OFRECIMIENTO
DEL ROSARIO EN HONOR DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE
Extraído
del libro: “Flores del Tepeyac”
Escrito
por el Pbro. Gabino Chávez
Con
Licencia Eclesiástica
Año
de 1899
PRIMER
MISTERIO
La
Anunciación y salutación del Arcángel San Gabriel a Nuestra Señora. Medítese la
salutación de la Virgen de Guadalupe a Juan Diego.
Virgen
de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro en honor
del misterio de la Anunciación, cuando considerabas qué salutación era la del
ángel que te llamaba llena de gracia, y unida admirablemente con Dios, y
bendita éntrelas mujeres. Y también te alabamos y te damos gracias, ¡oh, Virgen
benditísima! por tu venida a nuestro pobre suelo, anunciándole al dichoso Juan
Diego cómo tú eras la verdadera Madre, de Dios y no los ídolos que había por
tantos años allí mismo usurpado ese nombre, y saludándolo con palabras de tanto
amor y ternura, como que lo llamabas hijo pequeñuelo y regalado. Y pues en esa
salutación a todos nos mirabas y a todos nos tenías presentes, queremos considerar
qué salutación es esa tan afable, tan bondadosa y por nosotros tan inmerecida.
Bendito sea pues, Señora, tu maternal cariño con que nos llamas hijos; los
ángeles se creen muy honrados, y lo son en verdad al llamarse siervos tuyos, y tú
nos llamas hijos, y no sólo, sino hijos regalados y muy queridos, como
pequeñuelos. Haz, Madre nuestra, Madre tiernísima, Madre de amor y de misericordia,
haz que nosotros nos hagamos como niños por la humildad, por la sencillez y por
un tierno amor hacia una Aladre tan buena y generosa, para que siendo devotos
tuyos muy fervientes, tengamos la dicha de oír tu voz dulcísima y contemplar tu
virginal semblante en las eternas montañas de la gloria. Amén.
SEGUNDO
MISTERIO
La
visitación de la Virgen María á santa Isabel
Considérese
la visitación que hizo viniendo a nuestras montañas, como en otro tiempo a las
de Judá.
Virgen
de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor
del misterio de tu visitación: cuando llena de gozo saludabas a Santa Isabel, y
al sonido de tu voz, el precursor se estremecía de gozo y recibía la gracia, y
su Madre se llenaba del Espíritu Santo. Mas también te alabamos y damos
gracias, oh, dulce Madre nuestra, porque te dignaste venir en otro tiempo a
nuestras montañas, y saludar, llena de bondad, al venturoso Juan Diego y
dejarnos; tu imagen maravillosa, como una prenda de amor y do continua
protección. ¡Alabada seas, por tanta dignación! ¡Bendita seas Señora, por tan
grande misericordia! Haz que nos aprovechemos de las i gracias copiosas que con
tan bondadosa j visita nos trajiste: que conservemos y J aumentemos nuestra fe,
en este tiempo de impiedad y de blasfemias; que miremos con horror todas las
prácticas supersticiosas con que el espíritu del mal quiere derramar su veneno:
que seamos tanto más fervorosos en los ejercicios del culto, cuanto más hoy son
hostilizados y perseguidos: que no nos dejemos arrastrar por el torrente de las
mundanas disipaciones que desecan el corazón y matan la piedad; sino que
pensando seriamente en nuestros eternos destinos merezcamos un día la eterna
recompensa de los justos. Amén.
TERCER
MISTERIO
El
Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.
Medítese
el nacimiento de Jesús en nuestro suelo por la fe, difundida y facilitada por
la venida de la Virgen Santísima de Guadalupe.
Virgen
de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor
del misterio del nacimiento del divino Jesús en Belén; por ti, que nos lo diste
a luz, le alabaron los ángeles con celestiales cánticos, y le conocieron los
pastores, y le adoraron y ofrecieron dones los Reyes Magos. Y por ti también se
introdujo la fe en nuestro suelo, y con tu venida, conocieron a Jesucristo
estos pueblos, y le adoraron y le ofrecieron dones; y en tu venida se oyeron
también los cánticos angélicos; y en aquella primera y pobre ermita reposó por
mucho tiempo tu Imagen soberana, como tú reposaste en el portal de Belén.
Bendita seas, pues, Señora, por tu misericordiosa visita: bendita seas por
haber venido a facilitarnos el conocimiento del Dios verdadero, y de Jesucristo
a quien envió, pues en esto consiste la vida eterna. Haz que adoremos a Nuestro
Señor en el Santísimo Sacramento, con el amor ardiente, con la profunda
sumisión y con los generosos sentimientos con que le adoraste tú en él pesebre,
para que adorándole ahora en su anonadamiento, un día podamos alabarle en la
excelsitud de su gloria. Amén.
CUARTO
MISTERIO
La
Purificación de Nuestra Señora, y Presentación de Jesús en el templo. Medítese
cómo los sacramentos que nos purifican nos vinieron, juntos con la fe por la
visita de la Virgen de Guadalupe.
Virgen
de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor
del misterio de tu Purificación, y de la generosidad con que ofreciste el
divino Niño al Eterno Padre como víctima por los pecados de los hombres. Manchados
estos pueblos con los horrores de la idolatría, quisiste, Madre mía, aparecer á
uno de sus hijos para traerles con la luz de la santa fe, los sacramentos del
bautismo y de la penitencia que purifican á las almas y las limpian de toda
mancha, y mandaste que se edificara un templo, donde Jesús se inmolara todos
los días como víctima de propiciación por todos los pecados. Gracias te sean
dadas, Señora y Madre nuestra, por tanta dignación. Danos que sepamos
corresponder á ella trayendo á tus santuarios un corazón limpio, purificando
nuestras conciencias en la piscina de salud, y presentando al Señor, por tus
sagradas manos, las alabanzas de nuestros labios, y la ofrenda de nuestros
corazones, a fin de que, aceptadas en su divino acatamiento, podamos un día ser
presentados en el santuario de la eterna gloria. Amén.
QUINTO
MISTERIO
La
pérdida del Niño Jesús y su hallazgo en el templo.
Medítese
cómo por María hallamos a Jesús, y cómo lo hallaron con ella y por ella, estos
¡pueblos, en la venida de la Virgen de Guadalupe.
Virgen
de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor
del Misterio del encuentro del Niño Jesús en el templo, de donde volvió en tu
compañía para vivir á tu lado con filial sujeción. Y te doy gracias porque
viniendo á visitar nuestro suelo, hiciste que también encontrásemos á
Jesucristo, que entre las densas tinieblas de la gentilidad no se encontraba,
ni aun querían buscarlo por la fe ni escuchar la voz de los doctores y
predicadores que la daban á conocer con el Santo Evangelio. Mas como el que te
encuentra á ti hallará la vida, y alcanzará del Señor la salvación,
encontrándote en el Tepeyac, en persona de Juan Diego, encontraron á Jesús nuestra
vida, y alcanzaron la salud eterna, que es conocerle y amarle. Haz ahora. Madre
mía, que le tengamos siempre con nosotros, no volviendo á perderle por el
pecado; que oigamos sus divinas inspiraciones y las palabras de sus ministros;
y que no nos dejemos arrebatar de la impiedad y la herejía que nos cercan por
todas partes, el tesoro de la fe que en tu visita nos trajiste. ¡Virgen de
Guadalupe! mira a tu pueblo desde esa Imagen tuya portentosa; ilumina a los
Prelados y Pastores que son la luz del mundo y la sal de la tierra; conserva en
paz y recogimiento los asilos de las sagradas vírgenes, favorece a todos los
fieles que te invocan; da una mirada de ternura y de amor a estos tus hijos que
hoy vienen a visitarte en tu santuario, y á arrodillarse ante tu dulce Imagen,
para implorar con una mirada de tus ojos, una bendición de tus virginales
manos, y un afecto compasivo de tu maternal corazón. Hijos tuyos somos, aunque
indignos; no nos desampares en la vida; no te alejes de, nosotros en la hora de
nuestra muerte, para que allí recibas nuestras almas, y por tus benditas manos
pasen a las de tu divino Hijo, que en su gloria las coloque, donde contigo le
alabemos, y en tu compañía eternamente nos alegremos. Amén.
Si
en vez de cinco misterios se quiere rezar una Corona de siete, se añadirán los
que siguen, que corresponden a los últimos gloriosos:
SEXTO
MISTERIO
El
tránsito de María Santísima
Considérese
su alejamiento después de visitarnos, y su fineza en dejarnos su imagen portentosa.
Virgen
de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, en honor
de tu felicísimo tránsito, cuando quisiste dejar esta vida mortal, pasando por
la muerte como tu santísimo Hijo, para endulzar las amarguras de la nuestra. Y
te doy gracias porque al alejarte de nuestro suelo, después de alegrarlo con tu
venida, pudiste decirnos como tu Hijo Jesús a sus discípulos: «no os he de
dejar yo huérfanos, sino que con vosotros estoy hasta la consumación de los
siglos;» pues tú, además de seguir favoreciéndonos desde el cielo, escogiste y
santificaste al Tepeyac para dejarnos allí tu nombre misterioso, que indica
protección contra nuestros enemigos, y tus ojos de Reina poderosa, y tu corazón
de Madre de misericordia. Y esto, también para que lo gocemos todos los días, y
para que nos dure perpetuamente. Gracias te damos por tan regalada fineza;
queremos siempre mostrarnos hijos fieles, amantes y reconocidos, y te pedimos
por tu dichosísimo tránsito, una muerte dichosa y en la gracia del Señor. Allí
muestra más que nunca, que eres Madre; alcánzanos la gracia de una perfecta
contrición, la de recibir dignamente el sagrado Viático y el ser corroborados
con la santa Extrema Unción, para que saliendo en paz de esta vida podamos ir a
alabar a Dios contigo en la eterna. Amén.
SÉPTIMO
MISTERIO
La
coronación deja Virgen Santísima en el cielo.
Medítese
la coronación de su Imagen guadalupana acá en la tierra.
Virgen
de Guadalupe, te ofrecemos estas diez Ave Marías y un Padre nuestro, á la
gloria que recibiste en el cielo, cuando el Eterno Padre te coronó con corona
de poder, como á Hija dilectísima, y el Hijo Unigénito, con corona de sabiduría
como á Madre dulcísima, y el Espíritu Santo con corona de misericordia y de
amor como Esposa benditísima. Y nos congratulamos y nos llenamos de júbilo,
Madre mía, al haberte coronado con magnífica corona acá en la tierra, en tu querida
y milagrosa Imagen de Guadalupe. Tú merecías inmensamente esa corona como Reina
poderosísima, la merecías como madre, y madre amorosísima, la merecías como
vencedora de los errores y herejías en nuestro suelo, y la merecías como atalaya
vigilantísima que, desde tu santuario elevado, miras por todas partes, y atiendes
presurosa a nuestro auxilio. ¡Bendita seas Señora, por tanta bondad! ¡Alabada
seas, por el maternal cariño con que nos amas! Reina cada día más en nuestro
suelo por tu amor y por tu culto, reina en todas nuestras inteligencias por tu
conocimiento y por la fe de tu divino Hijo; reina en todos los corazones por tu
amor y la gratitud á tus favores; reina en nuestro hogar y familia, reina en
nuestra nación y en nuestro pueblo, reina siempre en nuestra vida, y
especialmente en nuestra muerte. Y recibe la corona que liemos rezado, formada
de tus virtudes v de tus misterios, alcanzándonos algún día la corona de la
gloria, para ver y gozar á Dios contigo por la eternidad. Amén.
LETANÍAS
GUADALUPANAS
-Señor
ten piedad de nosotros.
-Jesucristo,
ten piedad de nosotros.
-Señor,
ten piedad de nosotros.
-Jesucristo,
óyenos;
-Jesucristo,
escúchanos;
-Padre
celestial que eres Dios
-Hijo,
Redentor del mundo, que eres Dios
-Espíritu
Santo, que eres Dios
-Santísima
Trinidad, que eres un solo Dios.
-Santa
María,
-Santa
Madre de Dios
-Santa
Virgen de las Vírgenes
-Santa
María de Guadalupe
-Santa
María de Guadalupe, que brotaste de entre las peñas,
-Santa
María de Guadalupe, que ahuyentaste a los que nos devoraban,
-Santa
María de Guadalupe, que ahuyentaste a la infernal serpiente,
-Santa
María de Guadalupe, que bajaste á visitar nuestro suelo,
-Santa
María de Guadalupe, que hablas te benignamente con Juan Diego,
-Santa
María de Guadalupe, que le llamaste lujo tierno y regalado,
-Santa
María de Guadalupe, que te dignaste hacerlo tu mensajero,
-Santa
María de Guadalupe, que nos enseñas el respeto a la Iglesia mandándole al
Obispo,
-Santa
María de Guadalupe, que escogiste lo humilde y despreciable para confundir á lo
fuerte y prudente del mundo,
-Santa
María de Guadalupe, que deseas y pides se te edifique un templo,
-Santa
María de Guadalupe, que eliges y santificas el lugar donde morar quisiste,
-Santa
María de Guadalupe, que haces brotar frescas flores entre áridos peñascos,
-Santa
María de Guadalupe, que las cubres de rocío en el helado invierno,
-Santa
María de Guadalupe, que las mandas cortar y traer a tu presencia,
Santa
María de Guadalupe, que con tus manos virginales las tocas y levantas,
-Santa
María de Guadalupe, que mandas esas flores como señales de tu aparición al
Obispo.
-Santa
María de Guadalupe, que apareces milagrosamente pintada al Prelado y a los
suyos,
-Santa
María de Guadalupe, que nos dejas tu imagen, siempre hermosa entre los rigores
de la intemperie,
-Santa
María de Guadalupe, que con tu Imagen nos dejas tu nombre misterioso,
-Santa
María de Guadalupe, que con ella nos dejaste tus ojos de Reina y defensora,
-Santa
María de Guadalupe, que con ella nos dejas también tu corazón de Madre y
Abogada.
-Santa
María, de Guadalupe, que socorres á tu pueblo en las pestes y contagios.
-Santa
María de Guadalupe, que los auxilias en las inundaciones,
-Santa
María de Guadalupe, que les ayudas en todas sus necesidades,
-Santa
María de Guadalupe, coronada en tu Imagen como reina de tu pueblo,
-Santa
María de Guadalupe. Patrona muy amada y venerada de México,
-Cordero
de Dios que quitas los pecados del mundo, Perdónanos, Señor.
-Cordero
de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
-Cordero
de Dios que quitas los pecados del mundo; Ten misericordia de nosotros.
L/:
Ruega por nosotros, Santa Virgen de Guadalupe.
R/: Para
que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.
ORACION
Oh,
Dios, que habiéndonos colocado bajo el patrocinio singular de la bienaventurada
Virgen María, nos quisiste colmar de perpetuos beneficios, concede a los que
humildemente te suplicamos, que los que hoy nos regocijamos con su protección
en la tierra, algún día nos gocemos con su presencia en el cielo. Amén.
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