martes, 27 de abril de 2021

TRIDUO A LOS SANTOS VARONES

 


OBSEQUIOSO TRIDUO

PARA LOS DÍAS VEINTICINCO, VEINTISÉIS Y VEINTISIETE DE MES

EN RECUERDO DE LAS PIEDADES DE LOS JUSTOS VARONES JOSÉ DE ARIMATEA Y NICODEMO 

Devoción oportuna para implorar del Señor remedios de las necesidades, consuelo en los conflictos, y entera sumisión a las órdenes de la Divina Providencia.

Dispuesta del P. Mtro. Fr. José Venegas del Orden de San Agustín

México, 1825

Imprenta del ciudadano Alejandro Valdés, calle de Santo Domingo

 

DÍA VEINTE Y CINCO

EJEMPLO DE PIEDAD

Habiendo expirado el Redentor en un duro afrentoso madero, quedó su purísima Madre en la cima del monte Calvario, sola, huérfana, desvalida y sin humano arbitrio para hacer a su hijo los obsequios últimos: vió la inhumanidad con que atravesó un soldado el costado del Señor ya muerto, crecían y se renovaban sus dolores con cuanto de nuevo acontecía, temía se multiplicaran los ultrajes con aquel sacratísimo cuerpo a que había de estar unido el divino Verbo, y queriéndolo sacar del sacrílego poder de los ministros de la iniquidad, rogó con lágrimas a José de Arimatea, tomara por su cuenta el remedio de esta inexplicable necesidad y apretado conflicto, así lo revelo la misma Señora a San Anselmo. Apenas entendió aquel distinguido acaudalado varón la grandeza del apuro y angustia, cuando corrió con velocidad al palacio en donde se presentó con intrepidez al profano y pagano juez, y le pidió con audacia santa el cuerpo de Jesús. Acción heróica, digna de alabanza, digna de eterna memoria, y muy proporcionada para la imitación, porque en la adversidad, en el conflicto o necesidad, se ha de favorecer al prójimo con arreglo a las facultades, pero con presteza y bizarría, teniendo siempre por creído que se hace con el Redentor el beneficio que se dispensa al mínimo de los fieles, pues así lo tiene asegurado el Señor en el Evangelio.

Se rezan tres credos.

 

ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO

Verdadero consolador de los corazones atribulados, esperanza de los espíritus abatidos, amante felicísimo de las almas afligidas, Jesús, descanso, alivio y frescura de todos los cansados y desamparados, remediador mío poderosísimo, que por hacerme compañía en los trabajos de mi destierro, quisiste el desamparo de tu Eterno Padre en los postreros momentos de tu Santísima Vida, y permitisteis humillasen los Apóstoles al tiempo de tu ignominiosa muerte, para que no hubiese quienes, de oficio, cuidasen de tu sepultura. Salvador mío dulcísimo, que por dejarnos un manantial de consolaciones, quisisteis partir de este mundo con los desconsuelos de dejar a tu desvalida dolorosa Madre, en los apuros de cuidar tu sagrado cadáver, quedando por agentes de sus últimos obsequios los humildísimos ruegos, suspiros y lágrimas de tan afligida gemidora tórtola: Yo te ruego por este apuro de la gran Señora, y la piadosa prontitud con que comenzó a ocurrir a tamaña necesidad el Santo José de Arimatea, experimente yo los venturosos efectos de aquella gran promesa que me tienes hecha por el Profeta: Llámame en tu tribulación, yo te libraré. Amén.

Tres Aves Marías.

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA

Oh Virgen Santísima, ¡como se transformaron en trabajo vuestros placeres! tuviste inefables gozos en veros Madre llena de Dios, de verle nacido, adorado de los ángeles, pastores y reyes, de tenerle pendiente de vuestros santísimos pechos, sustentado de vuestra purísima leche, y servido de vuestros virginales brazos. En su infancia tuvisteis, Señora, las satisfacciones de hacer con su Majestad todos los oficios de la Madre, poseída de interiores espiritualismos contentos, en su edad adulta le hiciste los servicios de esposa, abrazada de ardores seráficos, y transportada en dulcísimos arrobos y excelsos mentales. Mas difunto, os hallasteis anegada en un mar de angustias, por no tener arbitrio propio (según su divina ordenación) para hacerle los últimos obsequios por las penas que se congregaron como en un punto, para ahogaros, y por la piedad con el Santo José de Arimatea dio pronto expediente a vuestra pretensión, os suplico me alcancéis de vuestro Hijo Santísimo, buen éxito en todos mis negocios, especialmente en el único importantísimo de mi salvación. Amén.

Dos Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.

 

DEPRECACIÓN A LOS SANTOS VARONES

¡Oh felicísimos Varones! que ya pasasteis el piélago de esta mortalidad, y merecisteis llegar al puerto de la perpetua quietud y paz, os ruego por vuestra encendida caridad, que pues estáis seguros vosotros, tengáis cuidado y solicitud de nosotros: mirad piadoso desde el alto cielo nuestra multiplicada miseria, por Jesucristo que os hizo tan dichoso, y entre tantos os escogió para que hicieseis con su sacratísimo cadáver los obsequios últimos, oficios propios y verdaderamente privados de los más amigos, de los más íntimos y de los más allegados. Amén.

 

 

 

 

DÍA VEINTE Y SEIS

EJEMPLO DE LIBERALIDAD

Extraído el cuerpo de Jesús de la injusta y nula jurisdicción del juez más inicuo, comenzó a pensar su dolorosísima Madre en las expensas que se debían hacer para honrar el sacratísimo cadáver, según la costumbre de los hebreos, hallábase la Señora en el Calvario, desproveída aun de los auxilios temporales para la más pobre y escasa subsistencia, y cuando más le apretaba aquella urgente necesidad, se le presentó Nicodemo con cien libras de preciosos y costosos ungüentos, con mucho menos bastaba para cumplir con la funeraria ceremonia de los difuntos personajes del antiguo testamento, pero notan los intérpretes sagrados, que queriendo Nicodemo consolar a María Santísima, según los tamaños de su angustia, y queriendo honrar con su magnificencia el sagrado depósito del que había visto como un gran Profeta, hizo considerable desembolso para comprar tantos aromas, que hubiese para ungir y bañar el santísimo cadáver, y que sobrase para derramar por todo el camino de su entierro. Esta es profusión piadosa y religiosa prodigalidad. La prodigalidad siempre es criminal, y no tiene lugar sino en los gastos que se hacen para sostener la vanidad, el lujo, y desahogos de la corrupción. La liberalidad de Nicodemo, debe servir de estímulo a los ánimos opacados, que por la vileza de corazón no quieren extender la mano para aquellas asistencias, que son el apoyo del honor y del arreglo de las costumbres. Es verdad que aun el más poderoso de los hombres no puede favorecer a todos los desgraciados hijos de Adán, pero también es cierto que debe socorrer a aquellos con quienes tenga algún enlace, ya sea de amistad o paréntesis, o ya provenga de las circunstancias de tiempo, lugar y otras cualesquiera, lo que enseña admirablemente el gran Padre San Agustín en el libro primero de la doctrina cristiana.

Se rezan tres Credos.

 

ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO

Tesoro de soberanas riquezas, abundancia perfecta de todos los que a ti se acogen, refrigerio dulcísimo de los trabajados y afligidos. Jesús, mi Dios, mi Rey, mi amabilísimo dueño, que, por enriquecerme de inestimables tesoros, quisisteis que todo os faltara sobre la tierra. Se muy bien, gran Señor, que si no tenias con que comer, lo sufríais como los pobres, que no tenías calzado, andabas por quebrados caminos, no os contentáis con haber sufrido las mayores penalidades de la pobreza, aunque tan voluntaria, durante vuestra preciosa vida, hasta en la muerte y después de ella quisisteis llevar este trabajo, quedando vuestro difunto cuerpo expuesto a la piedad de quien os quisiese hacer los últimos obsequios. Moristeis, es verdad, movisteis el corazón de Nicodemo, el hombre más liberal de Jerusalén para tales oficios, y para ocurrir como tan providente a las urgentísimas necesidades que apretaban al pie de la Cruz, el tiernísimo corazón de vuestra dolorosa Madre, las angustias de esta Señora os presento, para que hablen por mí, y os pido socorro en mis necesidades, consuelo en mis aflicciones, conformidad en todos los inevitables trabajos, y gracia para acumular aromas de ejemplos, que derrame sobre mis prójimos, expendiéndome todo en muchas piadosas acciones. Amén.

Tres Aves Marías.

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA

Sacratísima Madre de Jesús, eximia imitadora de su pobreza, tesorera y liberal dispensadora de sus gracias, no queráis despreciar mis ruegos, acogido a vuestro patrocinio en mis necesidades. La insinuación de las divinas piedades, escrita por santa Gertrudis, me avisa, que el Señor te llama en el cielo: Madre y descanso de los huérfanos, desempeña este título como hay, que necesita de protección en la tierra. Cuando San Buenaventura os contempla manantial de beneficios, así os saluda, abrasado humano serafín: Dios te salve, abogada de los pobres. Poseedora sois, Señora, de gran caudal, aun solo por los conflictos de la voluntaria pobreza, con que quisisteis peregrinar. Mucho pues, tenéis que dar, no cabe en la humana comprensión la grandeza de merecimientos que adquiriste solo por las necesidades del Calvario, logre yo algo de tanta riqueza en mis necesidades. Amén.

Dos Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.

 

DEPRECACIÓN A LOS SANTOS VARONES

¡Oh Santos Varones José y Nicodemo! no seáis escasos con los pobres, que a vosotros claman: siendo viadores, ni atendisteis a humanos respetos, ni temisteis persecuciones, ni reparasteis en desembolsos por subvenir las necesidades que notabais en el monte Calvario, moradores sois ya del cielo, en premio de vuestra piedad, allí sois más ricos, y se ha perfeccionado vuestra caridad, experimente yo en mis necesidades el auxilio que podéis darnos. Amén.

 

 

 

 

DÍA VEINTE Y SIETE

EJEMPLO DE MISERICORDIA

José, llamado de Arimatea, por el lugar de su nacimiento, y Nicodemo, fariseo, personas respetables entre los judíos, y ocultos discípulos de Jesús, en el mismo día en que fue crucificado, embalsamaron su cuerpo, arreglados a la costumbre de los hebreos, y en sepulcro nuevo lo enterraron con aceleración, a fin de que no lo ultrajasen más sus enemigos, y no quedase confundido con los cadáveres de los dos ladrones. Estos oficios de piedad impelen, fuerzan y obligan a ejercer con denuedo, según el Apóstol, como atletas las obras de misericordia, en cuya recomendación acumulan los libros santos, vivísimos oráculos, siendo el más sobresaliente, el que forman las palabras de sabiduría increada dichas por el apóstol San Mateo: Quiero más obras de misericordia que el sacrificio, no obstante, ser este más excelente, como de virtud noble, que es la religión.

Se rezan tres Credos.

 

ORACIÓN A JESÚS CRUCIFICADO

Oh mi buen Jesús, consolador oportuno de los atribulado, seguro asilo de los desvalidos, quisiera deshacerme en lágrimas, contemplando la suma pobreza en que quisiste morir, y quedar después de muerto, ni una usada sábana que os amortajara, ni un palmo de tierra que os diera sepultura, en memoria de estas necesidades, os protesto vestir al desnudo siempre que pueda, y renovar mi corazón con la penitencia, para recibiros debidamente en el Sacramento, ayudadme y confortad estos propósitos con vuestra gracia. Amén.

Tres Aves Marías.

 

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA

Ínclita Reina de los mártires, inseparable compañera de los trabajos de Jesús en su vida, y varonil mujer fuerte en todos los oficios de sepultura, tened presente que habiendo sacado del poder de los malvados, el santo cuerpo de tu Hijo, dos hombres de piedad lo entregaron a tus brazos, para que, poseedora de su Sangre y sus Llagas, las pudieses aplicar a los que a ti se acogen: como tan poderosa, como tal tesoro, os digo con vuestro querido Agustín: Santísima María, socorred a los miserables, alentad a los pusilánimes, consolad a los llorosos, favoreced al clero, interceded por el género femenino, y rogad por todo el pueblo cristiano, Señora benignísima, Señora de piedad, experimente los afectos de tu celestial valimiento todo el que hiciere de vos, devoto recuerdo. Amén.

Dos Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.

 

DEPRECACIÓN A LOS SANTOS VARONES

Varones incomparables, que con tanto empeño os empleasteis en las obras mejores de misericordia, no os olvidéis de los que tanto necesitan de vuestras liberalidades, desde el alto trono que ocupáis en la corte celestial: mirad compasivos a esta nación, vuestro título os debe interesar en su protección y defensa, ella es, no se puede dudar, el abrigo de la piedad, si sobre ella cae el cruel azote de la guerra, la piedad lo ha de sentir, la primera, diciendo San Ambrosio, que el principal desahogo del marcial furor de herejes, infieles, incrédulos y libertinos, es la prisión del destierro y muerte de los pastores, la ruina de los altares y destrozo de las imágenes santas. Vosotros que sois los varones de misericordias, celebrados del Eclesiástico, sois los Varones del ruego, como que se equivocan los dos renombres. Sed pues, perpetuos rogadores, para que el Señor nos libre de los azotes de la guerra, del hambre y de la peste. Amén.

 

 

LAVS DEVS

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