepentidos, te pedimos seas la intercesora para con tu santísimo Hijo, para
que nos perdone! ¡Compadéceme Madre mía, consuélame en mis tribulaciones,
guíame en el escabroso sendero de la fe! Conserva purísima Madre, en mi alma
encendida la antorcha de la fe para que pueda alcanzar el perdón de todas mis
culpas y gozar, cuando muera, de tu divina presencia. Haz que el enemigo se
aparte de mí, para que así me aleje del pecado y pueda acercarme a tu divino
Hijo.
¡Oh
Señora!, por las siete llagas de tu castísimo Hijo, ampárame.
¡Oh
Virgen!, por las tres horas de agonía que tuvo en la cruz, protégeme.
Por la
soledad en que estuviste, intercede con tu purísimo Hijo para que obtenga yo el
perdón de todas mis culpas y el alivio de todas mis necesidades. Amén.
PÉSAME
A MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD, SEÑORA NUESTRA
Afligidísima
Madre de Dios y Señora mía, por cuanto padeciste al pie de la Cruz en las tres
horas, principalmente en la última agonía, y por vuestro dolor al expirar
vuestro divino Hijo Jesús, os suplico que imprimáis sus llagas y vuestro dolor
en mi corazón, asistiéndome en mi agonía, y a todos los que agonicen hoy para
que con vuestra protección consigamos una buena muerte.
Aquí se ofrecen tres Ave Marías, para
alivio de nuestras penas.
DÉCIMA
A MARÍA SANTÍSIMA DE LA SOLEDAD
Dios te
salve, reina hermosa,
Llena
de grande amargura;
Dios te
salve, Virgen pura,
Triste,
afligida y llorosa.
Por tu
Soledad penosa
Y por
tu pena excesiva,
Haz que
en mí la gracia viva,
Hasta
que logre feliz suerte
Y tú
asísteme en mi muerte
Como
Madre compasiva.
El Illmo. Sr. Obispo de Puebla, concede
ciento veinte días de indulgencias por cada letra de la décima, que son veinte
y cuatro mil días y otros tantos de la oración, que son cuarenta y ocho mil
trescientos setenta días. Suma todo, sesenta y dos mil trescientos sesenta
días.
ORACIÓN
Acuérdate,
piadosísima Virgen María, que tu dulcísimo Hijo, antes de morir en la Cruz, te
recomendó me recibieras por tu hijo. Dígnate, Señora, de ser mi Madre y como
Madre de misericordia extiende tu amorosa vista sobre mi alma, ahora y en la
hora de mi muerte. Dígnate poner en mí tus ojos, y mírame con aquella compasiva
y amorosa vista con que vistea tu dulcísimo Hijo morir en la cruz, para que por
tu intercesión logre mi alma el perdón de mis culpas y merezca ir a gozar de
Dios por toda la eternidad. Amén.
Querido lector, si quieres tener muchos
que pidan por ti en tu última hora, procura circular las presentes devociones.
ORACIÓN
COTIDIANA POR LOS AGONIZANTES QUE HAN DE MORIR EN LAS 24 HORAS DEL DÍA
¡Oh
misericordiosísimo Jesús, abrasado en ardiente amor de las almas! Por las
agonías de vuestro sacratísimo Corazón y por los dolores del de vuestra
inmaculada Madre, os suplico que lavéis con vuestra preciosa sangre las manchas
y horrores de todos los pecadores que se hallan en agonía y tiene que morir
hoy.
Jaculatoria:
¡Oh
corazón agonizante de mi amado Redentor!, tened misericordia de los infelices
moribundos. Amén.
Corazón
purísimo de María, rogad por ellos.
100 días de indulgencias por cada vez que se rece esta oración, e indulgencia plenaria cada mes, rezándose diariamente tres veces en distinta hora. Estas indulgencias son aplicables a las almas del purgatorio. Pío IX, 1850.
Colaboración de Carlos Villaman
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