OBSEQUIOSO
TRIDUO
PARA
LOS DÍAS VEINTICINCO, VEINTISÉIS Y VEINTISIETE DE MES
EN RECUERDO DE LAS PIEDADES DE LOS JUSTOS VARONES JOSÉ DE ARIMATEA Y NICODEMO
Devoción
oportuna para implorar del Señor remedios de las necesidades, consuelo en los
conflictos, y entera sumisión a las órdenes de la Divina Providencia.
Dispuesta
del P. Mtro. Fr. José Venegas del Orden de San Agustín
México,
1825
Imprenta
del ciudadano Alejandro Valdés, calle de Santo Domingo
DÍA
VEINTE Y CINCO
EJEMPLO
DE PIEDAD
Habiendo
expirado el Redentor en un duro afrentoso madero, quedó su purísima Madre en la
cima del monte Calvario, sola, huérfana, desvalida y sin humano arbitrio para
hacer a su hijo los obsequios últimos: vió la inhumanidad con que atravesó un
soldado el costado del Señor ya muerto, crecían y se renovaban sus dolores con
cuanto de nuevo acontecía, temía se multiplicaran los ultrajes con aquel
sacratísimo cuerpo a que había de estar unido el divino Verbo, y queriéndolo sacar
del sacrílego poder de los ministros de la iniquidad, rogó con lágrimas a José
de Arimatea, tomara por su cuenta el remedio de esta inexplicable necesidad y
apretado conflicto, así lo revelo la misma Señora a San Anselmo. Apenas
entendió aquel distinguido acaudalado varón la grandeza del apuro y angustia,
cuando corrió con velocidad al palacio en donde se presentó con intrepidez al
profano y pagano juez, y le pidió con audacia santa el cuerpo de Jesús. Acción
heróica, digna de alabanza, digna de eterna memoria, y muy proporcionada para
la imitación, porque en la adversidad, en el conflicto o necesidad, se ha de
favorecer al prójimo con arreglo a las facultades, pero con presteza y bizarría,
teniendo siempre por creído que se hace con el Redentor el beneficio que se
dispensa al mínimo de los fieles, pues así lo tiene asegurado el Señor en el
Evangelio.
Se
rezan tres credos.
ORACIÓN
A JESÚS CRUCIFICADO
Verdadero
consolador de los corazones atribulados, esperanza de los espíritus abatidos,
amante felicísimo de las almas afligidas, Jesús, descanso, alivio y frescura de
todos los cansados y desamparados, remediador mío poderosísimo, que por hacerme
compañía en los trabajos de mi destierro, quisiste el desamparo de tu Eterno
Padre en los postreros momentos de tu Santísima Vida, y permitisteis humillasen
los Apóstoles al tiempo de tu ignominiosa muerte, para que no hubiese quienes,
de oficio, cuidasen de tu sepultura. Salvador mío dulcísimo, que por dejarnos
un manantial de consolaciones, quisisteis partir de este mundo con los
desconsuelos de dejar a tu desvalida dolorosa Madre, en los apuros de cuidar tu
sagrado cadáver, quedando por agentes de sus últimos obsequios los humildísimos
ruegos, suspiros y lágrimas de tan afligida gemidora tórtola: Yo te ruego por
este apuro de la gran Señora, y la piadosa prontitud con que comenzó a ocurrir
a tamaña necesidad el Santo José de Arimatea, experimente yo los venturosos
efectos de aquella gran promesa que me tienes hecha por el Profeta: Llámame en
tu tribulación, yo te libraré. Amén.
Tres
Aves Marías.
ORACIÓN
A NUESTRA SEÑORA
Oh
Virgen Santísima, ¡como se transformaron en trabajo vuestros placeres! tuviste
inefables gozos en veros Madre llena de Dios, de verle nacido, adorado de los
ángeles, pastores y reyes, de tenerle pendiente de vuestros santísimos pechos,
sustentado de vuestra purísima leche, y servido de vuestros virginales brazos. En
su infancia tuvisteis, Señora, las satisfacciones de hacer con su Majestad
todos los oficios de la Madre, poseída de interiores espiritualismos contentos,
en su edad adulta le hiciste los servicios de esposa, abrazada de ardores
seráficos, y transportada en dulcísimos arrobos y excelsos mentales. Mas difunto,
os hallasteis anegada en un mar de angustias, por no tener arbitrio propio
(según su divina ordenación) para hacerle los últimos obsequios por las penas
que se congregaron como en un punto, para ahogaros, y por la piedad con el
Santo José de Arimatea dio pronto expediente a vuestra pretensión, os suplico
me alcancéis de vuestro Hijo Santísimo, buen éxito en todos mis negocios,
especialmente en el único importantísimo de mi salvación. Amén.
Dos Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.
DEPRECACIÓN
A LOS SANTOS VARONES
¡Oh felicísimos
Varones! que ya pasasteis el piélago de esta mortalidad, y merecisteis llegar
al puerto de la perpetua quietud y paz, os ruego por vuestra encendida caridad,
que pues estáis seguros vosotros, tengáis cuidado y solicitud de nosotros:
mirad piadoso desde el alto cielo nuestra multiplicada miseria, por Jesucristo
que os hizo tan dichoso, y entre tantos os escogió para que hicieseis con su
sacratísimo cadáver los obsequios últimos, oficios propios y verdaderamente
privados de los más amigos, de los más íntimos y de los más allegados. Amén.
DÍA
VEINTE Y SEIS
EJEMPLO
DE LIBERALIDAD
Extraído
el cuerpo de Jesús de la injusta y nula jurisdicción del juez más inicuo, comenzó
a pensar su dolorosísima Madre en las expensas que se debían hacer para honrar
el sacratísimo cadáver, según la costumbre de los hebreos, hallábase la Señora
en el Calvario, desproveída aun de los auxilios temporales para la más pobre y
escasa subsistencia, y cuando más le apretaba aquella urgente necesidad, se le
presentó Nicodemo con cien libras de preciosos y costosos ungüentos, con mucho
menos bastaba para cumplir con la funeraria ceremonia de los difuntos
personajes del antiguo testamento, pero notan los intérpretes sagrados, que
queriendo Nicodemo consolar a María Santísima, según los tamaños de su
angustia, y queriendo honrar con su magnificencia el sagrado depósito del que
había visto como un gran Profeta, hizo considerable desembolso para comprar
tantos aromas, que hubiese para ungir y bañar el santísimo cadáver, y que
sobrase para derramar por todo el camino de su entierro. Esta es profusión
piadosa y religiosa prodigalidad. La prodigalidad siempre es criminal, y no
tiene lugar sino en los gastos que se hacen para sostener la vanidad, el lujo,
y desahogos de la corrupción. La liberalidad de Nicodemo, debe servir de
estímulo a los ánimos opacados, que por la vileza de corazón no quieren
extender la mano para aquellas asistencias, que son el apoyo del honor y del
arreglo de las costumbres. Es verdad que aun el más poderoso de los hombres no
puede favorecer a todos los desgraciados hijos de Adán, pero también es cierto
que debe socorrer a aquellos con quienes tenga algún enlace, ya sea de amistad o
paréntesis, o ya provenga de las circunstancias de tiempo, lugar y otras
cualesquiera, lo que enseña admirablemente el gran Padre San Agustín en el
libro primero de la doctrina cristiana.
ORACIÓN
A JESÚS CRUCIFICADO
Tesoro
de soberanas riquezas, abundancia perfecta de todos los que a ti se acogen,
refrigerio dulcísimo de los trabajados y afligidos. Jesús, mi Dios, mi Rey, mi
amabilísimo dueño, que, por enriquecerme de inestimables tesoros, quisisteis
que todo os faltara sobre la tierra. Se muy bien, gran Señor, que si no tenias
con que comer, lo sufríais como los pobres, que no tenías calzado, andabas por
quebrados caminos, no os contentáis con haber sufrido las mayores penalidades
de la pobreza, aunque tan voluntaria, durante vuestra preciosa vida, hasta en
la muerte y después de ella quisisteis llevar este trabajo, quedando vuestro
difunto cuerpo expuesto a la piedad de quien os quisiese hacer los últimos
obsequios. Moristeis, es verdad, movisteis el corazón de Nicodemo, el hombre
más liberal de Jerusalén para tales oficios, y para ocurrir como tan providente
a las urgentísimas necesidades que apretaban al pie de la Cruz, el tiernísimo
corazón de vuestra dolorosa Madre, las angustias de esta Señora os presento,
para que hablen por mí, y os pido socorro en mis necesidades, consuelo en mis
aflicciones, conformidad en todos los inevitables trabajos, y gracia para acumular
aromas de ejemplos, que derrame sobre mis prójimos, expendiéndome todo en
muchas piadosas acciones. Amén.
ORACIÓN
A NUESTRA SEÑORA
Sacratísima
Madre de Jesús, eximia imitadora de su pobreza, tesorera y liberal dispensadora
de sus gracias, no queráis despreciar mis ruegos, acogido a vuestro patrocinio
en mis necesidades. La insinuación de las divinas piedades, escrita por santa Gertrudis,
me avisa, que el Señor te llama en el cielo: Madre y descanso de los huérfanos,
desempeña este título como hay, que necesita de protección en la tierra. Cuando
San Buenaventura os contempla manantial de beneficios, así os saluda, abrasado
humano serafín: Dios te salve, abogada de los pobres. Poseedora sois, Señora,
de gran caudal, aun solo por los conflictos de la voluntaria pobreza, con que
quisisteis peregrinar. Mucho pues, tenéis que dar, no cabe en la humana comprensión
la grandeza de merecimientos que adquiriste solo por las necesidades del
Calvario, logre yo algo de tanta riqueza en mis necesidades. Amén.
Dos Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.
DEPRECACIÓN
A LOS SANTOS VARONES
¡Oh
Santos Varones José y Nicodemo! no seáis escasos con los pobres, que a vosotros
claman: siendo viadores, ni atendisteis a humanos respetos, ni temisteis persecuciones,
ni reparasteis en desembolsos por subvenir las necesidades que notabais en el
monte Calvario, moradores sois ya del cielo, en premio de vuestra piedad, allí
sois más ricos, y se ha perfeccionado vuestra caridad, experimente yo en mis
necesidades el auxilio que podéis darnos. Amén.
DÍA
VEINTE Y SIETE
EJEMPLO
DE MISERICORDIA
José, llamado
de Arimatea, por el lugar de su nacimiento, y Nicodemo, fariseo, personas
respetables entre los judíos, y ocultos discípulos de Jesús, en el mismo día en
que fue crucificado, embalsamaron su cuerpo, arreglados a la costumbre de los
hebreos, y en sepulcro nuevo lo enterraron con aceleración, a fin de que no lo
ultrajasen más sus enemigos, y no quedase confundido con los cadáveres de los
dos ladrones. Estos oficios de piedad impelen, fuerzan y obligan a ejercer con
denuedo, según el Apóstol, como atletas las obras de misericordia, en cuya
recomendación acumulan los libros santos, vivísimos oráculos, siendo el más
sobresaliente, el que forman las palabras de sabiduría increada dichas por el
apóstol San Mateo: Quiero más obras de misericordia que el sacrificio, no
obstante, ser este más excelente, como de virtud noble, que es la religión.
Se
rezan tres Credos.
ORACIÓN
A JESÚS CRUCIFICADO
Oh mi
buen Jesús, consolador oportuno de los atribulado, seguro asilo de los desvalidos,
quisiera deshacerme en lágrimas, contemplando la suma pobreza en que quisiste
morir, y quedar después de muerto, ni una usada sábana que os amortajara, ni un
palmo de tierra que os diera sepultura, en memoria de estas necesidades, os
protesto vestir al desnudo siempre que pueda, y renovar mi corazón con la
penitencia, para recibiros debidamente en el Sacramento, ayudadme y confortad
estos propósitos con vuestra gracia. Amén.
Tres
Aves Marías.
ORACIÓN
A NUESTRA SEÑORA
Ínclita
Reina de los mártires, inseparable compañera de los trabajos de Jesús en su
vida, y varonil mujer fuerte en todos los oficios de sepultura, tened presente
que habiendo sacado del poder de los malvados, el santo cuerpo de tu Hijo, dos
hombres de piedad lo entregaron a tus brazos, para que, poseedora de su Sangre
y sus Llagas, las pudieses aplicar a los que a ti se acogen: como tan poderosa,
como tal tesoro, os digo con vuestro querido Agustín: Santísima María, socorred
a los miserables, alentad a los pusilánimes, consolad a los llorosos, favoreced
al clero, interceded por el género femenino, y rogad por todo el pueblo cristiano,
Señora benignísima, Señora de piedad, experimente los afectos de tu celestial
valimiento todo el que hiciere de vos, devoto recuerdo. Amén.
Dos
Padres nuestros, Aves Marías y Glorias.
DEPRECACIÓN
A LOS SANTOS VARONES
Varones
incomparables, que con tanto empeño os empleasteis en las obras mejores de
misericordia, no os olvidéis de los que tanto necesitan de vuestras
liberalidades, desde el alto trono que ocupáis en la corte celestial: mirad
compasivos a esta nación, vuestro título os debe interesar en su protección y
defensa, ella es, no se puede dudar, el abrigo de la piedad, si sobre ella cae
el cruel azote de la guerra, la piedad lo ha de sentir, la primera, diciendo
San Ambrosio, que el principal desahogo del marcial furor de herejes, infieles,
incrédulos y libertinos, es la prisión del destierro y muerte de los pastores,
la ruina de los altares y destrozo de las imágenes santas. Vosotros que sois los
varones de misericordias, celebrados del Eclesiástico, sois los Varones del
ruego, como que se equivocan los dos renombres. Sed pues, perpetuos rogadores,
para que el Señor nos libre de los azotes de la guerra, del hambre y de la
peste. Amén.
LAVS DEVS
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