NOVENA A LA SANTÍSIMA REYNA DE LOS CIELOS INTITULADA
DEL BUEN SUCESO
APARECIDA EN IA IGLESIA PARROQUIAL DE SAN BLAS DE ESTA CIUDAD DEL CUZCO Y CELEBRADA EN EL MISTERIO DE SU SAGRADA VISITACÍON
POR EL DOCTOR DON MARIANO EUSEBIO TOLEDO, CURA PROPIO DE LA DICHA PARROQUIA DE SAN BLAS DE LA MISMA CIUDAD
LIMA; EN LA IMPRENTA REAL DE LOS HUÉRFANOS
ANO DE 1738
ACTO DE
CONTRICIÓN
¡Oh Amantísimo
Dios y Señor! Independiente Majestad, que, en tres Personas realmente
distintas, eres, en ti misma esencialmente indistinta, y simplísimamente una: yo
os adoro en el trono de vuestra soberana Majestad, rodeado de innumerable
multitud de Ángeles y Bienaventurados, que viendo vuestra grandeza tiemblan de respeto,
y gritan atónitos sin descanso: Santo, Santo, Santo y postrados delante de
vuestra Deidad soberana se tienen todavía como indignos de asistir a vuestro
real y sagrado solio, Y yo la criatura más audaz y vil mientras estos
bellísimos espíritus os adoran y se encogen de reverencia y amor, os ofendí,
borrando con mis pecados esa bellísima semejanza, que imprimisteis en mi alma,
obscureciendo el esplendor de ser imagen vuestra, y convirtiéndome en más que
abominable bruto por mis culpas, habiendo sido poco menos hermoso que los
Ángeles por naturaleza; he roto a pesar de los sentimientos de mi conciencia
los estrechos vínculos de gracia y amistad, queme unían con Vos; y labrando mi
propia ruina, me he rendido al tirano dominio del Demonio. Me admira Señor la
osadía con que me rebelé contra Vos; pero más me confunde vuestra infinita
paciencia en tolerarme. Ahora conozco vuestra clemencia, pues cuando merecía
que todas las criaturas y elementos, a quienes criasteis, para ayudarme a serviros,
haciendo un justo duelo de las ofensas hechas contra su Criador, se conjurasen contra
mí, y uniendo su encono acabasen con mi vida; con todo no les has dado licencia
para inferirme daño alguno: lejos de esto, como amoroso Padre me prometéis por
boca de vuestro Profeta Ezequiel, que en la hora y momento que arrepentido
llore y me convierta, no os acordareis jamás de mis iniquidades; y sin merecer
ponerme en vuestra presencia, cariñoso, y con dulces halagos me convidáis por medio
del Profeta Isaías, asegurándome, que aunque una madre pueda olvidarse del
hijo, y fruto de sus entrañas; más Vos siempre me tendréis descansado sobre
vuestro sacratísimo regazo, como a un parvulito. En confirmación de esta
sagrada palabra, sales cual pastor benigno al encuentro a enlajarme con tus
sagrados y castos brazos, para levantarme de mis caídas, y tropiezos, y
regalarme con tus dulces bendiciones. ¡Oh bondad inaudita! ¡Oh paciencia digna
de todo un Dios! ¡Oh santos de la corte celestial! corresponded en alguna parte
a tanto amor. ¡Oh Virgen Santísima, en cuyo casto seno se hizo hombre el
Unigénito del Padre! a tí te reconoce mi alma Madre del hernioso amor, temor y
conocimiento, ¿y de la santa esperanza? por tu intercesión espero restaurar la gracia
que perdí por mi vida licenciosa y derrotada en el vicio. Llorando a tus pies
digo: que me pesa de todo corazón, que, aunque no hubiera Infierno, y estuviera
seguro de que no había de ser castigado, nunca volvería a quebrantar la Ley,
Prometo Señora, cuanto fuese de mi parte, arreglar mi conducta a la vuestra. Sí
mi Reyna: por las sagradas excelencias, y privilegios, con que el Omnipotente te
adornó, haced que mi propósito sea verdadero; de modo, que cuanto he sido
rebelde en lo pasado, tanto sea fiel en adelante; y cuanto he ofendido a mi
Señor, tanto le agrade y le sirva arrepentido, comenzando desde este instante para
no acabar jamás por todos los siglos de los siglos. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Oh dulce Jesús de mi
alma, y de mi corazón! Cuando considero las amorosas ansias que tienes de
comunicarte a los hombres, y los castos ardores con que quieres regalar con tu
presencia a las almas, desfallece mi corazón, y mi alma fuera de sí, no hace
sino anonadarse en su propia bajeza; pues apenas te concibes, en el vientre
inmaculado de María mi Señora, cuando parece que vuelas y corres de montaña en
montaña hecho siervo; no suspiras, sino por hacer bien a los hombres; no
esperas nacer cuando instas a tu Madre con las palabras más tiernas, y le
dices: levántate inmaculada hermosa, y amiga mía, y conduce la mejor joya, y de
inestimable precio para liberar a mi Precursor Juan de la esclavitud del
Demonio, y santificarlo en el vientre de su Madre, antes de nacido, cubriéndolo
de la sagrada investidura de la gracia; y a toda aquella dichosa familia de los
más abundantes dones por medio de tu presencia: no quieres prestar beneficio alguno,
sino por ella; concédenos Señor, por su intercesión, que desprendido nuestro
corazón de las pasiones de la carne, te lo preparemos limpio, recogido en una
profunda quietud, tranquilo en el perfecto silencio, para que hagas mansión en
él, recibiéndote en el sacro-santo sacramento del altar, prevenidas las lámparas
de la caridad, y buenas obras para sentir los frutos admirables de tu sagrada
visita, y así se caracterice nuestra alma con la augusta cualidad de ser esposa
tuya, y bendecirte y alabarte por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
¡Oh amabilísima Reyna y Señora del Buen Suceso! Digna Madre de Jesús mi Redentor, que, saludándote el Arcángel San Gabriel, y proponiéndote ser Madre de Jesucristo, consentiste con la más profunda humildad en la Encarnación del divino Verbo ea tu castísimo y purísimo seno, e igualmente té dio parte del preñado de tu prima santa Isabel, que, aunque estéril, y de edad avanzada, tenía en su vientre un hijo feliz de seis meses, destinado para ser Precursor del verdadero Mesías; instruida y tocada de los impulsos del Espíritu Santo para visitar a tu dichosa parienta y enterada de los soberanos designios, tío deliberas un momento en dejar tu casa y patria, teniendo tus castas delicias en el retiro y soledad; nada le detiene, ni la delicadeza de tu complexión ni las penalidades del camino desde Nazaret a Hebrón, ni lo dilatado de este viaje te acobardan: y al punto obedeces Señora, caminando por esas escarpadas montañas. Haced Señora, que aprendamos tu prontitud, y no dejemos pasar aquellos felices momentos de luz interior, que nos alumbran, desechando las razones y prudencia de la carne, para que, imitándote en esta vida, te acompañemos en la gloria. Amén.
Se rezan cinco
Aves Marías a las cinco letras del Santísimo Nombre de María y la siguiente:
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Serenísima Reyna
María Santísima del Buen Suceso: con el más profundo respeto y veneración,
postrado a vuestros sacratísimos pies, te ofrezco estas cinco Ave Marías que he
rezado a las cinco letras, que componen tu venerabilísimo y dulcísimo Nombre,
de quien los fieles reciben las mayores gracias, y en quien depositan su mayor confianza
y dulzura. ¡Dichoso aquel que ama y venera tu santo Nombre, porque este le
Sostendrá en sus trabajos, le alumbrará en sus caminos, y producirá en él
copiosos frutos de bendición! ¡Oh Augusto Nombre de María mi Señora, comparado
al aceite derramado, porque como esté rompe los lazos, así tu santo Nombre desune
los vínculos de la culpa, y del infierno! El aceite decora Reyes, unge el Real
sacerdocio, prepara el triunfo para el combate, corrobora a los moribundos,
hostiga tinieblas, es alimento brillante de la luz, sazona lo insípido, cura
las heridas, suaviza lo rebelde, finalmente fomenta lo flaco; así con tu santo
Nombre se destierra las tinieblas de mis culpas, se alimenta la fé, se sazona
lo insípido de mi tibia vida, y se curan las heridas que han dejado en mi
corazón las pasiones. Imprimid Señora en mi interior vuestro santo Nombre, para
que me dé valor en aquella hora, en que ya no pueda aun ejercitar las funciones
racionales; en ese último momento, en que los enemigos del género humano han de
doblar sus astucias a fin de perder mi alma. Sea pues ese dulce Nombre
fortaleza en mis desmayos, acierto en mis dudas, y preparativo para una buena
muerte. ¡O nombre siempre grato y saludable! lo pronunciaré con vuestra ayuda,
y haré un dulce recuerdo de Jesús vuestro Hijo y mi Señor; y hasta el último suspiro
serán para mi dos Nombres de confianza, de ternura, y bendición; y para la
Católica Iglesia, y su visible cabeza, escudo en sus trabajos, consuelo en sus
temores; y para los Obispos, y demás Pastores de almas, guía segura al cumplimiento
de sus deberes; para nuestro Católico Monarca, y su Real descendencia, alivio
en todas sus adversidades; para los Padres de familia, regla para el gobierno
de sus hijos; para las almas justas, perseverancia en la continua meditación de
la ley eterna; para los Herejes, conversión y dolor de sus yerros y desvíos: y
por fin, Señora, para todos los Fieles cristianos, la prenda de la salvación eterna.
Amén.
ORACIÓN
A SAN JOAQUÍN Y SANTA ANTA
PARA
TODOS LOS DÍAS
Gloriosísimos
Patriarcas San Joaquín, y Santa Ana, esclarecidos Padres de la mejor Hija que
han tenido los hombres en el mundo, prevenidos desde la eternidad con las más
fecundas bendiciones de dulzura, adornados de grandes virtudes, en que os
ejercitasteis siempre, y por espacio de veinte años, sufriendo vuestra
esterilidad con paciencia, humildad, fortaleza, oración, mortificación,
religión, fé, esperanza, y caridad, pidiendo sucesión, y tal fué la que os dio
el Señor, que consoló, y llenó de gozo no solo vuestros corazones, sí también
los de todo el mundo. Mil parabienes os damos pues; habiendo perdido la gracia
nuestros primeros Padres, vuestra dichosa Hija, María mi Señora mereció
hallarla. Dichosos Príncipes Soberanos, que como a tales os veneran los cortesanos
del cielo, pues habéis presentado una Hija singular en el mundo, milagro de la
Omnipotencia divina, y consuelo universal, por quien ha obrado inmensas maravillas
en la casa de Santa Isabel, y obrará hasta el fin del mundo en beneficio del
género humano. ¡Oh montes altísimos de perfección! ¡Como nos habéis preparado un
arca para protegernos, y libertarnos de los castigos merecidos por nuestras culpas!
Asistidnos a mí, a mis enemigos, amigos y bienhechores: sed nuestra defensa
ahora, y en la hora de nuestra muerte. Amén.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
Benignísima Señora
del Buen Suceso: ¡qué hermosos son tus pasos ¡Hija del Príncipe por estas
montañas ásperas de Judea, sin sentir peso ni gravedad con el precioso depósito
del Verbo divino, que carga todas las cosas con la palabra de su virtud! ¡Qué
ligero considero ese bienaventurado vientre, corno si fuera tu sagrado
entendimiento conduciendo al Verbo eterno, mejor que aquella paloma del Arca
llevando el ramo de oliva en señal del pacto y confederación que hizo el
Altísimo del perdón de los pecados, y de suspender sus enojos! Concédenos Señora,
que, concibiendo los preceptos divinos con amor y dulzura, subamos por el monte
alto de la perfección, sin que nos dejemos rendir del yugo y de la carga de la
Ley; que, ayudándonos tu protección, nos aligerará ella misma como las alas de las
aves, para remontar el vuelo hasta las eternas moradas, donde espero
acompañarte por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Clementísima Madre
del Rey de los Cielos, María del Buen Suceso, que constituida en el más alto
grado de elevación, dirigís con la más profunda humildad tu sagrada estación a
hacer la visita más piadosa y útil, que se ha hecho entre los mortales: cierras
los ojos a las precauciones que podían naturalmente detenerte para sostener el esplendor
y dignidad de ser Madre de Dios; y lejos de esperar que las criaturas rindan
los más justos homenajes a tal Madre, te adelantas a visitar a una parienta muy
inferior a tí, no. siendo bastante para tu humildad consumirte la sierva del
Señor, sino que también quisieras serlo de todas las criaturas, sí pudierais,
por hallar tu fruición en el ejercicio de esta virtud. Imprimid Señora esta sagrada lección en
nuestros corazones, desterrando los aires de hinchazón y soberbia, que producen
en los hombres los empleos brillantes, títulos, dignidades y talentos aventajados,
con que la alta providencia de Dios distinguió a unos de otros, para que con
mayor reconocimiento le sirvan. Dadnos a conocer que el amor propio es el
origen y principio de los desastres y adversidades que experimentamos; y que la
verdadera elevación es imitar tu humildad para ser conformes a la imagen de
Cristo Señor nuestro, que vive y Reina por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA CUARTO
ORACIÓN
Divina Reyna María santísima del Buen Suceso, encendida en el fuego de caridad con que amaste a Dios desde el primer instante de tu ser inmaculado, más que todos los Ángeles, y Bienaventurados en h gloria: comprehendiendo, que tu sagrada presencia era útil y necesaria a tu prima santa Isabel, mujer avanzada en edad, y por eso incómoda con su preñez, acudes prontamente a asistirla y servirla en sus penas, aliviarla en sus trabajos: y porque no sabe tu piedad compasiva resistirse a las necesidades de toda una familia, te encargas de ellas, y solicita suples sus deberes, sosiegas sus cuidados: a esto te insta la caridad ingeniosa, viva y activa. Dirigid Señora nuestras visitas: haced que sean educativas y piadosas, librándonos de las que son escandalosas, peligrosas y sospechosas, para mantener así la sociedad humana ilesa y libre de todo contagio que la vicie: infúndenos el amor e inclinación al buen ejemplo y agradar a nuestro Señor Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Excelentísima Señora María Santísima del Buen Suceso, que, dando fin a tu sagrada estación y dulces afanes, llegaste a Hebrón Ciudad sacerdotal, y dirigiéndote a la casa de Zacarías, te salió al encuentro tu afortunada Prima a recibirte y adelantándote a saludarla, despegaste esos dulces labios, más finos que la grana. El niño Juan que se hallaba en la obscuridad, que le causaba la culpa original, se vio repentinamente iluminado con una celestial luz, y perfecto conocimiento de la Majestad y grandeza del Hijo y la Madre, que le hacían tanto honor y ya que no podía hablar desde aquella oculta prisión del materno albergue, solo os adoró dando un prodigioso saleo en el interior de aquel claustro materno en señal del más profundo respeto y singular gozo. ¡Qué torrente de gracias derrama el Cielo sobre vuestra Persona al oír aquella melodiosa voz de h doncella más agraciada y hermosa, que deseaba el Esposo sonase en sus castos oídos; voz animada por el Señor, que está encerrado en tu purísimo vientre, voz que, al sonar por el aire, rompe las cadenas de la culpa original, mejor que las trompetas al sonar, los muros de Jericó: voz que instruye y da a conocer el incomprehensible misterio de la Encarnación del Verbo. Me sorprende un temor reverente a vista de tal prodigio: podéis, Precursor santo, convidar con David a admirar la obra del Señor, diciendo: Todos los que teméis a Dios, venid, y escuchad, y os contaré cuantos beneficios ha recibido mi alma de su liberal mano. Iluminadnos Señora por el medio de ese dulce niño, para que por tu intercesión caigan las cadenas de la culpa y logremos conocer las misericordias del Señor, para así acompañarte por los siglos de los siglos. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
Gloriosísima María del
Buen Suceso, que, habiendo saludado a tu feliz Prima Santa Isabel, la bañaste
de una luz sobrenatural que la iluminaba para conocer y penetrar tú incomprehensible
misterio de la Encarnación del Verbo, y exclamar bendiciéndote en alta voz, y sustituyendo
por la Iglesia militante, prorrumpió: “Bendita eres entre las mujeres, y bendito
es el fruto de tu vientre. ¿De dónde a mí tanta dicha, que venga a visitarme la
Madre de mi Dios y Señor? Favor que no soy capaz de agradecer dignamente, dejándome
tan llena de asombro como de confusión. El mismo hijo que tengo en mis entrañas
y ha conocido cuánto vale tu celestial presencia, saltando de alegría dentro de
ellas, luego que llegaron a mis oídos las primeras palabras de tu dulce
salutación. ¡Dichosa mil veces querida Prima mía, que con tan noble sencillez y
sin hacer la menor duda, creíste humildemente cuanto el Ángel te anunció de
parte de Dios! Sí, por cierto. El Todo Poderoso que comenzó en tí cosas tan grandes
y tan altas, las acabará y perfeccionara como tú las has esperado Él te empeñó su
palabra; pues él te la cumplirá.” No cabe; Madre y Señora mía, en mi débil
consideración el gozo que el Cielo te bendijo por el Arcángel San Gabriel, y la
tierra por Santa Isabel, para que ambos a dos coros llenen la salutación
inspirada por el Espíritu Santo, enseñándonos a saludarte con las Ave Marías del
Rosario. ¡Mil veces dichosa Isabel que alumbrada por superior luz correspondiste
agradecida a tal visita, y a los favores que recibiste en ella, publicando la fé
que tuvo en creer los anuncios del Ángel y la esperanza que mantuvo en el cumplimiento
de las promesas del Señor! ¡Oh Reyna de los Serafines todas las bendiciones que
se atesoran en esos orbes de zafir, las derramó, en tí, el que te crió, te las comunico
sin reservar dulzura, ni santidad haciéndose hombre el que es bendito por esencia
y por toda la eternidad; concédenos Señora que te alabemos con el misma espíritu
y ternura de Isabel para participar tus bendiciones por los siglos dejos siglos.
Amén.
DÍA SÉPTIMO
ORACIÓN
Hermosísima María del
Buen Suceso, que habiendo oído de infeliz Prima el elogio más justo y propio a tu
sagrado mérito, como inspirada por el Espíritu Santo, prorrumpisteis divina en aquel
dulce cántico del Magníficat, el primero del nuevo Testamento, y el más ventajoso
a todos los del antiguo, por ser el más precioso monumento de tu profunda
humildad, y el acto más auténtico de tu pleno reconocimiento: en él nos dejas el
modelo más excelente para saber rendir las gracias at Cielo; en él nos
recomiendas la brillante virtud de la humildad: en él atribuyes tus excelencias
al brazo del Todopoderoso: en él nos inspiras la confianza en su divina misericordia,
que desciende de generación en generación para tocios los que le temen: en él nos
das a conocer la complacencia del Señor en abatir a los soberbios dejándolos perecer
de hambre, y exaltando a los humildes, llenándolos de hartura. Concédenos Señora,
que aprovechándonos de tus sagradas doctrinas se purifiquen nuestros corazones y
sé abrasen en el fuego del divino amor, buscando la mayor gloria de Dios, atribuyendo
nuestras felicidades como dimanadas de su liberal y poderosa mano: fija, Señora,
el temor reverente en nosotros, para que nos hagamos dignos desús sagrados favores
hasta conseguir por vuestra intercesión ser colocados en la posesión de la gloria.
Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
Inmaculada Señora del
Buen Suceso, que en la admirable y sagrada conversación con tu feliz parienta Santa
Isabel, descubriste con un portentoso rayo de luz sobrenatural el pleno cumplimiento
de las antiguas promesas y profecías con el goce del Mesías esperado, siendo tu
más sabia é iluminada que todos los Profetas, instruiste María Soberana con palabras
dulces, eficaces, tiernas y penetrantes, llenas del espíritu del Señor, con que
arrebatabas el ánimo, atraías el corazón de tu Prima que tuvo la dicha de oírte.
¡Bienaventurada y dichosa Isabel que mereció instruirse de la que era asiento de
la Sabiduría! Enseñadnos Señora, a amar a Dios y al prójimo dando ejemplos de edificación,
doctrinas sanas é irreprehensibles, ajustando nuestra vida a la tuya para ser
útiles a la salvación de los fieles, con quienes deseo alabarte por los siglos dé
los siglos. Amén.
DÍA NOVENO
ORACIÓN
Madre amabilísima del Buen Suceso, y Señora nuestra, que no queriendo la palabra divina comunicarse a nosotros sino por medio de vuestra soberana persona, igualmente no quiere que recibamos las luces de instrucción y sabiduría, sino por vuestra eficaz y compasiva intercesión, como se vio en aquellas bendiciones y gracias que derramó el Todo-Poderoso en la casa de Zacarías con la dulce mansión que hiciste de tres meses y dichosa compañía con que honraste a aquella afortunada familia; el don de Profecía que recibió Santa Isabel, lo ilustrado de una nueva luz con que se vio Zacarías, la expedición de su lengua para prorrumpir en alabanzas del Señor, y las dulces consolaciones de su casa; maravillas fueron dimanadas de vuestra real y sagrada presencia que Dios liberal concedió por vos. Así lo creemos Señora. Si por haberse hospedado por espacio de un mes en casa de Obedeón, el Arca del Testamento, bendijo Dios a el y a cuantos le pertenecía, porque era figura vuestra ¿Cuántas dulzuras, consuelos, luces benignas, no lloverían sobre aquella distinguida familia de Santa Isabel, los tres meses que te mereció a ti, Arca Viva? Aplicad Señora, sobre nosotros, la benigna influencia de vuestra intercesión, desatando nuestra lengua, para saber hacer una confesión entera, eficaz y contrita, infundiéndonos los dones para bendecirte y alabarte por las eternidades en la gloria. Amén.
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