LOS
SIETE MIÉRCOLES EN HONRA DEL GLORIOSO APÓSTOL SAN JUDAS TADEO
Tomados
del libro: “Novena, siete miércoles y
otros ejercicios piadosos en honor de San Judas Tadeo”
Compuestos
por un Padre Agustino Recoleto
Con
Licencia de la Autoridad Eclesiástica
Santiago
de Cali, Colombia
Año
de 1959
ACTO
DE CONTRICIÓN
Pongo
Señor, mis culpas ante los ojos de tu bondad, y pongo también las penas de que
por ellas me veo cercado. Mas es Señor, lo que merezco que lo que padezco,
siento el castigo de mi pecado, y no por eso dejo de pecar con porfía. Entre tu
rigor blandes mi flaqueza, pero no se muda mi maldad, convencida mi razón,
siente las vueltas del cordel y no por eso se humilla mi altivez. Los dolores
en que me veo, me fuerzan a que suspire y no pueden conmigo que me enmiende. Si
me esperas, no mejoro, su prosigues en tu enojo, me acabarás. Lloro cuando me
castigas y apenas templas el rigor, cuando me olvido que llore, cuando veo
levantado el azote, prometo hacer grandes cosas, y solo con que suspendas el
golpe, nada hago de lo que prometí. En afligiéndome, doy veces que me perdones,
y si me perdonas, te irrito para que de nuevo me aflijas. Aquí me tienes
culpado y rendido Señor, conozco que, si no me perdonas, te sobre la razón para
que yo perezca, pero tú, poderoso Señor y Padre piadoso, me concederás, sin
merecerlo, lo que te suplico, pues fuiste servido hacernos de la nada, para
tener quien te rogase. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN
PARA TODOS LOS DÍAS
Oh
San Judas Tadeo, privilegiado con el trato íntimo de la Sagrada Familia, amigo
conocedor de los encantos de la adolescencia de Jesús, testigo y compañero de
su juventud deslizada en los humildes trabajos del taller de Nazaret,
impregnado de la santidad que emanaba de todas sus acciones, admirador
ferviente de la santidad de su vida, convencido, irreductible de su altísima
sabiduría, seguidor decidido de su doctrina sublime, en una palabra, ardiente
amador de Jesucristo que te convirtió en su fervoroso confesor, en su celoso
Apóstol, en su intrépido mártir, míranos desde el cielo a los que agradecidos o
necesitados acudimos a tus altares, pregonando a todos los vientos que tú eres
el abogado de los casos difíciles y desesperados. Hay devociones que han tenido
que esperar el paso de los siglos para romper en el campo de las almas, cual
capullos de aromáticas esencias, reduciendo a las mentes y cautivando a los
corazones. Tal es la revelación de tu devoción popular, a pesar de haber
recibido durante más de un milenio el culto solemne en la liturgia de la
Iglesia. Cada día es mayor el número de tus devotos, porque tus favores
constantes levantan nuevas voces agradecidas, prorrumpen en himnos entusiastas
de alabanza y honor. Hoy venimos a tu
presencia con una intención particular que tu lees claramente en nuestros
corazones. Esperamos ser atendidos benignamente, mientras te pedimos el fervor
necesario para hacer con fruto este santo ejercicio de los siete miércoles,
recordando los ejemplos de tu santa vida. Concédenos finalmente, a los que te veneramos
en la tierra, la gracia de ser compañeros tuyos en la gloria. Amén.
PRIMER
MIÉRCOLES
SÚPLICA
1.-
¡Oh San Judas Tadeo! Pasaron los siglos de una manera inconcebible, sin que los
fieles se acordaran de acudir a tu celestial valimiento. Todas las necesidades,
todos los favores parecían tener ya su protector o abogado. Cuando el pueblo el
pueblo cristiano se dio cuenta de que eras el santo predilecto de Dios, y de
que la Bondad Divina se gozaba en obrar por tus manos los prodigios más
inauditos, entonces las multitudes se arremolinaron en derredor de tus altares,
proclamando que tú eras el Santo de los Casos desesperados.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
2.-
¡Oh bienaventurado San Judas Tadeo! Que tuviste la suerte de nacer en uno de
aquellos pocos hogares donde reinaban todavía las virtudes de los verdaderos
israelitas, esperando con ansias y corazón puro la venida del Mesías para la
redención del pueblo de Dios. Haz que agradezcamos todos al Señor el beneficio
de haber nacido en una familia cristiana, y nos esforcemos en conservar las
santas tradiciones de nuestros antepasados.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
3.-
¡Oh afortunado San Judas Tadeo! Que con justicia puedes enorgullecerte de tu
ilustre parentela, siendo Jesucristo primo hermano tuyo, María Santísima y San
José tus tíos, hermano tuyo Santiago el Menor, Apóstol de Cristo, y sobrinos
carnales tuyos los también Apóstoles Santiago el Mayor y San Juan Evangelista.
Nosotros nos gozamos con ser fervientes devotos tuyos, para participar de las
abundantes gravas que fluyen de tu poderosa intervención en los cielos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
4.-
Por el parentesco real que existía entre tu familia y la de Jesucristo, no hay
duda que debiste frecuentar la compañía y conversación de Jesús, María y José,
aun mucho antes de ser llamado al Apostolado. Haz que frecuentemos en la
oración nuestra conversación con tan ilustres personajes, hasta que nuestro
amor hacia ellos se parezca al que tú les tuviste en la tierra.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
5.-
Al fundar Jesucristo su Iglesia, eligió a doce, para que fueran el fundamento
de su reino en el mundo, y entre ellos te escogió a ti, mi amadísimo San Judas
Tadeo. Me regocijo al verte tan distinguido por la predilección de Dios, y
corro confiado a tus plantas, porque en tus manos están las llaves de los
tesoros celestiales.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
6.-
Que emoción sintió tu alma enamorada de las cosas sublimes, Oh celosísimo
Apóstol San Judas Tadeo, cuando Jesucristo, en carne mortal, te envió a
predicar su doctrina y a libertar a las almas del poder de Satanás. Concédenos
gran Santo, la gracia de convencernos todos los cristianos de la misión que
tenemos de ser apóstoles de la doctrina de Jesucristo, por el eficacísimo medio
del buen ejemplo.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
7.-
“¿Por qué causa Señor, te has de manifestar claramente a nosotros y no al
mundo?” ¡Oh generoso San Judas Tadeo! Estas palabras pronunciadas por ti en la
última cena, indican el deseo de que estas animado de que todo el mundo
conociese a Jesucristo y se salvase. Quítanos del corazón ese frío egoísmo que
nos impide mirar a los que nos rodean, y danos la gracia de que todos los
nuestros sean amigos de Dios.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
-Ahora
pedirá cada uno la gracia que se desea alcanzar en este Septenario por la
intercesión de San Judas Tadeo.
GOZOS
¡Oh discípulo sagrado
De mi Jesús Redentor!
Se
nuestro fiel abogado
Ante
el trono del Señor.
El mundo por doquier canta
De tu gloria el esplendor,
Sigue tu doctrina santa
De fé, esperanza y amor,
A tu nombre eleva templos
Y altares mil en tu honor.
Derramas luz y calor
En las almas atribuladas,
En las que se hallan turbadas
En tinieblas y error,
Al débil das fortaleza
Al tibio santo fervor.
Peregrinos a ti acuden
En busca de algún favor,
Porque tu nombre ya cunde
De la tierra en derredor,
Nunca defraudados los ruegos
Del justo pecador.
Los pobres en su indigencia
El enfermo en su dolor,
Acuden a tu clemencia
Y encuentran siempre el favor,
Desde el cielo tú los miras
Con piedad y con amor.
Amable Apóstol San Judas
Predilecto del Señor,
Las discordias en paz mudas
Los rencores en amor,
Restituye a las familias
De Cristo el sacro favor.
En casos desesperados
En desgracias y dolor,
Los que están desempleados
En zozobra y en error,
Acuden a ti confiados
Porque eres su protector.
Los enfermos que ya sienten
De la muerte si estertor,
A ti acuden con fe viva
En su llanto y gran dolor,
Y tú los miras benigno
Siéndoles su protector.
ANTÍFONA
Os
entregarán en los concilios, en sus sinagogas sufriréis el tormento de los
azotes, y seréis llevados por mí, delante de los reyes y de los presidentes, en
testimonio para ellos y para los gentiles. Sed fuertes en la lucha y pelead con
la serpiente antigua, y recibiréis un reino eterno, dice Jesucristo.
L/:
San Judas Tadeo, Abogado de los casos difíciles y desesperados.
R/:
Ruega por nosotros.
ORACIÓN:
Oh Dios, que, por la vida, ejemplos y virtudes de tu Santo Apóstol San Judas
Tadeo, nos has traído al mejor conocimiento de tu santo nombre: concédenos que
venerando en la tierra la gloria de su martirio, consigamos los premios eternos
del cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
SEGUNDO
MIÉRCOLES
SÚPLICA
1.-
“El que quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”
En esta escuela de Jesús aprendiste tú, San Judas Tadeo, a ser verdadero
discípulo suyo. Admítenos en la misma y haz que salgamos discípulos
aventajados, porque el único camino seguro es el del Cristo Crucificado, y en
el cielo no se abre sino a los que llaman golpeando con la Cruz.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
2.-
“Vigilad y Orad. El que pide, recibe. Todo lo que pidiereis en mi nombre se os
dará.” Tantas bellezas oíste de los labios de Jesús acerca de la oración, que
un día enamorado de ella, le suplicaste: “Señor, enséñanos a orar.” Si el que
no ora no necesita de demonio que le tiente, ya sé de donde están las causas de
mis caídas. Protector mío, hazme fervoroso y constante en la oración, para que
me convierta en un santo.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
3.-
“Estad vigilantes, porque en la hora menos pensada llegará el Señor.” Con esta
advertencia de tu Maestro aprendiste, San Judas Tadeo, a mirar la vida con
todas sus cosas, como lo más incierto e inseguro, despreciando como basura todo
cuanto puede ilusionar al corazón humano. Oh Santo mío, quiero trabajar todo el
tiempo que el Señor me conceda en hacer méritos para el cielo, para que en la
hora menos pensada no llegase la muerte y me sorprenda con las manos vacías.
-Padre nuestro, Ave María y Gloria.
4.-
“El camino que conduce a la salvación es estrecho y escabroso, ancho es el que
lleva a la perdición, y muchísimos van por él. Si no hiciereis penitencia,
todos pereceréis. El reino de los cielos padece violencia, y los que se la
hacen lo arrebatan.” Oyendo estas sabias lecciones, San Judas Tadeo, saliste
maestro consumado para enseñar la difícil virtud de la mortificación. Según el
evangelio de Jesús, he de ser juzgado. Voy a aprenderlo y asimilarlo para que
al fin de mi vida no resulte reprobado.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
5.-
“Este es mi mandamiento, que os améis mutuamente. En esto conocerán que sois
discípulos míos, en que os améis los unos a los otros.” ¡Oh San Judas Tadeo! Entrad
a nuestros corazones, seguid también a nuestras casas. ¿Encontrareis acaso en
nosotros las señales de los verdaderos discípulos de Cristo? ¿No nos dará
vergüenza de que nos sorprendas en esas diferencias familiares que convierten
el hogar en un infierno? ¿En lugar de hermanos no muchas veces verdaderos lobos
para nuestros prójimos? Compadécete de nosotros, Santo caritativo, y graba en
nuestras almas el signo de la caridad.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
6.-
“Dejad que los niños vengan a mí.” ¡Oh San Judas Tadeo! Estas sublimes palabras
recibiste en tu corazón de labios del Divino Maestro, para que más tarde tus
mayores desvelos se manifestaran en defensa de la inocencia que peligra en la
niñez. No permitas, Santo amado, que ninguno de nuestros pequeñuelos sea
víctima del zarpazo infernal, del escándalo que irrita la cólera de Dios
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
7.-
Muchos abandonaron a Jesús escandalizados, al anunciarles el misterio de la
Eucaristía. El Maestro dirigiéndose a los Apóstoles les preguntó: “También
vosotros queréis marcharos?” y tu San Judas Tadeo, uniéndote fervorosamente a
Pedro, contestaste: “Señor, a quien iremos, si tú tienes palabras de vida
eterna.” ¡Qué bien habías llegado a conocer el Corazón de tu Maestro! ¡Qué
beneficio tan grande, que amor el de Jesús en el Augusto Sacramento! ¡El mundo
podría ser feliz si se detuviera a pensar que lo tiene tan cerca! Acudimos
siempre al Sagrario en nuestras necesidades. Al pie del Tabernáculo se han
forjado los grandes santos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
TERCER
MIÉRCOLES
SÚPLICA
1.-
¡Oh fervoroso amante de Jesucristo, San Judas Tadeo! Con gran entusiasmo y
alboroto íntimo de tu corazón, tomaste parte de aquella apoteosis de día
triunfal de ramos en Jerusalén, entregando al aire vibrantes Hosannas al Hijo
de David. Concédenos constancia en nuestra fe, y que nunca nos avergoncemos de
predicar la palabra y de obra las sublimes doctrinas del Evangelio de
Jesucristo.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
2.-
Que impresión tan profunda recibió tu delicada alma, al ver que Jesús lloraba
lágrimas muy sentidas sobre la ingrata Jerusalén, y que horror concebiste desde
aquel día al pecado de la deslealtad a las gracias de Dios. Concédenos, amado
Primo Hermano de Jesús, que nunca le hagamos llorar con nuestros pecados, y que
trabajemos en impedir en nuestros parientes este único mal del mundo.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
3.-
Que sintió tu alma inocente al escuchar de los labios de Jesús esta tremenda
profecía: “Uno de vosotros me va a entregar en manos de mis enemigos.” Cómo
examinaste hasta el fondo de tu alma al preguntarle tembloroso al Señor: “¿Soy
acaso yo, Maestro?” No permitas San Judas Tadeo, que me engañe acerca del
estado de mi conciencia, creyéndome justo, siendo quizás pecador abominable
delante de Dios que me ha de juzgar.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
4.-
Aniquilado por la vergüenza y la confusión, contemplaste a Jesús a tus plantas,
pidiéndote los pies para lavártelos. ¡Oh dichosísimo San Judas Tadeo! Que de
cerca bebiste en las fuentes divinas esa difícil lección de la humildad.
Enséñanos que ella es el cimiento de toda virtud, que sin humildad no valen
nada las obras más portentosas, y que, si somos humildes, en un instante
seremos gratos a los ojos de Dios, aunque pesen sobre nuestra conciencia
enormes crímenes.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
5.-
Viviste momentos de cielo en la noche sublime de Jueves Santo al ser testigo de
la Institución de la Eucaristía, al recibir en tu pecho el Cuerpo y la Sangre
de Jesucristo, y al ser ordenado sacerdote de la Nueva Ley. ¡Oh gran elegido de
Cristo, San Judas Tadeo! Haced que nuestro corazón viva inflamado de amor hacia
el Augusto Sacramento, y que tengamos solo veneración y agradecimiento hacia el
sacerdocio católico, por cuyo ministerio vive entre nosotros Jesucristo para
ser nuestra fortaleza, compañero y guía de nuestro duro peregrinar hasta el
cielo.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
6.-
“Aunque todos se escandalicen, yo nunca me escandalizaré de ti” dijiste a Jesús
en aquella noche de prueba, camino de Getsemaní. Después fuiste cobarde cuando
el Maestro se entregó en manos de sus enemigos. ¡Oh penitentísimo San Judas!
Con que dolor recordaste todos los días de tu vida aquella defección, y como
trabajaste después para reparar aquel desamor con un amor el más encendido
hacia tu Divino Maestro. Si reconoces que hemos pecado, concédenos la gracia de
honrar nuestro infeliz pasado con una vida nueva de amor y sacrificio.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
7.-
Judas Iscariote, el apóstol traidor, después de vender a su Maestro, se arrojó
al abismo de la desesperación, ahorcándose, porque no llegó a comprender la
bondad y el perdón que anidaban en el Corazón del bondadosísimo Jesús. Este
hecho te entristeció profundamente, ¡Oh San Judas Tadeo! Pues se trataba de la
pérdida eterna de un compañero en el Apostolado. Amantísimo discípulo de Jesús,
enséñanos a conocer la misericordia divina, y, a pesar de nuestras miserias, a
no desconfiar nunca del perdón.
-Padre nuestro, Ave María y Gloria.
CUARTO
MIÉRCOLES
SÚPLICA
1.-
¡Oh San Judas Tadeo! En medio de la duda y depresión que invadían tu alma con
la derrota del Maestro, surgió la alegría de la luz y del triunfo con aquel
consolador anuncio: “¡Jesús ha resucitado!” Aprendamos a confiar en Dios que
nos envía penas superiores a nuestras fuerzas. Pasará la ola de la tribulación
por negra y horrible que parezca, y tras la prueba brillará el sol de la
alegría con los consuelos del Señor.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
2.-
¡Oh afortunado San Judas Tadeo! Que tuviste la suerte de ver de cera a Jesús
resucitado, de oír de nuevo su voz de triunfador de la muerte, de contemplar su
Humanidad glorificada, y de palpar aquellas Santísimas Llagas, envueltas en
perfumes celestiales y luminosidad deslumbradora. Auméntanos la fe para que
pisoteemos los oropeles de la tierra, y solo amemos los tesoros que cuentan en
la eternidad.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
3.-
Todavía cobarde y tembloroso te habías refugiado en el Cenáculo con los demás
Apóstoles, cuando apareció la figura blanca y majestuosa de Jesús, que dejaba
caer de sus dulcísimos labios aquel saludo que era el cielo en la tierra: “¡La
Paz sea con vosotros!” ¡Oh San Judas Tadeo! Haznos partícipes de ese don
celestial de la paz que la necesitábamos para nuestro espíritu, para nuestros
hogares, para nuestra patria y para el mundo entero.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
4.-
¡Oh amable San Judas Tadeo! Jesús pone en vuestras manos un poder que
corresponde solo a Dios, diciendo: “Recibid el Espíritu Santo, a quien
perdonéis los pecados, les serán perdonados; y a quien se los retuvieres, les
serán retenidos.” Tu que conociste las bondades que se encierran en el Corazón
de Jesús, haz que comprendamos la misericordia que derrocha Dios nuestro Señor
en este santo Sacramento de la penitencia.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
5.-
“Id por todo el mundo, predicad el Evangelio a todas las gentes.” Esta arenga
estabas esperando ¡Oh San Judas Tadeo! Para anunciar a todo el mundo la
doctrina de su amado Maestro. Y con que amor predicaste a Jesús con el ejemplo,
con la palabra y con los escritos. Compadécete de nosotros, Santo Apóstol, cámbianos,
porque llamándonos cristianos, muchas veces parecemos paganos, predicadores de
la soberbia, de la lujuria y de la vanidad.
-Padre nuestro, Ave María y Gloria.
6.-
¡Oh testigo fiel de la Ascensión del Señor a los cielos, San Judas Tadeo! Tu
alma se sintió arrebatada tras de Jesús por los aires, y tus deseos eran de
seguirte para siempre, porque en la tierra nada quedaba ya que cautivase tu
corazón. Mírame con compasión a nosotros que vivimos apegados a la tierra, y
tan felices jugando con la arcilla de las cosas del mundo que deshace en las
manos. Envía a nuestra alma un gran desengaño para que comprendamos en este
mundo todo es vanidad de vanidades y aflicciones del espíritu, menos servir a
Dios.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
7.-
¡Oh San Judas Tadeo! Como te envidio al verte tan recogido, tan fervoroso en
aquel retiro que hiciste en el Cenáculo al lado de María Santísima y de los
demás Apóstoles, como preparación para recibir al Espíritu Santo. Yo también
quisiera se fervoroso en mis oraciones, pero, como lo quiero ser, si no
mortifico mi imaginación, si no recojo mis sentidos. Fervoroso Santo mío,
quítame este espíritu de disipación y frivolidad y enséñame la vida de piedad.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
QUINTO
MIÉRCOLES
SÚPLICA
1.-
Recibido el Espíritu Santo, ¡Oh San Judas Tadeo! Sales a predicar el Evangelio,
primero a los judíos, que esperaban al Mesías y no le conocieron, a pesar de
haber obrado en su propia tierra tantos milagros. Te pedimos, Santo glorioso,
que cuando escuchemos la palabra de Dios, no esté nuestro corazón lleno de
soberbia y de sensualidad que nos impida recibir lo que Dios nos quiera
comunicar, antes bien seamos tierra buena donde la semilla de la palabra
evangélica fructifique el ciento por uno.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
2.-
¡Oh celoso predicador de Jesucristo, San Judas Tadeo! Siguiendo las consignas
del Divino Maestro, fuiste abanderado de la Nueva Ley, abandonando Judea para
predicar el evangelio a los gentiles, primero a Egipto y continuando después en
Persia. Desde el cielo quieres ser predicador nuestro, inspirándonos buenos
sentimientos, y ayudándonos a cumplir con fidelidad nuestros deberes, en el
lugar en que Dios nos ha colocado en el mundo.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
3.-
¡Oh ardoroso Apóstol San Judas Tadeo! Al querer implantar la Cruz en el mundo,
te encontraste con la triste realidad de que las naciones eran predio de
Satanás, que no tenía intención de abandonar sus dominios. Pero, el poder que
te acompañaba hizo enmudecer a los espíritus infernales que hasta entonces
habían hablado por boca de los ídolos. Confiemos también nosotros y pensemos
que Jesucristo está a nuestro lado cuando oramos, haciéndonos invencibles en
todas las batallas que emprendemos para ser buenos cristianos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
4.-
En aquellas naciones donde tu predicabas ¡Oh San Judas Tadeo! Aparecieron unos
magos embaucadores que se jactaban de poseer el poder y la ciencia de los
dioses. Tú los confundiste con una profecía portentosa que se cumplió
exactamente, lo que llenó de furor a los gentiles que ya iban a despedazar a
los míseros magos, de no haber intervenido la bondad de tu corazón que imploró
y obtuvo el perdón. Concédenos gracia y astucia santa para desenmascarar a los
falsos profetas que siempre pululan entre la grey cristiana, y generosidad de
alma para perdonar a los que hacen mal.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
5.-
Baradak, Capitán de los Ejércitos del Rey del Babilonia, en reconocimiento a
los beneficios recibidos de tu mano ¡Oh San Judas Tadeo! Quiso recompensarte con generosidad,
entregándote gran cantidad de joyas y dones preciosos. “Mis tesoros son las
almas” respondiste, despreciando a aquellos regalos terrenales, mientras
predicabas cada día con más fervor a Jesucristo, que dijo: “¿Que le aprovecha
al hombre ganar todo el mundo, si al final pierde su alma?” Hagamos máxima de
nuestra vida esta sabia advertencia del Señor.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
6.-
El diácono Eufrosino, ayudante tuyo en el ministerio sacerdotal, fue envuelto
en una horrible calumnia, y tu San Judas Tadeo, defensor de la inocencia,
hiciste hablar a un niño recién nacido para que proclamara la pureza y santidad
de vida del calumniado. Este prodigio extraordinario ha animado a recurrir a tu
poderoso valimiento a aquellas almas indefensas, cuya fama fue despedazada por
esas lenguas infernales que saborean la calumnia como un delicioso caramelo.
Santo mío, me siento amparado ante estos hechos que predican cuanto puedes
contra la maledicencia.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
7.-
¡Oh San Judas Tadeo, admirable en todas tus obras! Al llegar a la corte del rey
de Babilonia, ante la evidencia de los prodigios que obrabas, y mucho más por
los ejemplos de tu santa vida, el mismo Rey con toda su familia abrazó la
religión del Crucificado. ¡Que triunfo el de tu celo apostólico! Delirantes te
abrimos las puertas de nuestros corazones y de nuestras familias, para que tu
presidas todos los actos de nuestra vida, haciéndonos comprender las
sublimidades que se encierran en el Evangelio.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
SEXTO
MIÉRCOLES
SÚPLICA
1.-
Llegó también para ti, ¡Oh San Judas Tadeo! La hora del poder de las tinieblas.
Enfurecidos los demonios, incitaron a los sacerdotes de los falsos dioses y a
los idólatras todos a acabar con tu preciosa vida. Así, fuiste apresado y
llevado entre baldones al gran templo de la luna, para que le ofrecieras
incienso. Condenando aquellas abominaciones, hiciste una fervorosa oración,
aquel ídolo cayó sobre el pavimento hecho pedazos, a la vez que salían de él
los demonios, dando horribles aullidos. Mi glorioso Santo, mírame desde el
cielo, bendíceme para que de mi corazón caigan también los ídolos de mis malos
afectos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
2.-
Los falsos sacerdotes irritados más al ver a su dios pulverizado, cayeron sobre
ti, oh intrépido San Judas Tadeo, te arrastraron por las calles, te apalearon y
te saetearon, hasta que, al fin, de un terrible hachazo te cortaron la cabeza,
mientras tu cándida alma subía al Empíreo a recibir la palma del martirio. ¡Oh
Santo fervoroso! ¿En que nos parecemos a ti, cuando tan fácilmente cedemos a la
tentación y por el halago de miserables gustos, abandonamos a Dios? Fortalece nuestra
fe y nuestra voluntad, para que no seamos cristianos de solo nombre.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
3.-
¡El martirio! Este es el gran anhelo de tu alma, ¡Oh San Judas Tadeo! Dar la
vida por aquel que primero murió en la Cruz, y el Divino Maestro te concedió
esa gracia tanto tiempo suspirada. El amor que tenías a Jesucristo te hizo
Apóstol suyo para coronar tu vida siendo su heróico mártir. Si queremos llegar
a tu lado en el cielo, cámbianos primero en la tierra, de cobardes en
valerosos, de tibios en fervorosos y de perezosos en ardientes seguidores de Jesús.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
4.-
No permitió Dios nuestro Señor, que los malvados siguieran cantando victoria, gloriándose
de su poder en tu muerte ¡Oh San Judas Tadeo! De repente se levantó una fuerte
tempestad de rayos, que derribaron los templos y los ídolos, dieron muerte a
muchos gentiles, y redujeron a polvo a tus mayores enemigos, mientras el rey
cristiano recogía con piedad tu santo cuerpo, levantando en tu honor un
suntuoso templo en Babilonia. Animémonos a buscar la gloria de los santos por
la virtud, ya que, en último término, son ellos los que triunfan también en
este mundo.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
5.-
¡Oh San Judas Tadeo! Dios ha querido ensalzar tu nombre en la tierra, por eso
tu cuerpo glorioso fue trasladado más tarde a Roma para recibir más honores en
la Iglesia de San Pedro, y nosotros tenemos en alto honor de venerar en tu
Santuario de Cali, una reliquia de aquel cuerpo tu cuerpo santo que tanto se
fatigó predicando por Cristo, que generosamente fue entregado a los tormentos
del martirio y fue animado por esa bella alma que ahora goza de Dios en el
cielo. Ayúdanos a mortificar este cuerpo, para que un día sea glorificado
también juntamente con esta alma inmortal.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
6.-
¡Oh San Judas Tadeo! Que el Señor quiere glorificar tu nombre, quiere
glorificar tu nombre, se manifiesta en la multitud de prodigios que se están
obrando en todo el mundo. Basta pronunciar tu nombre, a veces solo pensar en ti
con confianza para recibir tus favores. Nos miras desde el cielo, ansioso de
favorecernos. Ojalá comprendamos este misterio de la bondad de Dios, y nos
aprovechemos de tu protección para hallar remedio en nuestras necesidades
espirituales y temporales.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
7.-
¡Oh San Judas Tadeo! Nuestro Señor te ha dado un poder superior al de muchos
santos, porque ha querido que por tu valimiento fueran socorridas las
necesidades más apremiantes, sintiéndose tu influencia en los casos más raros e
inverosímiles, por cuya causa eres proclamado en el mundo católico el abogado
especial de los casos difíciles y desesperados. Alabemos la bondad de Dios
nuestro Señor, y no olvidemos este poder de nuestro Santo para todas nuestras
necesidades.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
SÉPTIMO
MIÉRCOLES
SÚPLICA
1.-
¡Oh San Judas Tadeo! Testigo de las maravillas sin cuento obradas por
Jesucristo en tu misma presencia, que recibiste de sus labios el poder mandar a
las enfermedades y a la muerte, ahora, desde el cielo, continúas desplegando tu
poder en favor de millares de almas que acuden a ti en los casos más
angustiosos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
2.-
“Levántate y anda” decía Jesucristo a los paralíticos del Evangelio, y al
momento corrían alegres para sus casas, alabando a Dios. Que tú, mi amadísimo
San Judas Tadeo, tienes igual poder, lo proclama el célebre caso de la niña
bogotana, que, destrozada por una parálisis mortal, al contacto de tu reliquia,
abre los ojos, habla y se cura, con gran regocijo de sus padres que habían
acudido a este Santuario tuyo, con una fe que no resultó fallida. Alcánzanos a
todos esa fé que hace prodigios.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
3.-
“Con el sudor de tu frente comerás el pan.” Tal fue la sentencia dura que
sobrevino al hombre prevaricador del mandato del Señor. Tu corazón compasivo, ¡Oh
San Judas Tadeo! se ha derretido ante las plegarias de tus devotos,
solucionando a veces grandes apuros económicos, hasta con los premios de la
lotería. Alcánzanos del Señor. Que abracemos el trabajo como medio digno de
satisfacer por nuestros muchos pecados.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
4.-La
vida del hombre es una lucha continua en la que hay al lado de unas nobles
satisfacciones, muchos fracasos y contratiempos. La oración es el gran recurso
del que está animado de una fé viva. Así, San Judas Tadeo ha escuchado la
súplica angustiosa de quien había perdido un dinero, un cheque con que iba a
pagar unos empleados. Santo mío, enséñanos a orar con fe en todos nuestros
contratiempos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
5.-
Ambición sana es la de poseer una casita propia, para que la vida en familia
sea más ordenada material y moralmente. Sam Judas Tadeo ha atendido muchas
veces ese ruego de sus devotos, los que a la vez han experimentado un influjo
celestial patente en la marcha más cristiana de la vida en familia. Pidamos al
Santo, que nuestros hogares, quizás confortables materialmente, no se vean
nunca profanados por el escándalo y la práctica de costumbres anti cristianas.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
6.-
Solo Dios nuestro Señor puede calcular el valor de esas lágrimas silenciosas de
una esposa, de una madre, que llora la usencia de un ser que no debiera faltar
en el hogar. Ante el altar de San Judas Tadeo se han derramado muchas veces
lágrimas, pero ya no tristes, sino de regocijado agradecimiento, porque el
ausente ha vuelto a ocupar su puesto en la mesa familiar. Pidamos al gran Santo
que esos pródigos, encuentren sino bellotas amargas de desengaños, hasta que
vuelvan a los brazos de quien le guarda con el corazón abierto.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
7.-
Que triste es ver llegar la noche sobre una familia donde hay muchas
necesidades, muchas bocas que piden el pan de cada día, y quien puede y quiere
ganar ese pan con el sudor de su frente, no encuentra colocación. Hay personas
afortunadas que en estas angustias han recurrido al gran Apóstol San Judas
Tadeo, y han encontrado la solución a su problema. Pidamos al Santo que no haya
hogar donde falte el pan nuestro de cada día.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria.
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