VISITA,
CORONA Y JACULATORIA AL SEÑOR CRUCIFICADO
QUE, CON LA ADVOCACIÓN DE LAS MISERICORDIAS, SE VENERA EN LA IGLESIA PARROQUIAL DEL CORPUS CHRISTI DE TLALNEPANTLA
La
ofrece a sus feligreses el Sr. Pbro. D. Pedro Ocampo, cura propio de su
doctrina
México
Tip.
de la Tes. de A. Vanegas Arroyo, 2ª. de Santa Teresa 10.
año de 1920
El
Ilmo. Sr. D. Fr. José María de Jesús Belauzarán, dignísimo Obispo de Monterrey,
por si y por la hermandad con los Ilmos. Sres. Obispos de Puebla, Michoacán,
etc. concede: 200 días de indulgencias, por cada palabra que se rece de esta
Visita, dedicada al Señor de las Misericordias de la Parroquia de Tlalnepantla.
a los 30 días de abril de 1836.
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
mío Jesucristo crucificado, que pendiente en la cruz nos dais una prueba
auténtica de tus grandes misericordias, porque esos brazos divinos, abiertos ¿Qué
otra cosa manifiesta, sino que cual Padre misericordioso abrazarás al hijo
pródigo, siempre que reconozca sus yerros y miserias? los cuatro extremos de la
Cruz, única esperanza del pecador ¿no manifiestan que tu sangre preciosa se ha
derramado, por tu grande misericordia, a favor de todos los hombres que habitan los cuatro puntos del mundo? Toda
tu vida divina y celestial, es un conjunto de misericordias, pues no por otra
cosa bajaste al mundo, naciste del purísimo vientre de tu Santísima Madre,
fuiste cargado de oprobios, y, por último, crucificado entre dos ladrones,
sufriendo una muerte afrentosa y cruel, sino por tu grande misericordia. La
reconozco Dios mío, y me mueve más tu bondad, que tu eterna justicia. ¡Ojalá
que la reconociera dignamente! pero ya que este vaso de barro deleznable se ha
desecho en el lago inmundo de los vicios, quiero lavarme en tu Preciosa Sangre ¡Que
confianza tengo Dios mío, en tus grandes misericordias! Aun este primer impulso
de mi corazón, reconozco que no lo puedo tener si no es por tu grande
misericordia, y para manifestarte que yo ya soy otro, y no el mismo, (como
decía San Agustín) detesto todos mis pecados y las ocasiones de ofenderte, y me
pesa Jesús mío, que tan tarde reconozca tus grandes misericordias, pero eres tan
sumamente bueno, que recibiste al Buen Ladrón, que, en la últimas, te pidió tu
misericordia. Me anima, Dios mío, ver a la Magdalena y a la Samaritana, que al
instante de verte te pidieron misericordia, les diste el consuelo. Pues aquí
tienes, Dios mío al hijo pródigo, que, reconociendo sus miserias, vuelve a la
casa de su padre amoroso. Aquí tienes al publicano, que no osando levantar sus
ojos, hiriendo su pecho, te pide humildemente el perdón de sus culpas.
Misericordia Jesús mío, que yo prometo en lo de adelante no volver a ofenderte ¿no
es lo que tu quieres? ¿no es lo único que me pides? Pues eh cumplido, Dios mío,
y por tanto espero de tu grande misericordia, me perdones mis pecados, y me des
gracia para que caminando arreglado a tu santa y divina ley, persevere hasta el
último instante de mi vida. Amén.
ORACIÓN
¡Oh
mi Jesús, fuente inagotable de tus misericordias! cuando yo levanto mi vista y
miro tu adorable cuerpo, despidiendo sangre por todas partes, cuando advierto
las injurias, blasfemias, irrisiones que te dirigen los infames verdugos que hicieron
el horrendo crimen de crucificarte, quisiera pedirte, como Pedro, que bajase
fuego del cielo, que redujera a cenizas a los hombres bárbaros que cometieron
semejante iniquidad, pero me acuerdo que tus grandes misericordias, que no
quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. ¡Ah Jesús mío!
cuando te veo levantar tus divinos ojos, y que recogiendo los últimos alientos
que te dejó la crueldad de tus verdugos, no haciendo aprecio de sus iniquidades,
abres tu divina boca y dices a tu Padre Celestial: “Padre, perdónales, porque
no saben lo que hacen” quedo enajenado de tus grandes misericordias. A esto me
acojo, Jesús mío, perdóname, porque no supe lo que hice, yo fui un insensato en
ofenderte, pero procuraré en adelante, enmendar mis desvaríos, y confío en tu
grande misericordia, me alumbres y muevas mi voluntad, para agradarte y
servirte. Amén.
-Aquí
se rezan tres credos en memoria de las tres horas que estuvo Jesús pendiente en
la Cruz.
CORONA
El
modo de rezarla es el siguiente:
Por
la señal ✠
de la Santa Cruz, de nuestros ✠
enemigos, líbranos Señor ✠
Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠,
y del Espíritu Santo. Amén.
L/:
Señor, abrirás mis labios
R/: Y
mi boca proclamará tu alabanza.
L/:
Dios mío, ven en mi auxilio.
R/:
Señor, date prisa en socorrerme.
L/:
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R/:
Como
era en un principio, ahora y siempre, y en todos los siglos de los siglos.
Amén.
-Un
Padre nuestro y diez veces:
L/:
Aplaca, Señor, tu ira
Tu
justicia y tu rigor.
R/: Dulce
Jesús de mi vida,
Misericordia,
Señor.
-Al
final de la decena se dice un Gloria Patri.
-De esta forma se rezan los tres decenarios, en el último decenario, al finalizar el Gloria Patri, se rezan tres veces más la jaculatoria: “Aplaca, Señor tu ira” para completar el número treinta y tres, en memoria de los treinta y tres años que vivó entre los hombres Nuestro Señor Jesucristo.
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