jueves, 11 de noviembre de 2021

NOVENA A SAN DIEGO DE ALCALÁ


NOVENA DE SAN DIEGO DE ALCALÁ

Religioso de N. P. S. Francisco

Dirigida por

Fr. Rodrigo de Jesús Sacramentado

De la misma orden de la Santa Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala

CON LICENCIA

Imprenta “La Amadita”---60---519

1928

 

El Ilmo. y Dgmo. Sr. Obispo Diocesano Dr. Don José María Guerra, concede su licencia superior para la reimpresión de esta novena dedicada a SAN DIEGO DE ALCALÁ, e igualmente doscientos días de indulgencia por sí y a virtud de hermandad que tiene acordada con varios Ilmos. Sres. Obispos de la comunión católica, a todos los fieles cristianos que devotamente hicieren dicha novena recitando sus versos correspondientes. Y de mandato del propio Ilmo. Sr., libró esta en Mérida, a 5 de septiembre de 1849.

 

DIEGO LERANA

Oficial Mayor de la Secretaría

 

ADVERTENCIAS

Las novenas se ordenan a dar gloria y culto a Dios y a sus Santos, cuyas son y a provecho de los fieles devotos, que por ellas piden el socorro y remedio de sus necesidades: para cuyo fin se hacen algunas obras penales y de virtud: como son ayunos, penitencias, comuniones, oraciones, etc. En esta novena solo se piden determinadamente las oraciones que en ella se hallaren; dejando todo lo demás al fervor de cada uno, con el consejo y dirección de su padre espiritual. Lo principal que de esta novena hemos de intentar sacar, es lo que comúnmente amonestan los Santos escritores, cuyas palabras son: Cuando en la Iglesia se nos ponen las vidas ejemplares de los Santos, es para que no animemos a salir de nuestra tibieza, imitándolos en lo posible, o a lo menos para que nos confundamos y humillemos, considerando los que somos pretendientes de la gloria, cuán lejos estamos de llegar a las virtudes en que se ejercitaron los mismos hermanos nuestros, vestidos de nuestras mismas flaquezas.

Lo que San Diego se dirá en esta novena serán nueve especiales excelencias en que resplandeció, tomadas del mismo oficio que le reza la Iglesia, y por ellas pediremos nueve mercedes; las excelencias son las siguientes: Fue San Diego el despensero del cielo, el socorro de los pobres, el penitente ejemplar, el nuncio de paz, el sabio sin letras, el predicador más elocuente sin estudios el consuelo de enfermos, el amante de la Cruz, hasta la muerte y el muerto, que vive para consuelo de todos, las cuales para que con más prontitud se vean, van apuntadas en un acróstico de décima y se irán manifestando cada día, porque irán corriendo por sus pies toda la novena.

 

EXCELENCIAS

Devotos venid a Diego

El divino despensero,

 

Sobre modo limosnero,

Aquel penitente lego,

Nuncio de paz y sosiego,

 

Docto sin letras profundo,

I elocuente sin segundo,

El que a enfermos socorrió,

Gustoso, y en Cruz murió,

Oi vivo socorro al mundo.

Devotos, venid a Diego.

 

Antes de entrar en la novena, se hace el convite a los devotos, y aunque a estos no era menester convidarlos porque su devoción los atrae, con todo, para que más se favoricen, y para que los que hasta aquí no lo han sido, se exciten a serlo, se conviden poniéndoles a la vista los efectos de la novena en el caso siguiente:

La V. Madre Mariana de Jesús de la tercera Orden de nuestro padre S. Francisco, al bajar una alta escalera torciósele un pie, y rodó por toda ella, dándole golpes, que al fin la alzaron sin sentido, con la cabeza, espalda y un brazo todo torcido con continua calentura, y temblor en el cuerpo, vertiendo por oídos, boca, narices y ojos, mucha sangre corrompida. Asistieron médicos y cirujanos y no hallándole remedio, mandáronla disponer para morir, lo cual se ejecutó. Estando ya en las agonías de la muerte, una hermana que la asistía, invocó el patrocinio de San Diego, diciendo: Santo mío, sanad a esta enferma, que yo te prometo hacer una novena. Apenas la hubo prometido, cuando vio la enferma en su interior, que el santo bajaba del cielo vestido de gloria, y saludándola le decía Paz sea contigo, no temas que soy Diego, y vengo a curarte, aunque puedo hacerlo luego, porque sepan todos quien es el que te da la salud, pide que traigan la reliquia de un dedo de mi cuerpo que están en el convento de San Juan de los Reyes; aquí me estaré contigo hasta tanto, que haya testigos del milagro. Habló con admiración de los que allí estaban, la agonizante, diciendo: Aquí está San Diego, traigan luego su dedo que me viene a sanar fueron por él, y tras el dedo vinieron médico, cirujano y multitud de gente: pusiéronle la reliquia, y el Santo aplicándole en lo interior una Cruz de oro, que en la mano traía, dejóla del todo sana. A la voz de este milagro acudieron innumerable persona, que tocadas con impulso superior: unas vertiendo muchas lágrimas restituían lo mal habido, otras contritas dejaban pecados en que estaban envejecidas, y todas, todas el día siguiente, que era de la Porciúncula, ganado el jubileo trataron de darse a la virtud.

Estos son los efectos de la novena del Santo a que se convida, y aunque su día no es dela Porciúncula, pero es un tanto monta, pues hay indulgencia plenaria con remisión de todos los pecados, hechas las ordinarias diligencias.

 

Devotos venid a Diego

El divino dispensero.

 

Hoy es el primer día de la novena que se le piden a San Diego por especial favor bienes espirituales, como son: luz para conocer nuestras culpas y dolernos de ellas, luz para los que tratan de oración, y se hallan en tinieblas, luz para no erra en el camino de nuestra vocación, y cada uno luz para salir de las ignorancias, y dudas en que se hallare. No hay duda, que todos deseamos muchos de estos tesoros, y que muchas veces los pedimos a Dios y a sus Santos, y con todo no lo conseguimos. ¿Cuál será la causa? De parte de Dios no queda, pues quiere que le pidamos, para darnos y es cierto, que a todos da con afluencia. A mi ver, es porque no le sabemos pedir con aquel empeño con que San Diego los negoció. ¿Qué negociante de tesoros humanos, por agente que fuese, se le podría igualar en el empeño con que aquellos solicitaban? Ojalá, y nosotros los pretendiésemos a imitación suya, con la solicitud con que las riquezas temporales se pretenden, sin perdonar diligencia alguna. Ho pues con este empeño vamos a San Diego todos los devotos suyos: porque es cierto, que puede hacerlo el Santo con gran felicidad, y la razón es: porque es el despensero de aquellos tesoros; sea la prueba el caso siguiente:

La Madre Mariana de Jesús (arriba citada) se hallaba padeciendo muchos trabajos, dolores, tristezas, desamparos, pusilanimidad de corazón y espantos de los demonios. Encomendóse a su devoto San Diego, y llegada la víspera de su fiesta, se le apareció con gran gloria y hermosura, y tomándola en sus brazos, llevóla a un trono de glorias, donde estaba la Majestad de Nuestro Señor Jesucristo a quien le presentó con todos sus trabajos, uniéndolos con los de su Divina Majestad, y apenas hubo hecho esto el Santo, cuando vió que abrió nuestro Señor Jesucristo su pecho, y brotando de él un caudaloso río de luces, le dijo al Santo: Mi amado Diego, abierto está mi tesoro para ti, derrama luces sobre esa criatura, y sobre todos los que te aman, e invocan, que licencia tienes para desprenderlas con abundancia. Daban las luces de aquel rio el polpe (dice esta venerale Madre) en las manos del Santo, y de ellas se despedían rayos divinos sobre todos sus devotos. Vuelta en si la venerable Madre, hallóse del todo libre, y con eso confirmada la verdad del caso, y el poder del Santo. Vamos pues a él confiados, y para obligarlo se dirá la ANTIFONA y oración siguiente:

 

Te Christe clementíssime

Veniam precamur supplices,

Tu pro tuis fidelibus

Audi precantem Didaccum.

 

V. Ora pro nobis Beate Didace.

R. Ut dipni eficiamur promissionibus Christi.

 

ORATIO

Omnipotens sepiterne Deus, qui dispositione mirabili, infirma mundi eligis, ut fortia quaeque confundas: concede propitius humilitati nostrae; ut piis Beati Didaci Confessoris tui precibus ad perennem in caelis gloriam sublimari mereamur Per Dominum.

 

-Los que no supieren latín dirán tres Padresnuestros y Avemarías, y lo que su devoción quisiere más.

 

ORACIÓN

¡Oh Divino despensero, en cuyas manos tiene Dios puestos sus tesoros! Con plenitud de potestad, para distribuirlos sobre los fieles devotos que imploran vuestro auxilio: yo el menos y más necesitado de vuestros devotos, cargado de tinieblas, de temores, de dudas, de ignorancias, de tentaciones, del enemigo, y de las demás necesidades de mi alma, que vos mejor, que yo sabéis; fiado en la palabra y potestad, que Dios te dio, me arrojo con toda confianza a vuestro acatamiento: alumbrad Padre y amparo mío a esta pobre alma, que vive sentada en las tinieblas, y sombras de la muerte; derramad sobre ella vuestras luces, luz para conocer mis culpas, luz para llorarlas con tan perfecto dolor, que tenga a verdadera contrición, luz para que a vuestra imitación, con brío y empeño, al modo del mejor mercader emprenda y camine con rectitud los caminos de mi vocación. Resplandezca en mi alma Santo mío, esta virtud y potestad que tenéis por Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina en los siglos. Amén.

 

 

SEGUNDO DÍA

“SOBRE MODO LIMOSNERO”

Hoy se representan al Santo las necesidades corporales. Todos en es esta vida somos mendigos, y tenemos necesidad de pedir limosna a Dios, y a sus Santos, todos deseamos ser socorridos, y si bien la advertimos, más desea Dios socorrernos, por ser infinitamente próvido, y como dueño de todo a manos llenas quiere dar y es tan propio el dar en Dios, que de allí se dice Dios. Si preguntare alguno ¿En qué estará el que pidiendo muchas veces a Dios y a sus Santos, no se consigue? Dejadas muchas razones, como son las ocultas providencias; el que no se sabe pedir, por pedirse lo superfluo, o lo que puede servir de veneno o de armas contra Dios y otras razones: lo que puede responderse es, porque no sabemos pedir como San Diego, que pedía con gracia y con modo; pedía limosna y daba limosna, sabía y consideraba, que Dios dice: Dad y se os dará, y así mientras más daba, más pedía y más tenía que dar. Sabía también a quien daba, no a cualquiera criatura, sino a nuestro Señor Jesucristo; que veía en ellas y sabía que el mismo Señor decía, que la limosna que al pobre se le hacía, a él se le hacía, y que él era quien la satisfaría, y finalmente sabía el modo de dar y pedir, porque o pedí dar, o no, si podía daba con la sal que dice el Apóstol con agrado con buen modo y con buenas palabas, y si no podía, era tanta la pena que le causaba la necesidad ajena, tal conmiseración, y tal dulzura de sus palabras, que salían los pobres alabando a Dios, y más consolados, que si les hubiese dado limosna. Era Sobre modo limosnero. Expliquemos es más con palabra, que en la vida del Santo se expresan.

No pedía San Diego cosa a Dios, que no la consiguiese, porque no le pedía por Dios cosa que no le diese de limosna. Miraba a Dios en los pobres, y con este respecto, ¿qué trazas no inventaba para tener que darle a Dios? Lo primero tenía un huertecillo de legumbres plantado al sudor de su rostro para dar limosna; no contento con esto, labraba de sus manos saleros, platillos y otros vasos de madera para socorrer a los pobres: cuando esto no bastaba. Se alquilaba con los labradores, con tal, que la paga de su trabajo se diese a los pobres: otras veces salía a pie por los pueblos comarcanos a pedir limosna, para dar limosna; otra ayudaba con la ración que le cabía de su alimento, queriendo ayunar porque no ayunase el pobre: otras industriaba cómo tomar de las mesas a sus hermanos antes que comiese, lo que veía que podía sobrar para los pobres, lo cual repitió, tantas que cayó en el hurto, y al registrarlo el Prelado; aquel Señor para quien era la limosna le convirtió los mendrugos en hermosas rosas: finalmente. Cuando por ningún camino hallaba que dar a Dios en los pobres, dábales dulcísimas palabras, y un raudal de lágrimas llorando compasivo y sin consuelo por consolarlos.

 

AÑA

Tanto Beatus Didacus erga Christi pauperes amore flagrabat, ut dum illo rum calamitates pro voto sublevare non posset, vimla crymarun profundens ver vis eos dulcíssimis solaretur.

V. & Orat. Ut sup.

 

-Para los que no saben latín, tres Padres nuestros y Ave marás, y lo que su devoción les dictare.

 

ORACIÓN

Oh Santo de mi alma, Sobre modo limosnero, vengo confiado a vos a pediros limosna y representaros mis graves necesidades, que son (las que cada cual tuviere). Acordaos Santo mío, que fuisteis pobre, y que habéis subido a ser muy rico, acordaos que aun entonces, ninguno salió desconsolado de vuestra presencia, acordaos de aquella solicitud y diligencia que hacíais por socorrer a los pobres, acordaos de aquella compasión y lágrimas que derramabais por su consuelo, acordaos, que a Dios dabais la limosna en ellas: da Santo de mi alma limosna a Dios en mí, mirad mi pobreza, y vuestro poder, ved, que soy imagen, y semejanza de Dios, y si ésta por mis graves pecados la tengo borrada, y por ignorancia y tibieza no acierto a limpiarla; poderoso sois, cuanto a Dios pedís alcanzáis, rogad por mí, para que sepa salir de ellos; ostentad vuestro poder, y caridad en mí, que toco las puertas de vuestra piedad. San Diego de mi alma, limosna por amor de Dios, por vuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo, vive y reina en los siglos delos siglos. Amén.

 

 

 

TERCER DÍA

“AQUEL PENITENTE LEGO”

Hoy se pide al Señor San Diego. Victoria contra los enemigos. Todos deseamos salir victoriosos de esta vida, todos deseamos triunfar con Cristo en la gloria. ¡Oh qué dicha! ¿Qué hiciéramos? Aquí no hay más remedio que seguir a San Diego, armarnos y pelear hasta la muerte como peleó; porque sin batalla no hay victoria. Conocía el Santo con la luz de la fé, que nuestra vida es una continua guerra con los tres enemigos; que el más traidor es el más doméstico, y que en venciendo a éste, se dan los otros por vencido. Sabía cuan quedó el hombre por la culpa original. En castigo de la primera desobediencia a Dios, quedó nuestro cuerpo con todas sus pasiones tan inobediente al alma, que no hay bestia más indómita, ni de más malas mañas a su Señor que lo que es el cuerpo al alma; caminamos en él a la gloria, y ¿qué sucede? Que en los malos pasos da caídas de muerto que tropieza a menudo, si lo espolean revienta, si lo apuran se echa con la carga, si no lo azotan es tan lerdo y perezoso, que no se menea, y finalmente, ni freno, ni espuela, ni azote le basta, porque con todo dispara, de todo se espanta, y todo lo desconsuela. Solo gusta de andar libre a su voluntad enamorado de sí mismo, cumplir sus apetitos, y dejarse llevar de sus pasiones y deseos, aunque sean contra la razón y contra Dios. Todo esto conocía el Santo, y el remedio que tuvo fue: no consultar con su cuerpo, sino antes de oírlo, atarlo y sujetarlo de modo que por antonomasia fue Penitente Lego. En cinco modos fue penitente, en el estado, en el vestido, en sus ejercicios en los sentidos y en el alma. Su estado fue el más humilde Lego; su vestido un solo hábito y sus paños menores, y eso lo más desechado, lo más vil y remendado; sus ministerios, los más abatidos, y de mayor trabajo, limosnero, enfermero, hortelano, barrendero y todos los oficios más trabajosos y viles. En los sentidos, además de su modestia, y recogimiento, era todo una continua mortificación, continuos ayunos, vigilias y cilicios: cuando no estaba en trabajos exteriores, su habitación era en las soledades y cuevas, allí se sepultaba, allí se rasgaba las carnes, no solo con disciplinas, sino con varios modos de mortificarse, que su espíritu inventaba. En el alma además de las batallas con los demonios, que de ordinario paraban en maltratos y golpes que le daban; además de las sequedades, desamparos y desolaciones, que a tiempos padecía, cuatro penas padecía que le eran mayores, que las dichas, que era la estimación que del Santo se hacía, y para vencer esta se ultrajaba y así decíase el inútil, el que para nada es bueno; gustaba del ultraje, de la persecución y el desprecio, juzgábase indigno del hábito, arrojábase a lamer las llagas de los leprosos, y así ponía en sus pies sus labios, su rostro y a veces se los lavaba con lágrimas que vertía diciendo, que así se curaban y aliviaban los pobres y enfermos. La segunda pena era por la conversión de los infieles; la tercera por los que estaban en pecado mortal; aquí sí, que se le partía el alma, y tratando de satisfacer por toda la justicia de Dios, soltaba las velas a las penitencias atormentando su cuerpo con atroces tormentos. La cuarta pena era por las ánimas del Purgatorio; mirábalas amigas de Dios, atormentadas por la Divina Justicia, e imposibilidades de poder obrar, y a este fin se pasaba las noches en la oración y penitencias, y al fin acababan sus ejercicios yendo a rociar los sepulcros con agua bendita a cuyo refrigerio abriendo las sepulturas sus bocas salían los difuntos dando voces diciendo: a mí, Padre Santo a mí, Padre Santo. Este fue el modo con que el Santo domó su cuerpo, tratándolo como a cruel enemigo.

 

AÑA

Beatus Didecus stadium virtutis ingressus, carnem suam laboribus, etc flagelis, vigilis, ac jeiuntis edomabat.

V. & Orat, ut sup.

 

-Para los que no saben latín, tres Padres nuestros y Ave marás, y lo que su devoción les dictare.

 

ORACIÓN

Oh fortísimo Padre San Diego, admirable en penitencia, cuyo exceso excita los ánimos alabar a Dios. Padre Santo, imitaron no puedo; admirarme sí y dar gracias a la Divina Majestad por el gran fervor, caridad, y don de fortaleza, que os dio. Bendito sea tan buen Dios y Señor por tales dones. Conozco Santo mío, lo indómito de mis pasiones, deseo el remedio, más no sé qué me haga; porque por una parte veo lo necesario que es la penitencia, pero al paso que lo conozco me hallo por mis graves culpa con tal dificultad, y repugnancia a la mortificación, que me parece imposible arrastrarla, de que sigue estar como imposibilitado mi remedio; solo alcanzándome vos un especial auxilio de Dios pudiera seguiros, no en el todo, porque sois singular, más a lo menos en laguna partecita, en cosa equivalente a la penitencia activa, como es en tolerar con paciencia por amor de Dios lo que por permisión suya me sucediere, así os lo prometo, y para más fijarlo en mi memoria, repetiré muchas veces estas palabras: Hoy sufriré por Dios cualquier trabajo o adversidad, sea leve o grave, que su Majestad permitiere: pero nada podré sin el especial auxilio que os pido por Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

 

 

CUARTO DÍA

“NUNCIO DE PAZ Y SOSIEGO”

Hoy se pide a Dios el don de la ración y comunicación con su divina Majestad. Una de las cosas que más desean las almas que tratan de oración, es la amorosa comunicación con Dios. Pregunto (a nuestro modo de hablar) quién lo deseará más; Dios: porque siendo infinitamente bueno, infinitamente quiere comunicarse, y con tanto gusto que dice la misma sabiduría: que sus deleites son con los hijos de los hombres. ¿En qué pues, estará que no se conceda? En que las almas no se disponen para ello como San Diego. ¿Cuál será esta disposición? La perfección cristiana, la pureza de corazón. Alma, dice San Agustín, ¿quieres ver a Dios? Trata de limpiar el corazón, porque escrito está en el Evangelio: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. La disposición, que para esto tuvo San Diego, no sólo fue guardar los mandamientos con toda prontitud; más hablando la iglesia de puntos de perfección de la regla, que a Dios prometió, dice, que ni un ápice, ni una tilde la quebrantó. Con esta disposición tenía su interior con gran tranquilidad, tan limpio, tan sin manchas, que no había en su corazón cosa que le embarazase a que resplandeciese en él como en un espejo claro, el divino esposo; y aunque no era menester al retiro, porque en cualquier lugar estaba en continua oración y comunicaba con Dios, con todo, ya porque la comunicación de criaturas no le pegase algún polvo de imperfección, ya por ser los retiros lugares más aptos para la contemplación, era amantísimo de las cuevas, de los desiertos y de la soledad; allí soltaba las velas a su devoción: unas veces oraba con las rodillas desnudas en tierra; otras en pie cruzados los brazos y otras puesto en cruz; allí hacía tiernos recuerdos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, en cuya contemplación, ya se deshacía en lágrimas, y ay se enajenaba de los sentidos; allí a pesar de la gravedad del cuerpo, se levantaba de la tierra por el aire, como si fuese avecilla del cielo. De aquí el pacificar los ánimos más rebeldes; de aquí el consolar al triste, y de aquí el ser embajador del cielo, Nuncio de paz y sosiego.

 

AÑA

Oratione Semper intentus. Dei colloquiis jugiter fruebatur. V. & Orat.

 

-Para los que no saben latín, tres Padresnuestros y Avemarás, y lo que su devoción les dictare.

 

ORACIÓN

¡Oh divino Diego, Nuncio del cielo, Nuncio del verdadera paz, divina avecilla, que vais y venís, de la tierra al cielo, del cielo a la tierra, cargando nuestras peticiones, presentándolas ante el Señor de los Señores y trayendo provisiones reales, para consuelo y libertad de los que en prisiones desterrados vivimos; yo varón de deseos y esclavo de mis pasiones, al paso que quisiera seguiros y tener toda mi conversación en los cielos me hallo tan maniatado, tan envuelto en las pasiones, de mis sentidos y potencias, que ni tengo fervor para levantar mi espíritu a Dios, ni aquel sosiego t paz que mi alma necesita para contemplar su rostro divino. Conozco padre de mi alma, que la causa de todo esto son mis pecados, mis imperfecciones y mis distracciones; con el auxilio de Dios y vuestra ayuda, propongo poner remedio en todo, y espero de vuestra benignidad, que como Nuncio de paz habéis de alcanzar de Dios la victoria de mis pasiones para que así consiga el don de la oración, y como Nuncio de sosiego me habéis de traer nuevas de que he de ver, y contemplar el rostro amoroso de Dios, sino en esta vida, por i indisposición, en la hora de mi muerte y en descanso eterno, que espero y pido por Nuestro Señor Jesucristo que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

 

 

 

QUINTO DÍA

“DOCTO SIN LETRAS PROFUNDO”

Hoy se pide a San Diego la presencia de Dios, y la perfección de las obras del estado. ¿Quién no desea saber mucho y con perfección, ser muy entendido, muy capaz y muy prudente? Como esto es tan natural al hombre, por conseguirlo se desvela, y trabaja sin descanso ni sosiego y la desdicha es, que después de todo se suelo quedar en ayunas, dando por disculpa, que su capacidad no le ayuda. No es acaso, sino que no dieron en el punto que dio San Diego: por corto, simple e inútil que fuese, si estudiara como el Santo estudió, fuera consumado en todo. Maravilla es ver la mezcla de ciencia e ignorancia de San Diego, simple e idiota era al mismo tiempo, doctísimo en letras humanas, ignorante y Docto profundo en las divinas; su mayor saber estaba, en que tanto cuanto ignoraba, sabía lo que importaba saber, e ignoraba, lo que convenía ignorar; al tamaño de su ciencia era su inocencia; inocente fue cuando niño, inocente cuando mozo, y en la senectud cargado de canas, era también simple e inocente como el primer día. No frecuentó las escuelas humanas, ni supo revolver libros; la escuela en que aprendió fue la oración; allí supo cuanto hay que saber, su único libro era el de la vida de Ntro. Señor Jesucristo crucificado: éste era el libro abierto en que aprendía, y el Espíritu Santo, la luz encendida que le ilustraba. Consultábanle los hombres más doctos dificultades, que de la Sagrada Escritura no alcanzaban, y de sus respuestas salían tan satisfechos como admirados, diciendo lo que del niño Dios en el Templo: cómo sin aprender letras dan tan altas respuestas. Penetraba su entender los cielos, y así su doctrina era tan eficaz, que rendía los corazones. Pero que mucho que este afecto causase en los racionales, cuando los brutos animales careciendo de razón le entendían y obedecían. Siendo hortelano San Diego venían los cazadores a matar conejos que comían la hortaliza, y el Santo con sencilla mansedumbre les salían el encuentro, diciendo: tened hermanos, no los matéis, que con una reprensión se emendarán; así lo hacía; y si no se enmendaban les hacía pagar su culpa; cogía la  disciplina o la cuerda, y dándoles unos azotes los desterraba echándolos al campo como a incorregibles.

 

AÑA

In sebola orationis divinitus eruditus de rebus coelatibus sensus miríficos proferebat.

V. & Orat ut. sup.

 

-Para los que no saben latín, tres Padres nuestros y Ave marías, y lo que su devoción les dictare.

 

ORACIÓN

San Diego de mi alma, Docto sin letras profundo, que diste en el punto del saber, aventajándoos a todos los sabios del mundo: porque sin andaros por las ramas, ni mendigando en arroyuelos de multitud de libros os fuisteis a la fuente de donde dimanan todas las ciencias del mundo; todo ocupado, todo embebido en el libro de los libros de Dios, Dios, Dios y no más; en continua oración y contemplación en todo tiempo y lugar, de donde os vino la dicha de encontrar con el compendio de todos los libros y ciencias, que es la misma sabiduría. ¿Quién os pudiera imitar? ¿Quién pudiera estar en continua oración? ¿Quién pudiera obrar como vos, haciendo todas las cosas con prudencia y sabiduría? Conozco Santo mío, que esto solo es saber, y que aunque supiera todas las ciencias, si ésta ignoro, nada sé. Pues Santo mi alma, vamos con tiempo al remedio, quiero que seas mi Maestro, vos tenéis virtud para enseñar hasta los brutos animales, ejercitad en mí esta gracia, enseñadme que quiero seguiros, alcanzadme de Dios el don de la continua atención a su Divina Majestad en todo tiempo y lugar; que con este don , yo os prometo aspirar a dar en el punto en que distéis, estudiar en este divino libro, teniéndole siempre a la vista, haciendo todas las cosas pro solo su amor, con tal cuidado y tan bien hechas, que puedan parecer de si Divina Majestad, y de modo que no halla, en ellas cosa indigna a sus ojos. Veré como obro, veré como ando, veré como hablo, como oigo, como veo, cómo y qué pienso, qué deseo, y qué amo, y finalmente así cumpliré perfectamente con las obligaciones de mi estado, por vuestra doctrina, por vuestra enseñanza, y por vuestra intercesión. Ayudadme, Padre y Maestro mío, por Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

 

 

SEXTO DÍA

“ELOCUENTE SIN SEGUNDO”

¡Hoy se pide al santo el don de gobierno! ¡Qué gloria es a los dueños de familias el tenerlas en paz y bien concertadas! Esta es una bienaventuranza en la tierra, y lo contrario un infierno. ¡Cuántos desean este don y no lo consiguen! La causa de esto es, porque no predican a las familias con la gracia de San Diego. ¿Cómo? La Iglesia dice el modo: con palabra y ejemplo. No todos tenernos obligación de predicar con la palabra, más todos la tenemos de predicar con el buen ejemplo. que es predicar con tanta más eficacia, cuando va del. dicho al hecho. Resplandezca vuestra   luz (dice Dios) delante de los hombres: vean todas vuestras buenas obras no para la vana estimación sino para la edificación y dar gloria a Dios; porque las virtudes que se enseñan, mejor se entienden por los ojos, que por los oídos; más persuade el ver obrar, quo el oír, hablar; porque el decir uno, y obrar otro, es de fariseo. Vamos al ejemplar. Fué San Diego Elocuente sin segundo; predicaba con tal elocuencia y eficacia, que admitían su doctrina aún los más duros de corazón, con tal benevolencia, que al punto trataban de su enmienda. ¿En qué estaría la elegancia de su estilo?  en, que aquello a que quería persuadir, obraba. Andaba como rosa entre las espinas; para sí todo era espinas, oración, penitencias, ayunos, desvelos, hambre, desnudez, trabajos, caminos, soledades y peligros; y para todos, todo era miel; y fragancia de santidad, tras cuyos olores todos, cual las abejas vuelan a sacar de la rosa miel; corrían unos a sacar la modestia, otros el silencio, otros la paciencia, otros la resignación, otros la obediencia, y todos frutos de santidad; y a todo esto el Santo siempre en espinas. Mártir le canta la Santa Iglesia, no porque así muriese, sino por que en el alma y cuerpo padeció sus martirios; tres martirios de fuego padecieron en el alma; fuego que le abrazaba el corazón en amor de Dios, y de ansias de padecer martirio; fuego de amor del prójimo, que le consumía en deseos de sacar de la esclavitud del demonio a loe pecadores, y fuego de convertir a todos los infieles a nuestra santa fé. Para conseguir todo esto añadía el martirio del cuerpo, penitencias y lágrimas, oración y continuos clamores a Dios pidiéndole almas. Este fué el estilo elocuente con que este pobrecito Lego simple y humilde hizo en el mundo más fruto que los insignes oradores; ésta la eficacia de su  predicación con que convirtió millares de almas a Dios y hasta hoy está convirtiendo, porque permanece predicando, no con palabras que esas pasaron, sino con ejemplo y milagros; como el de los dátiles, y otros q hizo cuando entró pre dicando, en las Canarias: fué así el caso, diéronle por alimento unos dátiles; el San  to no sabía que el hueso era tan duro, que no podía quebrar con los dientes; mordió uno con tal fuerza q. se le quebró un diente; sintió grave dolor, y el despique: que tufo fué volver los ojos al cielo, y decirle a Dios: no permitáis, Señor, que  a otro suceda semejante trabajo. ¡Cosa rara!  desde entonces hasta hoy el fruto que da aquel árbol es suave y sin hueso. Este y otros hasta hoy predican y compungen los corazones, y hacen recuerdos de su Santa y ejemplar vida, que es lo que más persuade

 

AÑA

Ad ínsulas Canarias missus,: infidele multos ad Christe fidem . ccrbo atque  eccems plo perduxit V. d Orat. ut sup.

 

-Para los que no saben latín, tres Padre nuestros y tres Ave Marías, y lo que quisiere su devoción.

 

ORACION

Ante vuestro divino acatamiento soberano Padre y Señor San Diego, predicador evangélico elocuente sin segundo, postrado y rendido vengo a que milagrosamente resplandezca en mí la virtud de vuestro ministerio. Si buscáis, Santo mío, paganos y pecadores en quien ejercitar vuestra ardiente caridad convirtiéndolos a Dios con palabras y ejemplo, con oración y milagros; más derecho tengo yo a que obréis en mí estas maravillas que todos; ya porque habéis de empezar por los más domésticos en la fé, y ya porque en mis costumbres soy peor que todos ellos; y pues yo solo valgo por mil, mi re medio os toca, a vos me arrojo, remediad me, Santo de mi alma, mirad mis obligaciones, alcanzadme de Dios el don de gobierno, y que viva de modo, que predique  más que con palabras, con mi buen ejemplo; para que tanto en mí como en todas mis cosas. por vuestros méritos, sea Dios glorificado; así lo espero como os lo pido por nuestro Señor Jesucristo que con el Padre y el Espíritu Santo vive etc.

 

 

 

SEPTIMO DÍA

EL QUE A ENFERMOS SOCORRIÓ.

Hoy se pide al Santo la virtud de la caridad y piedad para con los enfermos. Gran necesidad hay de esta virtud: porque todos deseamos nuestra consolación en tiempo de enfermedad, por las mu  chas penas que allí nos rodean dentro y fuera; por dentro nos afligen temores y sustos de la muerte y de la cuenta; y en  el cuerpo las molestias del dolor, las de los medicamentos, la desgana del comer y atrás muchas entre las cuales la mayor suele ser el desamparo aún de los  más amigos y conocidos, que a lo más que se alargan, es a una visita por cumplimiento, cuando quisiéramos que todos se condolieran de nuestros males, Que todos nos ayudaran y socorrieran en la mayor necesidad. Es cierto, que pocos hay que con caridad se apliquen a ejercitar una obra tan provechosa como agradable a Dios; y una de las causas de esto, es por los ascos que traen consigo las enfermedades. Tres cosas pues habremos de aprender hoy de San Diego para conseguir esta virtud; la primera, cómo haremos para quitar los ascos' que causan las miserias de los enfermos; la segunda, cómo haremos para aliviarlos en lo que toco al desgano del alimento: y la tercera, qué haremos para que con   gusto nos dediquemos a este ejercicio. Cuanto a lo primero, mirar lo que miraba el Santo en los enfermos, más las al más, que los cuerpos, aquella imagen y semejanza de Dios, aquel ser cada uno un miembro de nuestro Señor Jesucristo, comprado con su misma salida, y un templo vivo de la Santísima Trinidad; con esto no sabía cómo acariciarlo se aplicaba sus manos, sus ojos, sus labios, y su rostro al enfermo, aún a las llagas más asquerosas. A esto se añadía el conocimiento del cuerpo humano, lo que es, lo que fué y lo que será, todo, todo pobre, costal de huesos, manjar de gusanos, y lo que de sí despide, sea el que se fuere; no lo que los árboles y plantas, bálsamo, vino, aceite, flores y frutos, sino mil inmundicias. Cuanto a lo segundo, no ponía toda su solicitud en buscar regalos para los enfermos entre las criaturas, sino que inmediatamente se iba a Dios y todo se le veía a las manos, atento al Evangelio que dice: buscad primero el Reino de Dios, que todas las demás cosas ellas se vendrán. De aquí esta piedad, que con todos tenía, venía el que  todos la tuviesen corvel Santo, y esto es  lo tercero, para que todo se haga con gus to, la esperanza de que seremos socorridos si socorremos: por ser palabra de  Dios, que si queremos que se tenga misericordia, con nosotros, la tengamos con nuestros hermanos. Véase esto más práctico en el caso siguiente:

Juntáronse en Roma a Capítulo general tres mil -religiosos de Orden de nuestro padre San Francisco. Dos plagas había en el reino, y entre los religiosos más por estar a la providencia, que eran peste y hambre, morían muchos, y perecían de necesidad, y el remedio, que con divino acuerdo tomó la Orden, fué a escoger entre todo un religioso para enfermero, que tuviese caridad y agrado, que no hiciese ascos de las miserias de sus hermanos, y que les buscase algún alimento; todas estas cualidades hallaron en San Diego, y así le dieron el oficio. ¡Caso raro! lo mismo fué comenzar su ejercicio el Santo, que comenzar la consolación de todos; todo era abundancia, y todo era consuelo, llovía manjares a pedir de boca, tan sazonados al gusto, como provechosos a la salud; a todos regalaba con abundancia, entendía las necesidades, y antes q. se representasen les salía al encuentro con sus socorros; lisonjeándolos, y brindándoles el apetito con sazonadas viandas y más sazonadas palabras, con que abría el gusto a los enfermos de todos modos; a todos servía con puntualidad, a todos aseaba y limpiaba, y a todos curaba; primero aplicándoles medicinas humanas; y si éstas no obraban, aplicaba su rostro, sus ojos, sus labios, o la Cruz que al pecho traía colgada, o el aceite dela lámpara del altar de la Concepción de nuestra Señora o el de la lámpara del Santísimo Sacramento; con lo cual maravillosamente todos sanaban, y todos conocían su gran caridad, y especial gracia de curación, como a gloria suya lo canta la iglesia.

 

AÑA

Omnnes in servo Dei copiosum caritaus. spiritum, Etc. singularem apud Deun gratiam agnoscebant.

 

V. Orat. ut

 

-Para los que no saben latín, tres Padre nuestros Ave Marías, y lo que su devoción quisiere.

 

ORACION

Oh Padre y Señor San Diego, Socorro de los enfermos, toda piedad, toda caridad y toda gracia: conozco cuán santo ejercicio es éste, que con obras y ejemplos nos enseñáis, imitando a nuestro Señor Jesucristo, que vino a curar enfermos y conozco la poca piedad q. para con mis hermanos enfermos tengo. No merezco que tengan misericordia de mí, pues no la tengo con mis hermanos: pero viendo la gracia que Dios os dio, a vos vengo cargado de males fuera de los muchos que me amenazan como vaso de  barro quebradizo, a que de pura gracia, de pura misericordia me concedáis dos cosas: la primera, alcanzarme de Dios esta virtud de la piedad cono los enfermos para que haga con ellos lo que yo quisiera conmigo; y la segunda, que seáis mi Médico; tened piedad de mí, sed mi enfermero, que como lo seáis, no necesitaré de buscar socorro entre las criaturas. A vos llamo y llamaré en mis necesidades, y de vos espero todo mi remedio. Por nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo, vive, &. 

 

 

 

OCTAVO DÍA

GUSTOSO Y EN CRUZ MURIÓ

Hoy se pide al Santo una buena muerte. El mayor dolor, y la pena más grave que hay en la vida, es el arrancarse el alma del cuerpo, aquel salto a la eternidad; si se hierra, Pésima muerte, dice David, si se acierta, Preciosa en el acatamiento de Dios. ¿Qué haremos para acertar este salto? Seguir a San Diego, sembrar en nuestro corazón el árbol de la Cruz, abrazarse con la Cruz de su esta do, andar y vivir con ella, y atender a quien murió en ella; que, si nos hallaremos en aquel salto, con el fruto de este árbol divino, porque en la muerte el fruto que se sembró en la vida. Veamos a San Diego.  Desde niño sembró en su corazón este árbol, y así andaba absorto en el piélago de sus perfecciones; derretiasele el alma en ternuras amorosas; cual sol en continuo movimiento anduvo hasta el  ocaso de su vida, ardiente en la llama  de amor de Cristo crucificado; cavaba el fuego con el leño de su Cruz, éste era su  pensamiento, su conversación, y la sal  con que suavizaba la amargura de sus trabajos, abrazando siempre con la Cruz, y en ella Cristo crucificado, era el principio y fin de todas sus obras. Y como cuál es la vida, es la muerte: habiendo vivido abrazado con el árbol de la vidas poco antes de, su muerte tuvo un rato en que siendo llevado al paraíso celestial, le dio Dios a gustar la dulzura de las flores y frutos de aquel divino árbol, y al volver solo dijo por tres veces. ¡Oh cuán suaves son las flores del Paraíso! Y abrazándose con una Cruz, saludándola con dulces palabras, entregó su Espíritu. 

 

AÑA.

Beatus Didacus, dum tempus suae resolutionis instaret, Crucem amplexus, etc. osculatus, atque oculis in vitale lignum defixis, etc. verba illa magno affectu pronuntians: Dulce lignum, dulces clavos, dulcia ferens pondera quoe sola fuisti digna portare Regem coelorum, etc. Domjnum; Sanctam Deo animan reddidit

V. Orat. Ut. sup.

 

 

-Para loe que no saben latín, tres Padre nuestros y Ave Marías y lo que quisiere el devoto.

 

 

ORACION

Oh Prudentísimo Padre y Señor San Diego, labrador divino, que tan de ante mano supiste sembrar en la tierra de vuestro arado cuerpo, y en el centro de vuestro corazón el precioso árbol de la vida para coger en la mayor necesidad el saludable fruto de la vida eterna. Dichosos vuestros trabajos, que os trajeron a entregar gustoso vuestro cándido espíritu en la Santa Cruz. Yo, santo mío, tiemblo de la muerte si ahora me cogiera, no sé qué hiciera, por estar desprevenido, por estar mi corazón, no en la Cruz, sino entretenido en sembrar flores de que allí se cogen por frutos espinas. ¡Oh Santo de mi alma! si me pierdo de qué sirve todo! ¡Quién pudiera con ánimo resuelto desde luego, a imitación vuestra, abrazarse con el divino árbol de la Cruz hasta la muerte! Yo os prometo desde hoy hacer mi diligencia, y seguiros en lo posible; ayudadme Santo mío, ahora y en la hora de mi muerte. Por nuestro Señor Jesucristo, que con el padre y el Espíritu Santo vive etc.

 

 

 

NOVENO DIA

«HOY VIVO SOCORRE AL MUNDO.»

Hoy se pide al Santo su patrocinio y que socorra a cada uno con lo que más necesita. Es cierto q. si con fé y confianza pedimos a San Diego, obrara milagros Dios en sus devotos. El fundamento que hay para asegurar esto, es la excelencia de este día hoy vivo socorre al mundo. ¿Vivo San Diego hoy? Sino ha muerto, como todos los que mueren. Bienaventurados, dice San Juan, los muertos que mueren en el Señor. ¿Si muertos, como mueren? Esa es la virtud y fuerza de la gracia; hay unos que cuando vivos están muertos, y otros que cuando muertos están vivos. Es muy distinto el vivir y morir de los bienaventurados, del morir y vivir de los pecadores. La vida de los pecadores es una vida muerta, q. cuando acaban su carrera mueren con doblada muerte, o como ya se dijo, su muerte es pésima, más la vida corporal de los justos es una vida muerta, a quien los Santos no llaman vida sino muerte, y andan buscando con San Pablo quien los libre de ella; cuando acaban su carrera, no le llaman muerte, sino traslación de la muerte en que estaban a la verdadera vida. Estos son los bienaventurados muertos, que dice San Juan, que supieron morir antes de morir para vivir después de muertos: porque los que están muertos al mundo, ya no tienen que morir a él. Más prácticamente te se ve esto en San Diego. 

Hoy vico socorre al mundo. ¿Está muerto San Diego, o está vivo? Digamos que vivo, y más que todos los vivos; no muer to, porque los muertos ni ven ni oven, ni entienden, ni socorren a quien los llama: ni está vivo como los vivos, porque estos, aunque están en sus cinco sentidos, no obran con la virtud, y prontitud del Santo. Si se les pide salud, no pueden darla; si vida, lo mismo, pues vamos al Santo. Después de su tránsito van a su cuerpo, o sus reliquias, sordos, ciegos, mudos mancos, cojos, paralíticos, endemoniados, y sin ir hasta allá donde quiera q. los invocan con fé y confianza, los sordos oyen, los ciegos miran, los mudos hablan, los mancos, cojos, paralíticos y endemoniados sanan, los muertos vuelven a la vida, y todos consiguen la merced que al Santo piden: porque HOY VIVO SOCORRE AL MUNDO.

 

 

AÑA

Ad Beati Didaci corpus surdi amdiunt, muti quuntur, paralitici sanontur, ob obssesis corporibus et demones expelluntur, aegroti ad vian tab ipso mor tis limine revocantur.

V. & Orat. ut sup.

 

-Para los que no saben latín, tres Padre nuestros y Ave Marías, y lo que su devoción quisiere.

 

ORACION

Oh prodigio de gracia, milagroso San Diego en quien resplandece el poder de  Dios, tanto en haberos mantenido cuan vivo muerto, como hoy continuando os vivo para socorro del mundo, obrar prodigios y maravillas en todos los que con devoción, fé y confianza os invocan en sus aflicciones y necesidades; mirad Santo mío esta necesidad, que os represento, dígase la que es, amparadme y socorred, y si por mi poca fé y confianza, no acierto a pediros: vos que fuisteis tan sublime en la fé, que por su exaltación os arrojasteis a dar la vida entre barbaros, y por su firmeza obrasteis maravillas; vos que en la esperanza fuisteis tan excelente, cual toda vuestra vida pública llena de socorros del cielo, y cargada de milagros, ayudad mi fé y confianza para que tenga afecto mi petición. Desde hoy para siempre os elijo por mi patrón, protector para con Dios, socorredme ahora y siempre. Por nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos, etc.


 -Colaboración de Wiliam Gomez Poot

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