DÍA
VIGÉSIMO OCTAVO
SAN
JOSE, CABEZA DE LA SAGRADA FAMILIA
San
José es Padre de Jesús, su padre legal, su padre adoptivo, su padre nutricio. Como
padre, San José cuida de Jesús, trabaja para sustentarlo, lo defiende aún con
riesgo de su vida; él sustenta, asimismo a la Madre divina, la alivia y la protege.
¡Con qué humildad impone sus órdenes a Aquél a quien reconoce por su Creador y
Salvador! Esto lo cumple porque sabe que entra en los designios del Padre
celestial; lo mismo que debía hacer más tarde San Juan Bautista. ¡Con qué
humildad hablaba a la Santísima Virgen, que era soberana suya en su calidad de
Madre de Dios! He ahí los sentimientos que deben caracterizar mi vida: debo
mirar a los sacerdotes como miraba San José a Nuestro Señor; en mi prójimo debo
también ver a Jesucristo; y en las mujeres a la Santísima Virgen. Debo con
Jesús, honrar a San José como mi Padre. Nuestro Señor le daba tan hermoso
título; cumpliendo cerca de él todos los deberes do hijo, lo honró, lo sirvió y
amó como tal. También yo lie de hacer lo mismo. San José es mi acabado modelo.
Debo vivir de su vida, de sus virtudes, de su espíritu, porque mi vocación
tiene gran semejanza con la de este gran santo. Ahora bien, ¿con qué espíritu
sirvió San José a Jesús y a María? Con amor, porque conocía la divinidad de
Jesús y las excelencias de Mana. Su alma inundada de gracias y de luces, no
alcanzaba a agradecer suficientemente al Padre celestial, por haberse dignado
asociarlo a tan sublimes y santos misterios. San José se humillaba profundamente
a la vista de su indignidad. Se ofrecía con gozo y sin reserva a cumplir en
toda la santa voluntad de Dios. Se consagró con alegría y heroica abnegación al
servicio de Jesús y de María, sin tener en cuenta los sacrificios que esto pudiese
reclamar. Pues bien, alma mía, lie ahí tu senda. Tú participas de los honores
del Patriarca: comparte asimismo su humildad; tanto más que no eres justa, ni
perfecta como él. Sirve a Jesús y por Jesús sirve a tus hermanos, con la misma
abnegación que San José. San José ha de ser mi protector. Yo soy un hijo suyo
bien pobre, débil y enfermizo. Sin embargo, ya que continúo su misión cerca de
Jesús en la tierra, me ha de ayudar a cumplirla con él y como él. San José ha
de ser el padre de la Congregación del Santísimo Sacramento; la cabeza de su
familia eucarística y el modelo de todo adorador, que desea ser grato a Jesús y
servirle según su Corazón.
Aspiración: No
permitas ¡oh San José! que jamás seamos privados del Pan de vida.
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