viernes, 18 de junio de 2021

NOVENA A JESÚS NAZARENO DE SAN JOSÉ


 

A. M. D. G

EL CAMINO DEL CIELO

ESTO ES

LA CRUZ EN LOS HOMBROS DE JESÚS NAZARENO EN SU DEVOTÍSIMA IMAGEN QUE SE VENERA EN LA IGLESIA PARROQUIAL DE SEÑOR SAN JOSÉ DE PUEBLA

EN UNA BREVE Y DEVOTA NOVENA

 

Dispuesta por José de Santa María, indigno esclavo de vuestra Majestad

Con Licencia en Puebla de los Ángeles

Por la Viuda de Miguel de Ortega, en el Portal de las Flores, año de 1718

 

PRÓLOGO

Siendo indispensable a todo hijo de Adán haber caminado al cielo con Cruz, no pudo suavizarse más esta original obligación, que cargando Cristo nuestro Redentor la suya, y subiendo con ella al Calvario. En sus hombros dejaron todas las nuestras el peso, y tomando su Majestad sobre sí lo duro del árbol o leño, a nosotros nos dejó la dulzura y vitalidad de los frutos con que pudo pasar lo que era pena, a ser amoroso convite: “Si alguno quiere seguirme, tome su Cruz cada día”

Aceptemos tan hermoso y tan saludable convite, pero porque para ir a él son flacos nuestros pies, pidamos a el mismo, que nos convida con palabras, ejemplos y fuerzas: “Da lo que mandas y manda lo que gustares”

Para pedirlas podrá servir esta novena, pero haciéndola con espíritu, creyendo que lo que más lo excitará, será paladear y rumiar entre día el pensamiento, que en cada uno se pone. El tiempo para hacer esta novena, es el que cada uno escogiere, pues quien dice que la Cruz “Se tome cada día” ni señala ni excluye tiempo alguno.

Los ejercicios particulares siempre deben quedar a juicio y permiso del confesor, que es quien mide desapasionada las fuerzas del cuerpo y del alma.

 

SUPOSICIÓN PRECISA

Lo que quiere decir el Señor, diciendo que cada uno tome su Cruz, que sufra cristianamente, tolere con paciencia las molestias y las pesadeces anexas a el estado que profesa. Todo estado, todo oficio, toda ocupación, todo sexo, toda edad tiene Cruz. Nadie, nadie, nadie se libra de ella. Las más lúcidas, las más honrosas, las más aplaudidas, son las más pesadas. Instruyendo a su Primogénito, un príncipe gentil dijo: “¿Ignoras hijo mío, que nuestro Reino solo es una espléndida servidumbre?” El intento pues de Dios, es que si no podemos (como no podemos) llevar la Cruz, que es preciso llevar con la perfección de toda la que llevó Cristo, procuremos por lo menos llevarla como el Buen Ladrón, haciéndola escala para subir al Cielo, no como el mal ladrón, haciéndola escotillón para bajar al infierno. Aquel lleva su Cruz legítimamente, que habiéndose informado bien de las obligaciones de su estado, las procura siempre cumplir, según Dios, y sufre pacientemente las molestias y pesadeces, que son precisas para mantener el temor de Dios y la buena conciencia.

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Oh amantísimo Jesús mío, que por el infinito amor que me tienes, quisiste venir al mundo a padecer muerte afrentosa por liberarme de la eterna, no dejando gota de sangre en tus venas que no sacrificaras por rescate de mi cautiverio, a mi pesa de todo corazón, haberte correspondido con tantas ingratitudes, ofendiendo tu bondad, y despreciando tu preciosa Sangre, pecando sin temor a tu justicia ni respeto a tu Majestad y grandeza: Oh mi Dios, como me pesa haberte ofendido por ser quien eres, confío que por tu pasión y muerte, me haz de perdonar y dar gracia para seguir tus pasos con la Cruz de la penitencia, hasta subir a gozar de tu compañía en el monte de la Gloria. Amén.

Padre nuestro, Ave María y Gloria, Credo.

 

 

DÍA PRIMERO

Pensamiento: Jesús, que no pecó en Adán ni gustó el fruto del árbol vedado, lleva sobre sus hombros para mi enseñanza, el árbol de la Cruz. Pues yo que pequé gustando en Adán de él, porque en pena de mi pecado, rehusare la Cruz, que medidas mis fuerzas quiere Dios que lleve.

 

ORACIÓN

Amabilísimo Jesús, Dios y Hombre verdadero, que pagáis con el peso de esa Cruz, lo que no debéis y yo solo lo debo. En fuerza de el ejemplo que me dais, quiero de buena gana cargar mi Cruz. Vos veis Señor, mis flaquezas, supla vuestro infinito poder las fuerzas que me faltaran para llevar el peso que me mandáis llevar, de suerte que os agrade. Amén.

 

Jaculatoria: Interceded por, Reina de el cielo, Madre de Jesús, siempre Virgen. Y vos, Santísimo Patriarca Padre mío San José. Amén

 

 

DÍA SEGUNDO

Pensamiento: Ninguno ha entrado, ni entrará en el Cielo, sin que haya llevado legítimamente su Cruz. Por los niños las llevó Jesús, porque la predestinación embebe la conformidad con la Imagen de Cristo. ¿Tengo privilegio yo solo para entra sin Cruz en el Cielo?

 

ORACIÓN

Dulcísimo Jesús, que, siendo Rey y Dueño de la gloria, no quisiste entrar en ella, sino por vuestra Cruz, ni que entrase vuestra Purísima Virginal Madre, en quien jamás hubo culpa, ni original ni actual, sin haber sufrido más pesada Cruz que todos los mártires juntos, dadme Señor, que yo abrace dulce y constantemente la mía, considerándola como puerta precisa para entrar en el Paraíso como llave del cielo y puerta de la gloria. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

Pensamiento: aunque no pudiera (que no puede ser) entrar en la gloria sin Cruz, la honra de seguir con ella e imitar a Jesucristo, había de obligarme a cargarla, ¿que será cuando lo honroso es justamente preciso y forzoso?

 

ORACIÓN

Jesús mío, amoroso Padre mío, que cargado con esa pesada Cruz, me das poder y convidas a ser tu Hijo, y parecerme a ti, no permitas Señor, que, por día, o perezca o degenere de nobleza tan alta, sino que, tomando bien con tu gracia mi Cruz, me precie y me honre de ser y parecer hijo tuyo. Amén.

 

 

CUARTO DÍA

Pensamiento: Esta misma Cruz, que llevo o he de llevarla bien y meritoriamente, o (a mi pesar) he de llevarla con deméritos y pecados, pues estando en mi mano, y siendo fácil hacer virtud de la necesidad, ¿Por qué escogeré que me lleve al infierno, lo mismo que me puede llevar al Cielo?

 

ORACIÓN

Amable Redentor Jesús mío, que, poniendo entre el fuego y el agua, me permites que elija, y para que no yerre, te pones a mi vista con ese Madero pesado y afrentoso: Digo Señor, que con toda mi alma y toda mi voluntad, elijo tu compañía, quiero parecerme a ti, y quiero aquella agua que brotas hasta la vida eterna. A tu lado en pos de ti, no temo, tu me darás las fuerzas. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

Pensamiento: Esa misma Cruz que yo llevo (si no fuese más pesada en ellos) llevaron por poco tiempo (que nunca el de la vida es mucho) millares, que hoy reinan en el Cielo, gozosos de haberla llevado: pues ¿Por qué no querré ser contado entre ellos, y ser uno de ellos, sino condenarme con el material afán, que se salvaron ellos?

 

ORACIÓN

Humildísimo Jesús, Cordero que quitas los pecados del mundo, y con llevar dulce y amorosamente esa pesada Cruz por la gloria de tu Eterno Padre, nos enseñas el modo de quitarlos o preservar de ellos nuestras almas, dadme tus auxilios y pensamientos santos, con que cargando yo amoroso, dulce y constante mi ligera Cruz, siendo en la tierra compañero tuyo, lo sea también en el Cielo. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

Pensamiento: Si con solas mis naturales fuerzas hubiera de llevar el peso de esta Cruz, no fuera mucho juzgarla intolerable. Pero, ¿Qué es de mi fe? he de llevarla con fuerzas que me tiene prometido Dios. ¿Yo he de aplicar un hombre Cristo el otro, y no podré llevarla con un tal compañero?

 

ORACIÓN

Dulcísimo Jesús, que conociendo bien y doliéndoos de nuestra flaqueza y miseria, a ninguno cargáis más peso, que el que puede sufrir y llevar, pues me dais el ejemplo, llevando vos esa pesadísima Cruz, dadme esfuerzo y valor para llevar la mía, y que jamás su peso me haga caer en culpa, séame vuestra gracia aquel Cirineo, que me ayude si mi abrumare el peso. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

Pensamiento: Cual pesa más, esta Cruz que me ha cabido en fuerte por poco tiempo, o la de un infierno padecido mientras Dios fuere Dios. Pues una de las dos he de llevar, porque aquí (sin milagro) no hay medio, ni jamás lo ah conocido alguno de los Santos.

 

ORACIÓN

Amabilísimo Jesús, Dios mío, que en esa pesadísima Cruz que cargáis sobre vuestra espalda, me mostráis la tabla segura con la cual, en el mar de esta vida, puedo solo escapar el naufragio eterno: dadme Señor, que yo me abrace con ella tan fija, tan constantemente, que ninguna repentina avenida de ocasión o de tentación, me la saque de entre los brazos, pues vos la traéis y cargáis, porque mi única Alma no se pierda. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

Pensamiento: Esta Cruz, es Cruz mientras que no me determino a llevarla fervorosamente, en determinándome ya no será Cruz, sino gozo, porque la llevaré y me abrazaré con que quiero. Pues ¿Por qué fiando en Dios no cavo de quitarle el peso, y la máscara con que horroriza?

 

ORACIÓN

Dulce Jesús de mi alma, que emplease tu vida santísima en amar y desear tu Cruz, estando siempre con tu afecto en ella: haz Señor, que no solo sufra, sino ame por tu amor mi Cruz, y que abrazado con el padecer por tu respecto, tu mayor honra y gloria viva y muera también crucificado. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

Pensamiento: Cortejando San Pedro de Alcántara la Cruz que llevó, tan pesada, con la gloria que le había ganado, llamó feliz a su Cruz. Si se les pide el voto a todos los Santos y Santas han de decir lo mismo. Pues, ¿Qué ceguedad es la mía, que no cree a tantos testigos desapasionados?

 

ORACIÓN

Santísimo Jesús, Dios y Hombre, que, poniendo la Cruz en mis hombros, por momentos de tribulación que me das con peso y medida, me ofreces un eterno peso de gloria. Dame Señor, que ya no me mueva para llevar mi Cruz, ni tu amor, ni tu ejemplo, ni cuantos beneficios me haces, me mueva eficazmente la esperanza del premio que me prometes. Amén.

 

 

OFRECIMIENTO DE LA NOVENA

Jesús amable, Dios y Señor nuestro, en quien vivimos, nos movemos y somos; de vuestra Providencia Divina está pendiente el mundo, y esta Ciudad, que con amor y tierna devoción os adora. Fiados Señor, en vuestra misericordia, aunque somos y nos confesamos miserables pecadores, os pedimos, nos miréis a todos con los benignos ojos de vuestra infinita piedad, deis a los pecadores buenos pensamientos y auxilios con que salgan de sus maldades, fervoricéis a los tibios, perfecciones a los justos y ocupéis los corazones de vuestros sacerdotes, confesores y predicadores, para que, de la abundancia de su santo fervor, se enciendan todas nuestras almas. Os encomendamos la salud pública, los buenos temporales, todos los bienes que veis nos convienen, para que, ayudados de estos bienes transitorios, busquemos y esperemos con mayor confianza los eternos. Por aquel amor con que por nosotros llevasteis vuestra Cruz, y moristeis en ella. Amén.

 

 

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