lunes, 21 de junio de 2021

TERCER DOMINGO DE MES A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

 


TERCER DOMINGO DE MES

CONSAGRADO A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

Tomado del Manual del Devoto del Perpetuo Socorro


CONSAGRACIÓN A NUESTRA SEÑORA DEL PERPETUO SOCORRO

(Que ha de renovarse todos los meses, después de la comunión o durante el día)

¡Oh María! ya que, para inspirarme confianza, habéis querido llamaros Madre del Perpetuo Socorro, yo N. N. aunque no merezco pertenecer al dichoso número de vuestros siervos, deseando, sin embargo, participar de los copiosos efectos de vuestra misericordia, postrado ante vuestro trono, os consagro mi entendimiento, para que piense siempre en el amor que merecéis, os consagro mi lengua, para que alabe vuestras excelsas prerrogativas, y propague vuestra devoción, y os consagro mi corazón, para que os ame, después de Dios, sobre todas las cosas. Recibidme ¡Oh gran Reina! en el afortunado número de vuestros siervos, acogedme bajo vuestra protección, socorredme en todas mis necesidades espirituales, y especialmente en los grandes peligros de mi agonía ¡Oh Madre del Perpetuo Socorro! Sabiendo yo que me amáis más de lo que yo mismo me amo, os constituyo Señora y Dueña absoluta de todas mis cosas y de mi vida, para que, como de cosa vuestra, dispongáis de mi y de cuanto me pertenece como os agrade. Bendíceme ¡Oh Madre mía! y con vuestra poderosa intercesión, fortaleced mi flaqueza, a fin de que, sirviéndoos fielmente en esta vida, pueda alabaros, amaros y daros gracias en el cielo por toda la eternidad.

Jaculatoria: ¡Oh Madre del Perpetuo! Rogad por mí.

Sea amada, sea alabada, sea invocada, sea eternamente bendita ¡Oh Virgen del Perpetuo Socorro! mi esperanza, mi amor, mi Madre, mi refugio y mi vida. Amén.

 

CONSAGRACIÓN A SAN ALFONSO

¡Oh celosísimo Doctor de la Iglesia, San Alfonso! Yo, N. N. aunque indigno de ser vuestro siervo, animado de vuestra gran bondad y del deseo de serviros, en presencia de la Santísima Trinidad, del Ángel de mi guarda y de toda la corte celestial, os reconozco por Padre, Maestro y especial Abogado mío, después de María Santísima, y propongo firmemente serviros siempre y hacer cuanto me sea posible para que de otros seáis también servido. Por lo cual os suplico que, por el amor que tenéis a Jesús y a María, me recibáis en el número de vuestros devotos, y me protejáis como a siervo vuestro. Alcanzadme la gracia de imitar vuestras virtudes, y adelantarme así en la senda de la perfección cristiana. Obtenedme especialmente la gracia del desprendimiento de todas las criaturas, una tierna y constante devoción a Jesús Sacramentado y a María Santísima, el espíritu de oración y un deseo ardiente de la salvación de mi alma.

Acepta esta mi voluntaria servidumbre. Asistidme durante mi vida y particularmente en la hora de mi muerte, para que, después de haberos honrado y servido sobre la tierra, merezca gozar con Vos en el reino de los Cielos por toda la eternidad. Amén.

 

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