viernes, 10 de diciembre de 2021

DIECIOCHO DE MES A LA VIRGEN DE ZAPOPAN


DÍA DIECIOCHO DE CADA MES

EN HONOR DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE LA EXPECTACIÓN DE ZAPOPAN

 

Impreso en Gregorio Dávila, no. 333, Guadalajara, Jalisco.

 

ACTO DE CONTRICIÓN

Al contemplarte ¡Oh amabilísimo Señor mío Jesucristo! Crucificado por mi amor en el árbol de la cruz, queda mi corazón herido del sentimiento más vivo y penetrante. Mis enormes pecados fueron los que traspasaron tus manos y tus pies, ellos hundieron tus espinas en tu frente, y abrieron tu santísimo costado con la lanza cruel. Más ¿no eres tú, ¡Oh Señor! Un Dios de clemencia y bondad infinita para el hombre? Por esto, al recordar mis maldades me confundo y me arrepiento. ¡Quien me diera morir de dolor por haber ofendido a un Dios tan bueno! ¡Oh si pudiese borrar con la sangre de mis venas mis delitos! Entre tanto, yo me arrojo en el seno de tu gran misericordia, ten compasión Dios mío, de un pecador que se arrepiente y te promete, con el auxilio de tu santa gracia, nunca más ofenderte, antes bien, amarte y servirte eternamente. Amén.

 

 

ORACIÓN

¡Oh Purísima Virgen María de Zapopan! ¡Cuán digna eres de la veneración y cariño de los hombres! Llevas el Inmenso, y más que todo esto, su Madre verdadera. En medio de tanta grandeza eres clementísima y amable, vuelves sin cesar tus ojos a nosotros, y nos dices con tierna compasión: Pedid y recibiréis. Y ¿Qué no pediremos a una Madre que nos ama tanto y cuyos ruegos siempre se despachan favorablemente? Tu más bien que nosotros, sabes las necesidades que nos afligen en la vida, el apego a los bienes de este mundo, el olvido del Señor, y tantos otros. Mira el corazón que se nos va de entre las manos, cuando quisiéramos llevarlo al pie de tus altares para consagrarlo enteramente a tu servicio. ¿no eres tú por ventura, la Reina y Señora de todo nuestro ser? Y ¿no do nos veamos inclinados a la tierra? ¡Ah Señora nuestra! Arrepentidos lloramos a tus pies, y te damos de nuevo el corazón. Tu eres desde hoy, después de Jesucristo, el único amor de nuestras almas. ¿En cuál otra criatura hallaremos el consuelo, el descanso y la paz que el Señor nos da cuando te amamos? ¿Qué dicha para el hombre, tenerte por el objeto más sagrado que cautiva su cariño? Al levantar mis ojos a tu trono, al gustar la dulzura de tu amor, huyen mis penas y me siento muy feliz. ¿Qué hijo0 hubo nunca desgraciado si lo protege semejante Madre? Por esto corremos a posarnos a la sombra de tu manto, aquí descansamos del trabajo y la fatiga, nos vemos libres de todos los peligros, y pasamos la vida recibiendo las gracias y no permitas que nos dejemos llevar por el huracán de las pasiones de este mundo, que arrastra en pos de si a tanto desgraciado que olvida tu servicio y no acude a ti por el socorro. Nosotros jamás te olvidaremos, ¡Oh dulce y tierna Madre! Porque tú eres todo nuestro amor, la esperanza más hermosa y firme que tenemos de vida y salvación, por esto te invocamos en todas nuestras aflicciones: Sálvanos, oh María, que perecemos, extiende tu mano hacia nosotros y libra a tus hijos de toda desventura, protege sin descanso a los que en ti confían, y dirige nuestros pasos a la vida eterna. Amén

 

-Se rezan nueve veces el Ave María, en honor de la Santísima Virgen que llevó nueve meses en su inmaculado seno al Hijo de Dios.

 

 

ORACIÓN

¡Que alegre y bello es el día en que recordamos tus grandezas y las maravillas que el Señor obró en tu seno, Oh Madre Inmaculada! El tiempo que llevas al Hijo del Eterno en tus purísimas entrañas está lleno de consuelos y delicias par Ti, vives estrechamente unida con Jesús, eres su verdadero reclinatorio y el trono de su amor, el Edén, el cielo, el templo del Señor donde su Majestad recibe las adoraciones de los ángeles y el nombre alcanza el perdón de sus delitos. ¡Cuán grande eres, Niña hermosa, cuán grande eres! más también ¡Cuánto nos obligan tu amor y la bondad que nos dispensas a tus hijos! Por tus manos descienden y nos llegan las gracias del Señor, tu ruegas por nosotros y nos vas cuidando por toda nuestra vida, con más cariño que la más tierna y amorosa de las madres, si caminamos extraviados nos vuelves a las sendas del Señor, si te olvidamos, tu misma te presentas delante de nosotros, y despiertas en el alma los gratos y purísimos recuerdos de tu amor. ¡Oh buena y tierna Madre! ¿Con que podrá pagar el hombre tu cariño? Yo no tengo que ofrecerte, sino un corazón por desgracia manchado y miserable, más con todo recíbelo, Señora. Tú sabrás purificarlo y le darás el riquísimo tesoro de tu amor. Tus nuevos dones doblarán nuestras cadenas que lo son de salud y gloria, sí, porque ¿Cuándo más dichoso el hombre que al hallarse encadenado con tu amor? ¡Oh Madre Soberana! Yo te amo con todos mis afectos, yo te doy mi corazón, alegría de mi vida, luz de mis ojos, consuelo de mi alma, deja que te hable con franqueza y descubra tu presencia mi ternura. Yo te amo, mi querida Niña, tú eres mi encanto, durante el día suspiro de amor por ti, y en la noche tu imagen pura y agraciada es mi sueño más bello y delicioso. ¿Cómo olvidarte un solo instante amada Madre, cuando tú siempre te hayas ocupada en mi bien? ¿Cómo dejar que se empañe y amortigüe la hermosa y viva llama de tu amor? Más tú, Señora, conoces nuestra miserable condición y sabes que nada podremos si nos desamparas. Ten compasión de tus hijos, Virgen llena de clemencia, de piedad y de dulzura, protégenos en la vida y en la muerte, para ir a bendecirte y alabarte en el cielo por toda la eternidad. Amén.  

 

El Ilmo. Sr. Arzobispo de Guadalajara, Doctor D. Pedro Loza, concede ochenta días de indulgencias a los fieles que rezaren esta devoción.

 

 

-Colaboración de Germán de Jesús.
 

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