sábado, 28 de octubre de 2023

ROSARIO GUADALUPANO


 

OFRECIMIENTO DEL ROSARIO EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

 

Extraído del libro: “Flores del Tepeyac”

Escrito por el Pbro. Gabino Chávez

 

Con Licencia Eclesiástica

Año de 1899

 

PRIMER MISTERIO

La Anunciación y salutación del Arcángel San Gabriel a Nuestra Señora. Medítese la salutación de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego.

Virgen de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro en honor del misterio de la Anunciación, cuando considerabas qué salutación era la del ángel que te llamaba llena de gracia, y unida admirablemente con Dios, y bendita éntrelas mujeres. Y también te alabamos y te damos gracias, ¡oh, Virgen benditísima! por tu venida a nuestro pobre suelo, anunciándole al dichoso Juan Diego cómo tú eras la verdadera Madre, de Dios y no los ídolos que había por tantos años allí mismo usurpado ese nombre, y saludándolo con palabras de tanto amor y ternura, como que lo llamabas hijo pequeñuelo y regalado. Y pues en esa salutación a todos nos mirabas y a todos nos tenías presentes, queremos considerar qué salutación es esa tan afable, tan bondadosa y por nosotros tan inmerecida. Bendito sea pues, Señora, tu maternal cariño con que nos llamas hijos; los ángeles se creen muy honrados, y lo son en verdad al llamarse siervos tuyos, y tú nos llamas hijos, y no sólo, sino hijos regalados y muy queridos, como pequeñuelos. Haz, Madre nuestra, Madre tiernísima, Madre de amor y de misericordia, haz que nosotros nos hagamos como niños por la humildad, por la sencillez y por un tierno amor hacia una Aladre tan buena y generosa, para que siendo devotos tuyos muy fervientes, tengamos la dicha de oír tu voz dulcísima y contemplar tu virginal semblante en las eternas montañas de la gloria. Amén.

 

 

SEGUNDO MISTERIO

La visitación de la Virgen María á santa Isabel

Considérese la visitación que hizo viniendo a nuestras montañas, como en otro tiempo a las de Judá.

Virgen de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor del misterio de tu visitación: cuando llena de gozo saludabas a Santa Isabel, y al sonido de tu voz, el precursor se estremecía de gozo y recibía la gracia, y su Madre se llenaba del Espíritu Santo. Mas también te alabamos y damos gracias, oh, dulce Madre nuestra, porque te dignaste venir en otro tiempo a nuestras montañas, y saludar, llena de bondad, al venturoso Juan Diego y dejarnos; tu imagen maravillosa, como una prenda de amor y do continua protección. ¡Alabada seas, por tanta dignación! ¡Bendita seas Señora, por tan grande misericordia! Haz que nos aprovechemos de las i gracias copiosas que con tan bondadosa j visita nos trajiste: que conservemos y J aumentemos nuestra fe, en este tiempo de impiedad y de blasfemias; que miremos con horror todas las prácticas supersticiosas con que el espíritu del mal quiere derramar su veneno: que seamos tanto más fervorosos en los ejercicios del culto, cuanto más hoy son hostilizados y perseguidos: que no nos dejemos arrastrar por el torrente de las mundanas disipaciones que desecan el corazón y matan la piedad; sino que pensando seriamente en nuestros eternos destinos merezcamos un día la eterna recompensa de los justos. Amén.

 

 

TERCER MISTERIO

El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.

Medítese el nacimiento de Jesús en nuestro suelo por la fe, difundida y facilitada por la venida de la Virgen Santísima de Guadalupe.

Virgen de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor del misterio del nacimiento del divino Jesús en Belén; por ti, que nos lo diste a luz, le alabaron los ángeles con celestiales cánticos, y le conocieron los pastores, y le adoraron y ofrecieron dones los Reyes Magos. Y por ti también se introdujo la fe en nuestro suelo, y con tu venida, conocieron a Jesucristo estos pueblos, y le adoraron y le ofrecieron dones; y en tu venida se oyeron también los cánticos angélicos; y en aquella primera y pobre ermita reposó por mucho tiempo tu Imagen soberana, como tú reposaste en el portal de Belén. Bendita seas, pues, Señora, por tu misericordiosa visita: bendita seas por haber venido a facilitarnos el conocimiento del Dios verdadero, y de Jesucristo a quien envió, pues en esto consiste la vida eterna. Haz que adoremos a Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, con el amor ardiente, con la profunda sumisión y con los generosos sentimientos con que le adoraste tú en él pesebre, para que adorándole ahora en su anonadamiento, un día podamos alabarle en la excelsitud de su gloria. Amén.

 

 

CUARTO MISTERIO

La Purificación de Nuestra Señora, y Presentación de Jesús en el templo. Medítese cómo los sacramentos que nos purifican nos vinieron, juntos con la fe por la visita de la Virgen de Guadalupe.

Virgen de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor del misterio de tu Purificación, y de la generosidad con que ofreciste el divino Niño al Eterno Padre como víctima por los pecados de los hombres. Manchados estos pueblos con los horrores de la idolatría, quisiste, Madre mía, aparecer á uno de sus hijos para traerles con la luz de la santa fe, los sacramentos del bautismo y de la penitencia que purifican á las almas y las limpian de toda mancha, y mandaste que se edificara un templo, donde Jesús se inmolara todos los días como víctima de propiciación por todos los pecados. Gracias te sean dadas, Señora y Madre nuestra, por tanta dignación. Danos que sepamos corresponder á ella trayendo á tus santuarios un corazón limpio, purificando nuestras conciencias en la piscina de salud, y presentando al Señor, por tus sagradas manos, las alabanzas de nuestros labios, y la ofrenda de nuestros corazones, a fin de que, aceptadas en su divino acatamiento, podamos un día ser presentados en el santuario de la eterna gloria. Amén.

 

 

QUINTO MISTERIO

La pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.

Medítese cómo por María hallamos a Jesús, y cómo lo hallaron con ella y por ella, estos ¡pueblos, en la venida de la Virgen de Guadalupe.

Virgen de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor del Misterio del encuentro del Niño Jesús en el templo, de donde volvió en tu compañía para vivir á tu lado con filial sujeción. Y te doy gracias porque viniendo á visitar nuestro suelo, hiciste que también encontrásemos á Jesucristo, que entre las densas tinieblas de la gentilidad no se encontraba, ni aun querían buscarlo por la fe ni escuchar la voz de los doctores y predicadores que la daban á conocer con el Santo Evangelio. Mas como el que te encuentra á ti hallará la vida, y alcanzará del Señor la salvación, encontrándote en el Tepeyac, en persona de Juan Diego, encontraron á Jesús nuestra vida, y alcanzaron la salud eterna, que es conocerle y amarle. Haz ahora. Madre mía, que le tengamos siempre con nosotros, no volviendo á perderle por el pecado; que oigamos sus divinas inspiraciones y las palabras de sus ministros; y que no nos dejemos arrebatar de la impiedad y la herejía que nos cercan por todas partes, el tesoro de la fe que en tu visita nos trajiste. ¡Virgen de Guadalupe! mira a tu pueblo desde esa Imagen tuya portentosa; ilumina a los Prelados y Pastores que son la luz del mundo y la sal de la tierra; conserva en paz y recogimiento los asilos de las sagradas vírgenes, favorece a todos los fieles que te invocan; da una mirada de ternura y de amor a estos tus hijos que hoy vienen a visitarte en tu santuario, y á arrodillarse ante tu dulce Imagen, para implorar con una mirada de tus ojos, una bendición de tus virginales manos, y un afecto compasivo de tu maternal corazón. Hijos tuyos somos, aunque indignos; no nos desampares en la vida; no te alejes de, nosotros en la hora de nuestra muerte, para que allí recibas nuestras almas, y por tus benditas manos pasen a las de tu divino Hijo, que en su gloria las coloque, donde contigo le alabemos, y en tu compañía eternamente nos alegremos. Amén.

 

Si en vez de cinco misterios se quiere rezar una Corona de siete, se añadirán los que siguen, que corresponden a los últimos gloriosos:

 

SEXTO MISTERIO

El tránsito de María Santísima

Considérese su alejamiento después de visitarnos, y su fineza en dejarnos su imagen portentosa.

Virgen de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor de tu felicísimo tránsito, cuando quisiste dejar esta vida mortal, pasando por la muerte como tu santísimo Hijo, para endulzar las amarguras de la nuestra. Y te doy gracias porque al alejarte de nuestro suelo, después de alegrarlo con tu venida, pudiste decirnos como tu Hijo Jesús a sus discípulos: «no os he de dejar yo huérfanos, sino que con vosotros estoy hasta la consumación de los siglos;» pues tú, además de seguir favoreciéndonos desde el cielo, escogiste y santificaste al Tepeyac para dejarnos allí tu nombre misterioso, que indica protección contra nuestros enemigos, y tus ojos de Reina poderosa, y tu corazón de Madre de misericordia. Y esto, también para que lo gocemos todos los días, y para que nos dure perpetuamente. Gracias te damos por tan regalada fineza; queremos siempre mostrarnos hijos fieles, amantes y reconocidos, y te pedimos por tu dichosísimo tránsito, una muerte dichosa y en la gracia del Señor. Allí muestra más que nunca, que eres Madre; alcánzanos la gracia de una perfecta contrición, la de recibir dignamente el sagrado Viático y el ser corroborados con la santa Extrema Unción, para que saliendo en paz de esta vida podamos ir a alabar a Dios contigo en la eterna. Amén.

 

 

 

SÉPTIMO MISTERIO

La coronación deja Virgen Santísima en el cielo.

Medítese la coronación de su Imagen guadalupana acá en la tierra.

Virgen de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, á la gloria que recibiste en el cielo, cuando el Eterno Padre te coronó con corona de poder, como á Hija dilectísima, y el Hijo Unigénito, con corona de sabiduría como á Madre dulcísima, y el Espíritu Santo con corona de misericordia y de amor como Esposa benditísima. Y nos congratulamos y nos llenamos de júbilo, Madre mía, al haberte coronado con magnífica corona acá en la tierra, en tu querida y milagrosa Imagen de Guadalupe. Tú merecías inmensamente esa corona como Reina poderosísima, la merecías como madre, y madre amorosísima, la merecías como vencedora de los errores y herejías en nuestro suelo, y la merecías como atalaya vigilantísima que, desde tu santuario elevado, miras por todas partes, y atiendes presurosa a nuestro auxilio. ¡Bendita seas Señora, por tanta bondad! ¡Alabada seas, por el maternal cariño con que nos amas! Reina cada día más en nuestro suelo por tu amor y por tu culto, reina en todas nuestras inteligencias por tu conocimiento y por la fe de tu divino Hijo; reina en todos los corazones por tu amor y la gratitud á tus favores; reina en nuestro hogar y familia, reina en nuestra nación y en nuestro pueblo, reina siempre en nuestra vida, y especialmente en nuestra muerte. Y recibe la corona que liemos rezado, formada de tus virtudes v de tus misterios, alcanzándonos algún día la corona de la gloria, para ver y gozar á Dios contigo por la eternidad. Amén.

 

 

LETANÍAS GUADALUPANAS

-Señor ten piedad de nosotros.

-Jesucristo, ten piedad de nosotros.

-Señor, ten piedad de nosotros.

 

-Jesucristo, óyenos;

-Jesucristo, escúchanos;

 

-Padre celestial que eres Dios

-Hijo, Redentor del mundo, que eres Dios

-Espíritu Santo, que eres Dios

-Santísima Trinidad, que eres un solo Dios.

 

-Santa María,

-Santa Madre de Dios

-Santa Virgen de las Vírgenes

-Santa María de Guadalupe

-Santa María de Guadalupe, que brotaste de entre las peñas,

-Santa María de Guadalupe, que ahuyentaste a los que nos devoraban,

-Santa María de Guadalupe, que ahuyentaste a la infernal serpiente,

-Santa María de Guadalupe, que bajaste á visitar nuestro suelo,

-Santa María de Guadalupe, que hablas te benignamente con Juan Diego,

-Santa María de Guadalupe, que le llamaste lujo tierno y regalado,

-Santa María de Guadalupe, que te dignaste hacerlo tu mensajero,

-Santa María de Guadalupe, que nos enseñas el respeto a la Iglesia mandándole al Obispo,

-Santa María de Guadalupe, que escogiste lo humilde y despreciable para confundir á lo fuerte y prudente del mundo,

-Santa María de Guadalupe, que deseas y pides se te edifique un templo,

-Santa María de Guadalupe, que eliges y santificas el lugar donde morar quisiste,

-Santa María de Guadalupe, que haces brotar frescas flores entre áridos peñascos,

-Santa María de Guadalupe, que las cubres de rocío en el helado invierno,

-Santa María de Guadalupe, que las mandas cortar y traer a tu presencia,

Santa María de Guadalupe, que con tus manos virginales las tocas y levantas,

-Santa María de Guadalupe, que mandas esas flores como señales de tu aparición al Obispo.

-Santa María de Guadalupe, que apareces milagrosamente pintada al Prelado y a los suyos,

-Santa María de Guadalupe, que nos dejas tu imagen, siempre hermosa entre los rigores de la intemperie,

-Santa María de Guadalupe, que con tu Imagen nos dejas tu nombre misterioso,

-Santa María de Guadalupe, que con ella nos dejaste tus ojos de Reina y defensora,

-Santa María de Guadalupe, que con ella nos dejas también tu corazón de Madre y Abogada.

-Santa María, de Guadalupe, que socorres á tu pueblo en las pestes y contagios.

-Santa María de Guadalupe, que los auxilias en las inundaciones,

-Santa María de Guadalupe, que les ayudas en todas sus necesidades,

-Santa María de Guadalupe, coronada en tu Imagen como reina de tu pueblo,

-Santa María de Guadalupe. Patrona muy amada y venerada de México,

 

-Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor.

-Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.

-Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo; Ten misericordia de nosotros.

 

L/: Ruega por nosotros, Santa Virgen de Guadalupe.

R/: Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

 

ORACION

Oh, Dios, que habiéndonos colocado bajo el patrocinio singular de la bienaventurada Virgen María, nos quisiste colmar de perpetuos beneficios, concede a los que humildemente te suplicamos, que los que hoy nos regocijamos con su protección en la tierra, algún día nos gocemos con su presencia en el cielo. Amén.

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