DÍA
CATORCE DE MES
DEDICADO A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO
Con
Licencia Eclesiástica
Septiembre,
año de 1977
ORACIÓN
¡Oh Virgen Santa
del Perpetuo Socorro! convencidos de la necesidad que tenemos que, por Vos,
hemos venidos hoy, como otras tantas veces, a ponernos bajo vuestro auxilio y
protección. En ese Corazón de Madre, lleno de amor para los hombres, depositamos
cuanto somos y cuanto nos pertenece. Recibid María, os lo suplicamos, nuestro
cuerpo con sus sentidos, nuestra alma con sus potencias, nuestros bienes de
fortuna, nuestra salud, nuestras enfermedades, nuestros gozos y nuestros pesares.
La honra, la fama, la gloria, las esperanzas y los temores, todo, todo lo
depositamos en Vos. ¡Oh Virgen Santísima! Acogednos por completo, Dulce Madre
nuestra, pues estamos seguros de que, bajo vuestro manto y protección, seremos
felices y nada tendremos que temer. Cuidadnos
María, principalmente durante este mes, de las acechanzas del demonio, de las
intrigas de nuestros enemigos, y de cuantos males pudieran sobrevenir en el
cuerpo y alma. En Vos confiamos, para pasar santamente este nuevo mes, y volver
a cantar vuestras alabanzas en este templo. Amén.
PRECES
¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Ese nombre que lleváis hace que mi corazón rebose en confianza para con Vos, heme pues aquí a vuestros pies, vengo a manifestaros todas las necesidades de mi vida y las de mi muerte; vengo a invocar vuestro maternal socorro para que me protejáis en todas ellas. Dignaos Madre mía muy querida, escúchame desde lo alto de los cielos.
-En todas mis dificultades, penas y miserias R/: Venid a mi Socorro ¡Oh Madre de bondad!
-En el momento
peligroso de la tentación.
-Si tuviere la desgracia
de pecar.
-Si algún funesto
lazo me cautivare en el servicio del demonio.
-Si tardare en
convertirme.
-Si fuese un hijo pródigo,
endurecido y encenegado en el vicio.
-Si viviere en la
tibieza.
-Si tuviere la
desgracia de cometer un sacrilegio.
-Cuando me olvidare
y descuidare de acudir a Vos.
-Si alguna vez me
alejare en vuestro santo servicio.
-En la obligación
de confesarme para que felizmente cumpla con ella.
-En la obligación
de recibir la Santa Comunión para hacerlo dignamente.
-En todos los
ejercicios de un cristiano fervoroso.
-Para que conserve
y recobre la castidad.
-Para que adquiera
la humildad.
-Para que logre
amar a Dios con todo mi corazón.
-Para que me
conforme en todo con su santa voluntad.
-En todos mis
pensamientos, acciones y negocios.
-Para que cumpla
fielmente todas las obligaciones de mi estado.
-Si la enfermedad
afligiere mi cuerpo.
-Si el pesar y la
tibieza se apoderaran de mí.
-Si el mundo me
hiciere sufrir.
-Si Dios me
afligiere con penas inferiores.
-Si la Providencia
me probare con reveces de fortuna.
-Si encontrase en
mi propia familia motivos de aflicción.
-Contra las seducciones
del mundo, las compañías peligrosas y libros perniciosos.
-Si fuese
humillado, contrariado o maltratado.
-Para que procure
la libertad de las almas del purgatorio.
-Para que coopere
a la salvación de los pecadores.
-Para que alcance
la gracia de la perseverancia final.
-Para que nunca me
olvide de pedir de esta gracia.
-Cuando llegue mi
última enfermedad.
-Cuando esté próximo
a la muerte.
-En las últimas
tentaciones que procedan y acompañen a mi agonía.
-Al exhalar mi
último suspiro.
-Cuando me presente
a vuestro Hijo para ser juzgado.
-Si estuviese
padeciendo en el purgatorio.
-En todo tiempo y
en todo lugar siempre.
-Para que ame a
Jesucristo.
-Para que os haga
amar y servir de muchos cristianos. R/: Venid a mi Socorro ¡Oh Madre de bondad!
-Madre del
Perpetuo Socorro, proteged también a todos los que amo: el Santo Padre, a la
Iglesia, a mi Patria, a mi familia, a mis amigos y enemigos, a todos los
pecadores, y en fin a las almas del purgatorio.
R/: Venid a mi
Socorro ¡Oh Madre de bondad!
Sea amada, sea
alabada, sea invocada, sea eternamente bendita ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro!
mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi vida. Amén.
-Se reza una Salve
por las ánimas benditas del Purgatorio, y especialmente por aquellas que fueron
más devotas de la Santísima Virgen.
Bendita sea tu pureza
y eternamente lo sea,
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti, celestial Princesa,
Virgen Sagrada María,
yo te ofrezco en este día
alma, vida y corazón.
Mírame con compasión,
no me dejes, Madre mía.
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