DIA VII
MEDITACIÓN. — MEDIO NECESARIO
Semetipsum exingnivit. (S. Pau. ad PhiliP. 11, 7.)
Se anonadó a sí mismo.
El místico maestro S. Juan de la
Cruz, naciendo alusión al texto de David, Se redujo a la nada, dice que es: Para
que entienda el buen espiritual el misterio de la puerta y del camino para
unirse con Dios, según estas dos partes, sensitiva y espiritual, tanto más se
une a Dios y tanto mayor obra hace, y cuando viniere a quedar resuelto en nada,
que será en la suma humildad, quedará hecha la unión entre cl alma y Dios, que
es cl mayor y más alto estado a que en esta vida se puede llegar.' (Sub. del
Monta Carm. cap. VII.) La Santita nos confirma esta doctrina admirable cuando
nos dice: «Comprendí (en la santa Faz del Señor) como nunca, lo que es la
verdadera gloria. Aquél, cuyo reino no es de este mundo, me enseñó que la única
realeza apetecible consiste en querer ser ignorado g tenido por nada, en poner
su gozo en el desprecio de sí mismo. A semejanza de Jesús, quería yo que mi
rostro permaneciese escondido a todas las miradas, que nadie me conociera en la
tierra; tenia sed de padecer y de ser olvidada.' (Hist. Cap. VII.) Así esta
perfección me parece fácil, veo que basta reconocer su nada y abandonarse como
un niño en los brazos de Dios.
'También me hizo comprender que la
única gloria verdadera es la que ha de durar empre; que para alcanzarla no es
necesario llevar a cabo obras ostentosas, sino esconderse a los ojos de los
demás, y aun a los de uno mismo. de suerte que la mano izquierda ignore lo que
hace la derecha.' (Hist. Cap. IV.) Y toda esta admirable transformación de su
alma la juzga efecto gracioso de su humildad: «Porque era débil v pequeña se
rebajó hasta- mi instruyéndome suavemente en los secretos de su amor.' (Hist.
Cap. V.)
EI camino de la humildad a semejanza
de la senda que condujo al Señor al Tabor, lleva al alma a la divina
transformación. Es el crisol preparado por la misma alma, donde voluntariamente
se arroja, para ser purificada de las imperfecciones que la hacen desagradable
a los ojos de Dios. Y de él, cual precioso y rico metal, sale transformada y
dispuesta a seguir al que le señala el
camino y el modelo. Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón., (Mat.
cap. XI, 29.)
Admirable cosa es que habiendo en
Jesucristo tantos y tan perfectos ejemplos de virtudes, nos dijera de sólo la
humildad que aprendiéramos de Él. Y es que la humildad es el ambiente donde
todas las virtudes se desarrollan y dejan de si el suavísimo olor, tras el que
corren todas las almas. 'Sin ellas — dice San Bernardo — la virginidad de María
Santísima. no habría sido del agrado de Dios. • (Homil. I super Missus.) «Con
ella mereció que el Omnipotente hiciera en ella grandiosas maravillas.' (Cant.
Magn.) Es el vestido de todas las virtudes, se lo quitáis desaparecerán todas. (S.
Greg. Lib. Moral.) En una palabra, toda la verdadera sabiduría y grandeza
cristiana está basada en la humildad, pues el divino Maestro, dando a sus
discípulos una verdadera y necesaria lección, que les enseñara cuán errados
iban por el camino de las grandezas humanas, tomó a un niño y colocándolo en medio
de ellos, les dijo: Si no os hicieseis como uno de estos pequeñuelos no
entraréis en el reino de los cielos.
EJEMPLO
CALMA DE UNA VIOLENTA TEMPESTAD INTERIOR
X (América), 15-9-1921.
Hacía ya mucho tiempo conocía la
vida de la Santita y había también leído con emoción su maravillosa Lluvia de
Rosas, pero a pesar de ello no se me ocurría recurrir a ella.
En abril de 1921, un decaimiento físico
y moral, aumentado por las penas interiores, me redujo a un estado tal de tortura
que no recordar sin estremecerme. Para colmo de mi desolación, los medios
ordinarios para proporcionar ánimo y consuelo me fueron ¡Ay! sustraídos uno
tras otro. Este sufrimiento cuyos detalles no pueden expresarse, duró un mes.
Estaba ya en los límites de la desesperación.
Un día, hojeando mi carnet de
bolsillo, la imagen de Sor Teresita atrajo mis miradas. Había visto esta imagen
centenares de veces, pero entonces. sin saber por qué, no podían mis ojos
separarse de ella. Me parecía que la Santita me invitaba a implorar uno de los
pétalos que calan de su Crucifijo. En el mismo instante una confianza
desconocida, una esperanza inmensa, llenaron mi corazón, tenía la impresión de
haber hallado la salvación. Comencé una novena a la Santa Carmelita y prometí
publicar su intervención si calmaba la tempestad que agitaba mi alma. Al
terminar la novena. el cielo de mi alma serenóse de nuevo; apartada de las
puertas del infierno, comencé a vivir una nueva Vida. Fue la aceptación amorosa
del sufrimiento en conformidad con la voluntad divina. Era la fuerza en la
prueba y la contradicción; la alegría y la paz en la humillación; en fin comprensión
clara de la nada de todo lo que no sea Dios. Desde entonces soy completamente
feliz, apoyada siempre por la misericordia divina.
Sor X.
Jaculatoria: ¡Oh incomparable Santita! haz que, comprendiendo la
nada de este mundo, practique la verdadera humildad.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
¡Oh regalada virgen! que iluminada
por la luz celestial que irradia de la Faz divina, comprendiste como nunca lo
que es la verdadera gloria; alcánzame la gracia que a imitación tuya no
ambicione más que permanecer oculto a todas las miradas, y que nadie me conozca
en la tierra, a fin de conseguir la perfección de mi alma; y para más obligarte
te recordamos tus inefables promesas en favor de tus devotos con las siguientes:
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