NOVENA EN OBSEQUIO DE LA GRAN MADRE DE DIOS Y REINA DE LOS ÁNGELES, NUESTRA SEÑORA DE LA SALUD
QUE
SE VENERA EN SU PRODIGIOSA IMAGEN EN LA CIUDAD DE PÁTZCUARO, DEL OBISPADO DE
MICHOACÁN
Compuesta
por un sacerdote de la Compañía de Jesús
Reimpresa
en el Real Colegio de San Ignacio de Puebla. Año de 1707
✠
La
primera diligencia para hacer con fruto esta novena, que tan agradable es a
Nuestra Señora de la Salud, será purificar el alma con una buena confesión,
comulgar a lo menos el primer y último día, si se puede, oír misa y dar una
limosna, o hacer alguna obra de misericordia corporal o espiritual. Lo segundo,
concebir una gran confianza en Nuestra Señora de la Salud, pues como dijo la
misma Santísima Señora a Dña. Josefa Gallegos, a quien repetidas veces le habló
en su Santa Imagen, según consta en su vida: “Jamás se le había pedido con
fé una cosa conveniente en bien común o particular, que no hubiese sido
concedida, pero que no ocurriera con la debida confianza en sus congojas”
Con esta confianza pues, te pondrás en presencia de Nuestra Señora, y con la
mayor atención, reverencia y humildad, haz el acto de contrición siguiente:
ACTO
DE CONTRICIÓN
Soberana
Emperatriz de los Ángeles, y Purísima Madre de la Salud, pues lo eres de mi
Señor Jesucristo, que quiso ser nuestra salud y vida, derramando su preciosa
sangre, más que a fuerza de tormentos, a impulso de mis culpas, a mi me pesa de
lo íntimo de mi corazón de haber despreciado con mis ingratitudes la salud, que
me ofreces en tu Santísimo Hijo, mi Señor Jesucristo. Y propongo con todas las
veras de mi corazón nunca más pecar. Y humildísimamente te pido, por tu mismo
Santísimo Hijo, y por los gozos que tuviste cuando encarnó en tu Vientre
Purísimo, me alcances de su misericordia, con el perdón de mis pecados, la
salud de mi alma. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Purísima
Virgen María, que con razón eres aclamada por Madre y Señora de la Salud, pues
no incurriste en la culpa de nuestro primer Padre, de que se originaran las
enfermedades de alma y cuerpo, antes bien, fuiste concebida en los candores de
la Divina Gracia, como Madre de Dios y Co-Redentora de los hombres. Y pues es
tu inmensa grandeza y dignidad, tienes tan fuertes motivos para amar
tiernamente a los pecadores, ¿cómo no me ha de amparar tu poderosísimo patrocinio?
¿Y como podrá ser, que teniendo yo en ti una Madre tan dulce, tan
misericordiosa, no te muestres mi Madre? Bien conozco, que no lo merezco, por
haber sido tan mal hijo tuyo, pero sabes también, Madre piadosísima, que no
necesitan de salud y necesitan de salud y remedio, sino los malos y miserables
como yo. Yo, que, en mis mismas miserias, te ofrezco ocasión de que muestres
tus misericordias, y te acredites más y más por Señora de la Salud,
alcanzándome por los méritos de tu Santísimo Hijo, la salud de alma y cuerpo, y
el favor que te pido en esta novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios. Amén.
DÍA
PRIMERO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque fuiste concebida no solo en
gracia, más también en gloria, con la cual no se compadece enfermedad alguna de
alma ni de cuerpo, y te suplico humildemente, que no permitas el que tu Hijo
Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los
infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo
tuyo, y alumbrados como Astro benignísimo, para que conozcan y amen al que,
derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora,
por esta misma Sangre y por la leche de tus virginales pechos, alcánzales
perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las
almas del Purgatorio, y a ser nuestra salud, amparo y medianera en esta vida, y
especialmente en la hora de la muerte, para que, por tu medio, consigamos todos
la salud eterna. Amén.
-Aquí
se rezan siete Aves Marías, diciendo antes de cada una: “Reina de los Ángeles,
muestra que eres Madre” y al final del último Ave María, se dice el Gloria
Patri y luego se prosigue con esta:
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Emperatriz
excelsa del Universo, Purísima María, si por nombre de Salud se entienden los
bienes todos de gracia y naturaleza, espirituales y corporales, justamente sois
venerada por Madre y Señora de la Salud, pues como Madre, Hija y Esposa del
Altísimo, sois arbitra del Corazón Divino, la Tesorera de sus riquezas, la Dispensadora
de sus mercedes, y el Instrumento universal por donde se comunica la Divina
Misericordia. Y así sería yo mi mayor enemigo, si no recurriera a Vos en todas
mis necesidades. Y más cuando vuestro Divino Hijo quiere que recurra a Vos como
a Madre y Tribunal de Misericordia. Con esta fe pues, y con la confianza de que
ninguno que ha recurrido a ti ha sido desamparado, a ti me acojo ¡Oh Señora y
Madre de la Salud! de ti me amparo ¡Oh Virgen, consuelo de los afligidos! ante
ti me postro ¡Oh Reina de los Ángeles! Y pues eres Madre de Dios y nuestra
Salud, bien y refugio de pecadores, no desprecies mis súplicas, sino antes despáchalas
benignamente por Jesucristo tu Hijo. Amén.
DÍA
SEGUNDO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque concebiste por obra del
Espíritu Santo al Hijo de Dios, y lo trajiste en tus virginales entrañas por
nueve meses, alimentándolo con tu sangre purísima. Por
lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud
y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y
pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos
los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen,
al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora,
por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y
enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del
Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente
en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.
DÍA
TERCERO
ORACIÓN
Amabilísima Reina de los Ángeles, Santísima María, yo
te adoro y reverencio con toda mi alma, como a Madre y Señora de la Salud,
porque pariste al Hijo de Dios y tuyo, para bien y salud de los hombres, lo
viste celebrado por los ángeles, y adorado por los pastores y reyes. Por lo
mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y
Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y
pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos
los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen,
al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora,
por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y
enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del
Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente
en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.
DÍA
CUARTO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque ofreciste a tu santísimo Hijo,
a los ocho días de nacido, a los rigores de la crucifixión, para que derramase
las primicias de su Preciosa Sangre, en beneficio y salud de los hombres. Por
lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud
y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y
pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos
los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que conozcan y amen,
al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora,
por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y
enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del
Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente
en la hora de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.
DÍA
QUINTO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, por que presentaste en el Templo a tu
Santísimo Hijo, como agradable sacrificio al Eterno Padre, para remedio y salud
de los hombres. Por lo mismo te pido humildísimamente, que no permitas que tu
Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo menospreciado de los
infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio del mismo Hijo tuyo,
se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro benignísimo, para que
conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su Sangre, nos redimió con
ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los virginales pechos, a
alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores, perseverancia a los justos,
descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser nuestra Salud, Amparo y Medianera
en esta vida, y especialmente en la hora de la muerte, para que por tu medio
consigamos la salud eterna. Amén.
DÍA
SEXTO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque con muchos trabajos, pobrezas e
incomodidades, llevaste ocultamente a Egipto a tu Santísimo Hijo, por
libertarlo del impío Herodes, y conservanos nuestra salud. Por lo mismo te pido
humildísimamente, que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra,
sea por más tiempo menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora,
como en oprobio del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos
como Astro benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan
liberalmente su Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma
Sangre, y por los virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los
pecadores, perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a
ser nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora
de la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.
DÍA
SÉPTIMO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque habiendo perdido a tu dulcísimo
Jesús, lo buscaste con el mayor dolor y vigilancia, enseñándonos el esmero con
que debemos solicitar y guardar la salud del alma, que hemos perdido tantas
veces con nuestras culpas. Por este dolor te pido humildísimamente, que no
permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo
menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio
del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro
benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su
Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los
virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores,
perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser
nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de
la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.
DÍA
OCTAVO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque a tu Hijo Santísimo, Jesús, sentenciado
y condenado a muerte por amor y salud de los hombres, lo asiste al pie de la
Cruz con fortaleza, y animo invencible en todos sus tormentos, Pasión y Muerte.
Por estos dolores agudísimos, te pido humildísimamente,
que no permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo
menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio
del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro
benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su
Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los
virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores,
perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser
nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de
la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.
DÍA
NOVENO
ORACIÓN
Amabilísima
Reina de los Ángeles, Santísima María, yo te adoro y reverencio con toda mi
alma, como a Madre y Señora de la Salud, porque después de haber obrado nuestra
salud tu Santísimo Hijo, con su afrentosa muerte, recibiste en tus tiernos
brazos su destrozado cuerpo, recostándolo amorosísimamente en tu seno materno,
mirando con inmenso dolor sus llagas, herida y cardenales que dividían tu
santísima Alma. Por este dolor, y por el que sentiste cuando te lo arrancaron de
tus brazos santísimos para sepultarlo, te pido humildísimamente, que no
permitas que tu Hijo Santísimo, Salud y Vida nuestra, sea por más tiempo
menospreciado de los infieles, herejes y pecadores. Mira Señora, como en oprobio
del mismo Hijo tuyo, se llenan de ellos los infiernos, y alúmbralos como Astro
benignísimo, para que conozcan y amen, al que derramando tan liberalmente su
Sangre, nos redimió con ella. Muévete Señora, por esta misma Sangre, y por los
virginales pechos, a alcanzarles el perdón y enmienda a los pecadores,
perseverancia a los justos, descanso a las Almas del Purgatorio, y a ser
nuestra Salud, Amparo y Medianera en esta vida, y especialmente en la hora de
la muerte, para que por tu medio consigamos la salud eterna. Amén.
AD MAIOREM DEI GLORIAM
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