CLAMORES
O
SILBIDOS
DEL BUEN PASTOR A LA OVEJA DESCARRIADA
Querida oveja mía, que ingrata me has
abandonado y has huido de mis caricias, ¡con cuánta compasión te miro correr
descarriada, buscando unos pastos venenosos, que no pueden darte otro fruto que
la muerte! No aparto de ti mis ojos desde que me dejaste, y con lástima veo que
vas a meterte entre las fieras que solo intentan devorarte. Tú caminas alegre
por esos prados engañosos, porque no conoces ni adviertes como yo tu peligro ¡Ay
pobrecita! ¿Quién fué el pérfido que te apartó de mi rebaño? ¿Pero es posible
que tú eches o tu amante Pastor! ¿Es posible que no te acuerdes de mí ni de
aquel Incesante amor con que entre día te llevaba por los valles amenos y
seguros, y de noche velaba o fin de guardarte el sueño? ¿Tan breve has podido
olvidar aquellos continuos silbidos con que solía llamarte cuando de mí te
apartabas, y tú, conociendo mi voz, volvías pronto y obediente y te recostabas
junto o mí llena de seguridad y confianza? Acabose todo y pasaron ya aquellos
momentos tan felices en que tú besabas cariñosa mis manos, mientras yo con el mayor
interés y empeño te alagaba y curaba mil veces tus heridas. Tú corres, tú
saltas, tú te diviertes, pero me has dejado penetrado de dolor y de amargura. A
todas horas vuelvo mis ojos hacia aquellas tristes sendas por donde te vi
partir, y clamo sin cesar, esperando que algún dio vuelvas en ti, despiertes de
tu letargo y respondas con tus balidos o tu Pastor, que ansioso te solicita. i
Qué! ¿no te enternece mi llanto, ni te mueve la pena que padezco al ver tu
ruina inevitable, sino te apartas de ese camino infeliz por donde te ha
descarriado tu apetito? Vuelve, vuelve amada oveja mía, vuelve a tu redil, y si
te parece estar muy fatigada, clámame; no tengas temor; iré yo mismo por ti y
te cargaré gustoso sobre mis hombros. ¿Qué te detiene? ¿los verdes y floridos campos 'del vicio que
dejas? ¡Ah, que la experiencia te ha hecho ver que entre las hojas de esas
rosas no hay más que espinas que punzan el corazón! O ¿Temes el castigo de tu
infidelidad? Desecha, desecha luego ese miedo, que yo olvidaré para siempre tu
culpa; sí, me ocuparé Únicamente de consolarte, de quitarte con mucho cuidado
las espinas, lavar con cariño tus llagas y apagar tu sed con mi propia sangre.
Ven, repito, oveja mía, que ya no sufre más tiempo mi amor. Tu Pastor soy; nada
temas, y me consuela tanto tu vuelta que llamaré a mis vecinos y amigos para
que todos me acompañen en el gozo de haberte hallado: todos me darán el parabién
porque te recobro, y a ti igualmente te darán alegres la bienvenida. Dichosa tú
mil veces si te aprovechas de esta oportunidad y oyes estos clamores y
silbidos, que no sabes si serán los últimos. Date prisa, pues, y logra al lado
de un Pastor que tanto te ama, el remedio seguro de tus males, el consuelo
sólido de tus fatigas, la tranquilidad, el. sosiego y la inefable paz de tu
corazón.
CANTICO DEL ALMA DEVOTA A SU BUEN PASTOR CRISTO JESÚS
CORO:
Pastor
divino,
Tú
nos guiarás,
Y
el buen camino
Nos
mostrarás.
Pastor amable,
Jesús piadoso,
Dueño amoroso,
Dios de piedad:
Vengo a tus plantas,
Si tú me dejas,
Humildes quejas
A presentar.
Divino pecho
Donde se inflama
La dulce llama
De caridad.
¿Por qué la tienes
Allí encerrada
Y no abrasada
La tierra está?
Arroja en
Tu hermoso fuego
Y toda luego
Se inflamará:
¿No ves que el mundo
Vive aterido
Y endurecido
En la impiedad?
Oh Pastor bueno,
Manso y clemente,
Principio y fuente
De santidad:
Véante mis ojos
Desenojado,
Dueño adorado,
Dios de bondad.
Con lazo amigo,
Con lazo estrecho,
Tu amante pecho
Vengo a buscar:
Por tí suspiro,
Ábreme el seno,
Que en él
¡cuán bueno!
Es habitar.
Tú solo puedes,
Omnipotente,
Mi sed ardiente
Refrigerar:
Aquí, bien mío,
Aquí el postrero
Suspiro, quiero
Por ti exhalar.
El santo ósculo
Del dulce amor,
Ml buen Pastor,
Quiero espirar:
No me despidas
De tu presencia
Que tu clemencia
Vengo a implorar.
Y a la ovejuela
Antes perdida,
De tí adquirida
Te sigue en paz:
Pastor benigno,
Jesús clemente,
Mi amor ferviente
Mas inflamad.
Ya voy siguiendo
Tus santas huellas,
La senda de ellas
Me marcarás:
Y pues que en tí
Pongo mi anhelo,
Vea yo en el cielo
Luz eternal.
En esa patria,
Oh Pastor santo,
Mi dulce encanto
Siempre serás:
En mi amor puro
Perpetuamente
Tú reinarás.
Así lo piden,
Sí, tus ovejas,
Sus tiernas quejas
Clemente oirás:
Haz, Pastor bueno,
Que salvas sean
Y que el sol vean
De tu beldad.
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