PIADOSA NOVENA CONSAGRADA EN HONOR DE LA REINA DE LOS ÁNGELES, MARÍA SANTÍSIMA, NUESTRA SEÑORA, BAJO EL TÍTULO DE NUESTRA SEÑORA DE LA CARIDAD
QUE SE
VENERA EN EL PUEBLO DE SAN LUIS DE HUAMANTLA, DE ESTE OBISPADO DE PUEBLA DE LOS
ÁNGELES
Reimpresa
en Puebla, en la imprenta de D. Pedro de la Rosa.
Año de
1813
ACTO DE
CONTICIÓN
Soberano Dios,
Padre amoroso,
que allá en los
senos de tu Providencia
depositas socorros
a millares
para las
aflicciones de la tierra:
Tu que desde la
altura del Empíreo
del mísero mortal
ves las dolencias,
y extendiendo tu
diestra poderosa,
cuando más nos
afligen, las remedias.
Tú, que por mí en
raudales desataste,
el licor
sacrosanto de tus venas,
bálsamo saludable
de la vida,
que el amor acopió
en cada una de ellas.
Tú, que, en el
Monte Santo del Calvario,
muerto cual
delincuente por mis deudas,
al Padre le
ofreciste con tu muerte
de infinito valor
la recompensa.
¿Ahora habías de
dejarme sumergido,
en el inmundo
cieno que no anega,
cuando has librado
a tantos pecadores
que gemían como yo
entre las cadenas?
No, Dios mío, que,
aunque ingrato te he ofendido,
compensándote
agravios por finezas,
aun me tocas
amante con auxilios,
aun me excitas
benigno con ofertas.
Para que,
despertando a tus favores,
vea el estado en
que vivi de miseria,
y asido de la mano
que me alargas,
sacuda las
prisiones que me estrechan.
¡Santo Dios! ¡Dios
amante! ¡Dios benigno!
Dios de dulzura y
de bondad inmensa,
cantaré siempre,
que, de tus piedades,
llenos están los
cielos y la tierra.
Si tu quieres que
todos nos salvemos,
y en esta fé
confiada, en esta creencia,
ya se vuelve
sedienta a tu rebaño,
la descarriada
fugitiva oveja.
Ya me visto desde
hoy del hombre nuevo,
ya emprendo con tu
ayuda vida mísera,
ya abomino las
sendas de la culpa,
Peque, Señor,
peque, más ya me pesa.
Pequé, ¡Ay de mí!
pequé, más ya me pesa,
delinquí temerario
en tu presencia,
contra el
Omnipotente se esforzaba
un despreciable
insecto de la tierra.
Más ya conozco mis
iniquidades,
al toque de tu
amor y mi conciencia,
Oh si acabara mi
infeliz vida,
Al impulso amoroso
de mi pena.
Pero cuando no alcanzo
tanta dicha,
si aplacarte
consiguen mis querellas,
los aires poblaré
con mis clamores,
Oye Señor, mis
miserables quejas.
INVOCACIÓN
A MARÍA SANTÍSIMA
Emperatriz sagrada
de los cielos,
entre Dios y los
hombres medianera,
Que de la Caridad
te nombras pía,
por avivar nuestra
esperanza muerta.
Alcánzame de tu
Hijo, ¡Oh Virgen Santa!
el perdón que no
basta mi tibieza,
y de tu humilde
reverente esclavo
acepta por tributo
esta novena.
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Pacientísima Madre
y Señora mía de la Caridad, que, penetrada del intenso amor de tu Dios y Señor,
sufriste con heróica constancia los más penosos trabajos y difíciles trabajos
de la vida, no dudando exponerla a los rigores del martirio al pie de la Cruz,
sin que la inundación de tantas tribulaciones pudieran exigirlas, ni los ríos
caudalosos de la culpa sofocarla: Postrado humildemente a tus sagradas plantas
el mayor de los pecadores, implora de tu intercesión aquella caridad paciente,
que da el lleno y perfección a todas las obras buenas, alejando los ímpetus y
turbaciones exteriores que nos ciegan, y hacen romper en amargas quejas y
murmuraciones. Haz Señora, que me haga yo digno discípulo de mi Jesús, no
desamparándole en sus dolores, cuando tantos le desprecian y ultrajan, para
que, reconcentrado su amor en mi corazón, sostenga a todo trance con firmeza
santa los derechos de su Majestad, y cumpla reverente su voluntad adorable,
para gloria suya y de tu santo nombre. Amén.
Se rezan siete
Salves, pidiendo a la Santísima Virgen los Siete dones del Espíritu Santo.
SALUTACIONES Y ELOGIOS
A MARÍA SANTÍSIMA,
PARA TODOS LOS DIAS DE LA NOVENA
Ave, Fuente de dulzura.
Ave, Delicioso Huerto,
Ave. Pacífico Puerto,
Ave, Espejo de hermosura,
Ave, en todo instante Pura,
Ave, Cielo en que Dios cabe.
Ave, del Paraíso llave,
Ave, hasta Dios remontada,
Ave, del mundo Abogada,
Ave, María, Ave, Ave,
Salve, suavísima Rosa,
Salve, Cándida Cordera,
Salve, Paloma sincera,
Salve, Azucena olorosa,
Salve. Fénix amorosa,
Salve, Lucero del día,
Salve, Madre dulce y pía,
Salve, universal consuelo
Salve, admiración del Cielo,
Salve, en fin, Salve, María.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
Benignísima Reina
de la Caridad, mi corazón se llena de gozo, al consideraros en medio de aquel
pequeño rebaño de fervorosos fieles, que, por el cuidado y predicación de los
Santos Apóstoles, se reunió después de la Ascensión gloriosa de nuestro
Redentor, y de la venida del Espíritu Santo. En vos tenían la Madre más tierna
y más celosa, y cuando ellos se separaron de vos para ir a la conquista del
universo, vuestros votos y oraciones los acompañaban por todas partes, para
sostener sus trabajos, y hacerles vencer todos los obstáculos. Derretido
vuestro tierno corazón en amor de Dios y del prójimo, difundáis con franquea a
beneficio nuestro, los tesoros de gracias con que os enriqueció el
Todopoderoso, y la Inocente Sangre del Divino Jesús, precio de mi redención.
Alcánzame, Señora mía, esta prenda de la verdadera caridad, que lo sea también
de mi rescate, que no se cierren y endurezcan mis entrañas, al ver padecer a
mis hermanos las necesidades espirituales o temporales que les pueda remediar,
para que radicándose en mi corazón el amor dominante de mi Dios, obtenga la
bienaventuranza de la misericordia prometida a los misericordiosos. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Celosísima Reina
de la verdadera Caridad, que aprecia, se consuela y se goza de las felicidades
de los prójimos, y sus progresos en la virtud, alejando de si la emulación
maligna de la envidia: suplícote, Madre mía amabilísima, por aquella profunda
humildad con que te gozabas, al ver entregado el gobierno de la universal
iglesia a los Santos Apóstoles, y siendo Madre de Cristo, venerabas su
autoridad en la persona de Pedro, reputándote por Hija, Discípula y simple fiel
de la Católica Iglesia, siendo su Madre, su Maestra, su Protectora y su Reina,
el que participando nosotros en la tierra de esta celestial prenda, que hace la
armonía de los bienaventurados en la gloria, vayamos a acompañarles por
eternidades. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Rectísima y
modestísima Reina de la Caridad, que aun para ejercitarla en las felices bodas
de Caná, usaste únicamente de humildísima insinuación a tu Divino Hijo, y de un
reservado aviso a los sirvientes del banquete: Tú Señora, que jamás osaste
comprehender los designios de la Divina Providencia, en la conducta que contigo
observaba su Majestad, porque sabías que su adorable voluntad debe ser
igualmente obedecida, cuando se
comprenden las razones de lo que manda, que cuando no se comprenden: tú, Madre
prudentísima, alcánzame el importante don de Consejo, para que huyendo de toda
inconsideración y precipitación en mis acciones, y de toda temeridad,
insolencia y vanidad en lo bueno que ejecute, rectifique en todo mi corazón, y
lo haga digno de tu amparo y de las promesas eternas. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Humildísima Reina
de la Caridad, que lejos de apetecer vuestra propia excelencia contra el orden
de las divinas disposiciones, os sumergisteis en el abismo de la nada, haciendo
de vos un total sacrificio en aquella singularísima resignación. Ved aquí la
esclava del Señor, hágase en mí, según tu palabra. Como si dijeras a su Majestad
para instrucción nuestra: Vos Señor, me mandáis caminar por unas sendas, que no
me son totalmente desconocidas, pero vos lo mandáis y esto basta: vuestra
voluntad me sirve de luz y de razón. Yo no se adonde voy, pero estoy persuadido
de que, si me dejo gobernar por una guía tan sabia como vos, caminaré seguro,
aun en medio de las tinieblas de la noche, bien cierto de que vos no me habéis de
abandonar. Por tan profundo mérito que os elevo a tan sublime dignidad, os pido
Madre mía, me alcancéis esta gracia, de viva yo siempre gustoso en el grado y
situación en que el Señor quiera ya colocarme en esta vida, tomando para mí, el
último lugar en la casa de Dios, para ser exaltado a uno de los primeros asientos
en la corte celestial. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
Modestísima y
desinteresadísima Reina de la Caridad, nacida de la Regia estirpe de David, y
heredera dignísima de su Trono, preferiste la santa pobreza del espíritu, y
enseñoreada de tu propio corazón, elegiste gozosa la humilde habitación de un
artesano, sobre todos los palacios, tesoros y grandezas del mundo: Tú Señora
mía, conocéis muy a fondo las llagas y flaquezas de mi corazón en esta parte, y
cuan distante me hallo de la sólida grandeza de espíritu, que es parte de la
verdadera caridad. Impétrame del Señor, por su amor santísimo, aquel divino
celestial instinto, que arranca del corazón el deseo desordenado de las honras
y riquezas terrenas, y hace atesorar las divinas y la inestimable excelencia de
ser hijo de Dios. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
ORACIÓN
Mansísima y
dulcísima Madre de la Paz y el Santo Amor, cuya Caridad inmensa con el Señor
Dios, lejos de impeleros a clamar la justa venganza contra la fiereza de los
sayones y verdugos del Calvario, y contra el ingrato pueblo que negó por su Rey
a vuestro Divino Hijo, posponiéndolo al facineroso Barrabás, se consumó ofreciendo
por ellos mismos aquel sangriento y doloroso
sacrificio, repitiendo innumerables veces el eco divino de aquella fervorosa y
dulcísima oración: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” Concédeme
Madre mía piadosísima, que jamás se aparte de mi corazón, de mis labios, ni de
mis obras, esta amorosísima expresión, para que perdonando de corazón a mis
ofensores, pueda sobre la palabra de mi dulce Jesús, obtener en vida y muerte
el perdón de mis culpas, y de las penas merecidas por ellas. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
Rectísima y perfectísima
Madre de la verdadera Caridad: tú Señora, sabes profundamente cuanta guerra y
oposición hacen a esta Reina de las virtudes, las negras turbulencias de un corazón
maligno, que se saborea en maquinar el daño y males ajenos, se gloría de haberlos
causado, y se regocija de su misma perversidad, aparta pues de mí, y de todos
mis prójimos por el amor que debes a tu Divino Jesús, este horrible carácter de
iniquidad que va cundiendo por el mundo, e introduce en mi ánimo, aquella santa
sinceridad, que se congratula siempre con la verdad, que rectifica la vida del
hombre, que conserva la sana doctrina, y que a todo trance sostiene los
derechos de la justicia de los prójimos, como tu misma lo practicaste en todas
ocasiones, para que siguiendo nosotros tus sacratísimas huellas, lleguemos a descansar
contigo de las inquietudes y debates, que en este mundo corrompido, inquietan
la paz de nuestros corazones. Amén.
DÍA
NOVENO
ORACIÓN
¡Oh Caridad Santa,
superior a todas las virtudes! ¡Oh Madre amabilísima de la Caridad! Llegado
hemos en este último día de tu novena, a tocar en los últimos frutos de esta
excelentísima virtud, que son: creer las divinas verdades, como creyó Abrahán,
nuestro Padre, poniendo en el Señor su esperanza contra toda esperanza humana,
y no caer de ánimo por la dilación de los buenos sucesos, en nuestras piadosas
empresas, para la mayor gloria de su Majestad, y salvación nuestra y de
nuestros hermanos. Alcánzanos Señora nuestra, de la Palabra Eterna, aquella firmeza
de fe, con que tú, diste ascenso a las palabras del Ángel, que te acarrearon
tan grande felicidad, y el creer también con santa sinceridad a nuestros
prójimos. Y para que los que tememos al Señor Dios, esperemos en su Majestad,
sin debilitarse por ninguna dilación nuestra confianza, esculpe en nuestros
corazones las palabras del Santo Profeta Habacuc: “Si acaso se detuviere el
Señor, espéralo con toda seguridad, porque vendrá indefectiblemente y no
tardará” Confórtese, pues mi corazón, y espere al Señor en todo lo concerniente
a mi salvación, como no quede por mi parte. Y el que no quede por mi parte, es
otro beneficio, que rendidamente te pido por las tiernas entrañas de tu
misericordia. Amén.
El Excmo. e Ilmo. Sr. D. Manuel Ignacio Gonzáles del Campillo, por su decreto del 15 de junio de 1809, concedió 40 días de indulgencias por cada una de las oraciones de que consta esta novena, a todas las personas que devotamente las rezasen.
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