sábado, 3 de julio de 2021

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD DE PÁTZCUARO

NOVENA EN OBSEQUIO DE LA GRAN MADRE DE DIOS Y REINA DE LOS ÁNGELES, NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD

QUE SE VENERA EN SU PRODIGIOSA IMAGEN EN LA CIUDAD DE PÁTZCUARO, DEL OBISPADO DE MICHOACÁN

 

Compuesta por un sacerdote de la Compañía de Jesús

Reimpresa en el Real Colegio de San Ignacio de Puebla. Año de 1707

 

La primera diligencia para hacer con fruto esta novena, que tan agradable es a Nuestra Señora de la Salud, será purificar el alma con una buena confesión, comulgar a lo menos el primer y último día, si se puede, oír misa y dar una limosna, o hacer alguna obra de misericordia corporal o espiritual. Lo segundo, concebir una gran confianza en Nuestra Señora de la Salud, pues como dijo la misma Santísima Señora a Dña. Josefa Gallegos, a quien repetidas veces le habló en su Santa Imagen, según consta en su vida: “Jamás se le había pedido con fé una cosa conveniente en bien común o particular, que no hubiese sido concedida, pero que no ocurriera con la debida confianza en sus congojas” Con esta confianza pues, te pondrás en presencia de Nuestra Señora, y con la mayor atención, reverencia y humildad, haz el acto de contrición siguiente:

 

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Soberana Emperatriz de los Ángeles, y Purísima Madre de la Salud, pues lo eres de mi Señor Jesucristo, que quiso ser nuestra salud y vida, derramando su preciosa sangre, más que a fuerza de tormentos, a impulso de mis culpas, a mi me pesa de lo íntimo de mi corazón de haber despreciado con mis ingratitudes la salud, que me ofreces en tu Santísimo Hijo, mi Señor Jesucristo. Y propongo con todas las veras de mi corazón nunca más pecar. Y humildísimamente te pido, por tu mismo Santísimo Hijo, y por los gozos que tuviste cuando encarnó en tu Vientre Purísimo, me alcances de su misericordia, con el perdón de mis pecados, la salud de mi alma. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Purísima Virgen María, que con razón eres aclamada por Madre y Señora de la Salud, pues no incurriste en la culpa de nuestro primer Padre, de que se originaran las enfermedades de alma y cuerpo, antes bien, fuiste concebida en los candores de la Divina Gracia, como Madre de Dios y Co-Redentora de los hombres. Y pues es tu inmensa grandeza y dignidad, tienes tan fuertes motivos para amar tiernamente a los pecadores, ¿cómo no me ha de amparar tu poderosísimo patrocinio? ¿Y como podrá ser, que teniendo yo en ti una Madre tan dulce, tan misericordiosa, no te muestres mi Madre? Bien conozco, que no lo merezco, por haber sido tan mal hijo tuyo, pero sabes también, Madre piadosísima, que no necesitan de salud y necesitan de salud y remedio, sino los malos y miserables como yo. Yo, que, en mis mismas miserias, te ofrezco ocasión de que muestres tus misericordias, y te acredites más y más por Señora de la Salud, alcanzándome por los méritos de tu Santísimo Hijo, la salud de alma y cuerpo, y el favor que te pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque fuiste concebida no solo en gracia, más también en gloria, con la cual no se compadece enfermedad alguna de alma ni de cuerpo, y te suplico humildemente, que no permitas el que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, y alumbrados como Astro benignísimo, para que conozcan y amen al que, derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre y por la leche de tus virginales pechos, alcánzales perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las almas del Purgatorio, y a ser nuestra salud, amparo y medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que, por tu medio, consigamos todos la salud eterna. Amén.

 

-Aquí se rezan siete Aves Marías, diciendo antes de cada una: “Reina de los Ángeles, muestra que eres Madre” y al final del último Ave María, se dice el Gloria Patri y luego se prosigue con esta:

 

 

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS

Emperatriz excelsa del Universo, Purísima María, si por nombre de Salud se entienden los bienes todos de gracia y naturaleza, espirituales y corporales, justamente sois venerada por Madre y Señora de la Salud, pues como Madre, Hija y Esposa del Altísimo, sois arbitra del Corazón Divino, la Tesorera de sus riquezas, la Dispensadora de sus mercedes, y el Instrumento universal por donde se comunica la Divina Misericordia. Y así sería yo mi mayor enemigo, si no recurriera a Vos en todas mis necesidades. Y más cuando vuestro Divino Hijo quiere que recurra a Vos como a Madre y Tribunal de Misericordia. Con esta fe pues, y con la confianza de que ninguno que ha recurrido a ti ha sido desamparado, a ti me acojo ¡Oh Señora y Madre de la Salud! de ti me amparo ¡Oh Virgen, consuelo de los afligidos! ante ti me postro ¡Oh Reina de los Ángeles! Y pues eres Madre de Dios y nuestra Salud, bien y refugio de pecadores, no desprecies mis súplicas, sino antes despáchalas benignamente por Jesucristo tu Hijo. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque concebiste por obra del Espíritu Santo al Hijo de Dios, y lo trajiste en tus virginales entrañas por nueve meses, alimentándolo con tu sangre purísima. Por lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

DÍA TERCERO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque pariste al Hijo de Dios y tuyo, para bien y salud de los hombres, lo viste celebrado por los ángeles, y adorado por los pastores y reyes. Por lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

DÍA CUARTO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque ofreciste a tu santísimo Hijo, a los ocho días de nacido, a los rigores de la crucifixión, para que derramase las primicias de su Preciosa Sangre, en beneficio y salud de los hombres. Por lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

DÍA QUINTO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, por que presentaste en el Templo a tu Santísimo Hijo, como agradable sacrificio al Eterno Padre, para remedio y salud de los hombres. Por lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

DÍA SEXTO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque con muchos trabajos, pobrezas e incomodidades, llevaste ocultamente a Egipto a tu Santísimo Hijo, por libertarlo del impío Herodes, y conservanos nuestra salud. Por lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque habiendo perdido a tu dulcísimo Jesús, lo buscaste con el mayor dolor y vigilancia, enseñándonos el esmero con que debemos solicitar y guardar la salud del alma, que hemos perdido tantas veces con nuestras culpas. Por este dolor te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

DÍA OCTAVO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque a tu Hijo Santísimo, Jesús, sentenciado y condenado a muerte por amor y salud de los hombres, lo asiste al pie de la Cruz con fortaleza, y animo invencible en todos sus tormentos, Pasión y Muerte. Por estos dolores agudísimos, te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

ORACIÓN

Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque después de haber obrado nuestra salud tu Santísimo Hijo, con su afrentosa muerte, recibiste en tus tiernos brazos su destrozado cuerpo, recostándolo amorosísimamente en tu seno materno, mirando con inmenso dolor sus llagas, herida y cardenales que dividían tu santísima Alma. Por este dolor, y por el que sentiste cuando te lo arrancaron de tus brazos santísimos para sepultarlo, te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.

 

 

 

AD MAIOREM DEI GLORIAM

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...