NOVENA
A JESÚS NAZARENO
QUE
SE VENERA EN EL TEMPLO DE LA MERCED DE GUATEMALA
Libr.
de la Vª. de CH. Bouret
1897
París
+Por
la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios Nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén.
ACTO
DE CONTRICIÓN
Señor
mío, Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío, por
ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo
corazón haberos ofendido; propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de
todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y, cumplir la penitencia que me
fuera impuesta. Ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos, en satisfacción de
todos mis pecados, y, así como lo suplico, así confío en vuestra bondad y
misericordia infinita, que los perdonareis, por los méritos de vuestra
preciosísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia para enmendarme, y
perseverar en vuestro santo amor y servicio, hasta el fin de mi vida. Amén.
ORACIÓN
PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS
Jesús
amoroso, Jesús dulcísimo, aquí me tenéis delante de esta vuestra prodigiosa
imagen, que llamamos CRISTO NAZARENO,
que yo venero y que yo amo, por ser figura vuestra, en la que el ingenio humano
ha representado tan al vivo vuestras inefables perfecciones: en su frente,
vuestra majestad augusta; en sus mejillas, vuestra divina belleza; en su boca,
vuestra bondad inagotable; en su costado, vuestra caridad sin límites y en todo
el resto de ese cuerpo de peregrina hermosura y de placidez beatifica, vuestra
soberana calma. Yo me gozo en reconocer esas vuestras perfecciones infinitas y
lleno de amor y confianza, como un hijo se acerca a su padre, me llego a vos
pidiendo hagáis sentir en mi los favores que habéis hecho sentir en otros
mediante esta vuestra imagen y me concedáis el perdón de mis culpas, consuelo
en mis aflicciones, remedio en mis necesidades, luz en mis dudas, fortaleza en
mis peligros, victoria en mis tentaciones, abundancia de gracias temporales y
eternas a mis encomendados, descanso eterno a mis difuntos y la gracia
particular que os pido en esta novena, si es para gloria de Dios y bien de mi
alma. Amen.
DÍA
PRIMERO
MEDITACIÓN
JESUS
EN GETSEMANI
-
Solo la agonía de la cruz puede comparase con la agonía de Getsemaní. El Eterno
Padre ha puesto sobre Jesús el horrible peso de todos los pecados del mundo; y
ese peso le hace sudar sangre… le abruma… Se obliga a pedir merced a la
justicia divina… ¡Jamás la tierra ha contemplado angustia semejante; pero
tampoco ha oído jamás oración más tierra y más hermosa! “¡Padre-exclama Jesús!
Todas las cosas te son posibles. Traspasa de mí este cáliz: mas no se haga lo
que yo quiero, sino lo que quieras Tú! ” Aprende, alma devota, el ejemplo de
resignación absoluta que hoy te da tu Redentor para tus horas de prueba. No te
quejes en tus tribulaciones. Procura consolar a Jesús en su continua agonía por
los pecados del mundo… Consuela también a tus hermanos afligidos, enfermos y
moribundos.
-Pídanse
las gracias que se deseen conseguir.
ADORACIÓN
A LAS CINCO LLAGAS DE NUESTRO SEÑOR
A
LA LLAGA DEL PIE IZQUIERDO.
Adorote,
¡Oh Santísima Llaga del pie izquierdo de mi señor Jesucristo! Y os pido, señor,
por ella me perdonéis cuanto os he ofendido con todos mis pasos y movimientos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria…
A
LA LLAGA DEL PIE DERECHO.
Adorote,
¡oh Santísima llaga del pie derecho de mi señor Jesucristo! Y os pido, Señor,
por ella me perdonéis cuanto os he ofendido con todas mis acciones y palabras.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria…
A
LA LLAGA DE LA MANO IZQUIERDA.
Adorote,
¡Oh Santísima Llaga de la mano izquierda de mi Señor Jesucristo! Y os pido,
señor, por ella me perdonéis cuanto os he ofendido con mi vista y demás sentidos.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria…
A
LA LLAGA DE MANO DERECHA.
Adorote,
¡Oh Santísima, llaga de la mano derecha de mi señor Jesucristo! Y os pido,
Señor, por ella me perdonéis cuanto os he ofendido con el empleo de mi memoria,
entendimiento y voluntad.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria…
A
LA LLAGA DEL SACRATÍSIMO COSTADO.
Adórote,
¡Oh Santísima llaga del costado de mi Señor Jesucristo! Y os pido, señor, por
ella que, así como fue herido vuestro corazón con el hierro de la lanza, así
penetren en el mío vuestras soberanas luces para siempre amaron y nunca más
ofenderos, queriendo antes morir que pecar. Amen.
-Padre
nuestro, Ave María y Gloria…
V.
Adorámoste, Cristo, y te bendecimos.
R.
Porque por tu santa Cruz redimiste al mundo
ORACIÓN
FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Amantísimo
Jesús, Dios y Hombre verdadero postrado ante esta sagrada efigie vuestra, rinda
mis humildes homenajes a vuestro Cuerpo adorable que, bien que puesto en el
sepulcro y separado del alma. Jamás se separó de la Divinidad. Os alabo mil veces, porque, por amor mío, los
unisteis a vos con lazo tan estrecho; porque sus cardenales y heridas curaron
las llagas de mi alma y su muerte y sepultura me resucitó a la vida de la
gracia y me hizo heredero de la dichosa inmortalidad. Recibid también mis humildes acciones de
gracias, porque en esa sagrada efigie queréis ser, aun el día de hoy, la salud
de los enfermos, el protector de los necesitados, el consuelo de los afligidos,
el gozo de los justos y el singular refugio de los pecadores, a quienes en ella
dais, con repetidos milagros nuevas pruebas de esa misericordia tan tierna, que
os hizo decir cuando andabais por la tierra: “No vine a buscar a los justos,
sino a los pecadores”. Por ese corazón
del Padre, siempre abierto para recibirlos; por esas entrañas de piedad en que
ponen su esperanza y por esa sangre derramada para lavar sus manchas, oíd los
clamores del mayor de todos ellos, que vuelve a Vos con el corazón contrito y
humillado. Perdonadme en vuestro santo amor; adornadme con vuestra divina
gracia y coronadme con el don de la perseverancia final. También os recomiendo, dulce Padre y redentor
nuestro Santísimo Padre, el Papa Francisco. Nuestro prelado y nuestro Jefe de
Estado. Guardadlos, Señor, como la pupila de vuestras alas; gobernadlos Vos,
para que nos gobiernen según vuestra Ley Santísima, e inspiradnos a nosotros
una rendida sumisión a sus decretos y una lealtad hacia sus personas. Concedednos, en fin, el favor particular que
os pedimos en esta Santa Novena, si es para mayor gloria vuestra y bien de
nuestras almas y si no, una resignación perfecta a vuestra divina voluntad, la
cual sea hecha en la tierra, así como en el cielo. Amen.
DÍA
SEGUNDO
MEDITACIÓN
TRAICIÓN
DE JUDAS.
-
Judas, el discípulo traidor, se acerca a su divino Maestro y, con afectado
cariño, tiene la osadía de besarle y se atreve a decirle hipócritamente: “Dios
te salve, Maestro” Jesús no retira su rostro divino…, no trata de evitar aquel
sarcástico beso...; y, llamado por última vez a aquella conciencia endurecida,
y haciéndole ver que no le engaña con su hipocresía, le responde dulcemente:
“Amigo, ¿a qué has venido? Judas, ¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre…? ¡Te
horroriza, alma devota, la traición, la sola figura odiosa de Judas…! Pero… ¿No
has traicionado tú nunca a Jesús…? ¡Qué triste verdad es que todos llevamos en
los labios, con la posibilidad de darlo un día, el beso de Judas…!
¡Compadécelos! ¡Ruega por ellos... y vela por ti, no sea que llegues tú también
a ser un día traidor a tu Dios!
DÍA
TERCERO
MEDITACIÓN
PRENDIMIENTO
DE JESÚS.
-
Jesús se acerca en serenidad a sus enemigos que van prenderle, se constituye su
prisionero. Se les entrega libérrimamente, pero antes les pregunta: “¿A quién
buscáis?” “A Jesús el Nazareno”, responden ellos. “Yo soy”, replica el
Salvador; y, a su sola palabra, “retrocedieron y cayeron a tierra” Por segunda
vez la misma pregunta e idéntica respuesta. Añade, por fin, Jesús; Jesús: “Si
me buscáis a mí, dejad ir a estos”, señalando a sus apóstoles. ¡Así defiende el
Señor a los suyos! En tus peligros, en
tus sufrimientos, alama devota, ¿te olvidas de ti por atender a tus hermanos se
olviden de sí mismos para atenderte a ti? ¿Velas, como es tu obligación, por
los intereses de tu divino Maestro? ¿Sales a su defensa? Aprende y no olvides
la lección que hoy te da tu Redentor.
DÍA
CUARTO
MEDITACIÓN
JESÚS
ANTE EL SANEDRÍN.
-
Ha comenzado el Salvador el cambio de la cautividad. Es sometido a un simulacro
de juicio. Es abofeteado por uno de los criados del Pontífice… ¡por decir
verdad! ¡A todas las calumnias de sus acusadores Jesús responde con su
silencio! ¡No se disculpa! ¡No trata de defenderse! ¡no quiere evitar su
condenación! Medita, alma devota, estas palabras del Apóstol San Pedro: “Cristo
padeció por vosotros, dejándonos ejemplo, para que sigáis sus pisadas… él, que
cuando le ultrajaban no devolvía el ultraje: que, maltratado, no prorrumpía en
amenazas” ¿Cómo te portas tú con tus calumniadores? ¡Te quejas, tal vez!
¡Murmuras sin cesar! ¡No era si tu divino modelo!
DÍA
QUINTO
MEDITACIÓN
TRIPLE
NEGACION DE SAN PEDRO.
-
Pedro huyó como los demás apóstoles, al ser detenido su Maestro, Pero,
avergonzado después de su cobardía volvió sobre sus pasos; le siguió a cierta
distancia, y confiando demasiado en sí mismo entró en el palacio de Anás; se
metió en el peligro… y ¡cayó, negó cobardemente, hasta tres veces a su Divino
Maestro… ¡Él, que había protestado estar dispuesto a ir a la misma muerte por
Jesús!... ¿Qué se hicieron sus bellas promesas?... Cantó luego el gallo, y se
acordó Pedro de la predicción del Salvador… Pasó luego Jesús a su lado… Le
miró… Y aquella mirada penetrante del Maestro… le decía que sabía todo lo
sucedido… Y salió Pedro fuera… y lloró amargamente su pecado… ¡Cuántas veces
has hecho tú también, alma devota, bellos propósitos! … ¡Y cuantas veces los
has quebrantado... por meterte a sabiendas en el peligro! Y te ha mirado luego
muchas veces Jesús y no has llorado tu infidelidad… Si ves caer a tus hermanos,
ayúdalos a levantarse…, si has caído tú mismo…, imita a San Pedro, que también
cayó. ¡Llora como él lloró!... ¡Haz penitencia como él la hizo!...
DÍA
SEXTO
MEDITACIÓN
LA
FLAGELACIÓN.
-
Jesús está ante un nuevo tribunal: el de Pilatos… “Si no fuera malhechor no te
lo hubiéramos entregado” así dicen los judíos. Y como a malhechor se le trata…,
y se le castiga, no obstante, no haber encontrado en él causa de condenación...
se le atan las manos se le sujeta a una columna …, y ¡por la cobardía de
Pilatos que acude a este cruel tormento como un expediente para excitar la
compasión del pueblo y poder luego decir: “Ecce Homo!” ¡He aquí al hombre!... ¿Has
encontrado tú, alma devota, causa alguna para hacer de nuevo sufrir a Jesús con
tus pecados? ... ¡Mira en ellas al Hombre-Dios! ¡No olvides que delante de Él
habrás de estar en el día de las cuentas!...
DÍA
SÉPTIMO
MEDITACIÓN
LA
CORONACIÓN DE ESPINAS.
-
Una escena dolorosa se suma a las precedentes. Jesús ha quedado en poder de la
soldadura romana… y unos le escupen en el rostro…; otros le dan de bofetadas… y
le hieren con sus puños…; otros, más osados aun, le vendan sus divinos ojos…;
le ponen una caña por cetro en su mano…, una corona de espinas de espinas por
diadema en su frente…, y burlonamente le dicen: “Profetiza, ¿Quién es el que te
ha herido? … Así cumple Jesús a perfección las palabras que en su boca ponía,
siglos atrás, el profeta Isaías: “Mi cuerpo di a los que me herían y mis
mejillas a los que mesaban mi barba; mi rostro no retiré de los que me
injuriaban y me escupían.” ¿Huyes tú del sufrimiento, alma devota? … ¡Rehúyes
toda suerte de mortificación!... ¡Te quejas, tal vez, hasta del mismo Dios que
trata de cumplir en ti sus divinos e indescriptibles designios! ¡Mira a Jesús y
aprende!
DÍA
OCTAVO
MEDITACIÓN
CRUCIFIXION
DEL SEÑOR.
Jesús, “el varón de dolores”. Como le llamó el
Profeta, ha comentado su “Vía dolorosa”. Entre insultos de la plebe y el
maltrato de los soldados, llega, por fin, al Calvario. Le despojan nuevamente
de sus vestidos. Le crucifican. Le dan a beber hiel y vinagre. Y, en medio de
dolores increíbles, Jesús exclama: “¡Padre, perdónalos porque no saben lo que
hacen!” y abre las puertas del cielo al buen ladrón… ¡Y nos deja a todos su
madre por madre nuestra!... y acaba su vida con estas palabras de ternura y
confianza: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.” Eran las tres de la
tarde. ¡Mira, alma devota, a tu Jesús crucificado por tu amor! ¡Mira esas
manos, que tantos beneficios y bendiciones han derramado sobre ti, traspasadas
por tus pecados! ¡Mira esos pies, que tantas veces te han buscado, detenidos,
clavados por tus malos pasos! Mira ese divino corazón abierto de par en par y
dile: ¡Yo fui, señor! ¡Contigo quiero en adelante siempre vivir! ¡Contigo
quiero morir!
DÍA
NOVENO
MEDITACION
SEPULTURA
DE JESUS.
-
Con sumo respeto, a la vez que con indecible tristeza bajaron de la cruz José
Arimatea, Nicodemo y los otros piadosos discípulos el cuerpo sagrado del
Redentor. Allí estaba también presente su Santísima Madre. A corta distancia
del Calvario había un Jardín y en un sepulcro abierto con la roca viva. Allí lo
depositaron con toda veneración. Se cerró luego la puerta. ¡No hay lengua humana
capaz de expresar el dolor que entonces se apoderó de la Virgen María! Mira,
alma devota, reproducida al vivo esta dolorosa escena en el santísimo Cristo,
¡mira esos ojos que se acaban de apagar, y que todavía te miran! ¡Contempla ese
divino rostro, que no respira ya sino de bondad y ternura! ¡Mira ese divino
costado abierto para que tú mores en él! ¡Qué vacío y qué dolor has sentido,
tal vez, o habrás de sentir, al menos, alma devota, al regresar a tu casa
después del entierro de un ser querido! ¡Poco a poco la muerte te los irá
arrebatando todos, y los dejarás en el sepulcro, como está el Santísimo Cristo
de El Pardo! En tu soledad, ¡acuérdate de la soledad de María! ¡Acuérdate del
Santísimo Cristo de El Pardo! ¡Ellos serán tu consuelo!