EL
SANTO ESCAPULARIO ROJO DE LA PASIÓN DE N. S. JESUCRISTO
Tomado del Manual “Los Escapularios” para
uso de los sacerdotes y de los fieles
Compuesto por el R. P. Fray José
Buenaventura
(T. O. S. F.)
Con licencia del Ordinario
Barcelona, España, por los Herederos de Juan
Gili. Editores
Año de 1906
ORÍGENES
Sor Apolonia Andriveau (Andrivó) nació en Saint Pourqain, diócesis de Moulins, en Francia, el 7 de mayo de 1810. Dióle su familia, que estaba en una posición desahogada, una educación brillante: aprendió a escribir con elegante facilidad, hablaba diversas lenguas, y cultivó finalmente, con bastante éxito, la música y la pintura. Con tales prendas, natural era que le atrajesen los halagos del siglo; más el llamamiento de Dios hízose oír en su corazón, y en 1833, a los 23 años, ansiando únicamente servir a Jesús y a los pobres, despidióse del mundo para entrar en la Compañía de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl. Durante el tiempo de su formación religiosa, admiraron sus compañeras la amabilidad de su carácter, su modestia y la dulce alegría que manifestaba en las recreaciones; y, habiendo revestido el hábito, fué enviada a la casa de Caridad de la parroquia de San Juan, de Troyes, en donde estuvo 38 años, siendo sucesivamente encargada de una clase, de la visita de los pobres y del cuidado de la capilla.
«Sor Apolonia me parecía—escribe una de sus compañeras—como una visión celestial; en la capilla parecía completamente abismada en Dios... así es que nunca la veía o le hablaba sin experimentar un gran sentimiento de respeto y afecto». El venerable capellán de la casa de Caridad de Troyes dice que «Dios había dado a Sor Apolonia todas las distinciones del espíritu y todas las cualidades del corazón. Su profunda humildad hacíale siempre buscar el último puesto, pero cuanto más ella se hacía pequeña tanto más su superioridad brillaba. Dios y los pobres, he aquí la gran pasión de su vida, amor que había bebido en su ardiente devoción a Jesús Sacramentado... Su actitud ante el Crucifijo y ante el Tabernáculo era la más elocuente de sus predicaciones. Su salud era débil. Grandes sufrimientos aceptados con heroica resignación la prepararon a las maravillosas apariciones de Nuestro Señor Jesucristo».
En
la octava de la fiesta de San Vicente de Paúl, 26 de julio de 1846, por la tarde,
Sor Apolonia fué honrada con una aparición de Nuestro Señor Jesucristo. «Yo
había subido a la capilla—dice ella misma—antes de la Bendición del Santísimo,
y creí ver a Nuestro Señor teniendo en la mano derecha un escapulario
escarlata, suspendido de dos cintas de lana del mismo color; por un lado,
estaba representado el mismo Jesucristo Crucificado, y al pie de la Cruz se
hallaban los más dolorosos instrumentos de la Pasión: el azote del pretorio, el
martillo, la túnica que cubrió su cuerpo ensangrentado... Había alrededor del
Crucifijo un letrero que decía: Santa Pasión de N. S. J. C. salvadnos. Al otro
extremo de la cinta, la misma tela hallábase cubierta con las imágenes de su
Sagrado Corazón y del de su Santísima Madre; una cruz colocada en medio parecía
escaparse de los dos corazones; al rededor se leía: Sagrados Corazones de Jesús
y de María, protegednos».
«Un
domingo por la tarde—dice ella en otra parte—estaba yo haciendo el Vía crucis.
A la décima tercia estación, parecióme que la Santísima Virgen depositaba en
mis brazos el sagrado cuerpo de nuestro adorable Maestro, y que me decía: El
mundo se pierde porque no piensa en la Pasión de Jesucristo; haz todo lo
posible porque piense en ella; haz todo lo posible porque se salven...
La
aparición de Nuestro Señor Jesucristo teniendo en la mano el escapulario de su
Pasión, renovóse muchas veces; fué una de ellas el día de la Exaltación de la
Santa Cruz, 14 de septiembre de 1846, y Sor Apolonia creyó oír de Nuestro Señor
estas consoladoras palabras: Los que lleven este escapulario recibirán todos
los viernes grande aumento de fe, esperanza y caridad. Hízole alguien notar á
la hermana la grande dificultad que habría en hacer aprobar el escapulario, y
ella respondió: «Nuestro divino Salvador desea que se establezca el escapulario
de la Santa Pasión; Él sabrá bien, en un instante que sólo Él conoce, allanar todas
las dificultades, y hacer del precioso día de su muerte un día especial y
enriquecido de los tesoros de la Santa Iglesia».
Desde
principios del año de 1845, Sor Apolonia recibía de Nuestro Señor
extraordinarios favores; y a partir de 1846, vióse en comunicaciones íntimas
con nuestro adorable Maestro, en las cuales fuéronle casi siempre representadas
las diferentes escenas de la Pasión de la divina Víctima. El Superior General
que entonces dirigía la Congregación de los Misioneros de San Vicente de Paúl y
la de las Hijas de la Caridad, era un hombre de grande prudencia; y como las
gracias de que Sor Apolonia era favorecida parecíanle de un carácter
sobrenatural extraordinario, en un viaje que hizo a Roma en 1847, sintióse
movido a comunicar al Sumo Pontífice el secreto de que era confidente. Pío IX
juzgó aquellos favores dignos de su atención; y por Breve de 25 de junio de
1847, autorizó a los sacerdotes de la Congregación de la Misión para bendecir e
imponer a los fieles el Escapulario (rojo) de la Pasión de N. S. J. C. y de los
Sagrados Corazones de Jesús y María, concediéndole al mismo tiempo preciosas
indulgencias. Por otro Breve de 21 de marzo de 1848, y a petición del Superior
General de los Lazaristas, Pío IX concedió a los que visten dicho escapulario
una indulgencia plenaria cada viernes del año, si, además de las condiciones
ordinarias, meditan por algún tiempo la Pasión del Salvador.
Con
la misma fecha autorizó al Superior de los Lazaristas y a sus sucesores para
delegar en cualquier sacerdote, regular o secular, la facultad de bendecir el
escapulario rojo e imponerlo a los fieles. El 1. ° de julio de 1850, dignóse Su
Santidad conceder nuevas indulgencias; y, por último, el 13 de septiembre del
mismo año, extendió la. indulgencia concedida para cada viernes a los fieles
que, estando en ese día moralmente impedidos, cumpliesen con las condiciones
requeridas el domingo siguiente.
Sor
Apolonia murió piadosísimamente el 2o de febrero de 1895, en la casa retiro de
Montolieu, diócesis de Carcasona, habiendo tenido el consuelo de ver la
devoción al escapulario de la Pasión extendida por todo el mundo.
DESCRIPCIÓN
DEL ESCAPULARIO
Es de lana roja, á fin de recordarnos á la vez la sangre divina vertida para lavar nuestros crímenes y el amor que llevó a Jesús a morir por nosotros. En uno de los lados, la imagen de Jesús Crucificado rodeada de los instrumentos de la Pasión y de esta leyenda: «Santa Pasión de N. S. J. C., salvadnos», nos enseña que, por la virtud de sus sufrimientos y de su muerte nos ha dado la vida, y que, conformándonos con nuestra cruz, debemos imitarle.
En
el otro lado su corazón ardiendo de amor, nos revela los secretos de su caridad,
y la imagen del corazón de la Madre de los Dolores nos invita a sufrir todas
las humillaciones, todas las angustias y todas las penas, antes que separarnos
de Jesús, nuestro amor y nuestra vida. Ambos corazones, entre los cuales va
también dibujada una cruz, deben estar rodeados por la inscripción siguiente:
«Sagrados Corazones de Jesús y de María, protegednos». En la parte inferior,
dos ángeles adoran, de rodillas, los Sagrados Corazones.
Las dos cintas o cordones del escapulario deben ser, necesariamente, de lana roja.
INDULGENCIAS
DEL ESCAPULARIO ROJO DE LA PASIÓN
Para
ganarlas, hay que recibir válidamente el escapulario de manos de un sacerdote
de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, o de cualquier otro
presbítero autorizado por el Reverendísimo Superior General.
Los que reciben el escapulario, no por eso
forman parte de ninguna Cofradía. De consiguiente, no es necesario inscribir
los nombres en ningún registro.
PLENARIAS
1.
El día de la recepción del escapulario.
2.
Cada viernes del año, si, además de cumplir con las condiciones ordinarias,
meditan por algún espacio de tiempo la Pasión de Nuestro Señor. (Los que estén
moralmente impedidos para llenar esos requisitos el viernes, pueden ganar la
indulgencia el domingo siguiente).
3.
En el artículo de la muerte.
PARCIALES
1.
Siete años y siete cuarentenas a los que, habiendo comulgado, recen cinco veces
el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria, meditando la Pasión del Salvador.
2.
Tres años y tres cuarentenas cada día del año, a condición de meditar durante
media hora la Pasión de Cristo.
3.
Doscientos días cada vez que, besando contritamente el escapulario, se diga: Te
ergo, qucesumus, tuis famulis subveni, quos pretioso sanguine redemisti. Es
decir: Te suplicamos, Señor, socorras a tus siervos, a quienes con tu
preciosa Sangre redimiste.
LAVS DEVS
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