A. M.
D. G
EL
CAMINO DEL CIELO
ESTO ES
LA CRUZ
EN LOS HOMBROS DE JESÚS NAZARENO EN SU DEVOTÍSIMA IMAGEN QUE SE VENERA EN LA
IGLESIA PARROQUIAL DE SEÑOR SAN JOSÉ DE PUEBLA
EN UNA
BREVE Y DEVOTA NOVENA
Dispuesta
por José de Santa María, indigno esclavo de vuestra Majestad
Con
Licencia en Puebla de los Ángeles
Por la
Viuda de Miguel de Ortega, en el Portal de las Flores, año de 1718
PRÓLOGO
Siendo indispensable
a todo hijo de Adán haber caminado al cielo con Cruz, no pudo suavizarse más
esta original obligación, que cargando Cristo nuestro Redentor la suya, y
subiendo con ella al Calvario. En sus hombros dejaron todas las nuestras el
peso, y tomando su Majestad sobre sí lo duro del árbol o leño, a nosotros nos dejó
la dulzura y vitalidad de los frutos con que pudo pasar lo que era pena, a ser
amoroso convite: “Si alguno quiere seguirme, tome su Cruz cada día”
Aceptemos tan
hermoso y tan saludable convite, pero porque para ir a él son flacos nuestros
pies, pidamos a el mismo, que nos convida con palabras, ejemplos y fuerzas: “Da
lo que mandas y manda lo que gustares”
Para pedirlas podrá
servir esta novena, pero haciéndola con espíritu, creyendo que lo que más lo excitará,
será paladear y rumiar entre día el pensamiento, que en cada uno se pone. El
tiempo para hacer esta novena, es el que cada uno escogiere, pues quien dice
que la Cruz “Se tome cada día” ni señala ni excluye tiempo alguno.
Los ejercicios particulares
siempre deben quedar a juicio y permiso del confesor, que es quien mide
desapasionada las fuerzas del cuerpo y del alma.
SUPOSICIÓN
PRECISA
Lo que quiere
decir el Señor, diciendo que cada uno tome su Cruz, que sufra cristianamente,
tolere con paciencia las molestias y las pesadeces anexas a el estado que
profesa. Todo estado, todo oficio, toda ocupación, todo sexo, toda edad tiene
Cruz. Nadie, nadie, nadie se libra de ella. Las más lúcidas, las más honrosas,
las más aplaudidas, son las más pesadas. Instruyendo a su Primogénito, un príncipe
gentil dijo: “¿Ignoras hijo mío, que nuestro Reino solo es una espléndida
servidumbre?” El intento pues de Dios, es que si no podemos (como no podemos)
llevar la Cruz, que es preciso llevar con la perfección de toda la que llevó
Cristo, procuremos por lo menos llevarla como el Buen Ladrón, haciéndola escala
para subir al Cielo, no como el mal ladrón, haciéndola escotillón para bajar al
infierno. Aquel lleva su Cruz legítimamente, que habiéndose informado bien de
las obligaciones de su estado, las procura siempre cumplir, según Dios, y sufre
pacientemente las molestias y pesadeces, que son precisas para mantener el
temor de Dios y la buena conciencia.
ACTO DE
CONTRICIÓN
Oh amantísimo
Jesús mío, que por el infinito amor que me tienes, quisiste venir al mundo a
padecer muerte afrentosa por liberarme de la eterna, no dejando gota de sangre
en tus venas que no sacrificaras por rescate de mi cautiverio, a mi pesa de
todo corazón, haberte correspondido con tantas ingratitudes, ofendiendo tu
bondad, y despreciando tu preciosa Sangre, pecando sin temor a tu justicia ni
respeto a tu Majestad y grandeza: Oh mi Dios, como me pesa haberte ofendido por
ser quien eres, confío que por tu pasión y muerte, me haz de perdonar y dar
gracia para seguir tus pasos con la Cruz de la penitencia, hasta subir a gozar
de tu compañía en el monte de la Gloria. Amén.
Padre nuestro, Ave
María y Gloria, Credo.
DÍA
PRIMERO
Pensamiento: Jesús,
que no pecó en Adán ni gustó el fruto del árbol vedado, lleva sobre sus hombros
para mi enseñanza, el árbol de la Cruz. Pues yo que pequé gustando en Adán de él,
porque en pena de mi pecado, rehusare la Cruz, que medidas mis fuerzas quiere
Dios que lleve.
ORACIÓN
Amabilísimo Jesús,
Dios y Hombre verdadero, que pagáis con el peso de esa Cruz, lo que no debéis y
yo solo lo debo. En fuerza de el ejemplo que me dais, quiero de buena gana
cargar mi Cruz. Vos veis Señor, mis flaquezas, supla vuestro infinito poder las
fuerzas que me faltaran para llevar el peso que me mandáis llevar, de suerte
que os agrade. Amén.
Jaculatoria: Interceded
por, Reina de el cielo, Madre de Jesús, siempre Virgen. Y vos, Santísimo
Patriarca Padre mío San José. Amén
DÍA
SEGUNDO
Pensamiento:
Ninguno ha entrado, ni entrará en el Cielo, sin que haya llevado legítimamente su
Cruz. Por los niños las llevó Jesús, porque la predestinación embebe la conformidad
con la Imagen de Cristo. ¿Tengo privilegio yo solo para entra sin Cruz en el
Cielo?
ORACIÓN
Dulcísimo Jesús, que,
siendo Rey y Dueño de la gloria, no quisiste entrar en ella, sino por vuestra
Cruz, ni que entrase vuestra Purísima Virginal Madre, en quien jamás hubo
culpa, ni original ni actual, sin haber sufrido más pesada Cruz que todos los
mártires juntos, dadme Señor, que yo abrace dulce y constantemente la mía, considerándola
como puerta precisa para entrar en el Paraíso como llave del cielo y puerta de
la gloria. Amén.
DÍA
TERCERO
Pensamiento: aunque
no pudiera (que no puede ser) entrar en la gloria sin Cruz, la honra de seguir
con ella e imitar a Jesucristo, había de obligarme a cargarla, ¿que será cuando
lo honroso es justamente preciso y forzoso?
ORACIÓN
Jesús mío, amoroso
Padre mío, que cargado con esa pesada Cruz, me das poder y convidas a ser tu
Hijo, y parecerme a ti, no permitas Señor, que, por día, o perezca o degenere
de nobleza tan alta, sino que, tomando bien con tu gracia mi Cruz, me precie y
me honre de ser y parecer hijo tuyo. Amén.
CUARTO
DÍA
Pensamiento: Esta
misma Cruz, que llevo o he de llevarla bien y meritoriamente, o (a mi pesar) he
de llevarla con deméritos y pecados, pues estando en mi mano, y siendo fácil
hacer virtud de la necesidad, ¿Por qué escogeré que me lleve al infierno, lo mismo
que me puede llevar al Cielo?
ORACIÓN
Amable Redentor
Jesús mío, que, poniendo entre el fuego y el agua, me permites que elija, y
para que no yerre, te pones a mi vista con ese Madero pesado y afrentoso: Digo
Señor, que con toda mi alma y toda mi voluntad, elijo tu compañía, quiero
parecerme a ti, y quiero aquella agua que brotas hasta la vida eterna. A tu lado
en pos de ti, no temo, tu me darás las fuerzas. Amén.
DÍA QUINTO
Pensamiento: Esa
misma Cruz que yo llevo (si no fuese más pesada en ellos) llevaron por poco
tiempo (que nunca el de la vida es mucho) millares, que hoy reinan en el Cielo,
gozosos de haberla llevado: pues ¿Por qué no querré ser contado entre ellos, y
ser uno de ellos, sino condenarme con el material afán, que se salvaron ellos?
ORACIÓN
Humildísimo Jesús,
Cordero que quitas los pecados del mundo, y con llevar dulce y amorosamente esa
pesada Cruz por la gloria de tu Eterno Padre, nos enseñas el modo de quitarlos
o preservar de ellos nuestras almas, dadme tus auxilios y pensamientos santos,
con que cargando yo amoroso, dulce y constante mi ligera Cruz, siendo en la
tierra compañero tuyo, lo sea también en el Cielo. Amén.
DÍA
SEXTO
Pensamiento: Si con
solas mis naturales fuerzas hubiera de llevar el peso de esta Cruz, no fuera
mucho juzgarla intolerable. Pero, ¿Qué es de mi fe? he de llevarla con fuerzas
que me tiene prometido Dios. ¿Yo he de aplicar un hombre Cristo el otro, y no
podré llevarla con un tal compañero?
ORACIÓN
Dulcísimo Jesús,
que conociendo bien y doliéndoos de nuestra flaqueza y miseria, a ninguno cargáis
más peso, que el que puede sufrir y llevar, pues me dais el ejemplo, llevando
vos esa pesadísima Cruz, dadme esfuerzo y valor para llevar la mía, y que jamás
su peso me haga caer en culpa, séame vuestra gracia aquel Cirineo, que me ayude
si mi abrumare el peso. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
Pensamiento: Cual
pesa más, esta Cruz que me ha cabido en fuerte por poco tiempo, o la de un
infierno padecido mientras Dios fuere Dios. Pues una de las dos he de llevar,
porque aquí (sin milagro) no hay medio, ni jamás lo ah conocido alguno de los
Santos.
ORACIÓN
Amabilísimo Jesús,
Dios mío, que en esa pesadísima Cruz que cargáis sobre vuestra espalda, me mostráis
la tabla segura con la cual, en el mar de esta vida, puedo solo escapar el naufragio
eterno: dadme Señor, que yo me abrace con ella tan fija, tan constantemente,
que ninguna repentina avenida de ocasión o de tentación, me la saque de entre
los brazos, pues vos la traéis y cargáis, porque mi única Alma no se pierda. Amén.
DÍA
OCTAVO
Pensamiento: Esta
Cruz, es Cruz mientras que no me determino a llevarla fervorosamente, en determinándome
ya no será Cruz, sino gozo, porque la llevaré y me abrazaré con que quiero. Pues
¿Por qué fiando en Dios no cavo de quitarle el peso, y la máscara con que
horroriza?
ORACIÓN
Dulce Jesús de mi
alma, que emplease tu vida santísima en amar y desear tu Cruz, estando siempre
con tu afecto en ella: haz Señor, que no solo sufra, sino ame por tu amor mi
Cruz, y que abrazado con el padecer por tu respecto, tu mayor honra y gloria
viva y muera también crucificado. Amén.
DÍA
NOVENO
Pensamiento:
Cortejando San Pedro de Alcántara la Cruz que llevó, tan pesada, con la gloria
que le había ganado, llamó feliz a su Cruz. Si se les pide el voto a todos los Santos
y Santas han de decir lo mismo. Pues, ¿Qué ceguedad es la mía, que no cree a
tantos testigos desapasionados?
ORACIÓN
Santísimo Jesús,
Dios y Hombre, que, poniendo la Cruz en mis hombros, por momentos de
tribulación que me das con peso y medida, me ofreces un eterno peso de gloria. Dame
Señor, que ya no me mueva para llevar mi Cruz, ni tu amor, ni tu ejemplo, ni
cuantos beneficios me haces, me mueva eficazmente la esperanza del premio que
me prometes. Amén.
OFRECIMIENTO
DE LA NOVENA
Jesús amable, Dios
y Señor nuestro, en quien vivimos, nos movemos y somos; de vuestra Providencia
Divina está pendiente el mundo, y esta Ciudad, que con amor y tierna devoción
os adora. Fiados Señor, en vuestra misericordia, aunque somos y nos confesamos
miserables pecadores, os pedimos, nos miréis a todos con los benignos ojos de
vuestra infinita piedad, deis a los pecadores buenos pensamientos y auxilios
con que salgan de sus maldades, fervoricéis a los tibios, perfecciones a los
justos y ocupéis los corazones de vuestros sacerdotes, confesores y
predicadores, para que, de la abundancia de su santo fervor, se enciendan todas
nuestras almas. Os encomendamos la salud pública, los buenos temporales, todos
los bienes que veis nos convienen, para que, ayudados de estos bienes
transitorios, busquemos y esperemos con mayor confianza los eternos. Por aquel
amor con que por nosotros llevasteis vuestra Cruz, y moristeis en ella. Amén.
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