lunes, 24 de mayo de 2021

NOVENA A LA VIRGEN DEL BUEN SUCESO DEL CUSCO

 

NOVENA A LA SANTÍSIMA REYNA DE LOS CIELOS INTITULADA

DEL BUEN SUCESO

 

APARECIDA EN IA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN BLAS DE ESTA CIUDAD DEL CUZCO Y CELEBRADA EN EL MISTERIO DE SU SAGRADA VISITACÍON

POR EL DOCTOR DON MARIANO EUSEBIO TOLEDO, CURA PROPIO DE LA DICHA PARROQUIA DE SAN BLAS DE LA MISMA CIUDAD

LIMA; EN LA IMPRENTA REAL DE LOS HUÉRFANOS

 ANO DE 1738

 

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh Amantísimo Dios y Señor! Independiente Majestad, que, en tres Personas realmente distintas, eres, en ti misma esencialmente indistinta, y simplísimamente una: yo os adoro en el trono de vuestra soberana Majestad, rodeado de innumerable multitud de Ángeles y Bienaventurados, que viendo vuestra grandeza tiemblan de respeto, y gritan atónitos sin descanso: Santo, Santo, Santo y postrados delante de vuestra Deidad soberana se tienen todavía como indignos de asistir a vuestro real y sagrado solio, Y yo la criatura más audaz y vil mientras estos bellísimos espíritus os adoran y se encogen de reverencia y amor, os ofendí, borrando con mis pecados esa bellísima semejanza, que imprimisteis en mi alma, obscureciendo el esplendor de ser imagen vuestra, y convirtiéndome en más que abominable bruto por mis culpas, habiendo sido poco menos hermoso que los Ángeles por naturaleza; he roto a pesar de los sentimientos de mi conciencia los estrechos vínculos de gracia y amistad, queme unían con Vos; y labrando mi propia ruina, me he rendido al tirano dominio del Demonio. Me admira Señor la osadía con que me rebelé contra Vos; pero más me confunde vuestra infinita paciencia en tolerarme. Ahora conozco vuestra clemencia, pues cuando merecía que todas las criaturas y elementos, a quienes criasteis, para ayudarme a serviros, haciendo un justo duelo de las ofensas hechas contra su Criador, se conjurasen contra mí, y uniendo su encono acabasen con mi vida; con todo no les has dado licencia para inferirme daño alguno: lejos de esto, como amoroso Padre me prometéis por boca de vuestro Profeta Ezequiel, que en la hora y momento que arrepentido llore y me convierta, no os acordareis jamás de mis iniquidades; y sin merecer ponerme en vuestra presencia, cariñoso, y con dulces halagos me convidáis por medio del Profeta Isaías, asegurándome, que aunque una madre pueda olvidarse del hijo, y fruto de sus entrañas; más Vos siempre me tendréis descansado sobre vuestro sacratísimo regazo, como a un parvulito. En confirmación de esta sagrada palabra, sales cual pastor benigno al encuentro a enlajarme con tus sagrados y castos brazos, para levantarme de mis caídas, y tropiezos, y regalarme con tus dulces bendiciones. ¡Oh bondad inaudita! ¡Oh paciencia digna de todo un Dios! ¡Oh santos de la corte celestial! corresponded en alguna parte a tanto amor. ¡Oh Virgen Santísima, en cuyo casto seno se hizo hombre el Unigénito del Padre! a tí te reconoce mi alma Madre del hernioso amor, temor y conocimiento, ¿y de la santa esperanza? por tu intercesión espero restaurar la gracia que perdí por mi vida licenciosa y derrotada en el vicio. Llorando a tus pies digo: que me pesa de todo corazón, que, aunque no hubiera Infierno, y estuviera seguro de que no había de ser castigado, nunca volvería a quebrantar la Ley, Prometo Señora, cuanto fuese de mi parte, arreglar mi conducta a la vuestra. Sí mi Reyna: por las sagradas excelencias, y privilegios, con que el Omnipotente te adornó, haced que mi propósito sea verdadero; de modo, que cuanto he sido rebelde en lo pasado, tanto sea fiel en adelante; y cuanto he ofendido a mi Señor, tanto le agrade y le sirva arrepentido, comenzando desde este instante para no acabar jamás por todos los siglos de los siglos. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Oh dulce Jesús de mi alma, y de mi corazón! Cuando considero las amorosas ansias que tienes de comunicarte a los hombres, y los castos ardores con que quieres regalar con tu presencia a las almas, desfallece mi corazón, y mi alma fuera de sí, no hace sino anonadarse en su propia bajeza; pues apenas te concibes, en el vientre inmaculado de María mi Señora, cuando parece que vuelas y corres de montaña en montaña hecho siervo; no suspiras, sino por hacer bien a los hombres; no esperas nacer cuando instas a tu Madre con las palabras más tiernas, y le dices: levántate inmaculada hermosa, y amiga mía, y conduce la mejor joya, y de inestimable precio para liberar a mi Precursor Juan de la esclavitud del Demonio, y santificarlo en el vientre de su Madre, antes de nacido, cubriéndolo de la sagrada investidura de la gracia; y a toda aquella dichosa familia de los más abundantes dones por medio de tu presencia: no quieres prestar beneficio alguno, sino por ella; concédenos Señor, por su intercesión, que desprendido nuestro corazón de las pasiones de la carne, te lo preparemos limpio, recogido en una profunda quietud, tranquilo en el perfecto silencio, para que hagas mansión en él, recibiéndote en el sacro-santo sacramento del altar, prevenidas las lámparas de la caridad, y buenas obras para sentir los frutos admirables de tu sagrada visita, y así se caracterice nuestra alma con la augusta cualidad de ser esposa tuya, y bendecirte y alabarte por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

¡Oh amabilísima Reyna y Señora del Buen Suceso! Digna Madre de Jesús mi Redentor, que, saludándote el Arcángel San Gabriel, y proponiéndote ser Madre de Jesucristo, consentiste con la más profunda humildad en la Encarnación del divino Verbo ea tu castísimo y purísimo seno, e igualmente té dio parte del preñado de tu prima santa Isabel, que, aunque estéril, y de edad avanzada, tenía en su vientre un hijo feliz de seis meses, destinado para ser Precursor del verdadero Mesías; instruida y tocada de los impulsos del Espíritu Santo para visitar a tu dichosa parienta y enterada de los soberanos designios, tío deliberas un momento en dejar tu casa y patria, teniendo tus castas delicias en el retiro y soledad; nada le detiene, ni la delicadeza de tu complexión ni las penalidades del camino desde Nazaret a Hebrón, ni lo dilatado de este viaje te acobardan: y al punto obedeces Señora, caminando por esas escarpadas montañas. Haced Señora, que aprendamos tu prontitud, y no dejemos pasar aquellos felices momentos de luz interior, que nos alumbran, desechando las razones y prudencia de la carne, para que, imitándote en esta vida, te acompañemos en la gloria. Amén.

Se rezan cinco Aves Marías a las cinco letras del Santísimo Nombre de María y la siguiente:

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Serenísima Reyna María Santísima del Buen Suceso: con el más profundo respeto y veneración, postrado a vuestros sacratísimos pies, te ofrezco estas cinco Ave Marías que he rezado a las cinco letras, que componen tu venerabilísimo y dulcísimo Nombre, de quien los fieles reciben las mayores gracias, y en quien depositan su mayor confianza y dulzura. ¡Dichoso aquel que ama y venera tu santo Nombre, porque este le Sostendrá en sus trabajos, le alumbrará en sus caminos, y producirá en él copiosos frutos de bendición! ¡Oh Augusto Nombre de María mi Señora, comparado al aceite derramado, porque como esté rompe los lazos, así tu santo Nombre desune los vínculos de la culpa, y del infierno! El aceite decora Reyes, unge el Real sacerdocio, prepara el triunfo para el combate, corrobora a los moribundos, hostiga tinieblas, es alimento brillante de la luz, sazona lo insípido, cura las heridas, suaviza lo rebelde, finalmente fomenta lo flaco; así con tu santo Nombre se destierra las tinieblas de mis culpas, se alimenta la fé, se sazona lo insípido de mi tibia vida, y se curan las heridas que han dejado en mi corazón las pasiones. Imprimid Señora en mi interior vuestro santo Nombre, para que me dé valor en aquella hora, en que ya no pueda aun ejercitar las funciones racionales; en ese último momento, en que los enemigos del género humano han de doblar sus astucias a fin de perder mi alma. Sea pues ese dulce Nombre fortaleza en mis desmayos, acierto en mis dudas, y preparativo para una buena muerte. ¡O nombre siempre grato y saludable! lo pronunciaré con vuestra ayuda, y haré un dulce recuerdo de Jesús vuestro Hijo y mi Señor; y hasta el último suspiro serán para mi dos Nombres de confianza, de ternura, y bendición; y para la Católica Iglesia, y su visible cabeza, escudo en sus trabajos, consuelo en sus temores; y para los Obispos, y demás Pastores de almas, guía segura al cumplimiento de sus deberes; para nuestro Católico Monarca, y su Real descendencia, alivio en todas sus adversidades; para los Padres de familia, regla para el gobierno de sus hijos; para las almas justas, perseverancia en la continua meditación de la ley eterna; para los Herejes, conversión y dolor de sus yerros y desvíos: y por fin, Señora, para todos los Fieles cristianos, la prenda de la salvación eterna. Amén.

 

 

ORACIÓN A SAN JOAQUÍN Y SANTA ANTA

PARA TODOS LOS DÍAS

Gloriosísimos Patriarcas San Joaquín, y Santa Ana, esclarecidos Padres de la mejor Hija que han tenido los hombres en el mundo, prevenidos desde la eternidad con las más fecundas bendiciones de dulzura, adornados de grandes virtudes, en que os ejercitasteis siempre, y por espacio de veinte años, sufriendo vuestra esterilidad con paciencia, humildad, fortaleza, oración, mortificación, religión, fé, esperanza, y caridad, pidiendo sucesión, y tal fué la que os dio el Señor, que consoló, y llenó de gozo no solo vuestros corazones, sí también los de todo el mundo. Mil parabienes os damos pues; habiendo perdido la gracia nuestros primeros Padres, vuestra dichosa Hija, María mi Señora mereció hallarla. Dichosos Príncipes Soberanos, que como a tales os veneran los cortesanos del cielo, pues habéis presentado una Hija singular en el mundo, milagro de la Omnipotencia divina, y consuelo universal, por quien ha obrado inmensas maravillas en la casa de Santa Isabel, y obrará hasta el fin del mundo en beneficio del género humano. ¡Oh montes altísimos de perfección! ¡Como nos habéis preparado un arca para protegernos, y libertarnos de los castigos merecidos por nuestras culpas! Asistidnos a mí, a mis enemigos, amigos y bienhechores: sed nuestra defensa ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Benignísima Señora del Buen Suceso: ¡qué hermosos son tus pasos ¡Hija del Príncipe por estas montañas ásperas de Judea, sin sentir peso ni gravedad con el precioso depósito del Verbo divino, que carga todas las cosas con la palabra de su virtud! ¡Qué ligero considero ese bienaventurado vientre, corno si fuera tu sagrado entendimiento conduciendo al Verbo eterno, mejor que aquella paloma del Arca llevando el ramo de oliva en señal del pacto y confederación que hizo el Altísimo del perdón de los pecados, y de suspender sus enojos! Concédenos Señora, que, concibiendo los preceptos divinos con amor y dulzura, subamos por el monte alto de la perfección, sin que nos dejemos rendir del yugo y de la carga de la Ley; que, ayudándonos tu protección, nos aligerará ella misma como las alas de las aves, para remontar el vuelo hasta las eternas moradas, donde espero acompañarte por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Clementísima Madre del Rey de los Cielos, María del Buen Suceso, que constituida en el más alto grado de elevación, dirigís con la más profunda humildad tu sagrada estación a hacer la visita más piadosa y útil, que se ha hecho entre los mortales: cierras los ojos a las precauciones que podían naturalmente detenerte para sostener el esplendor y dignidad de ser Madre de Dios; y lejos de esperar que las criaturas rindan los más justos homenajes a tal Madre, te adelantas a visitar a una parienta muy inferior a tí, no. siendo bastante para tu humildad consumirte la sierva del Señor, sino que también quisieras serlo de todas las criaturas, sí pudierais, por hallar tu fruición en el ejercicio de esta virtud. Imprimid Señora esta sagrada lección en nuestros corazones, desterrando los aires de hinchazón y soberbia, que producen en los hombres los empleos brillantes, títulos, dignidades y talentos aventajados, con que la alta providencia de Dios distinguió a unos de otros, para que con mayor reconocimiento le sirvan. Dadnos a conocer que el amor propio es el origen y principio de los desastres y adversidades que experimentamos; y que la verdadera elevación es imitar tu humildad para ser conformes a la imagen de Cristo Señor nuestro, que vive y Reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Divina Reyna María santísima del Buen Suceso, encendida en el fuego de caridad con que amaste a Dios desde el primer instante de tu ser inmaculado, más que todos los Ángeles, y Bienaventurados en h gloria: comprehendiendo, que tu sagrada presencia era útil y necesaria a tu prima santa Isabel, mujer avanzada en edad, y por eso incómoda con su preñez, acudes prontamente a asistirla y servirla en sus penas, aliviarla en sus trabajos: y porque no sabe tu piedad compasiva resistirse a las necesidades de toda una familia, te encargas de ellas, y solicita suples sus deberes, sosiegas sus cuidados: a esto te insta la caridad ingeniosa, viva y activa. Dirigid Señora nuestras visitas: haced que sean educativas y piadosas, librándonos de las que son escandalosas, peligrosas y sospechosas, para mantener así la sociedad humana ilesa y libre de todo contagio que la vicie: infúndenos el amor e inclinación al buen ejemplo y agradar a nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Excelentísima Señora María Santísima del Buen Suceso, que, dando fin a tu sagrada estación y dulces afanes, llegaste a Hebrón Ciudad sacerdotal, y dirigiéndote a la casa de Zacarías, te salió al encuentro tu afortunada Prima a recibirte y adelantándote a saludarla, despegaste esos dulces labios, más finos que la grana. El niño Juan que se hallaba en la obscuridad, que le causaba la culpa original, se vio repentinamente iluminado con una celestial luz, y perfecto conocimiento de la Majestad y grandeza del Hijo y la Madre, que le hacían tanto honor y ya que no podía hablar desde aquella oculta prisión del materno albergue, solo os adoró dando un prodigioso saleo en el interior de aquel claustro materno en señal del más profundo respeto y singular gozo. ¡Qué torrente de gracias derrama el Cielo sobre vuestra Persona al oír aquella melodiosa voz de h doncella más agraciada y hermosa, que deseaba el Esposo sonase en sus castos oídos; voz animada por el Señor, que está encerrado en tu purísimo vientre, voz que, al sonar por el aire, rompe las cadenas de la culpa original, mejor que las trompetas al sonar, los muros de Jericó: voz que instruye y da a conocer el incomprehensible misterio de la Encarnación del Verbo. Me sorprende un temor reverente a vista de tal prodigio: podéis, Precursor santo, convidar con David a admirar la obra del Señor, diciendo: Todos los que teméis a Dios, venid, y escuchad, y os contaré cuantos beneficios ha recibido mi alma de su liberal mano. Iluminadnos Señora por el medio de ese dulce niño, para que por tu intercesión caigan las cadenas de la culpa y logremos conocer las misericordias del Señor, para así acompañarte por los siglos de los siglos. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

Gloriosísima María del Buen Suceso, que, habiendo saludado a tu feliz Prima Santa Isabel, la bañaste de una luz sobrenatural que la iluminaba para conocer y penetrar tú incomprehensible misterio de la Encarnación del Verbo, y exclamar bendiciéndote en alta voz, y sustituyendo por la Iglesia militante, prorrumpió: “Bendita eres entre las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanta dicha, que venga a visitarme la Madre de mi Dios y Señor? Favor que no soy capaz de agradecer dignamente, dejándome tan llena de asombro como de confusión. El mismo hijo que tengo en mis entrañas y ha conocido cuánto vale tu celestial presencia, saltando de alegría dentro de ellas, luego que llegaron a mis oídos las primeras palabras de tu dulce salutación. ¡Dichosa mil veces querida Prima mía, que con tan noble sencillez y sin hacer la menor duda, creíste humildemente cuanto el Ángel te anunció de parte de Dios! Sí, por cierto. El Todo Poderoso que comenzó en tí cosas tan grandes y tan altas, las acabará y perfeccionara como tú las has esperado Él te empeñó su palabra; pues él te la cumplirá.” No cabe; Madre y Señora mía, en mi débil consideración el gozo que el Cielo te bendijo por el Arcángel San Gabriel, y la tierra por Santa Isabel, para que ambos a dos coros llenen la salutación inspirada por el Espíritu Santo, enseñándonos a saludarte con las Ave Marías del Rosario. ¡Mil veces dichosa Isabel que alumbrada por superior luz correspondiste agradecida a tal visita, y a los favores que recibiste en ella, publicando la fé que tuvo en creer los anuncios del Ángel y la esperanza que mantuvo en el cumplimiento de las promesas del Señor! ¡Oh Reyna de los Serafines todas las bendiciones que se atesoran en esos orbes de zafir, las derramó, en tí, el que te crió, te las comunico sin reservar dulzura, ni santidad haciéndose hombre el que es bendito por esencia y por toda la eternidad; concédenos Señora que te alabemos con el misma espíritu y ternura de Isabel para participar tus bendiciones por los siglos dejos siglos. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

Hermosísima María del Buen Suceso, que habiendo oído de infeliz Prima el elogio más justo y propio a tu sagrado mérito, como inspirada por el Espíritu Santo, prorrumpisteis divina en aquel dulce cántico del Magníficat, el primero del nuevo Testamento, y el más ventajoso a todos los del antiguo, por ser el más precioso monumento de tu profunda humildad, y el acto más auténtico de tu pleno reconocimiento: en él nos dejas el modelo más excelente para saber rendir las gracias at Cielo; en él nos recomiendas la brillante virtud de la humildad: en él atribuyes tus excelencias al brazo del Todopoderoso: en él nos inspiras la confianza en su divina misericordia, que desciende de generación en generación para tocios los que le temen: en él nos das a conocer la complacencia del Señor en abatir a los soberbios dejándolos perecer de hambre, y exaltando a los humildes, llenándolos de hartura. Concédenos Señora, que aprovechándonos de tus sagradas doctrinas se purifiquen nuestros corazones y sé abrasen en el fuego del divino amor, buscando la mayor gloria de Dios, atribuyendo nuestras felicidades como dimanadas de su liberal y poderosa mano: fija, Señora, el temor reverente en nosotros, para que nos hagamos dignos desús sagrados favores hasta conseguir por vuestra intercesión ser colocados en la posesión de la gloria. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Inmaculada Señora del Buen Suceso, que en la admirable y sagrada conversación con tu feliz parienta Santa Isabel, descubriste con un portentoso rayo de luz sobrenatural el pleno cumplimiento de las antiguas promesas y profecías con el goce del Mesías esperado, siendo tu más sabia é iluminada que todos los Profetas, instruiste María Soberana con palabras dulces, eficaces, tiernas y penetrantes, llenas del espíritu del Señor, con que arrebatabas el ánimo, atraías el corazón de tu Prima que tuvo la dicha de oírte. ¡Bienaventurada y dichosa Isabel que mereció instruirse de la que era asiento de la Sabiduría! Enseñadnos Señora, a amar a Dios y al prójimo dando ejemplos de edificación, doctrinas sanas é irreprehensibles, ajustando nuestra vida a la tuya para ser útiles a la salvación de los fieles, con quienes deseo alabarte por los siglos dé los siglos. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

ORACIÓN

Madre amabilísima del Buen Suceso, y Señora nuestra, que no queriendo la palabra divina comunicarse a nosotros sino por medio de vuestra soberana persona, igualmente no quiere que recibamos las luces de instrucción y sabiduría, sino por vuestra eficaz y compasiva intercesión, como se vio en aquellas bendiciones y gracias que derramó el Todo-Poderoso en la casa de Zacarías con la dulce mansión que hiciste de tres meses y dichosa compañía con que honraste a aquella afortunada familia; el don de Profecía que recibió Santa Isabel, lo ilustrado de una nueva luz con que se vio Zacarías, la expedición de su lengua para prorrumpir en alabanzas del Señor, y las dulces consolaciones de su casa; maravillas fueron dimanadas de vuestra real y sagrada presencia que Dios liberal concedió por vos. Así lo creemos Señora. Si por haberse hospedado por espacio de un mes en casa de Obedeón, el Arca del Testamento, bendijo Dios a el y a cuantos le pertenecía, porque era figura vuestra ¿Cuántas dulzuras, consuelos, luces benignas, no lloverían sobre aquella distinguida familia de Santa Isabel, los tres meses que te mereció a ti, Arca Viva? Aplicad Señora, sobre nosotros, la benigna influencia de vuestra intercesión, desatando nuestra lengua, para saber hacer una confesión entera, eficaz y contrita, infundiéndonos los dones para bendecirte y alabarte por las eternidades en la gloria. Amén.

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