viernes, 2 de julio de 2021

VISITA AL SEÑOR DE LAS MISERICORDIAS DE TLALNEPANTLA

 

VISITA, CORONA Y JACULATORIA AL SEÑOR CRUCIFICADO

QUE, CON LA ADVOCACIÓN DE LAS MISERICORDIAS, SE VENERA EN LA IGLESIA PARROQUIAL DEL CORPUS CHRISTI DE TLALNEPANTLA

La ofrece a sus feligreses el Sr. Pbro. D. Pedro Ocampo, cura propio de su doctrina

 

México

Tip. de la Tes. de A. Vanegas Arroyo, 2ª. de Santa Teresa 10.

año de 1920

 

El Ilmo. Sr. D. Fr. José María de Jesús Belauzarán, dignísimo Obispo de Monterrey, por si y por la hermandad con los Ilmos. Sres. Obispos de Puebla, Michoacán, etc. concede: 200 días de indulgencias, por cada palabra que se rece de esta Visita, dedicada al Señor de las Misericordias de la Parroquia de Tlalnepantla.  a los 30 días de abril de 1836.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo crucificado, que pendiente en la cruz nos dais una prueba auténtica de tus grandes misericordias, porque esos brazos divinos, abiertos ¿Qué otra cosa manifiesta, sino que cual Padre misericordioso abrazarás al hijo pródigo, siempre que reconozca sus yerros y miserias? los cuatro extremos de la Cruz, única esperanza del pecador ¿no manifiestan que tu sangre preciosa se ha derramado, por tu grande misericordia, a favor de todos los hombres  que habitan los cuatro puntos del mundo? Toda tu vida divina y celestial, es un conjunto de misericordias, pues no por otra cosa bajaste al mundo, naciste del purísimo vientre de tu Santísima Madre, fuiste cargado de oprobios, y, por último, crucificado entre dos ladrones, sufriendo una muerte afrentosa y cruel, sino por tu grande misericordia. La reconozco Dios mío, y me mueve más tu bondad, que tu eterna justicia. ¡Ojalá que la reconociera dignamente! pero ya que este vaso de barro deleznable se ha desecho en el lago inmundo de los vicios, quiero lavarme en tu Preciosa Sangre ¡Que confianza tengo Dios mío, en tus grandes misericordias! Aun este primer impulso de mi corazón, reconozco que no lo puedo tener si no es por tu grande misericordia, y para manifestarte que yo ya soy otro, y no el mismo, (como decía San Agustín) detesto todos mis pecados y las ocasiones de ofenderte, y me pesa Jesús mío, que tan tarde reconozca tus grandes misericordias, pero eres tan sumamente bueno, que recibiste al Buen Ladrón, que, en la últimas, te pidió tu misericordia. Me anima, Dios mío, ver a la Magdalena y a la Samaritana, que al instante de verte te pidieron misericordia, les diste el consuelo. Pues aquí tienes, Dios mío al hijo pródigo, que, reconociendo sus miserias, vuelve a la casa de su padre amoroso. Aquí tienes al publicano, que no osando levantar sus ojos, hiriendo su pecho, te pide humildemente el perdón de sus culpas. Misericordia Jesús mío, que yo prometo en lo de adelante no volver a ofenderte ¿no es lo que tu quieres? ¿no es lo único que me pides? Pues eh cumplido, Dios mío, y por tanto espero de tu grande misericordia, me perdones mis pecados, y me des gracia para que caminando arreglado a tu santa y divina ley, persevere hasta el último instante de mi vida. Amén.

 

 

ORACIÓN

¡Oh mi Jesús, fuente inagotable de tus misericordias! cuando yo levanto mi vista y miro tu adorable cuerpo, despidiendo sangre por todas partes, cuando advierto las injurias, blasfemias, irrisiones que te dirigen los infames verdugos que hicieron el horrendo crimen de crucificarte, quisiera pedirte, como Pedro, que bajase fuego del cielo, que redujera a cenizas a los hombres bárbaros que cometieron semejante iniquidad, pero me acuerdo que tus grandes misericordias, que no quieres la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. ¡Ah Jesús mío! cuando te veo levantar tus divinos ojos, y que recogiendo los últimos alientos que te dejó la crueldad de tus verdugos, no haciendo aprecio de sus iniquidades, abres tu divina boca y dices a tu Padre Celestial: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” quedo enajenado de tus grandes misericordias. A esto me acojo, Jesús mío, perdóname, porque no supe lo que hice, yo fui un insensato en ofenderte, pero procuraré en adelante, enmendar mis desvaríos, y confío en tu grande misericordia, me alumbres y muevas mi voluntad, para agradarte y servirte. Amén.

 

-Aquí se rezan tres credos en memoria de las tres horas que estuvo Jesús pendiente en la Cruz.

 

 

CORONA

El modo de rezarla es el siguiente:

 

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

  

L/: Señor, abrirás mis labios

R/: Y mi boca proclamará tu alabanza.

 

L/: Dios mío, ven en mi auxilio.

R/: Señor, date prisa en socorrerme.

 

L/: Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.

R/: Como era en un principio, ahora y siempre, y en todos los siglos de los siglos. Amén.

 

-Un Padre nuestro y diez veces:

 

L/: Aplaca, Señor, tu ira

Tu justicia y tu rigor.

 

R/: Dulce Jesús de mi vida,

Misericordia, Señor.

 

-Al final de la decena se dice un Gloria Patri.

 

-De esta forma se rezan los tres decenarios, en el último decenario, al finalizar el Gloria Patri, se rezan tres veces más la jaculatoria: “Aplaca, Señor tu ira” para completar el número treinta y tres, en memoria de los treinta y tres años que vivó entre los hombres Nuestro Señor Jesucristo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...