domingo, 23 de enero de 2022

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA


NOVENA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

BAJO LA DULCE ADVOCACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE LA ESPERANZA

 

CON QUE SE VENERA EN LA IGLESIA DE LA PARROQUIA RECTORAL DE SAN SEBASTIÁN

 

ESCRITA POR LA SRITA. DOLORES PACHECO

 

IMPRESA CON AUTORIZACIÓN ECLESIÁSTICA

GUATEMALA DE LA ASUNCIÓN

AÑO DE 1886

 

 

AUTORIZACIÓN ECLESIÁSTICA

Nos el licenciado Ricardo Casanova y Estrada, por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de esta Santa Iglesia Metropolitana de Santiago de Guatemala. Por cuanto: habiéndose leído de nuestra orden la Novena de la Santísima Virgen María, bajo la invocación de Nuestra Señora de la Esperanza, escrita por la Srta. Dolores Pacheco, y lejos de encontrarse en ella cosa alguna contraria a la fé, se ha juzgado a propósito para fomentar el culto de la Santísima Virgen, Nuestra Señora, bajo ese título, por tanto, concedemos licencia para que pueda imprimirse.

Dado en nuestro Palacio Arzobispal de Guatemala, a veintitrés de octubre de mil ochocientos ochenta y seis.

 

F. – Ricardo

Arzobispo de Guatemala

 

Por mandato de S. S, Ilma. Ldo. José María Ramírez Colom

Secretario.

 

 

PRÓLOGO

Habiendo sido venerada por nuestros antepasados la sagrada imagen de la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de la Esperanza ¿no es natural y muy debido que nosotros tributemos a la Reina Soberana de los Ángeles y de los hombres nuestros homenajes, e imploremos su auxilio con una denominación tan simpática y halagüeña? Si bien es cierto que son ya innumerables los títulos con que veneramos a María, Madre de Dios, también lo es que son mayores nuestras necesidades espirituales y temporales, y que nos sentimos consolados acudiendo a ella y clamándola bajo todas las advocaciones que ha sabido discurrir la piedad cristiana.

Para hacerlo por esta tan dulce de la Esperanza, podemos, contritos de corazón y animados de los más vivos deseos de agradarla, rezar esta novena en cualquier tiempo del año, y especialmente para prepararnos para su fiesta, que, en el Tercer Domingo de noviembre, se celebra en la Iglesia Parroquial de San Sebastián, en esta Ciudad, donde su santa Imagen se venera.

Por no haber ya ejemplares de la antigua novena, que se compuso e imprimió en el siglo pasado, y por la instancia y solicitud de muchas personas devotas que desean rezarla, me he resuelto a componer la presente, sin las condiciones necesarias de mi parte, para que supla la falta de aquella, mientras una persona competente escriba otra, que sea más digna de dedicarse a tan laudable objeto.

Como la palabra Esperanza se compone de nueve letras, y nueve son también los días que consagramos al culto de María bajo esta invocación, cada uno de los días de esta novena comienza por una de las letras de aquel nombre, que es inicial a su vez del nombre de uno de los principales atributos que corresponden a esta Virgen Inmaculada.

En el día primero, la consideramos como estrella que guía nuestros pasos, en el segundo como soberana de los ángeles y de los hombres, etc. Hasta completar los nueve grandes atributos, cuyos nombres empiezan por las iniciales, que juntas y puestas en orden, forman la palabra Esperanza.

Pero esta tierna y bondadosa madre nuestra no atiende a la forma, talvez casual, de nuestros cultos, sino a la humildad y fervor con que debemos tributárselos. Por esto esperamos de su bondad y misericordia, que nos alcances las gracias que necesitamos para encaminar nuestras peticiones y deseos, según la voluntad de Dios y la suya propia.

Con tales sentimientos leeremos con todo recogimiento y devoción, la novena que hoy ofrezco a la piedad de los fieles.

 

Guatemala, septiembre 8 de 1886

 

Dolores Pacheco

 

 

ORACIÓN PREPARATORIA

¡Oh Dios eterno, inmortal y omnipotente! Gracias os sean dadas, porque de la nada creasteis el universo visible e invisible, y porque de una porción de barro disteis vida al género humano, en la primera persona de nuestro padre Adán, sirviéndoos de una de sus costillas para formar a la hermosa Eva, que disteis para ser compañera suya y madre de todo el género humano. Celoso el demonio del alto fin y soberano destino del hombre, que era servir y amar a Dios en esta vida, para después gozarle eternamente en la otra, tomó la forma de serpiente para seducir y prevaricar a nuestros primeros padres, y con esto logró que se nos cerrasen para siempre las puertas del cielo, que es la patria de los justos. Entonces vos ¡Oh clementísimo y bondadosísimo Padre! Compadecido de esta raza perversa y degradada, provisteis a su remedio con la Encarnación del Divino Verbo en las purísimas entrañas de la siempre virgen María, que fue preservada del pecado original y adornada de todas las gracias y virtudes que, la hicieron digna morada del Hijo de Dios, del Cordero Inmaculado. Este Dios consumó a los treinta y tres años de su edad el misterio de nuestra redención, dando su vida en el Gólgota como víctima de expiación por la salud de los hombres, para aplacar la infinita justicia, rescatarnos del poder del demonio y franquearnos la entrada a la celestial Jerusalén. En vista de estos y de otros innumerables beneficios ¿Qué podrías esperar de nosotros ¡Oh Dios misericordioso! Sino amor, gratitud y respetuosa obediencia? ¿y qué es lo que recibís en lugar de todo esto, sino ofensas, desvíos y horribles ingratitudes? … Compadeceos de nosotros, ¡Oh Dios de clemencia! Muda nuestros corazones, inspiradnos sentimientos de contrición verdadera, para que, con dolor y arrepentimiento de nuestras culpas, podamos decir: Señor ¡pecamos! Pero en el alma nos pesa de haberos ofendido, tened piedad de nosotros, y perdonadnos por los méritos y por la intercesión de nuestra Señora de la Esperanza. Amén.

 

 

ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS

Acordaos ¡Oh celestial Princesa! ¡Oh bellísima María! ¡Oh Madre nuestra de la Esperanza! Que os veneramos con este título, por el ardiente deseo en que os abrasabais, y por las fervorosas plegarias que al Todopoderoso dirías desde el fondo de vuestro corazón purísimo, para pedirle, como a Padre amoroso y compasivo, que apresurase el día dichoso de nuestra redención. Acordaos también ¡Oh soberana Emperatriz de la gloria! De aquel instante supremo en que, inundada de dolor y de amargura, escuchasteis la expresión de la última voluntad de vuestro moribundo Hijo, que, ya para expirar en la Cruz, os dio a San Juan por hijo, y en el a todos nosotros. Acordaos ¡Oh Madre nuestra! Que por mil títulos os pertenecemos, y que en voz tenemos cifrada toda nuestra esperanza. No apartéis de nosotros vuestra maternal mirada, no desechéis nuestras tibias oraciones, sino, suplid más bien lo que les falta, y presentadlas por nosotros a vuestro Hijo adorable, para que por muestra mediación poderosa, nos conceda una dichosa muerte y que para siempre cantemos vuestras alabanzas en la gloria. Amén.

 

 

DÍA PRIMERO

Estrella sois que nos guía

A la patria prometida,

Y al terminar nuestra vida

Nos presentáis al Creador.

El perdón apetecido

Vuestro ruego nos alcanza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

Así como una estrella milagrosa guió a los magos al pesebre de Belén, para que adorasen al Rey de los reyes, y le presentasen sus ofrendas, así nosotros, infelices desterrados en este valle de lágrimas y miserias, se nos ofrece la Inmaculada Virgen María, como luminosa y resplandeciente estrella, para conducirnos, no a un pobre y humilde portal, sino al brillante y suntuoso trono de la Trinidad Beatísima. En ese solemne momento, sed nuestra protectora ¡Oh Virgen Santa! Obtenednos el perdón de nuestros pecados, para que, en el temible día del juicio final, podamos escuchar aquellas consoladoras palabras: “Venid benditos de mi Padre, a gozar del reino que os está preparado.”

 

-Se rezan tres Aves Marías de la forma siguiente:

 

-Dios te salve, Oh María, Hija de Dios Padre, la más poderosa, alcanzadnos Señora, la virtud de la fé.  Ave María.

 

-Dios te salve, Oh María, Madre de Dios Hijo, la más sabia, alcanzadnos Señora, la virtud de la esperanza. Ave María.

 

-Dios te salve, Oh María, esposa de Dios Espíritu Santo, la más pura y amable, alcanzadnos Señora, la virtud de la caridad. Ave María.

 

OFRECIMIENTO

¡Oh Señora nuestra de la Esperanza! Os ofrecemos estas tres aves Marías, en memoria de vuestras principales excelencias y virtudes, y por ellas humildemente os suplicamos, que no nos abandones en el tremendo trance de la muerte, sino que, en compañía de vuestro amado Hijo, Jesús, y de vuestro castísimo esposo José, nos asistáis y endulcéis esa amarguísima hora. Amén.

 

-Aquí pide cada uno de los que hacen esta novena, la gracia particular que desea, y luego se reza lo siguiente:

 

ORACIÓN

Llenos de confianza os pedimos, Oh Soberana Reina de los Ángeles y de los hombres, por la paz, prosperidad y engrandecimiento de nuestra Santa Madre, la Iglesia Católica, por el Sumo Pontífice, por nuestro prelado diocesano, por todos los sacerdotes seculares y regulares, y por todos los demás individuos que componen la jerarquía eclesiástica. También os pedimos, por la paz, tranquilidad y progreso de Centroamérica, y muy en particular por esta República. ¡Oh Madre de la Esperanza! Siendo tan consolador y prometiéndonos tanto este vuestro dulce y suave título, emblema de felicidad ¿Qué podemos temer al pediros mucho, si grandes cosas nos tenéis prometidas, si sois dispensadora de los tesoros del Omnipotente, y gustáis derramarlos en vuestros hijos? Confiados en esto de Vos, esperamos Señora, el remedio de nuestras necesidades espirituales y temporales, la conversión de los pecadores, el alivio y eterno descanso de las almas del purgatorio, y la gracia que en especial solicitamos en esta novena. ¡Oh dulce y misericordiosa María! Pronunciad ahora a favor nuestro aquel mismo fiat que trocó nuestro destino, y que nos trajo del cielo la redención y la vida. Amén.

 

 

DÍA SEGUNDO

Soberana y reina sois

De la celestial morada,

Hija, Madre, Esposa amada

De la Augusta Trinidad.

Sois alegría y contento

De la bienaventuranza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

Siendo vos, Soberana de la gloria y dispensadora de todas las gracias, ¿podéis dejar de derramarlas en nosotros, que somos hijos vuestros? ¡Oh! Jamás, vuestra ternura sin límites se anticipa a nuestros deseos, y si nos apartamos de vos, desvanecidos por el falso brillos y vano oropel del mundo, cual solícita pastora, vais en pos de la errante y descarriada oveja hasta restituirla al divino redil. Gracias os damos ¡Oh generosa protectora nuestra! Gracias os damos por vuestra maternal ternura, y os rogamos humildemente ¡Oh divina Señor! nos obtengáis de vuestro Santísimo Hijo, las gracias y luces que necesitamos para ejercitar las virtudes que vos poseísteis en grado tan sublime. No nos la rehuséis ¡Oh madre nuestra! ¡Refugio de pecadores! Porque si no luchamos con asiduo empeño y verdadera constancia en vencer nuestras pasiones ¿Cómo podremos aspirar legítimamente al galardón eterno, que es la bienaventuranza?

 

 

 

DÍA TERCERO

Puerta sois del alto cielo

Para el mísero mortal,

Vuestro afecto maternal

No le rechaza jamás.

Amoroso desvanece

Nuestra duda y desconfianza.

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

Cuando consideramos ¡Oh Divina María! Como puerta de la Ciudad de Dios, no puede menos de alentarse nuestra esperanza y fortalecer nuestro débil corazón, un bálsamo consolador. Si sois vos ¡Oh dulce María! Océano de ternura y compasión, si no apartáis vuestras benignas miradas del que gime bajo el peso de la desgracia, si conocéis nuestra frágil naturaleza, siempre dispuesta al mal, y casi nunca al bien, si vuestro deseo más ardiente es la salvación de vuestros amados hijos ¿Qué nos resta ¡oh Madre nuestra! Sino abandonarnos del todo a Vos, reanimar nuestra lánguida esperanza, y confiar con viva fe en que siempre compasiva nos franquearéis la entrada al Reino de vuestro Hijo, donde os alabaremos eternamente? Amén.

 

 

DÍA CUARTO

Escala firme y segura

Sois vos también ¡Oh María!

La Trinidad se gloría

Viendo en vos tal perfección.

Se goza en su obra sublime

Sin igual ni semejanza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

Al consideraros en este día, como Escala, no podemos menos que recordar aquellas quince gradas que subiste en el Templo del Señor, cuando solo tenías tres años, y aun en tan tierna edad, erais maestra en la oración y celosa servidora de la casa de Dios. Por todas las virtudes con que enriquecisteis vuestra santa infancia, os suplicamos ¡Oh Madre de la Esperanza! Despertéis en nuestros corazones fervoroso celo por la gloria y honra de Dios, obediencia ciega para hacer gustoso su santísima voluntad, y la docilidad necesaria para dejarnos guiar por esa divina escala que debe conducirnos a la gloria. De nuevo os rogamos ¡Oh Madre de Misericordia! Nos deis posesión de ella cuando abandonemos este mísero destierro. Os pedimos esta gracia por el Sacratísimo Corazón de vuestro adorable Hijo.

 

 

DÍA QUINTO

Rosa mística os clama

La Iglesia regocijada,

Y doquiera sois llamada

Vida y esperanza nuestra.

Fuente de paz y consuelo

De ventura y bienandanza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

¡Oh fragantísima rosa! Cuyo celestial aroma perfuma el universo entero y deleita los sentidos del que tiene la dicha de aspirarle. Haced ¡Oh purísima Señora! ¡Oh bellísima flor del jardín de la gloria! Que vuestro suave olor conforte nuestra débil naturaleza, purifique el aire impuro que emponzoña nuestra alma y le haga, sino recobrar su inocencia primitiva, a lo menos la pureza a que puede aspirar, si mediante una verdadera contrición obtiene el perdón que implora en el tribunal de la penitencia. Si la rosa natural cura algunas enfermedades físicas ¡cuán eficaz medicina tenemos en lo espiritual! Siendo vos ¡Oh hermosísima María! La rosa mística del catolicismo, salud de los enfermos y auxilio de los cristianos. Por todos estos títulos os rogamos nos otorguéis la gracia de vivir santamente, a fin de poder ofreceros nuestras virtudes cual un ramillete aromático, para que vuestra maternal ternura le presente al Eterno, supliendo lo que falta en tan mezquina ofrenda, pues ya pasando por vuestras purísimas manos, puede ser agradable a sus divinos ojos y aceptarle como débil tributo de nuestro eterno amor.

 

 

DÍA SEXTO

Aurora sois ¡Oh María!

Que nos anuncias el sol,

Que con fulgente arrebol

Colora la inmensidad.

Alegra los corazones

Ansiosos por su tardanza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

¡Oh bellísima María! Alegre y risueña aurora, que aparecisteis apacible y serena, para regocijar a los mortales, disipar las tinieblas en que yacía el mundo, convertido en lóbrego caos, y dar paso al divino sol, que debía alumbrarle con su presencia y hacer nacer en él la antorcha del cristianismo. Gracias os damos ¡Oh esclarecida Reina! Por todos los beneficios que nos habéis dispensado, y os suplicamos humildemente, que ilustréis nuestro entendimiento, para que, conociendo vuestras excelencias, podamos amaros y serviros como dignos esclavos vuestros, durante nuestra peregrinación en este mundo, y después gozaros en la gloria. Amén.

 

 

DÍA SÉPTIMO

Nave que surcáis los mares

Prodigando mil favores

A los pobres pecadores,

Que buscan amiga playa,

Y que navegan seguros

Poniendo en vos su confianza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

Ensalzada seáis ¡Oh Madre y Señora! ¡Áncora de salvación! Vos sois ¡Oh María! Segura nave que nos conduce al puerto deseado de nuestra verdadera patria, auxiliadnos cual tierna y amorosa madre, precaviendo los peligros de un mar embravecido, alentándonos en las borrascas, mostrándonos a Jesús como faro luminoso, que nos evita tropecemos en algún arrecife u otro cualquier escollo, que pueda ser causa de nuestro naufragio, derramando en fin en nuestros corazones, el bálsamo consolador de la esperanza. No permitáis ¡Oh misericordiosísima Señora! Que nuestra docilidad, ingratitud y mala correspondencia sean obstáculos para que arribemos al dichoso puerto, sino que, por nuestro favor, y cual otros israelitas, veamos la tierra prometida. No, Madre nuestra de la Esperanza, no nos abandonéis a nosotros mismos, porque de seguro pereceremos, antes bien, acompañadnos en esta vida, y en la hora de nuestra muerte, tomad nuestra alma y conducidla al paraíso. Amén.

 

 

 

DÍA OCTAVO

Zarza que ardéis en amor

De aquel Dios tres veces santo,

No desoigáis nuestro canto

Que emana del corazón.

Acogedle Virgen pura,

Digna de toda alabanza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

¡Oh Madre nuestra amantísima! Dignaos comunicarnos los ardores en que os abrazáis, emanados del divino amor que encendía vuestro corazón, amor perfecto y sublime, digno de todo de todo un Dios que era quién os le inspiraba, amor que crecía en vehemencia, conforme vuestro amado Hijo crecía en edad, amor acendrado e incomparable, cuya magnitud es incomprensible a toda humana inteligencia, amor infinito y tan ardoroso, que una sola chispa basta para abrazar nuestros corazones. Enviádnosla, amorosísima Señora, haced que esta divina chispa encienda nuestros afectos, extinga la indiferencia y frialdad en que estamos aletargados, y podamos cumplir el dulce precepto de amar a Dios sobre todas las cosas. ¡Oh tierna y amorosa Madre! En vos confiamos. Otorgadnos este don en recompensa de nuestra esperanza. Amén.

 

 

DÍA NOVENO

Arca inmaculada y pura,

En donde el Verbo habitó

Al acceder vos, bajó

El misterio a consumar,

Y a traernos la paz y dicha

Y suspirada bonanza:

Ampáranos ahora y siempre

¡Oh Virgen de la Esperanza!

 

ORACIÓN

¡Oh Virgen admirable! ¡Oh encantadora María! Arca purísima, única digna de albergar a todo un Dios. Preciosa habitación, decorada primorosamente con vuestras virtudes, sin igual en pureza, incomparable en perfección, pulcra, bella, grande y humilde a la par, conjunto de los más sublime y grandioso, y obra maestra de la Santísima Trinidad. ¿Qué podrá deciros mi balbuciente lengua, ¡Oh divina María! Sino que Dios trino y uno se glorió en vos y gozó en haberos formado? Cuando solo merecíamos el infierno, nos presenta un don maravilloso, este don es María, y no nos la da solo como reina, para que le sirvamos como humildes y sumisos esclavos suyos, sino que también nos la da como madre, para que la amemos con la confianza, ternura y acendrado amor de hijos. ¡Oh Madre nuestra de la Esperanza! Aceptad nuestro filial amor, los pequeños obsequios que os hemos presentado, y las tibias oraciones que os hemos dirigido durante este novenario. Aceptadle tierna madre, y jamás apartéis de nosotros vuestros ojos misericordiosos. Cubridnos con vuestro sagrado manto, libradnos de los peligros, y protegednos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

 

-Colaboración del Prof. Miguel Morales

No hay comentarios:

Publicar un comentario

ANOTACIONES

Al hablar sobre la piedad popular, es referirnos a aquellas devociones que antaño se hacían en nuestros pueblos y nuestras casas, cuando se...