NOVENA DE SAN DIEGO DE ALCALÁ
Religioso
de N. P. S. Francisco
Dirigida
por
Fr.
Rodrigo de Jesús Sacramentado
De
la misma orden de la Santa Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala
CON
LICENCIA
Imprenta
“La Amadita”---60---519
1928
El Ilmo. y Dgmo. Sr. Obispo Diocesano
Dr. Don José María Guerra, concede su licencia superior para la reimpresión de
esta novena dedicada a SAN DIEGO DE ALCALÁ, e igualmente doscientos días de
indulgencia por sí y a virtud de hermandad que tiene acordada con varios Ilmos.
Sres. Obispos de la comunión católica, a todos los fieles cristianos que
devotamente hicieren dicha novena recitando sus versos correspondientes. Y de
mandato del propio Ilmo. Sr., libró esta en Mérida, a 5 de septiembre de 1849.
DIEGO LERANA
Oficial Mayor de la Secretaría
ADVERTENCIAS
Las novenas se ordenan a dar gloria y
culto a Dios y a sus Santos, cuyas son y a provecho de los fieles devotos, que
por ellas piden el socorro y remedio de sus necesidades: para cuyo fin se hacen
algunas obras penales y de virtud: como son ayunos, penitencias, comuniones,
oraciones, etc. En esta novena solo se piden determinadamente las oraciones que
en ella se hallaren; dejando todo lo demás al fervor de cada uno, con el
consejo y dirección de su padre espiritual. Lo principal que de esta novena
hemos de intentar sacar, es lo que comúnmente amonestan los Santos escritores,
cuyas palabras son: Cuando en la Iglesia
se nos ponen las vidas ejemplares de los Santos, es para que no animemos a
salir de nuestra tibieza, imitándolos en lo posible, o a lo menos para que nos
confundamos y humillemos, considerando los que somos pretendientes de la
gloria, cuán lejos estamos de llegar a las virtudes en que se ejercitaron los
mismos hermanos nuestros, vestidos de nuestras mismas flaquezas.
Lo que San Diego se dirá en esta
novena serán nueve especiales excelencias en que resplandeció, tomadas del
mismo oficio que le reza la Iglesia, y por ellas pediremos nueve mercedes; las
excelencias son las siguientes: Fue San Diego el despensero del cielo, el socorro de los pobres, el penitente
ejemplar, el nuncio de paz, el sabio sin letras, el predicador más elocuente
sin estudios el consuelo de enfermos, el amante de la Cruz, hasta la muerte y
el muerto, que vive para consuelo de todos, las cuales para que con más
prontitud se vean, van apuntadas en un acróstico de décima y se irán
manifestando cada día, porque irán corriendo por sus pies toda la novena.
EXCELENCIAS
Devotos venid a Diego
El divino despensero,
Sobre modo limosnero,
Aquel penitente lego,
Nuncio de paz y sosiego,
Docto sin letras profundo,
I elocuente sin segundo,
El que a enfermos socorrió,
Gustoso, y en Cruz murió,
Oi vivo socorro al mundo.
Devotos,
venid a Diego.
Antes
de entrar en la novena, se hace el convite a los devotos, y aunque a estos no
era menester convidarlos porque su devoción los atrae, con todo, para que más
se favoricen, y para que los que hasta aquí no lo han sido, se exciten a serlo,
se conviden poniéndoles a la vista los efectos de la novena en el caso
siguiente:
La
V. Madre Mariana de Jesús de la tercera Orden de nuestro padre S. Francisco, al
bajar una alta escalera torciósele un pie, y rodó por toda ella, dándole
golpes, que al fin la alzaron sin sentido, con la cabeza, espalda y un brazo
todo torcido con continua calentura, y temblor en el cuerpo, vertiendo por
oídos, boca, narices y ojos, mucha sangre corrompida. Asistieron médicos y
cirujanos y no hallándole remedio, mandáronla disponer para morir, lo cual se
ejecutó. Estando ya en las agonías de la muerte, una hermana que la asistía,
invocó el patrocinio de San Diego, diciendo: Santo mío, sanad a esta enferma,
que yo te prometo hacer una novena. Apenas la hubo prometido, cuando vio la
enferma en su interior, que el santo bajaba del cielo vestido de gloria, y saludándola
le decía Paz sea contigo, no temas que soy Diego, y vengo a curarte, aunque
puedo hacerlo luego, porque sepan todos quien es el que te da la salud, pide
que traigan la reliquia de un dedo de mi cuerpo que están en el convento de San
Juan de los Reyes; aquí me estaré contigo hasta tanto, que haya testigos del
milagro. Habló con admiración de los que allí estaban, la agonizante, diciendo:
Aquí está San Diego, traigan luego su dedo que me viene a sanar fueron por él,
y tras el dedo vinieron médico, cirujano y multitud de gente: pusiéronle la
reliquia, y el Santo aplicándole en lo interior una Cruz de oro, que en la mano
traía, dejóla del todo sana. A la voz de este milagro acudieron innumerable
persona, que tocadas con impulso superior: unas vertiendo muchas lágrimas
restituían lo mal habido, otras contritas dejaban pecados en que estaban
envejecidas, y todas, todas el día siguiente, que era de la Porciúncula, ganado
el jubileo trataron de darse a la virtud.
Estos
son los efectos de la novena del Santo a que se convida, y aunque su día no es
dela Porciúncula, pero es un tanto monta, pues hay indulgencia plenaria con
remisión de todos los pecados, hechas las ordinarias diligencias.
Devotos venid a Diego
El divino dispensero.
Hoy
es el primer día de la novena que se le piden a San Diego por especial favor
bienes espirituales, como son: luz para conocer nuestras culpas y dolernos de
ellas, luz para los que tratan de oración, y se hallan en tinieblas, luz para
no erra en el camino de nuestra vocación, y cada uno luz para salir de las
ignorancias, y dudas en que se hallare. No hay duda, que todos deseamos muchos
de estos tesoros, y que muchas veces los pedimos a Dios y a sus Santos, y con
todo no lo conseguimos. ¿Cuál será la causa? De parte de Dios no queda, pues
quiere que le pidamos, para darnos y es cierto, que a todos da con afluencia. A
mi ver, es porque no le sabemos pedir con aquel empeño con que San Diego los
negoció. ¿Qué negociante de tesoros humanos, por agente que fuese, se le podría
igualar en el empeño con que aquellos solicitaban? Ojalá, y nosotros los
pretendiésemos a imitación suya, con la solicitud con que las riquezas
temporales se pretenden, sin perdonar diligencia alguna. Ho pues con este
empeño vamos a San Diego todos los devotos suyos: porque es cierto, que puede
hacerlo el Santo con gran felicidad, y la razón es: porque es el despensero de
aquellos tesoros; sea la prueba el caso siguiente:
La
Madre Mariana de Jesús (arriba citada) se hallaba padeciendo muchos trabajos,
dolores, tristezas, desamparos, pusilanimidad de corazón y espantos de los
demonios. Encomendóse a su devoto San Diego, y llegada la víspera de su fiesta,
se le apareció con gran gloria y hermosura, y tomándola en sus brazos, llevóla
a un trono de glorias, donde estaba la Majestad de Nuestro Señor Jesucristo a
quien le presentó con todos sus trabajos, uniéndolos con los de su Divina
Majestad, y apenas hubo hecho esto el Santo, cuando vió que abrió nuestro Señor
Jesucristo su pecho, y brotando de él un caudaloso río de luces, le dijo al
Santo: Mi amado Diego, abierto está mi tesoro para ti, derrama luces sobre esa
criatura, y sobre todos los que te aman, e invocan, que licencia tienes para
desprenderlas con abundancia. Daban las luces de aquel rio el polpe (dice esta
venerale Madre) en las manos del Santo, y de ellas se despedían rayos divinos
sobre todos sus devotos. Vuelta en si la venerable Madre, hallóse del todo
libre, y con eso confirmada la verdad del caso, y el poder del Santo. Vamos
pues a él confiados, y para obligarlo se dirá la ANTIFONA y oración siguiente:
Te Christe clementíssime
Veniam precamur supplices,
Tu pro tuis fidelibus
Audi precantem Didaccum.
V. Ora pro nobis Beate Didace.
R. Ut dipni eficiamur promissionibus
Christi.
ORATIO
Omnipotens sepiterne Deus, qui
dispositione mirabili, infirma mundi eligis, ut fortia quaeque confundas:
concede propitius humilitati nostrae; ut piis Beati Didaci Confessoris tui
precibus ad perennem in caelis gloriam sublimari mereamur Per Dominum.
-Los
que no supieren latín dirán tres Padresnuestros y Avemarías, y lo que su
devoción quisiere más.
ORACIÓN
¡Oh
Divino despensero, en cuyas manos tiene Dios puestos sus tesoros! Con plenitud
de potestad, para distribuirlos sobre los fieles devotos que imploran vuestro
auxilio: yo el menos y más necesitado de vuestros devotos, cargado de
tinieblas, de temores, de dudas, de ignorancias, de tentaciones, del enemigo, y
de las demás necesidades de mi alma, que vos mejor, que yo sabéis; fiado en la
palabra y potestad, que Dios te dio, me arrojo con toda confianza a vuestro
acatamiento: alumbrad Padre y amparo mío a esta pobre alma, que vive sentada en
las tinieblas, y sombras de la muerte; derramad sobre ella vuestras luces, luz
para conocer mis culpas, luz para llorarlas con tan perfecto dolor, que tenga a
verdadera contrición, luz para que a vuestra imitación, con brío y empeño, al
modo del mejor mercader emprenda y camine con rectitud los caminos de mi
vocación. Resplandezca en mi alma Santo mío, esta virtud y potestad que tenéis
por Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina
en los siglos. Amén.
SEGUNDO DÍA
“SOBRE MODO LIMOSNERO”
Hoy
se representan al Santo las necesidades corporales. Todos en es esta vida somos
mendigos, y tenemos necesidad de pedir limosna a Dios, y a sus Santos, todos
deseamos ser socorridos, y si bien la advertimos, más desea Dios socorrernos,
por ser infinitamente próvido, y como dueño de todo a manos llenas quiere dar y
es tan propio el dar en Dios, que de allí se dice Dios. Si preguntare alguno
¿En qué estará el que pidiendo muchas veces a Dios y a sus Santos, no se
consigue? Dejadas muchas razones, como son las ocultas providencias; el que no
se sabe pedir, por pedirse lo superfluo, o lo que puede servir de veneno o de
armas contra Dios y otras razones: lo que puede responderse es, porque no
sabemos pedir como San Diego, que pedía con gracia y con modo; pedía limosna y
daba limosna, sabía y consideraba, que Dios dice: Dad y se os dará, y así
mientras más daba, más pedía y más tenía que dar. Sabía también a quien daba,
no a cualquiera criatura, sino a nuestro Señor Jesucristo; que veía en ellas y
sabía que el mismo Señor decía, que la limosna que al pobre se le hacía, a él
se le hacía, y que él era quien la satisfaría, y finalmente sabía el modo de
dar y pedir, porque o pedí dar, o no, si podía daba con la sal que dice el
Apóstol con agrado con buen modo y con buenas palabas, y si no podía, era tanta
la pena que le causaba la necesidad ajena, tal conmiseración, y tal dulzura de
sus palabras, que salían los pobres alabando a Dios, y más consolados, que si
les hubiese dado limosna. Era Sobre modo limosnero. Expliquemos es más con
palabra, que en la vida del Santo se expresan.
No
pedía San Diego cosa a Dios, que no la consiguiese, porque no le pedía por Dios
cosa que no le diese de limosna. Miraba a Dios en los pobres, y con este
respecto, ¿qué trazas no inventaba para tener que darle a Dios? Lo primero
tenía un huertecillo de legumbres plantado al sudor de su rostro para dar
limosna; no contento con esto, labraba de sus manos saleros, platillos y otros
vasos de madera para socorrer a los pobres: cuando esto no bastaba. Se
alquilaba con los labradores, con tal, que la paga de su trabajo se diese a los
pobres: otras veces salía a pie por los pueblos comarcanos a pedir limosna,
para dar limosna; otra ayudaba con la ración que le cabía de su alimento,
queriendo ayunar porque no ayunase el pobre: otras industriaba cómo tomar de
las mesas a sus hermanos antes que comiese, lo que veía que podía sobrar para
los pobres, lo cual repitió, tantas que cayó en el hurto, y al registrarlo el
Prelado; aquel Señor para quien era la limosna le convirtió los mendrugos en
hermosas rosas: finalmente. Cuando por ningún camino hallaba que dar a Dios en
los pobres, dábales dulcísimas palabras, y un raudal de lágrimas llorando
compasivo y sin consuelo por consolarlos.
AÑA
Tanto Beatus Didacus erga Christi
pauperes amore flagrabat, ut dum illo rum calamitates pro voto sublevare non
posset, vimla crymarun profundens ver vis eos dulcíssimis solaretur.
V. & Orat. Ut sup.
-Para
los que no saben latín, tres Padres nuestros y Ave marás, y lo que su devoción
les dictare.
ORACIÓN
Oh
Santo de mi alma, Sobre modo limosnero, vengo confiado a vos a pediros limosna
y representaros mis graves necesidades, que son (las que cada cual tuviere).
Acordaos Santo mío, que fuisteis pobre, y que habéis subido a ser muy rico,
acordaos que aun entonces, ninguno salió desconsolado de vuestra presencia,
acordaos de aquella solicitud y diligencia que hacíais por socorrer a los
pobres, acordaos de aquella compasión y lágrimas que derramabais por su
consuelo, acordaos, que a Dios dabais la limosna en ellas: da Santo de mi alma
limosna a Dios en mí, mirad mi pobreza, y vuestro poder, ved, que soy imagen, y
semejanza de Dios, y si ésta por mis graves pecados la tengo borrada, y por
ignorancia y tibieza no acierto a limpiarla; poderoso sois, cuanto a Dios pedís
alcanzáis, rogad por mí, para que sepa salir de ellos; ostentad vuestro poder,
y caridad en mí, que toco las puertas de vuestra piedad. San Diego de mi alma,
limosna por amor de Dios, por vuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el
Espíritu Santo, vive y reina en los siglos delos siglos. Amén.
TERCER DÍA
“AQUEL PENITENTE LEGO”
Hoy
se pide al Señor San Diego. Victoria contra los enemigos. Todos deseamos salir
victoriosos de esta vida, todos deseamos triunfar con Cristo en la gloria. ¡Oh
qué dicha! ¿Qué hiciéramos? Aquí no hay más remedio que seguir a San Diego,
armarnos y pelear hasta la muerte como peleó; porque sin batalla no hay
victoria. Conocía el Santo con la luz de la fé, que nuestra vida es una
continua guerra con los tres enemigos; que el más traidor es el más doméstico,
y que en venciendo a éste, se dan los otros por vencido. Sabía cuan quedó el
hombre por la culpa original. En castigo de la primera desobediencia a Dios,
quedó nuestro cuerpo con todas sus pasiones tan inobediente al alma, que no hay
bestia más indómita, ni de más malas mañas a su Señor que lo que es el cuerpo
al alma; caminamos en él a la gloria, y ¿qué sucede? Que en los malos pasos da
caídas de muerto que tropieza a menudo, si lo espolean revienta, si lo apuran
se echa con la carga, si no lo azotan es tan lerdo y perezoso, que no se menea,
y finalmente, ni freno, ni espuela, ni azote le basta, porque con todo dispara,
de todo se espanta, y todo lo desconsuela. Solo gusta de andar libre a su
voluntad enamorado de sí mismo, cumplir sus apetitos, y dejarse llevar de sus
pasiones y deseos, aunque sean contra la razón y contra Dios. Todo esto conocía
el Santo, y el remedio que tuvo fue: no consultar con su cuerpo, sino antes de
oírlo, atarlo y sujetarlo de modo que por antonomasia fue Penitente Lego. En
cinco modos fue penitente, en el estado, en el vestido, en sus ejercicios en
los sentidos y en el alma. Su estado fue el más humilde Lego; su vestido un
solo hábito y sus paños menores, y eso lo más desechado, lo más vil y
remendado; sus ministerios, los más abatidos, y de mayor trabajo, limosnero,
enfermero, hortelano, barrendero y todos los oficios más trabajosos y viles. En
los sentidos, además de su modestia, y recogimiento, era todo una continua
mortificación, continuos ayunos, vigilias y cilicios: cuando no estaba en
trabajos exteriores, su habitación era en las soledades y cuevas, allí se
sepultaba, allí se rasgaba las carnes, no solo con disciplinas, sino con varios
modos de mortificarse, que su espíritu inventaba. En el alma además de las
batallas con los demonios, que de ordinario paraban en maltratos y golpes que
le daban; además de las sequedades, desamparos y desolaciones, que a tiempos
padecía, cuatro penas padecía que le eran mayores, que las dichas, que era la
estimación que del Santo se hacía, y para vencer esta se ultrajaba y así
decíase el inútil, el que para nada es bueno; gustaba del ultraje, de la
persecución y el desprecio, juzgábase indigno del hábito, arrojábase a lamer
las llagas de los leprosos, y así ponía en sus pies sus labios, su rostro y a
veces se los lavaba con lágrimas que vertía diciendo, que así se curaban y
aliviaban los pobres y enfermos. La segunda pena era por la conversión de los
infieles; la tercera por los que estaban en pecado mortal; aquí sí, que se le
partía el alma, y tratando de satisfacer por toda la justicia de Dios, soltaba
las velas a las penitencias atormentando su cuerpo con atroces tormentos. La
cuarta pena era por las ánimas del Purgatorio; mirábalas amigas de Dios,
atormentadas por la Divina Justicia, e imposibilidades de poder obrar, y a este
fin se pasaba las noches en la oración y penitencias, y al fin acababan sus
ejercicios yendo a rociar los sepulcros con agua bendita a cuyo refrigerio abriendo
las sepulturas sus bocas salían los difuntos dando voces diciendo: a mí, Padre
Santo a mí, Padre Santo. Este fue el modo con que el Santo domó su cuerpo,
tratándolo como a cruel enemigo.
AÑA
Beatus
Didecus stadium virtutis ingressus, carnem suam laboribus, etc flagelis,
vigilis, ac jeiuntis edomabat.
V.
& Orat, ut sup.
-Para
los que no saben latín, tres Padres nuestros y Ave marás, y lo que su devoción
les dictare.
ORACIÓN
Oh fortísimo
Padre San Diego, admirable en penitencia, cuyo exceso excita los ánimos alabar
a Dios. Padre Santo, imitaron no puedo; admirarme sí y dar gracias a la Divina
Majestad por el gran fervor, caridad, y don de fortaleza, que os dio. Bendito
sea tan buen Dios y Señor por tales dones. Conozco Santo mío, lo indómito de
mis pasiones, deseo el remedio, más no sé qué me haga; porque por una parte veo
lo necesario que es la penitencia, pero al paso que lo conozco me hallo por mis
graves culpa con tal dificultad, y repugnancia a la mortificación, que me
parece imposible arrastrarla, de que sigue estar como imposibilitado mi
remedio; solo alcanzándome vos un especial auxilio de Dios pudiera seguiros, no
en el todo, porque sois singular, más a lo menos en laguna partecita, en cosa
equivalente a la penitencia activa, como es en tolerar con paciencia por amor
de Dios lo que por permisión suya me sucediere, así os lo prometo, y para más
fijarlo en mi memoria, repetiré muchas veces estas palabras: Hoy sufriré por
Dios cualquier trabajo o adversidad, sea leve o grave, que su Majestad permitiere:
pero nada podré sin el especial auxilio que os pido por Nuestro Señor
Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina en los siglos de
los siglos. Amén.
CUARTO DÍA
“NUNCIO DE PAZ Y SOSIEGO”
Hoy
se pide a Dios el don de la ración y comunicación con su divina Majestad. Una
de las cosas que más desean las almas que tratan de oración, es la amorosa
comunicación con Dios. Pregunto (a nuestro modo de hablar) quién lo deseará
más; Dios: porque siendo infinitamente bueno, infinitamente quiere comunicarse,
y con tanto gusto que dice la misma sabiduría: que sus deleites son con los
hijos de los hombres. ¿En qué pues, estará que no se conceda? En que las almas
no se disponen para ello como San Diego. ¿Cuál será esta disposición? La
perfección cristiana, la pureza de corazón. Alma, dice San Agustín, ¿quieres
ver a Dios? Trata de limpiar el corazón, porque escrito está en el Evangelio:
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. La
disposición, que para esto tuvo San Diego, no sólo fue guardar los mandamientos
con toda prontitud; más hablando la iglesia de puntos de perfección de la
regla, que a Dios prometió, dice, que ni un ápice, ni una tilde la quebrantó.
Con esta disposición tenía su interior con gran tranquilidad, tan limpio, tan
sin manchas, que no había en su corazón cosa que le embarazase a que
resplandeciese en él como en un espejo claro, el divino esposo; y aunque no era
menester al retiro, porque en cualquier lugar estaba en continua oración y
comunicaba con Dios, con todo, ya porque la comunicación de criaturas no le
pegase algún polvo de imperfección, ya por ser los retiros lugares más aptos
para la contemplación, era amantísimo de las cuevas, de los desiertos y de la
soledad; allí soltaba las velas a su devoción: unas veces oraba con las
rodillas desnudas en tierra; otras en pie cruzados los brazos y otras puesto en
cruz; allí hacía tiernos recuerdos de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, en
cuya contemplación, ya se deshacía en lágrimas, y ay se enajenaba de los sentidos;
allí a pesar de la gravedad del cuerpo, se levantaba de la tierra por el aire,
como si fuese avecilla del cielo. De aquí el pacificar los ánimos más rebeldes;
de aquí el consolar al triste, y de aquí el ser embajador del cielo, Nuncio de
paz y sosiego.
AÑA
Oratione
Semper intentus. Dei colloquiis jugiter fruebatur. V. & Orat.
-Para
los que no saben latín, tres Padresnuestros y Avemarás, y lo que su devoción
les dictare.
ORACIÓN
¡Oh
divino Diego, Nuncio del cielo, Nuncio del verdadera paz, divina avecilla, que
vais y venís, de la tierra al cielo, del cielo a la tierra, cargando nuestras
peticiones, presentándolas ante el Señor de los Señores y trayendo provisiones
reales, para consuelo y libertad de los que en prisiones desterrados vivimos;
yo varón de deseos y esclavo de mis pasiones, al paso que quisiera seguiros y
tener toda mi conversación en los cielos me hallo tan maniatado, tan envuelto
en las pasiones, de mis sentidos y potencias, que ni tengo fervor para levantar
mi espíritu a Dios, ni aquel sosiego t paz que mi alma necesita para contemplar
su rostro divino. Conozco padre de mi alma, que la causa de todo esto son mis
pecados, mis imperfecciones y mis distracciones; con el auxilio de Dios y
vuestra ayuda, propongo poner remedio en todo, y espero de vuestra benignidad,
que como Nuncio de paz habéis de alcanzar de Dios la victoria de mis pasiones
para que así consiga el don de la oración, y como Nuncio de sosiego me habéis
de traer nuevas de que he de ver, y contemplar el rostro amoroso de Dios, sino
en esta vida, por i indisposición, en la hora de mi muerte y en descanso
eterno, que espero y pido por Nuestro Señor Jesucristo que con el Padre y el
Espíritu Santo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.
QUINTO DÍA
“DOCTO SIN LETRAS PROFUNDO”
Hoy
se pide a San Diego la presencia de Dios, y la perfección de las obras del
estado. ¿Quién no desea saber mucho y con perfección, ser muy entendido, muy
capaz y muy prudente? Como esto es tan natural al hombre, por conseguirlo se
desvela, y trabaja sin descanso ni sosiego y la desdicha es, que después de
todo se suelo quedar en ayunas, dando por disculpa, que su capacidad no le
ayuda. No es acaso, sino que no dieron en el punto que dio San Diego: por
corto, simple e inútil que fuese, si estudiara como el Santo estudió, fuera
consumado en todo. Maravilla es ver la mezcla de ciencia e ignorancia de San
Diego, simple e idiota era al mismo tiempo, doctísimo en letras humanas,
ignorante y Docto profundo en las divinas; su mayor saber estaba, en que tanto
cuanto ignoraba, sabía lo que importaba saber, e ignoraba, lo que convenía
ignorar; al tamaño de su ciencia era su inocencia; inocente fue cuando niño,
inocente cuando mozo, y en la senectud cargado de canas, era también simple e
inocente como el primer día. No frecuentó las escuelas humanas, ni supo
revolver libros; la escuela en que aprendió fue la oración; allí supo cuanto
hay que saber, su único libro era el de la vida de Ntro. Señor Jesucristo
crucificado: éste era el libro abierto en que aprendía, y el Espíritu Santo, la
luz encendida que le ilustraba. Consultábanle los hombres más doctos dificultades,
que de la Sagrada Escritura no alcanzaban, y de sus respuestas salían tan
satisfechos como admirados, diciendo lo que del niño Dios en el Templo: cómo
sin aprender letras dan tan altas respuestas. Penetraba su entender los cielos,
y así su doctrina era tan eficaz, que rendía los corazones. Pero que mucho que
este afecto causase en los racionales, cuando los brutos animales careciendo de
razón le entendían y obedecían. Siendo hortelano San Diego venían los cazadores
a matar conejos que comían la hortaliza, y el Santo con sencilla mansedumbre
les salían el encuentro, diciendo: tened hermanos, no los matéis, que con una
reprensión se emendarán; así lo hacía; y si no se enmendaban les hacía pagar su
culpa; cogía la disciplina o la cuerda,
y dándoles unos azotes los desterraba echándolos al campo como a incorregibles.
AÑA
In
sebola orationis divinitus eruditus de rebus coelatibus sensus miríficos
proferebat.
V.
& Orat ut. sup.
-Para
los que no saben latín, tres Padres nuestros y Ave marías, y lo que su devoción
les dictare.
ORACIÓN
San
Diego de mi alma, Docto sin letras profundo, que diste en el punto del saber,
aventajándoos a todos los sabios del mundo: porque sin andaros por las ramas,
ni mendigando en arroyuelos de multitud de libros os fuisteis a la fuente de
donde dimanan todas las ciencias del mundo; todo ocupado, todo embebido en el
libro de los libros de Dios, Dios, Dios y no más; en continua oración y
contemplación en todo tiempo y lugar, de donde os vino la dicha de encontrar
con el compendio de todos los libros y ciencias, que es la misma sabiduría.
¿Quién os pudiera imitar? ¿Quién pudiera estar en continua oración? ¿Quién
pudiera obrar como vos, haciendo todas las cosas con prudencia y sabiduría?
Conozco Santo mío, que esto solo es saber, y que aunque supiera todas las
ciencias, si ésta ignoro, nada sé. Pues Santo mi alma, vamos con tiempo al
remedio, quiero que seas mi Maestro, vos tenéis virtud para enseñar hasta los
brutos animales, ejercitad en mí esta gracia, enseñadme que quiero seguiros,
alcanzadme de Dios el don de la continua atención a su Divina Majestad en todo
tiempo y lugar; que con este don , yo os prometo aspirar a dar en el punto en
que distéis, estudiar en este divino libro, teniéndole siempre a la vista,
haciendo todas las cosas pro solo su amor, con tal cuidado y tan bien hechas,
que puedan parecer de si Divina Majestad, y de modo que no halla, en ellas cosa
indigna a sus ojos. Veré como obro, veré como ando, veré como hablo, como oigo,
como veo, cómo y qué pienso, qué deseo, y qué amo, y finalmente así cumpliré
perfectamente con las obligaciones de mi estado, por vuestra doctrina, por
vuestra enseñanza, y por vuestra intercesión. Ayudadme, Padre y Maestro mío,
por Nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina
en los siglos de los siglos. Amén.
SEXTO DÍA
“ELOCUENTE SIN SEGUNDO”
¡Hoy
se pide al santo el don de gobierno! ¡Qué gloria es a los dueños de familias el
tenerlas en paz y bien concertadas! Esta es una bienaventuranza en la tierra, y
lo contrario un infierno. ¡Cuántos desean este don y no lo consiguen! La causa
de esto es, porque no predican a las familias con la gracia de San Diego. ¿Cómo?
La Iglesia dice el modo: con palabra y ejemplo. No todos tenernos obligación de
predicar con la palabra, más todos la tenemos de predicar con el buen ejemplo.
que es predicar con tanta más eficacia, cuando va del. dicho al hecho.
Resplandezca vuestra luz (dice Dios)
delante de los hombres: vean todas vuestras buenas obras no para la vana
estimación sino para la edificación y dar gloria a Dios; porque las virtudes
que se enseñan, mejor se entienden por los ojos, que por los oídos; más
persuade el ver obrar, quo el oír, hablar; porque el decir uno, y obrar otro,
es de fariseo. Vamos al ejemplar. Fué San Diego Elocuente sin segundo;
predicaba con tal elocuencia y eficacia, que admitían su doctrina aún los más
duros de corazón, con tal benevolencia, que al punto trataban de su enmienda. ¿En
qué estaría la elegancia de su estilo? en, que aquello a que quería persuadir,
obraba. Andaba como rosa entre las espinas; para sí todo era espinas, oración,
penitencias, ayunos, desvelos, hambre, desnudez, trabajos, caminos, soledades y
peligros; y para todos, todo era miel; y fragancia de santidad, tras cuyos
olores todos, cual las abejas vuelan a sacar de la rosa miel; corrían unos a
sacar la modestia, otros el silencio, otros la paciencia, otros la resignación,
otros la obediencia, y todos frutos de santidad; y a todo esto el Santo siempre
en espinas. Mártir le canta la Santa Iglesia, no porque así muriese, sino por
que en el alma y cuerpo padeció sus martirios; tres martirios de fuego padecieron
en el alma; fuego que le abrazaba el corazón en amor de Dios, y de ansias de
padecer martirio; fuego de amor del prójimo, que le consumía en deseos de sacar
de la esclavitud del demonio a loe pecadores, y fuego de convertir a todos los
infieles a nuestra santa fé. Para conseguir todo esto añadía el martirio del
cuerpo, penitencias y lágrimas, oración y continuos clamores a Dios pidiéndole
almas. Este fué el estilo elocuente con que este pobrecito Lego simple y
humilde hizo en el mundo más fruto que los insignes oradores; ésta la eficacia
de su predicación con que convirtió
millares de almas a Dios y hasta hoy está convirtiendo, porque permanece
predicando, no con palabras que esas pasaron, sino con ejemplo y milagros; como
el de los dátiles, y otros q hizo cuando entró pre dicando, en las Canarias:
fué así el caso, diéronle por alimento unos dátiles; el San to no sabía que el hueso era tan duro, que no
podía quebrar con los dientes; mordió uno con tal fuerza q. se le quebró un
diente; sintió grave dolor, y el despique: que tufo fué volver los ojos al
cielo, y decirle a Dios: no permitáis, Señor, que a otro suceda semejante trabajo. ¡Cosa rara! desde entonces hasta hoy el fruto que da aquel
árbol es suave y sin hueso. Este y otros hasta hoy predican y compungen los
corazones, y hacen recuerdos de su Santa y ejemplar vida, que es lo que más
persuade
AÑA
Ad
ínsulas Canarias missus,: infidele multos ad Christe fidem . ccrbo atque eccems plo perduxit V. d Orat. ut sup.
-Para
los que no saben latín, tres Padre nuestros y tres Ave Marías, y lo que
quisiere su devoción.
ORACION
Ante
vuestro divino acatamiento soberano Padre y Señor San Diego, predicador
evangélico elocuente sin segundo, postrado y rendido vengo a que milagrosamente
resplandezca en mí la virtud de vuestro ministerio. Si buscáis, Santo mío, paganos
y pecadores en quien ejercitar vuestra ardiente caridad convirtiéndolos a Dios
con palabras y ejemplo, con oración y milagros; más derecho tengo yo a que obréis
en mí estas maravillas que todos; ya porque habéis de empezar por los más
domésticos en la fé, y ya porque en mis costumbres soy peor que todos ellos; y
pues yo solo valgo por mil, mi re medio os toca, a vos me arrojo, remediad me,
Santo de mi alma, mirad mis obligaciones, alcanzadme de Dios el don de gobierno,
y que viva de modo, que predique más que
con palabras, con mi buen ejemplo; para que tanto en mí como en todas mis
cosas. por vuestros méritos, sea Dios glorificado; así lo espero como os lo
pido por nuestro Señor Jesucristo que con el Padre y el Espíritu Santo vive
etc.
SEPTIMO DÍA
EL QUE A ENFERMOS SOCORRIÓ.
Hoy
se pide al Santo la virtud de la caridad y piedad para con los enfermos. Gran
necesidad hay de esta virtud: porque todos deseamos nuestra consolación en
tiempo de enfermedad, por las mu chas
penas que allí nos rodean dentro y fuera; por dentro nos afligen temores y
sustos de la muerte y de la cuenta; y en
el cuerpo las molestias del dolor, las de los medicamentos, la desgana del
comer y atrás muchas entre las cuales la mayor suele ser el desamparo aún de
los más amigos y conocidos, que a lo más
que se alargan, es a una visita por cumplimiento, cuando quisiéramos que todos
se condolieran de nuestros males, Que todos nos ayudaran y socorrieran en la
mayor necesidad. Es cierto, que pocos hay que con caridad se apliquen a
ejercitar una obra tan provechosa como agradable a Dios; y una de las causas de
esto, es por los ascos que traen consigo las enfermedades. Tres cosas pues habremos
de aprender hoy de San Diego para conseguir esta virtud; la primera, cómo haremos
para quitar los ascos' que causan las miserias de los enfermos; la segunda,
cómo haremos para aliviarlos en lo que toco al desgano del alimento: y la
tercera, qué haremos para que con gusto
nos dediquemos a este ejercicio. Cuanto a lo primero, mirar lo que miraba el
Santo en los enfermos, más las al más, que los cuerpos, aquella imagen y
semejanza de Dios, aquel ser cada uno un miembro de nuestro Señor Jesucristo,
comprado con su misma salida, y un templo vivo de la Santísima Trinidad; con
esto no sabía cómo acariciarlo se aplicaba sus manos, sus ojos, sus labios, y
su rostro al enfermo, aún a las llagas más asquerosas. A esto se añadía el
conocimiento del cuerpo humano, lo que es, lo que fué y lo que será, todo, todo
pobre, costal de huesos, manjar de gusanos, y lo que de sí despide, sea el que
se fuere; no lo que los árboles y plantas, bálsamo, vino, aceite, flores y
frutos, sino mil inmundicias. Cuanto a lo segundo, no ponía toda su solicitud
en buscar regalos para los enfermos entre las criaturas, sino que
inmediatamente se iba a Dios y todo se le veía a las manos, atento al Evangelio
que dice: buscad primero el Reino de Dios, que todas las demás cosas ellas se
vendrán. De aquí esta piedad, que con todos tenía, venía el que todos la tuviesen corvel Santo, y esto
es lo tercero, para que todo se haga con
gus to, la esperanza de que seremos socorridos si socorremos: por ser palabra
de Dios, que si queremos que se tenga
misericordia, con nosotros, la tengamos con nuestros hermanos. Véase esto más
práctico en el caso siguiente:
Juntáronse
en Roma a Capítulo general tres mil -religiosos de Orden de nuestro padre San
Francisco. Dos plagas había en el reino, y entre los religiosos más por estar a
la providencia, que eran peste y hambre, morían muchos, y perecían de
necesidad, y el remedio, que con divino acuerdo tomó la Orden, fué a escoger
entre todo un religioso para enfermero, que tuviese caridad y agrado, que no
hiciese ascos de las miserias de sus hermanos, y que les buscase algún
alimento; todas estas cualidades hallaron en San Diego, y así le dieron el
oficio. ¡Caso raro! lo mismo fué comenzar su ejercicio el Santo, que comenzar
la consolación de todos; todo era abundancia, y todo era consuelo, llovía
manjares a pedir de boca, tan sazonados al gusto, como provechosos a la salud;
a todos regalaba con abundancia, entendía las necesidades, y antes q. se
representasen les salía al encuentro con sus socorros; lisonjeándolos, y
brindándoles el apetito con sazonadas viandas y más sazonadas palabras, con que
abría el gusto a los enfermos de todos modos; a todos servía con puntualidad, a
todos aseaba y limpiaba, y a todos curaba; primero aplicándoles medicinas
humanas; y si éstas no obraban, aplicaba su rostro, sus ojos, sus labios, o la
Cruz que al pecho traía colgada, o el aceite dela lámpara del altar de la
Concepción de nuestra Señora o el de la lámpara del Santísimo Sacramento; con
lo cual maravillosamente todos sanaban, y todos conocían su gran caridad, y
especial gracia de curación, como a gloria suya lo canta la iglesia.
AÑA
Omnnes
in servo Dei copiosum caritaus. spiritum, Etc. singularem apud Deun gratiam
agnoscebant.
V.
Orat. ut
-Para
los que no saben latín, tres Padre nuestros Ave Marías, y lo que su devoción
quisiere.
ORACION
Oh
Padre y Señor San Diego, Socorro de los enfermos, toda piedad, toda caridad y toda
gracia: conozco cuán santo ejercicio es éste, que con obras y ejemplos nos enseñáis,
imitando a nuestro Señor Jesucristo, que vino a curar enfermos y conozco la
poca piedad q. para con mis hermanos enfermos tengo. No merezco que tengan
misericordia de mí, pues no la tengo con mis hermanos: pero viendo la gracia
que Dios os dio, a vos vengo cargado de males fuera de los muchos que me
amenazan como vaso de barro quebradizo,
a que de pura gracia, de pura misericordia me concedáis dos cosas: la primera,
alcanzarme de Dios esta virtud de la piedad cono los enfermos para que haga con
ellos lo que yo quisiera conmigo; y la segunda, que seáis mi Médico; tened
piedad de mí, sed mi enfermero, que como lo seáis, no necesitaré de buscar
socorro entre las criaturas. A vos llamo y llamaré en mis necesidades, y de vos
espero todo mi remedio. Por nuestro Señor Jesucristo, que con el Padre y el
Espíritu Santo, vive, &.
OCTAVO DÍA
GUSTOSO Y EN CRUZ MURIÓ
Hoy
se pide al Santo una buena muerte. El mayor dolor, y la pena más grave que hay
en la vida, es el arrancarse el alma del cuerpo, aquel salto a la eternidad; si
se hierra, Pésima muerte, dice David, si se acierta, Preciosa en el acatamiento
de Dios. ¿Qué haremos para acertar este salto? Seguir a San Diego, sembrar en
nuestro corazón el árbol de la Cruz, abrazarse con la Cruz de su esta do, andar
y vivir con ella, y atender a quien murió en ella; que, si nos hallaremos en
aquel salto, con el fruto de este árbol divino, porque en la muerte el fruto
que se sembró en la vida. Veamos a San Diego.
Desde niño sembró en su corazón este árbol, y así andaba absorto en el
piélago de sus perfecciones; derretiasele el alma en ternuras amorosas; cual
sol en continuo movimiento anduvo hasta el
ocaso de su vida, ardiente en la llama
de amor de Cristo crucificado; cavaba el fuego con el leño de su Cruz,
éste era su pensamiento, su
conversación, y la sal con que suavizaba
la amargura de sus trabajos, abrazando siempre con la Cruz, y en ella Cristo
crucificado, era el principio y fin de todas sus obras. Y como cuál es la vida,
es la muerte: habiendo vivido abrazado con el árbol de la vidas poco antes de,
su muerte tuvo un rato en que siendo llevado al paraíso celestial, le dio Dios a
gustar la dulzura de las flores y frutos de aquel divino árbol, y al volver
solo dijo por tres veces. ¡Oh cuán suaves son las flores del Paraíso! Y abrazándose
con una Cruz, saludándola con dulces palabras, entregó su Espíritu.
AÑA.
Beatus
Didacus, dum tempus suae resolutionis instaret, Crucem amplexus, etc.
osculatus, atque oculis in vitale lignum defixis, etc. verba illa magno affectu
pronuntians: Dulce lignum, dulces clavos, dulcia ferens pondera quoe sola
fuisti digna portare Regem coelorum, etc. Domjnum; Sanctam Deo animan reddidit
V.
Orat. Ut. sup.
-Para
loe que no saben latín, tres Padre nuestros y Ave Marías y lo que quisiere el
devoto.
ORACION
Oh
Prudentísimo Padre y Señor San Diego, labrador divino, que tan de ante mano
supiste sembrar en la tierra de vuestro arado cuerpo, y en el centro de vuestro
corazón el precioso árbol de la vida para coger en la mayor necesidad el
saludable fruto de la vida eterna. Dichosos vuestros trabajos, que os trajeron
a entregar gustoso vuestro cándido espíritu en la Santa Cruz. Yo, santo mío,
tiemblo de la muerte si ahora me cogiera, no sé qué hiciera, por estar
desprevenido, por estar mi corazón, no en la Cruz, sino entretenido en sembrar
flores de que allí se cogen por frutos espinas. ¡Oh Santo de mi alma! si me
pierdo de qué sirve todo! ¡Quién pudiera con ánimo resuelto desde luego, a
imitación vuestra, abrazarse con el divino árbol de la Cruz hasta la muerte! Yo
os prometo desde hoy hacer mi diligencia, y seguiros en lo posible; ayudadme
Santo mío, ahora y en la hora de mi muerte. Por nuestro Señor Jesucristo, que
con el padre y el Espíritu Santo vive etc.
NOVENO DIA
«HOY VIVO SOCORRE AL MUNDO.»
Hoy
se pide al Santo su patrocinio y que socorra a cada uno con lo que más necesita.
Es cierto q. si con fé y confianza pedimos a San Diego, obrara milagros Dios en
sus devotos. El fundamento que hay para asegurar esto, es la excelencia de este
día hoy vivo socorre al mundo. ¿Vivo San Diego hoy? Sino ha muerto, como todos
los que mueren. Bienaventurados, dice San Juan, los muertos que mueren en el
Señor. ¿Si muertos, como mueren? Esa es la virtud y fuerza de la gracia; hay
unos que cuando vivos están muertos, y otros que cuando muertos están vivos. Es
muy distinto el vivir y morir de los bienaventurados, del morir y vivir de los
pecadores. La vida de los pecadores es una vida muerta, q. cuando acaban su
carrera mueren con doblada muerte, o como ya se dijo, su muerte es pésima, más
la vida corporal de los justos es una vida muerta, a quien los Santos no llaman
vida sino muerte, y andan buscando con San Pablo quien los libre de ella;
cuando acaban su carrera, no le llaman muerte, sino traslación de la muerte en
que estaban a la verdadera vida. Estos son los bienaventurados muertos, que
dice San Juan, que supieron morir antes de morir para vivir después de muertos:
porque los que están muertos al mundo, ya no tienen que morir a él. Más prácticamente
te se ve esto en San Diego.
Hoy
vico socorre al mundo. ¿Está muerto San Diego, o está vivo? Digamos que vivo, y
más que todos los vivos; no muer to, porque los muertos ni ven ni oven, ni
entienden, ni socorren a quien los llama: ni está vivo como los vivos, porque estos,
aunque están en sus cinco sentidos, no obran con la virtud, y prontitud del Santo.
Si se les pide salud, no pueden darla; si vida, lo mismo, pues vamos al Santo.
Después de su tránsito van a su cuerpo, o sus reliquias, sordos, ciegos, mudos
mancos, cojos, paralíticos, endemoniados, y sin ir hasta allá donde quiera q.
los invocan con fé y confianza, los sordos oyen, los ciegos miran, los mudos
hablan, los mancos, cojos, paralíticos y endemoniados sanan, los muertos
vuelven a la vida, y todos consiguen la merced que al Santo piden: porque HOY
VIVO SOCORRE AL MUNDO.
AÑA
Ad
Beati Didaci corpus surdi amdiunt, muti quuntur, paralitici sanontur, ob
obssesis corporibus et demones expelluntur, aegroti ad vian tab ipso mor tis
limine revocantur.
V.
& Orat. ut sup.
-Para los que no saben latín, tres Padre
nuestros y Ave Marías, y lo que su devoción quisiere.
ORACION
Oh
prodigio de gracia, milagroso San Diego en quien resplandece el poder de Dios, tanto en haberos mantenido cuan vivo
muerto, como hoy continuando os vivo para socorro del mundo, obrar prodigios y
maravillas en todos los que con devoción, fé y confianza os invocan en sus aflicciones
y necesidades; mirad Santo mío esta necesidad, que os represento, dígase la que
es, amparadme y socorred, y si por mi poca fé y confianza, no acierto a
pediros: vos que fuisteis tan sublime en la fé, que por su exaltación os
arrojasteis a dar la vida entre barbaros, y por su firmeza obrasteis
maravillas; vos que en la esperanza fuisteis tan excelente, cual toda vuestra
vida pública llena de socorros del cielo, y cargada de milagros, ayudad mi fé y
confianza para que tenga afecto mi petición. Desde hoy para siempre os elijo
por mi patrón, protector para con Dios, socorredme ahora y siempre. Por nuestro
Señor Jesucristo, que con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los
siglos, etc.
-Colaboración de Wiliam Gomez Poot
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