TIERNA
Y PIADOSA MEMORIA DE LA PASIÓN Y MUERTE DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
CRUCIFICADO, MILAGROSA Y DIVINAMENTE ESCULPIDO EN EL CORAZÓN DE SANTA CLARA DE
LA CRUZ DE MONTEFALCO, RELIGIOSA AGUSTINA EN UNA DEVOTA NOVENA A ESTA GLORIOSA
SANTA, PARA ALCANZAR POR SU INTERCESIÓN DE LA DIVINA MAJESTAD LAS VIRTUDES
Dispuesta
por el R. P. M. Er. Juan de Villa Sánchez, del Orden de Predicadores, Rector
que fue del Real y Pontificio Colegio de San Luis, Comisario del Santísimo
Rosario y actual Prior del Convento de San Pablo, a devoción de una religiosa
de Santa Mónica
Impresa
en Puebla de los Ángeles, en la imprenta de la Vda. de Miguel de Ortega, año de
1747.
ACTO
DE CONTRICIÓN
Dulcísimo,
amabilísimo, benignísimo Jesús, piadosísimo Redentor de nuestras almas, que,
sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, conservas aquellas cinco
sacratísimas llagas, que recibisteis en la Cruz por nosotros, para orar, para
abogar con ellas por nosotros ante tu Eterno Padre: yo te adoro bien mío, amor
mío, yo te adoro, no solo glorioso, sino nueva y admirablemente crucificado: yo
te adoro, no solo en el seno de tu Padre, sino en el puro y casto virginal
corazón de tu fidelísima esposa Santa Clara de la Cruz, en que fuiste como
nunca visto prodigio grabar, esculpir tu Sacratísima Imagen, para avivar
nuestra fe, para despertar la tiernísima memoria de tu dolorosísima Pasión y
afrentosísima muerte, de que tanto se olvida nuestra torpe ingratitud, esta
memoria ¡Oh Jesús amabilísimo! me hace acordar de mi olvido. Yo, infelicísima
alma, yo, hombre ingratísimo, yo, desconocidísima criatura, yo, siervo tuyo
sumamente infiel y desleal, no acordándome de ti, olvidado de esa Sangre que
por mí derramaste, de esa Santísima Vida que diste por mi en un leño, he
pecado, te eh ofendido, te he vuelto a crucificar, este corazón ingrato, este
corazón infiel, este corazón atrevido, amando lo que aborreces, ha sido un
cruel verdugo, cuantas veces pequé, renové tus llagas, herí, traspasé tu
corazón con una lanza. ¡Así eh tratado! ¡Así te eh correspondido! lo conozco,
lo confieso, lo quiero llorar (ojalá con lágrimas de sangre) quiero
arrepentirme: Ea mi Jesús, atraviesa este infeliz corazón con el dardo de un
verdadero dolor de haberte ofendido, me duelo, me arrepiento cuanto puedo, has
tu que sea cuanto debo. Dadme mi Jesús en esta hora, una verdadera vehemente
contricción de mis pecados, yo los aborrezco, yo los abomino, yo los detesto,
como ofensas hechas contra ti mi Dios, me pesa, me pesa de todo corazón haberte
ofendido. No más pecar, no más pecar, amarte, obedecerte, servirte,
corresponderte mi Jesús Crucificado, así lo propongo con tu gracia, tu me lo
concedas por los infinitos méritos de tu Pasión y muerte. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Alma
de Cristo, santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo,
embriágame. Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh,
buen Jesús, óyeme! Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte
de ti. Del enemigo maligno, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame y
mándame ir a ti, para que con tus santos te alabe, por los siglos de los
siglos. Amén.
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Oh
Gloriosísima Virgen Santa Clara de la Cruz, que, con la viva fe, con la
perpetua memoria y continua meditación de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo,
no solo mereciste que una y otra ves se te apareciese, sino, lo que, es más, que,
con maravilla nunca oída, gravase y esculpiese su Sacratísima Imagen en tu puro,
inocente y virginal corazón. Ruega ¡Oh felicísima Clara! por mi y por todos tus
devotos, alcánzanos de tu Esposo, firmeza y perseverancia en la fe, que así por
gracia de Dios, creemos y consideramos a Jesús, Hijo de Dios, Redentor y
Salvador nuestro, perseveremos en esta fé hasta el último instante de nuestra
vida, en que, encomendando nuestro espíritu en las manos de nuestro dulcísimo
Redentor, la entreguemos y depositemos en la llaga de su costado. Amén.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
¡Oh
Clara admirable! fidelísima y felicísima esposa de Jesús, a quien entre los riquísimos
dones de su gracia con que te dotó tu Crucificado esposo Jesús, te constituyo
singularmente en una firmísima esperanza, dándote por prenda y seguro de sus
promesas, su viva imagen grabada y tallada en tu mismo corazón: ruega por mí, gloriosísima
Clara, para que, no oprimido de la gravedad y muchedumbre de mis pecados,
pierda alguna vez aquella esperanza, que tengo colocada en Jesús mi Redentor,
sino que ofreciendo continuamente al Eterno Padre aquellos dolores, aquellas
agonías, aquellas llagas, aquella muerte, aquella Sangre de mi Jesús, como
precio abundantísimo de mi copiosa redención, espere de la divina misericordia,
las inspiraciones, los llamamientos, los auxilios eficaces de la gracia, y la
eterna felicidad de la gloria. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen Clara, firmísima amante y singularmente amada de Jesús Crucificado! ¡Oh Clara!
prodigio del amor y milagro de la gracia, en cuyo corazón quiso Jesús encarnar
su Sacratísima y Divina Imagen, quien como tu ah alcanzado una tan alta semejanza
con la gran Madre de Dios, que así como la Santísima Virgen tuvo en su Purísimo
Vientre al Hijo de Dios hecho hombre, de su propia carne, y de su propia substancia,
así tuviste en tu pecho su divina efigie, hecha y formada de la sustancia y de
la carne de tu limpio corazón, viva con tu misma vida, animado con tu misma
alma: ruega pues, Ilustre Virgen, a aquel Señor a quien tanto amaste y que
tanto te amo, que abrace, que inflame, que encienda mi corazón en su amor, que
le ame cuanto deseo y cuanto debo, que le ame con todo mi corazón, con todo mi
entendimiento, con toda mi alma, con todas mis fuerzas, que no piense sino en
amarle, ni hable sino de su amor, ni obre sino por su amor, que solo mi dulcísimo
Jesús, sea toda mi intención, todo mi deseo, todo mi afecto, todo mi cuidado,
toda mi meditación, y que en todo y por todo, haga siempre su santísima
voluntad, y solo aspire a su mayor honra y gloria. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Gloriosísima
Clara, Virgen admirable en la Inocencia y en la penitencia más admirable, que
habiendo empezado a amar a Dios, desde que empezaste a conocerle, con ninguna
culpa manchaste la cándida estola, lavada en la Sangre del Cordero que
recibiste en el Bautismo, que desde edad de cuatro años, elegiste por esposo a
Cristo Crucificado, y no habiéndolo ofendido jamás gravemente, te arrepentías,
te dolías y llorabas amarguísimamente tus leves defectos, como si fueran culpas
gravísimas. Ruega ¡Oh Virgen Santa! a aquel Señor, que grabado y esculpido en
tu corazón inocente, excitaba en tan vivo dolor, tan eficaz arrepentimiento, ruega
por nosotros, miserabilísimos pecadores, que teniendo a su Divina Majestad, tan
ofendido, no nos dolemos como debemos, pídele a Jesús, que por todos sus
dolores, y por aquel (cualquiera que fue) el mayor, el supremo de todos cuanto
padeció Crucificado, nos dé un dolor vivo, un dolor eficaz, un dolor vehemente,
un dolor que iguale a la maldad de la ofensa, que por aquel bote de la lanza,
que abrió su Sacratísimo Pecho, nos de un dolor que rompa, que parta, que
traspase nuestro corazón, para que derramando por los ojos sangre por lágrimas,
lavemos con la suya y con la nuestra, las manchas de nuestras culpas, así sea
Jesús, amor dulcísimo, así sea, dueño piadosísimo y amorosísimo de las almas y
de los corazones, rómpase, pártase, despedácese de dolor el corazón que ha
amado alguna cosa contra su Santísima Voluntad. Así sea por tu misericordia, y
por los ruegos de tu inocentísima y Penitentísima Virgen Santa Clara, para que
el verdadero arrepentimiento nos restituya a tu amistad y a tu gracia. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Oh
Ínclita e Ilustre Virgen Santa Clara, cuya pura alma y virginal cuerpo, fue templo
vivo del Espíritu Santo, y cuyo sagrado corazón fue el sagrario, fue altar, fue
ara de Cristo Crucificado, ¿quién pudo igualmente a ti, aborrecer y abominar el
pecado? ¿Quién pudo detestarlo como tú, que tenías en el corazón grabado y
esculpido a Jesús, que murió por quitar del mundo el pecado? ¿de dónde ¡Oh Virgen
Gloriosa! te pudo tanto aborrecimiento a los pecados, no solo para no tener los
propios, sino para detestar los ajenos, de donde sino de tener en tu corazón a
Jesús llagado por nuestras iniquidades, quebrantado por nuestros delitos? Ruega
pues, ¡Oh benditísima Clara! a nuestro dulcísimo dueño, a nuestro amantísimo
Jesús, que llene mi corazón de tanto amor suyo, como aborrecimiento al pecado,
que me llene de un sumo horror de añadir llagas a tus llagas, dolores a sus
dolores, tormentos a sus tormentos, no le de yo de beber la hiel infinitamente
amarga de mis culpas, que habiendo derramado su preciosísima Sangre para
lavarme con ella de las manchas de mis delitos, me horrorice y tiemble inmensamente
de volvérsela al rostro llena de lodo, de los actos, de las inmundicias de mis pecados:
¡Oh Jesús amabilísimo, clavado en una Cruz por mis maldades! ruégote por las
indulgentísimas entrañas de tu misericordia, enmienda mi vida, mejora mis
hechos, compón mis costumbres para que aborrezca lo que única y solamente tu
aborreces, que el pecado por cuyo aborrecimiento diste la vida, lo aborrezca
yo, lo abomine, lo hay, lo deteste con toda mi alma. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
Oh
benditísima Virgen Clara, cuyo sublime y heróico espíritu quiso Dios
Todopoderoso, purificar y purgar con siete años de una terrible desolación, ejercitándote
tan severamente en su Santo Temor, que tenía sumergida en un abismo de
impenetrables sombras de dudas, de desconfianzas, de desamparos que crecían en
tu alma, especialmente a vista de aquel terrible espectáculo de la indignación
de Dios, aquel portentoso ejemplo de su divina justicia Cristo Crucificado, que
tenías esculpido en tu mismo corazón: Hazme, Oh Virgen Santa, con tu intercesión
y con tu ejemplo participante del Santo Temor de Dios, alcanzándome de la
Divina Majestad, que nunca aparte de mi memoria y de mi mente a mi Señor, a mi
Salvador, a mi Redentor, a mi Jesús Crucificado, y que meditando en las llagas,
en las espinas, en los clavos, en los dolores, en las angustias, en las
afrentas, en la sed, en las amarguras, en el desamparo de mi Jesús, en todo aquel
destrozo y estrago que por los pecados de los hombres, ejecutó Dios en el
Justo, en el Inocente, en el Santo, en su Hijo, en su Unigénito, en Dios hecho
hombre, piense continuamente y con sumo horror de mi maldad tema, que ejecutara
por mis pecados la divina indignación en mi vilísima criatura, en mí, siervo
infiel y desleal, en mí, ingrato siervo fiel y desleal, en mí, ingrato a tus
beneficios, en mí, injusto despreciador de sus divinos preceptos, en mí, que
redimido con la sangre de tu Hijo, la menosprecio y la piso. Tú, dulcísimo
Jesús, por los ruegos e intercesión de tu dulcísima esposa, clava y crucifica
con el temor santo de mis carnes, comience desde ahora a ser poseído de este santo
temor, tema como hijo, no como siervo, tema, no las eternas penas, sino el
eterno desamparo, tema, para que te ame, tema tu justica para que me disponga a
tu gracia. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
ORACIÓN
Oh
Tierna, compasiva y Fiel esposa de nuestro Señor Jesucristo Crucificado, Santa
Clara de la Cruz, a quien, apareciendo la Santísima Virgen con su dulcísimo Hijo
en los brazos, deseando tu recibirle para tenerlo en los tuyos, el bellísimo
Niño se recató y escondió en el regazo de su Santísima Madre, porque no quería
desposarse contigo, Niño tierno, dulce, delicado, sino Varón de Dolores, quería
ser para ti el esposo de la Sangre que grabado y esculpido en tu corazón, te hiciese
participante de sus dolores, y que tu vida fuiste una perpetua compasión de su
penosísima muerte: ¡Oh! corazón tuyo, Clara Bendita, tanto más feliz, cuanto más
adolorido y atormentado ¡Oh Corazón! que podían envidiar los Ángeles de paz,
para estarle en la misma bienaventuranza, doliendo y llorando amargamente la
Pasión y Muerte de Jesús, y pues tu ¡Oh Clara! fuiste en este don tan singular,
pide amantísima Esposa al Dios de tu corazón, que me quite este corazón de
piedra y me dé un corazón de carne, que sepa sentir lo que solo debe sentirse,
la muerte de mi dulcísimo Redentor, vuelva yo en mi, despierte de mi ingratitud,
deponga mi dureza, deje mi insensibilidad, sienta a lo menos en mi corazón un
dolor de que en el cuerpo y en el alma, tanto padeció por mí: ¡Oh pacientísimo
bien mío! ¡Oh amor mío Crucificado! todos los dolores que padeciste, de mi los
quitaste, son míos, vuélveme uno de tantos, un dolor, un sentimiento, una
compasión, que haga estar siempre Crucificado contigo. Sea así mi buen Jesús,
por los ruegos de tu santa Esposa Clara, para que compadeciendo contigo, sea
contigo glorificado. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
¡Oh
felicísima y Bienaventurada Virgen Clara! en cuyo virginal corazón, hizo
Jesucristo un calvario de delicias en no padecer, sino gozar una crucifixión
dulce, una crucifixión agradable, una crucifixión amorosa, en tu amantísimo
corazón gozó Jesús pasión sin penas, tormentos sin dolor, heridas sin sangre,
clavos sin martirio, cruz sin agonía, expiración sin muerte, en tu corazón la
Cruz es dulce, dulces los clavos, dulces las espinas, dulce la hiel y hasta la
lanza, no era cruel, sino dulce, porque de tu corazón amantísimo se tomaron los
instrumentos de tan dulce y amorosa Pasión, en tu corazón, Oh Virgen Clara,
buscó y halló Jesús el desagravio de los ingratísimos mortales, que le
retributamos males por bienes, odio por su dilección, tú, sintiendo siempre sus
dolores, compadeciendo sus penas, correspondiendo su amor, agradeciendo sus
beneficios, le hiciste dulce aquella muerte de Cruz, que grabó y esculpió en tu
corazón ¡Oh Virgen Santa! ¡Oh Virgen felicísima! duelante nuestra ingratitud,
sino por lo que tiene en nosotros de miseria y de culpa, por lo que tienes
contra tu Divino Esposo de ofensas. Yo, yo el más ingrato de todos sus
redimidos, desleal, desconocido, no he empleado toda mi vida en agradecerle, en
darle gracias, por haberme redimido con su Preciosa Sangre, y lo que
inmensamente más enorme ingratitud, después de redimidos me he vuelto a ser esclavo
del demonio por las culpas, pensando y conociendo que ello es repeler, desechar,
malograr, aquel precio infinito de mi Redención, tú, Virgen Santa, postrada
ante el soberano acatamiento de tu dulcísimo Jesús, ruega, pide, insta, que perdonándome
su Divina Majestad esta injuria, me inspire un perpetuo recuerdo, me excite, me
mueva aun digno agradecimiento al inmenso beneficio de mi redención, que de
aquí en adelante no viva para mí, sino para aquel amantísimo Redentor, que
murió por mí, que todo lo que siento, lo que muevo, lo que pienso, lo que
hablo, lo que obro, lo que vivo, y lo que soy, sea todo a obsequio, a honra, a alabanza,
a gloria de mi dulcísimo Jesús, de mi amantísimo Redentor. Amén.
DÍA
NOVENO
ORACIÓN
¡Oh
Virgen escogida y especialmente amada de Dios! pues aquel Señor que hace
señalada y selladamente los corazones humanos que no selló el tuyo con otro
sello que el de su Unigénito Hijo Crucificado, bendigo, alabo, glorifico a aquel
Señor que obró en ti un tan nunca visto milagro, y te hizo un tan nunca oído
beneficio, y a ti, Virgen Santa, te alabo y te bendigo en Dios, que
correspondiendo tan exactamente estos dones, estos favores del altísimo, no
solo tuviste el alma Crucificada con Cristo, sino que también en la Cruz de Cristo
clavaste y crucificaste la carne, con todos sus vicios, sus apetitos, sus
pasiones y deseos, llorando en tu corazón la muerte de Cristo, y manifestando
en la mortificación de tu cuerpo la misma vida de Cristo, queriendo Dios que tu
penitencia y austeridad, fuese ejemplo de las almas religiosas que se abrasan
con la Cruz y confusión de los mundanos, que amando las delicias, son enemigo
de la Cruz: Ruégote pues, ¡Oh Ilustre Virgen! que intercedas por mi con tu
dulcísimo esposo, mi Señor Jesucristo, para que por los méritos de su Santísima
Pasión y muerte, me conceda las virtudes que por esta novena le he pedido, fe,
esperanza y caridad, aborreciendo el pecado, el santo temor de Dios, la compasión
de sus dolores y muerte, el agradecimiento al beneficio de la Redención, y el amor
a la Cruz de la mortificación. Y tú, dulcísimo bien mío crucificado,
poderosísimo Imán de los corazones, que desde la Cruz atraes a todas las cosas,
atrae a mi corazón, atrae mi alma, atrae mis potencias y sentidos, úneme a ti
por gracia, para que con tu amada y escogida esposa Santa Clara, con todos los
bienaventurados con la Santísima Virgen María, tu Madre, te alabe y bendiga,
por toda la eternidad en la gloria. Amén.
O.
S. C. S. M. E. C. A. R.
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