MODO DE REZAR LA HORA EN HONOR DE LOS SANTOS REYES MELCHOR, GASPAR Y BALTAZAR
A DEVOCIÓN DE UNA HUMILDE SIERVA SUYA
México
Imprenta
de la Viuda e Hijos de Murguía
Portal
del Águila de Oro, año de 1880
ADVERTENCIAS
Se empieza a rezar donde esté el Santísimo Sacramento, y se acabará delante de él, y si no se pudiere, en una iglesia donde este el Nacimiento, y se va rezando andando por toda la Iglesia, o la casa toda según donde se rezare, uniendo la intención con el viaje que hicieron los Santos Reyes.
Debe estar segura la persona que rezare o emprendiere esta devoción, que conseguirá lo que le pida a Dios por intercesión de los Santos Reyes. Se debe rezar en el día de los Santos Reyes o en cualquier día que tuviere alguna necesidad.
Antes del acto de contrición se reza esta oración:
Omnipotente y Eterno Dios, Criador de todas las cosas, tú, que misericordioso, hiciste que una estrella acompañase a los tres Reyes, los trece días que caminaron, llegando al fin de ellos a Jerusalén, donde adoraron a Dios y Hombre verdadero a tu Unigénitos Hijo, que encarnado en el vientre purísimo de María Santísima mi Señora, y naciendo en el desabrigo pobre y humilde cueva de Belén, empezó el usufructo de nuestra redención. Haz Señor, que camine para el cielo con verdadero arrepentimiento de mis pecados, con firme propósito de no volver a cometerlos, observando por medio de una entera confesión, la brillante estela de tu ley santísima, sin que anuble sus diez clarísimos rayos mi fragilidad, y haz Señor, que prevalezca la fé católica, que triunfe la católica Iglesia de sus enemigos, asiste piadoso al Soberano Pontífice, su cabeza, a nuestros gobernantes, que se destruyan las herejías, y finalmente Señor, concede a los que postrados hacemos este viaje espiritual, tu gracia para acompañarte en la gloria. Amén.
Inmediatamente se
reza el siguiente:
ACTO DE
CONTRICIÓN
Señor mío
Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser vos quien
sois y porque os amo sobre todas las cosas, con todo mi corazón me pesa de
haberos ofendido: propongo Dios mío, de no volver a ofenderos, sino que, con
verdadero examen de conciencia, me confesaré enteramente y con toda claridad y distinción,
admitiendo y cumpliendo la penitencia que me fuere impuesta, en satisfacción de
todos mis pecados, confío en vuestra bondad, que me perdonareis por vuestra
preciosa Sangre, y me daréis gracia para nunca más pecar. Amén.
PRIMER MISTERIO
Danos, Virgen, por
tu amor, el gozo del Nacimiento, porque habite muy de asiento con nosotros el
Señor, toda la felicidad esta en gozarle humanado.
Padre nuestro,
diez Aves Marías y luego la siguiente:
L/: Virgen,
libra de pecado a los que imploran tu piedad.
SEGUNDO
MISTERIO
Omnipotente Dios y
dulcísimo Jesús de mi vida, a quien, vista una milagrosa estrella, acudieron a
buscarla recién nacido, Melchor, Gaspar y Baltasar, sin que les detuviese el
amor de la patria, antes si no, resistiéndose a la inspiración divina, se
apartaron de sus reinos: merezca yo Señor, desviarme de todas las vanidades del
mundo, siguiendo el camino de la virtud, por los merecimientos de tu pasión
santísima. Amén.
TERCER
MISTERIO
Amorosísimo Dios y
amabilísimo Jesús de mis ojos, por quien dejaron los tres Reyes dichosos todas
las riquezas que poseían, gustando más de buscarte por los caminos que vivir en
el regalo de los palacios: merezca yo, Señor, dejar todo lo temporal, siguiendo
el camino de la perfección, por los merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
CUARTO
MISTERIO
Santísimo Dios y
Celestial Jesús de mi corazón, a quien vinieron buscando los tres venturosos Reyes,
preguntando por tu, confesándote Rey de los judíos, sin temer la indignación
del Rey Herodes, merezca yo, Señor, perder el miedo al mundo, siguiendo el
camino de tu santa ley, por los méritos de tu pasión santísima. Amén.
QUINTO
MISTERIO
Misericordiosísimo
Dios y piadosísimo Jesús mío, quien buscado por los tres amantes Reyes,
entrando en la corte de Herodes, perdieron la estrella que los guiaba, porque
solicitaron, para hallarte, la noticia humana, teniendo la divina, merezca yo,
Señor, no dejar la guía de las sagradas inspiraciones, sino que las siga por el
camino de una católica confianza, por los merecimientos de tu pasión santísima.
Amén.
SEXTO
MISTERIO
Amorosísimo Dios y
amorosísimo Jesús de mi alma, que, buscándote los tres Reyes, saliendo de la
populosa corte de Herodes, volvieron a ver la lúcida estrella que los conducía
misteriosa: merezca yo Señor, que, arrepentido de mis culpas, restaure lo que
perdí por ellas, que es la gracia, siguiendo el camino de un firme propósito de
no volver a ofenderte, por los merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
SÉPTIMO
MISTERIO
Hermosísimo Dios y
bellísimo Jesús mío, que buscándote los fervorosos Reyes, que te hallaron con
María, tu Santísima Madre y Señora mía, en la pobrecita Cueva de Belén, merezca
yo Señor, que, habiendo seguido el camino de la penitencia, acompañado de un
verdadero dolor de haber ofendido por ser quien eres, te halle, y contigo
encuentre a mis ruegos propicio a María Santísima mi Señora, por los
merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
OCTAVO
MISTERIO
Gloriosísimo Dios y
soberano Jesús de mi alma, que, habiéndote hallado los tres alegres Reyes, se
postraron ante tu presencia humilde, merezca yo Señor, saber huir las soberbias
profanidades de la tierra, observando la santísima ley tuya, por el camino de
la humildad, por los merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
NOVENO
MISTERIO
Eterno Dios y
supremo Jesús mío, a quien adoraron con presta fe los tres humildes Reyes,
creyéndote Dios y Hombre verdadero, aun viéndote entre unas pobres pajas,
merezca yo Señor, no faltar a la católica fe, si confirmar más en ella,
confesándote Dios y hombre verdadero, por los merecimientos de tu pasión santísima.
Amén.
DÉCIMO
MISTERIO
Majestuoso Dios e
inocentísimo Jesús mío, a quien el oro que ofrecieron los generosos Reyes,
mostraron la caridad ardiente en que se abrasaban, merezca yo Señor, abrasarme
en tu amor santísimo, amándote como a mi Señor, como a mi bien, como a mí
Redentor, por los merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
UNDÉCIMO
MISTERIO
Admirabilísimo
Dios y perfectísimo Jesús de mi alma, a quien los tres devotos Reyes en el
incienso que te ofrecieron, te pusieron delante lo fervoroso de la oración,
merezca yo Señor, perseverar en oración continua, alcanzando de tu piedad el
que no se entibie mi espíritu, antes si se fervorice más y más cada instante,
por los merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
DUODÉCIMO
MISTERIO
Milagrosísimo Dios
y maravillosísimo Jesús mío, a quien en la mirra que te ofrecieron los tres
ilustres Reyes te dieron lo áspero de la mortificación, merezca yo Señor,
mortificar mis sentidos todos, sin que me retire de tu servicio los trabajos y
fatigas que deseo padecer, en satisfacción de mis culpas, por los merecimientos
de tu pasión santísima. Amén.
DÉCIMO
TERCER MISTERIO
Inefable Dios y
agradecidísimo Jesús mío, que te dignaste de aceptar propicio los dones que te
ofrecieron los tres reverentes Reyes, ya tributarios tuyos, merezca yo Señor,
el que, ante tu divino acatamiento, sean aceptadas estas mis oraciones, por los
merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
DÉCIMO
CUARTO MISTERIO
Dios sabio y
benigno Jesús mío, que, despedidos los enamorados Reyes de tu Majestad
Santísima, dejaron tu piedad amonestados, el que camino que habían traído y se
volvieron por otro distinto, merezca yo Señor, que huyendo el camino a que con
sus deleites me convida el mundo, siga solo que me enseña la gracia, por los
merecimientos de tu pasión santísima. Amén.
DÉCIMO
QUINTO MISTERIO
En tus brazos, Virgen
Bella, como en su trono imperial, recibió el Rey Celestial a los Reyes de la estrella,
gózate, pues su deidad por ti se nos ha mostrado.
OFRECIMIENTO
Por estos
misterios santos, Virgen divina, librad de tormenta y tempestad, el fruto que
esta en los campos, los navíos que están en el mar, y a las almas que están en
pecado mortal.
Se rezan las tres
Aves Marías como de costumbre, y luego la Salve, la letanía y después, lo
siguiente:
OFRECIMIENTO
DE LA HORA DE LOS SANTOS REYES
A LA
VIRGEN SANTÍSIMA
Henos aquí postrados ante el trono de vuestra grandeza, ¡Oh Emperatriz del cielo, María Santísima! Y llenos de confianza en vuestra bondad, os ofrecemos con todo el afecto de nuestro corazón esta Santa Hora. Cúmplase ¡Oh amabilísima Señora! en nosotros, todas las disposiciones de vuestra voluntad, y haced que seamos dignos de renovar en vuestro dulcísimo Corazón, aquel júbilo de que llenó la salutación del Arcángel San Gabriel, ¡Oh Madre digna del Salvador! haz que renazca en nosotros la divina gracia, y con ella la imitación perfecta de lo que ha hecho Jesús y vos por nuestro amor. Amén.
¡Oh Purísima
María, Madre de los pecadores! os rogamos con la Santa Iglesia, que oigáis nuestras
súplicas, y que como amorosa Madre, nos concedáis, por medio de tan santa, y
para Vos tan agradable, devoción de esta Santa Hora, la plenitud de la gracia y
de vuestro santo amor, la reforma de nosotros, la victoria sobre nuestras
pasiones, el arreglo de nuestras costumbras, y el exacto cumplimiento de la ley
de Dios, de los deberes de nuestro estado y una buena y santa muerte, con
vuestra asistencia en aquel terrible trance. ¡Ah! Sednos propicia ¡Oh María! a
su santa Iglesia y a su cabeza visible, oyendo nuestras oraciones, aceptando
nuestras súplicas y alabanzas, dándonos vuestra maternal bendición, ¡Oh clementísima
María! deseamos de todo corazón, se el objeto de vuestras complacencias en esta
vida, y merezcamos la suerte de gozaros en el cielo, los que hoy os alabamos y
honramos acá en la tierra. Amén.
ADORACIÓN
AL NIÑO DIOS, MARÍA Y JOSÉ
Seríamos muy ingratos ¡Oh Divino Infante Jesús! si en este día de tanta solemnidad, no viniésemos con los Santos Reyes Magos, a tributaros nuestros homenajes y profundas oraciones, presentándoos con ellos los misteriosos dones de Incienso, Oro y Mirra, con los cuales os reconocemos como Rey, como Dios y como Hombre, humanado por nuestro amor. Humildemente postrado ante vuestra presencia ¡Oh amorosísimo Niño Jesús! os suplicamos que aceptéis primeramente nuestros corazones, y después a todos nosotros, que no anhelamos otra cosa que ser víctimas de vuestro infinito amor. Sacrificio consumado de vuestra Divina Voluntad, vivir con vuestra vida, en un desprendimiento total de toda cosa criada, y tener finalmente mayor empeño en amaros constantemente como a Dios de nuestro corazón en el Divino Sacramento del Altar. Que sea aceptable ¡Oh Divino Niño! las súplicas que os hacemos en tan faustos días, como símbolo verdadero de los dones que os presentaron los Santos Reyes Magos, renovando las promesas que os hicimos en el día de nuestro Bautismo, y particularmente la de creeros y adoraros sin interrupción por toda nuestra vida, bajo las especies eucarísticas. ¡Ah! esto es lo que desea nuestro corazón, protestando antes morir que faltar a tan precioso deber, que es la base y fundamento de la religión. No permitáis ¡Oh Divino Jesús! que nos desviemos de la perpetua observancia de tu Ley Santa, ni que se resfríe nuestro fervor en alabaros y adoraros con perseverancia en vida, para que eternamente os alabemos con los bienaventurados del cielo. Amén.
Derramad
entretanto, ¡Oh amabilísimo Niño! sobre todos nosotros y vuestra Santa Iglesia,
sobre su cabeza visible, vuestro Vicario en la tierra, y sobre toda su grey vuestras
copiosas bendiciones, y haced por complemento de vuestra gracia, que alcancemos
penetrar el verdadero espíritu, que lo veamos propagado por todo el mundo, para
vuestra mayor gloria y honor de tan augusto Sacramento, conversión de los
impíos que os niegan, y paz universal de los cristianos. Y para obtener tantos
bienes, Vos, ¡Oh dulcísima María! carísima Madre nuestra, no dejéis, os lo
rogamos con todo nuestro corazón, de continuar siendo ahora y siempre, nuestra
Madre, disponiendo de nosotros como os agrade. Alcanzadme Señora, para
corresponderos fielmente el santo amor, haciendo que esta divina llama, consuma
nuestra vida, y que muramos de este amor en vuestras purísimas manos. Amén.
A SEÑOR
SAN JOSÉ
¡Oh Castísimo
Padre nuestro San José! sed también nuestro protector en la vida y en la muerte,
siendo vos el guía y maestro en nuestra peregrinación, alcanzándonos aquella
vida interior y desprendida, para ser verdaderos hijos vuestros, e imitar al
que es ejemplar de santa vida, Jesús, y a Vos. Amén.
Un Credo al Niño Dios, una Salve a María Santísima y un Padre nuestro y Gloria Patri a San José.
A LOS
SANTO REYES
¡Oh gloriosos Santos Reyes! Vosotros, que, a nombre de la futura cristiandad, adorasteis al verdadero Mesías en la cueva de Belén, alcanzadnos de Jesús y du Divina Madre, María, la verdadera fé y conocimiento de Dios humanado, y de los grandes misterios manifestado y obrados por nuestro amor, una altísima estimación de nuestra santa religión, por vuestra intercesión nos conceda el Señor, la gracia de poderlos adorar en espíritu y en verdad, durante nuestra vida. Te pedimos Señor, que prevalezca la fé, que triunfe la católica Iglesia de sus enemigos, asiste piadoso al Romano Pontífice, su cabeza, a nuestros gobernantes, y finalmente Señor, concede a los que, postrados, hemos hecho este viaje espiritual, una buena muerte en tu gracia, para acompañarte en la gloria. Amén.
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